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Capítulo {12}:

Alexia Belén:

El defensor...

—No eres de por aquí ¿eh?.

—No.

Me encuentro bailando con el chico con el cual tropecé en la puerta del baño.

—¿Y de dónde vienes?.

Don't wait up de Shakira comienza a escucharse por los altavoces, me giro de espaldas a él y empiezo a moverme.

—De un lugar muy lejano— me muevo al ritmo de la música bamboleando mis manos por encima de mi cabeza.

—¿Qué edad tienes?.

Vuelvo a girarme hacia él —Haces muchas preguntas ¿sabes?— ahora mis brazos están situados alrededor de su rostro —solamente disfruta el momento— él sitúa sus manos en mis caderas.

Inicia una sesión de besos alrededor de mi cuello, cierro mis ojos al tacto y suelto un suspiro. Siento que la canción suena en otra dimensión.

—Salgamos de aquí— abro los ojos para mirarlo y en el instante diviso a Paul junto a los demás cruzado de brazos.

Nuestras miradas se cruzan, nos devoramos con la vista por varios segundos. Llevo mis labios a la oreja del chico sin despegar la vista de Paul, quien aún sigue observando, chupo su lóbulo, Paul enarca una ceja. Algo increíble ya que sus facciones son como piedras, nunca se sabe lo que piensa y siempre carga la misma cara de culo.

—Sí— le susurro al oído —mejor salgamos de aquí.

Rompo las miradas con Paul cuando el muchacho toma mi mano y me lleva a la salida.

—Mi auto está por allá— lo sigo.

Él me abre la puerta del copiloto para luego adentrarse por la parte del conductor. La música se escucha menos alta.
Se lanza sobre mí a besarme, le correspondo, sus manos sobre mi rostro y las mías en su cintura, la verdad es que en el momento todo se me nubla, no pienso, hace meses que no tengo sexo y eso está influyendo.

En un impulso quedo sobre él, deesabrocho sus pantalones, mis labios en ningún momento dejan los suyos, con una de sus manos roza mi intimidad por encima de la ropa y gimo en su boca, rápido retiro su camiseta dando a conocer sus músculos, él continúa acariciándome por encima de la ropa y cuando siento que sus dedos mueven la tela de mi enterizo, caigo en picada a la realidad y reacciono.

—Wow wow wow— mi respiración está agitada —alto ahí.

—¿Qué pasa?— intenta besarme de nuevo y lo detengo colocando mis manos en su pecho desnudo, las suyas todavía siguen en mi cintura.

—No.

—¿No qué?.

—Esto no puede seguir.

—¿En serio?.

—Sí— respondí firme —no sé en qué estaba pensando.

¿En serio estaba a punto de liarme con un desconocido?.

Trato de salir de arriba de él pero aprieta su agarre en mi cintura —¿No pensarás dejarme así?— señala a su miembro ya erecto.

—¿Lo siento?— muestro una falsa sonrisa.

—¿Qué? Al menos tendrás que darme una buena mamada antes de salir de aquí.

¿Y este qué tiene?.

—¿Quién te crees que soy?— pregunto, vuelvo a moverme para salir de arriba de él lográndolo esta vez, cuando intento abrir la puerta está cerrada —abre la puerta— pido.

—Ya te dije lo que tenías que hacer para salir de aquí— dice acercándose.

—No voy a hacer nada.

—Eso veremos.

Se abalanza sobre mí, lo empujo logrando moverlo solamente un centímetro, sostiene mis manos por encima de la cabecera del asiento bruscamente para intentar besarme, muevo mi cabeza desesperadamente, acompañada de mis pies, con suerte le puedo propinar un buen golpe en sus partes pero no funciona, cuando sus labios tocan los míos rápido lo muerdo.

—¡Ay!— me suelta llevándose una mano a la boca, un hilo de sangre se da a conocer.

Le propino un rodillazo en el estómago, se dobla, intento levantarme pero me devuelve al asiento halándome de una de las trenzas.

—Déjame salir— pido.

—Eso nunca— y vuelve a sostenerme con más fuerza, vuelvo a moverme de forma alocada mientras grito hasta que lleva su mano derecha a mi boca y con la otra continúa sujetándome —Shh, solo quiero que pagues por dejarme así.

—No voy a hacer nada— espeto con rabia.

—Eres una calienta pollas, me excitas y luego decides irte— se moja los labios y los acerca a mi oído —eso se paga bien caro puta barata.

Le muerdo la mano con la que cubría mi boca, la retira pero para sostenerme del cuello —Vas a tener que obligarme mal nacido.

—No hay problema con eso— vuelve a tapar por completo mi boca y empieza a acariciar mis pechos por encima de mi ropa, sigo removiéndome hasta que me canso y me detengo para pensar en algo.

Pero nada se me ocurre, trato de hablar por encima de su mano o morderlo otra vez y la aprieta hasta casi dejarme sin aire mientras sigue baboseándome toda.

¡Magnífico! En prisión nunca lograron obligarme a nada y este hijo de puta está a punto de hacerlo.

Cierro mis ojos, apretándolos fuertemente hasta que unos toques en la ventanilla detienen a ese hombre.

—¿Qué quieres?— cuestiona de mala gana después de medio bajar la ventanilla.

—Solo vine a ver si todo estaba bien.

¿Paul?.

—Sí, todo está perfecto.

Empiezo a gritar por debajo de su mano, aunque lo único que se sienten son murmullos, Paul no puede verme porque el asiento está medio inclinado hacia atrás, mis piernas son las que están visibles.

—¿Podrías abrir un momento?— pide.

—Estoy ocupado.

—Me imagino en qué— hace una pausa —esperaba que compartieras el momento con alguien más— ¿en serio? —quizás necesites ayuda— no lo puedo creer.

—No gracias.

—O abres la puerta de ese maldito auto o llamo a la policía ahora mismo para que lo haga— su tono de voz se vuelve más brusco —y créeme que será peor.

—Eh, tranquilo amigo— su mano continua presionando mi boca con fuerza, estira la otra para quitar el seguro de la puerta y yo lo empujo en el mismo momento en que Paul abre la puerta logrando que el chico caiga al suelo.

Le lanzo una patada a sus partes nobles sin darle tiempo a levantarse y otra a sus costillas, las personas alrededor nos observan curiosos pero nadie se mete.

El chico se retuerce de dolor en el frío pavimento de la acera, esto me pasa por hacerle caso a mis locas hormonas.

—Con eso será suficiente- me volteo enfrentando a Paul quien me observa de brazos cruzados —¿Vamos?.

Él me da la espalda para caminar y yo voy detrás.

Debería agradecerle ¿no?.

A pesar de nuestras indiferencias me ayudó sin importar qué.

—Gracias— susurro, se gira, me mira un momento y continúa su camino.

¿No dirá más nada?.

Es un jodido bipolar, me irrita, en serio me irrita y también me recuerda a un personaje de un libro pero no recuerdo el nombre.

—¿Dónde estaban?— pregunta Éricka con los ojos entrecerrados.

—Me perdí por un momento y de no ser por Paul quizás no hubiese vuelto— excuso.

En verdad soy una experta mintiendo, pero son mentiras piadosas ¿no? Son para evitar las preguntas.

Bianca me da una mirada mordaz.

—Deberíamos ir a bailar— sugiere Leonel.

—¡Sí!— concuerda Éricka dando continuos aplausos.

Y la fiesta sigue.

~~~

Dos horas, como 15 tragos y varios cuerpos sudorosos después decido ir al baño. Mis trenzas están hechas un desatre y varios mechones se me pegan a la cara por el sudor.

Al llegar al baño cierro la puerta y me acerco al lavabo para mojar mi rostro el cual está que da asco con el maquillaje corrido.

Saliendo veo a Paul acercarse a mí.

—¿Ahora me vigilas?— pregunto.

—¿Quién dijo que te vigilaba?— se cruza de brazos haciendo que sus músculos se vean marcados —Tú no eres el ombligo del mundo.

—Eso quiero creer— lo rodeo con un enojo notorio en mi cara.

Porque en serio no lo entiendo, primero me trata con desdén, odio y podría decir que asco para ahora hacerse el sobreprotector.

¿Eso no era lo que querías?.

Ah, yo tampoco me entiendo.

—De hecho estaba esperando a Bianca— dice a mis espaldas y no comprendo el por qué de su aclaración porque em ningún momento se la pedí.

Me detengo en seco ¿Bianca?.

—Oh, que bien.

—¿No dirás nada?.

—¿Qué quieres que diga?.

¿Ahora qué le importa a él lo que pienso? Este hombre es un caso.

—Necesit...

—¿Pasa algo aquí?— ¡Joder! Esta mujer me sale hasta en la sopa, cada día la odio más.

Ahora me quedo sin saber qué me iba a decir Paul. ¡Mierda!.

Poso mi vista que antes estaba sobre Paul, en ella —No— esbozo una sonrisa fingida.

—¿Vamos?— pregunta/pide Paul.

—Sí, pero espera un momento, debo decirle algo a Belén.

¿A mí? Y... ha dicho mi nombre. Presiento que no es nada bueno.

La mirada de Paul va de ella a mí y viceversa hasta que suelta un suspiro cansado y se va dejándonos a Bianca y a mí solas, frente a frente.

—¿Y?— cuestiono.

Se acerca un poco más a mí —Solamente te voy a decir tres palabras, aléjate de Paul.

¿Eh?.

¿Escuché bien? O no, mejor dicho ¿Acaba de prohibirme algo?.

—¿Quién eres tú para prohibirme tal cosa?.

—Su prometida.

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