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Capítulo {25}:

¡Atención! Este capítulo contiene escenas sexuales, si eres de lxs que no les gustan leer esto, sencillamente no lo hagas, te aseguro que en nada influirá con la trama, pero si no es así, disfruta de la lectura.

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Alexia Belén:

¿Arrepentida? No.

Anonadada, estupefacta, atónita, pasmada, atontada, perdida, esas y muchas palabras más describen mi estado en estos momentos.

¡¿Qué rayos hace Paul aquí?!

Ni siquiera me preocupo en pestañear.

—Hola Belén— y aún así tiene el descaro de saludar como si nada pasara mientras yo estoy sufriendo un apocalipsis mental.

Al ver que no repondo se adentra en el apartamento haciéndome dar un paso hacia atrás.

—Hola ¿cómo estás?— vuelve a hablar después de él mismo cerrar la puerta a sus espaldas —estoy bien, gracias.

—¿Qué haces aquí?— es lo primero que me sale.

—No soy estúpido ¿sabes?.

—Nadie dijo que fueras estúpido— trato de que mi voz se escuche firme y segura —ahora responde ¿Qué haces aquí?.

¡Estúpida, estúpida, estúpida! me grita mi subconsciente.

—Quería verte.

Já, ¿Qué más?.

—Paul, tu me vez todos los putos días de la semana en la escuela.

Se encoje de hombros —Me dio por verte un día extra.

Paciencia Belén, paciencia.

—¿Cómo sabes que vivo aquí?.

—Lo sé desde el día que saliste huyendo por las escaleras y le pediste al custodio de guardia que no diera tu nombre.

Esperaba que no se diera cuenta, pero ya veo que no es tan imbécil que digamos.

»El color de tu cabello es inconfundible.

—Bueno, ¿qué quieres? ¿un cafecito?— nótese el sarcasmo.

—No, me caería mal a esta hora.

—Paul, no me hagas perder el tiempo y dime ya qué quieres que me pone nerviosa tu presencia aquí— me callo de una y abro los ojos con sorpresa —no lo dije.

Él se ríe —Sí lo dijiste.

—Ay por Dios— me paso una mano por la frente.

—¿Quién lo diría?— da unos pasos a mí hasta que su respiración choca con la mía y es cuando me doy cuenta de que ha bebido —Alexia Belén nerviosa con mi presencia cuando el que siempre lo está soy yo.

—¿Confesándote MacCartney?.

—Hay que aprovechar— sus labios rozan los míos.

—Estás borracho, Paul— suena más a afirmación que a pregunta.

—No, no lo estoy, solo fueron unos tragos, suficientes para tener la valentía de venir aquí.

—Fuerte declaración.

Besa la comisura de mi boca —Estoy de acuerdo.

Suelto un suspiro entrecortado cuando su boca llega a mi cuello, posa sus manos en mi cintura.

—No quiero arrepentimientos después— hago saber.

—No los va a ver.

¡A la mierda! ¿Cuándo he sido tan resistente? Y no es que sea una mujer fácil pero siempre voy por lo que quiero ¿Qué me va a impedir que no lo haga ahora?.

Estampo mis labios en los suyos, saben igual que la primera vez, a gloria, se mueven con destreza y profesinalismo. Mis manos viajan por sus hombros ¡dios, que músculos! Hasta llegar a su nuca, enredo mis dedos en su cabello sedoso.

Empiezo a caminar hasta la habitación, tropiezo con el sofá y río en su boca. Me carga, rodeo su cintura con mis piernas y jadeo cuando siento su erección chocar con mi entrepierna.

Llegamos a la habitación a base de tropezones, lo empujo hasta que cae sentado en el borde de la cama y me siento a horcajadas sobre él.

Halo del nacimiento de su cabello en su nuca y muerdo la piel de su cuello, trazo un camino de besos hasta llegar a su boca donde su lengua pelea con la mía por quién obtiene el control.

Sus manos grandes y firmes acarician mis piernas descubiertas levantando el vestido de dormir que llevo. Se gira dejándome bajo de él colocándose entre mis piernas. Con rapidez trato de quitarle la camisa que lleva, estamos ansiosos y deseosos.

Sigue besando y lamiendo hasta detenerse en mis hombros donde baja los tirantes de mi vestido y su lengua encuentra el canalillo de mis senos, emito un suspiro al sentir la calidez de la misma, sigue bajando el vestido, cuando tengo los pechos al descubierto mete uno en su boca y chupa haciéndome jadear.

Como puedo termino de quitar la camisa dejando su ancha espalda y sus pectorales al descubierto, la bata de dormir la deja a mitad de la cintura y regresa a mi boca, desabrocho el cinturón de su pantalón y con los pies decido bajarlo pero antes lo veo meter la mano en uno de los bolsillos traseros para sacar un paquetito plateado.

Alzo las cejas y río —Con que preparado y todo.

—Siempre.

Me impulso para girarme y quedar sobre él —Vamos a darle un buen uso entonces.

Beso la piel de su cuello y con los dientes trazo un camino de pequeños mordiscos hasta sus labios donde halo del inferior, sus manos suben por debajo de la bata, toda mi entrepierna está mojada, llega hasta las bragas y comienza a bajarlas sin dejar mi boca.

Cuando llegan a mitad de mis muslos me muevo para ayudarlo a retirarlas, yo bajo sus bóxers y con la lengua trazo el recorrido por todos sus abdominales hasta llegar a su pelvis, suelta un ruidoso suspiro y subo nuevamente.

Ahora es él quien se gira y vuelve a estar sobre mí, alcanza el preservativo y se lo quito para hacer yo el trabajo de colocárselo, rasgo el paquete, lo saco y con cautela lo coloco mirándole a los ojos.

Veo que no he perdido práctica.

Se ubica entre mis piernas y baja a besarme con una mano en mi cintura y la otra tocando mi seno izquierdo. La punta de su miembro roza mi entrada y arqueo la espalda en busca de más.

Entra de a poco, suelto un gemido y él deja salir un gruñido de placer, en unos segundos empieza a moverse con calma, lentitud y sensualidad.

—Oh Dios— gimoteo moviendo la pelvis.

Sus caderas comienzan a acelerar las embestidas logrando que mis jadeos y gemidos suban de volumen. Cuando vengo a ver nuestros sonidos de placer se hacen uno, sujeta ambos lados de mi cadera y arremete con intensidad, mis manos se vuelven un puño entre las sábanas.

—Joder... — musita con voz ronca y vuelve a buscar mi boca, su lengua se enreda con la mía -no sabes cuánto esperé esto- muerde mi barbilla.

—Ya somos dos.

Las acometidas se hacen más rápidas, más profundas, envuelvo su cintura con mis piernas y mis manos en su nuca recorriendo su cabello.

Esto se siente más que bien.

—Lo sé— habla con la respiración perdida y me doy cuenta de que vuelvo a pensar en voz alta.

Baja las manos hacia mi trasero y me inclina teniendo más acceso en mi interior, el choque de nuestros cuerpos y el sonido de nuestras respiraciones hace eco en la habitación logrando un ambiente de morbo y deseo.

Pierdo la noción del tiempo cuando siento un calor muy conocido caminar toda mi columna hasta acentuarse en mi bajo vientre, me estremezco toda apretando su miembro.

—Delicioso— susurra y su voz es como el botón para correrme totalmente enterrando las uñas en sus hombros.

Mi cuerpo tiembla del éxtasis y dos arremetidas luego lo siento dejarse ir.

Sus estocadas se hacen desordenadas, su agarre en mis caderas se afloja y deja caer su frente en la mía por unos segundos.

No hablamos, no nos movemos, solo nos miramos tratando de recuperar el control de nuestros cuerpos.

No sé cuánto tiempo pasa cuando sale de mi interior quitándose el condón, le hace un nudo y baja de la cama para arrojarlo al cesto de basura que hay en una esquina.

Cubro mi rostro con las manos, ¿Qué acaba de pasar?.

La cama se mueve a mi lado y me quedo quieta asimilando lo que ha ocurrido.

—¿Arrepentida?— me asusto al sentir su aliento en mi oreja.

Lo miro y me doy cuenta de que su rostro está a unos milímetros del mío.

—Para nada.

—Qué bien porque yo tampoco lo estoy.

Me quedo reparando sus ojos y me atrevo a preguntar.

—¿Y Bianca?.

Frunce el ceño —¿Qué pasó con Bianca?.

Trago saliva —Te vas a casar con ella.

Deja caer la cabeza en la cama y con eso sé que estoy en lo cierto.

—Eso es otra cosa.

—No, es la misma mierda.

Vuelve a mirarme —No vamos a hablar de eso ahora ¿o sí?.

Cierro y abro los ojos —No.

Pero tengo miedo, temo a que me use como lo... sacudo la cabeza y dejo salir un suspiro, intento levantarme y él me toma del brazo.

—¿A dónde vas?.

Me quedo callada porque ¿A dónde voy? Quizás quiera estar lejos de él un instante para aclarar mis ideas.

—A vestirme— me excuso.

—¿Y quién dijo que esto termina aquí?— enarco una ceja y el ríe acercando su boca a la mía —esto apenas comienza, muñeca— murmura antes de besarme.

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