Capítulo {13}:
Sé la paz dentro del Caos.
Isha Judd
Alexia Belén:
La pelea...
Esperaba cualquier cosa menos eso.
Sonrío con malicia.
—Entonces voy a tener que trabajar más duro ¿no crees?.
—Que ni se te ocurra presa de quinta— rabia pura derrocha su voz —mi boda ni tú ni nadie la va a arruinar.
Con que es eso, su casamiento, ¿Eso es lo que le preocupa?, y yo pensando que en verdad ella lo quería, ah que ingenua soy.
—¿Quieres que te diga mi regalo de bodas por adelantado?— no la dejo responder —pues será toda una noche de placer con tu 'prometido'— suspiro de manera fingida —de seguro se mueve delicioso y esa boca...— otro suspiro —creo que también puede hacer "cosas fenomenales"...
Sin esperarlo me arroja la bebida que lleva en un vaso mojando toda la parte superior de mi enterizo —Ya te alerté, no te quejes después con las consecuencias— me da la espalda.
Oh no, esto no se queda así.
Rápido me giro y llevo mis manos a su cabello para arrastrarla hacia a mí, las personas que se encuentran cerca se apartan y ella comienza a mover sus manos tratando de lograr equilibrio. La tiro al suelo y en menos de tres segundos estoy sobre ella golpéandola.
—Escúchame bien— le doy una bofetada —a mí nadie me dice lo que tengo que hacer— otra —si me sale del coño seducir a Paul— otra más —lo seduzco y ya rubia forzada.
La multitud enloquece, gritos de desesperación ligados a otros de diversión se escuchan por todo el lugar.
Ella lleva sus uñas a mi cara y logra hacerme un leve rasguño, momento que tiene para desestabilizarme y estar sobre mí ahora, sus manos se enredan en mi cabello ya despeinado girando mi cabeza a todos lados, le doy una dura mordida en el brazo (me encantan las mordidas) chilla del dolor retirando esa mano y vuelvo a quedar sobre ella.
Pienso seguir dando golpes hasta ver sangre, porque bueno, esa era la ley de la prisión, para dar a conocer de qué eras capaz, "o matas o dejas que te maten".
Y cosas así no se olvidan.
Hasta que siento unos fuertes y definidos brazos sujetarme de la cintura y separarme, quiero creer que es Paul pero no, es Leonel el salvavidas.
—¡Suéltame!— me retuerzo en sus brazos —que voy a matar a esta hija de puta.
—Ey tranquila.
—Si me sueltas de seguro me tranquilizo.
—Ni lo intentes que no lo voy a hacer.
Bufo de manera exagerada.
—De acuerdo— me quedo quieta y llegan los guardias del local.
¿En serio? ¿Vienen ahora que se acabó el show?.
—¿Y aquí qué ocurre?— pregunta uno.
—Nada, solo fue un malentendido— responde Éricka.
Bianca pasa por mi lado con Paul abrazándola y eso me enciende más, oh no, no fue ningún puto malentendido que esta rubia me las paga.
Aprovecho que Leonel ha aflojado su agarre y me lanzo sobre ella.
—¡Me las vas a pagar hija de puta!.
Paul es el que me sostiene ahora —¡Belén ya!.
—¡Tú no me toques!— no sé ni porqué estoy enojada con él también, será por lo ciego que está.
Me suelto de su agarre de mala manera y trato de salir de ese lugar. Esquivo a todos esos cuerpos sudorosos y borrachos.
Al estar afuera siento que respiro mejor, que el aire vuelve de nuevo a mis pulmones.
Comienzo a caminar de manera nerviosa de un lado a otro tratando de controlarme. Todavía no puedo creer que esa hija de su madre me haya prohibido semejante cosa, me paso las manos por el rostro y siento algo mojado, coloco mi mano frente mí, sangre, debe ser del arañazo de esa loca, pero de seguro ella quedó peor.
—Alexia— Éricka llama detrás de mí —pensé que no te encontraría.
No digo nada, no tengo deseos de hablar.
—Mejor vayamos a casa— recomienda y estoy más que de acuerdo.
Comenzamos a caminar hasta la calle para coger un taxi.
~~~
—Mira como tienes esa cara.
—De algo valió ¡Ay!.
Ya hemos llegado al apartamento, Éricka se ofreció para curarme el rasguño en la cara que no era para tanto pero si no recibía tratamiento podría infectarse.
—No te muevas.
—Arde.
—Claro que arde— sigue deslizando la gasa por la rasgadura en mi cara —sigue dándotelas de Hulk— se burla y la miro con mala cara —Ya.
Tira todos los algodones usados a la basura y guarda el agua oxigenada en el botiquín.
—Ahora dime— se sienta frente a mí —¿Por qué se pelearon?.
Me siento como cuando me peleaba en el colegio y mi madre me pedía explicaciones en casa.
—Por algo que ella dijo— respondo en broma.
—A sí, porque más sería... Alexia estoy hablando en serio.
—Yo también.
Éricka niega con la cabeza —¿Qué fue lo que te dijo?.
—Más bien qué me prohibió, ¿Puedes creer que está comprometida con Paul?.
Su silencio responde a mi pregunta.
—Lo sabías— deduzco y me levanto para ir a la cocina por un vaso de agua, ella me sigue y me giro en su dirección —¿Por qué no me dijste?.
—Porque nunca creí en esa relación.
—¿Y qué? Quizás así estuviese más preparada— preparo el vaso de agua.
—¿Preparada para qué? Eso es algo de fachada, una fachada a punto de caerse, solo porque Paul es millonario, la que tendría que haberse casado era la hermana pero se negó rotundamente.
—¿Hermana? ¿Relación de fachada? ¿Casamiento? ¿Millonario? O dios, esto es mucha información.
—Por eso no te lo dije, dime si en la preparatoria viste alguna vez alguna muestra de cariño de él hacia ella o de ella hacia él.
Pensándolo mejor, no, nunca vi ninguna demostración de afecto entre esos dos.
Me tomo el vaso de agua —Necesito dormir— empiezo a caminar hacia mi habitación.
—Alexia— me llama.
Giro sobre mis talones —Qué.
—No te enojes conmigo ¿sí?.
—No estoy enojada contigo, tonta— sonrío —ven aquí— la abrazo —cómo podría— nos separamos —ahora voy a ver si proceso todo eso que me has dicho.
~~~
¿Por qué será que llego tarde a todos lados? Por lo que veo es natural en mí, aunque estoy considerando no ir, pero no quiero dejar a Leonel plantado.
Ah, qué tedio.
Me levanto de la cama a regañadientes, tengo 20 minutos para prepararme, voy directo al baño, la cabeza me duele, al salir envuelta en la toalla me acerco al closet y saco lo primero que veo, total, no es una "cita" ni nada formal, más bien un almuerzo entre amigos.
Me coloco un vestido ajustado hasta la cintura y suelto de ahí hacia abajo en verde, adoro los colores completos en las ropas, nada de arcoiris y esas cosas.
De zapatos adentro mis pies en unas plataformas de un verde opaco y dejo mi cabello suelto, cero maquillaje.
Me miro en el espejo, el rasguño se ve, parece una pequeña raspadura, desde la mitad de mi pómulo derecho hasta parte de la mejilla.
Esa idiota, juro que me las paga, y bien caro.
—Hey, ¿a dónde vas?— me pregunta Éricka vestida en pijama mirando la tele.
Mierda, no pensé en qué decirle a Éricka (...)
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Kimberly Reyes en multimedia'.
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