Capítulo {1}:
"No debemos tener miedo a hundirnos; hasta los planetas chocan y del Caos nacen las estrellas"
Charles Chaplin:
Libertad...
La he estado esperando desde hace diecisiete años con una paciencia fallida.
¿Saben la desesperación que se tiene cuando estamos en medio de una prueba en el colegio? Con ese miedo a salir bien o mal.
Así he estado yo, desesperada por salir de este atormentoso lugar donde de una forma u otra he aprendido a sobrevivir.
~~~
—Belén— me llama la oficial Olivares —vamos, arriba que llegó tu día.
Suspiro y muestro una sonrisa de suficiencia —Al fin.
Me levanto de la litera en la que me encontraba recostada con aquel uniforme rojo sangre, uniforme que solo llevan las presas de alta peligrosidad y yo desde que entré lo llevo puesto, vean que suerte la mía, siempre siendo castigada de la peor forma para doblegarme y nunca lo han conseguido, pero miren el lado bueno, todos aquí me respetan.
Al pararme en la puerta del cubículo llevo mis manos adelante entrelazadas para ser esposada y veo como la funcionaria se aparta con temor pensando que le voy a hacer algo, pobre, la entiendo.
Sonrío de lado —¿Me tienes miedo?— le susurro.
Distingo como traga saliva ruidosamente mientras coloca las esposas, esta situación me divierte —Tranquila que no voy a matarte, no por ahora— suelto una carcajada.
—Anda vamos— me ordena fríamente.
—Pero parece que quieres adelantar tu muerte— sé que esto puede atrasar mi salida pero adoro cuando tengo el control.
Me detengo abruptamente a mitad de camino —Responde— exijo.
—Camina o tendré que obligarte— me mira a los ojos.
—Ohhh, pero si la oveja se defiende— me acerco más a ella —vas a tener que obligarme entonces—
—¡Olivares!— ¡Mierda! Tenía que venir Vivian a arruinarme el momento —¿Qué está pasando aquí?— pregunta estando frente a nosotras.
—Nada— finjo una sonrisa de boca cerrada —le decía a Olivares cuánto la iba a extrañar— la miro —¿No es así?— no me responde.
—Venga que yo la llevo— se ofrece al ver el miedo de la oveja.
¡Qué divertido!
Vivian Morales es otra de las funcionarias, la única que no me mostró miedo y aunque no lo crean nos llevamos muy bien.
Para sobrevivir aquí no puedes mostrar miedo y yo me he encargado de no hacerlo.
—Pero si ella y yo estábamos hablando muy cómodamente— digo haciendo un puchero.
—Camina Belén— me ordena tomándome del brazo y empujándome hacia adelante —Ni en el día de tu salida te comportas como debe ser-
—Será que esa es mi naturaleza.
—¡Adiós loca!— escucho la voz de Maryanis desde uno de los cubículos.
—¡Hasta nunca zorra!— le respondo.
—Abran la quince— pide Vivian desde el micrófono en su uniforme. Acto seguido la gran reja se abre para llevarnos a la recepción del lugar.
—No piensas cambiar ¿eh?— pregunta.
—Yo tampoco te voy a extrañar Vivi— sonrío.
—Te he dicho que no me digas así — me quita las esposas.
La recepcionista viene hacia mí
—Señorita aquí tiene sus cosas— dice sin mirarme a los ojos.
Es una mujer delgada y pálida.
—¡Buh!— exclamo y ella salta en el lugar mientras yo comienzo a carcajearme.
— ¡Belén!— me regaña Vivian.
—Ya, ya— alzo mis manos y tomo la ropa que me brinda la recepcionista junto a algunas otras cosas que tenía cuando me detuvieron.
Minutos después salgo del baño pareciendo toda una civil y no una presa con intenciones de atraer un toro con aquel uniforme.
—Abran la puerta principal para la salida de la presa 0530— vuelve a pedir Vivian.
Al fin fuera, sintiendo completamente los rayos del sol sin ninguna reja de por medio.
Suspiro profundamente estando frente a aquel lugar más conocido por el Centro Penitenciario Cruz Roja.
Saco un cigarrillo de una caja que llevaba, milagrosamente no la decomisaron junto a otras tantas cosas que me quitaron.
—Oye ¿tienes encendedor?— pregunto a uno de los guardias en la puerta, él me mira por unos segundos hasta que saca uno.
Sonrío sin mostrar los dientes
—Gracias.
Me llevo el cigarrillo a la boca, lo enciendo y comienzo a inhalar y exhalar aquel humo. Hace tiempo que no fumaba, en la cárcel lo hacía a escondidas y solo para liberar tensión, comencé a hacerlo luego de mi «pequeño» incidente pero tampoco es que sea muy adicta a la nicotina.
Qué bien se siente esto, sentir la brisa acariciarte el rostro, hasta ella sabe que la mismísima Belén vuelve a ser libre.
Cierro los ojos y respiro hondamente, luego vuelvo a abrirlos.
—Ahora— me digo —a recuperar el tiempo perdido.
La vida para mí nunca ha tenido sentido, sé que muchos deben estar pensando que soy la peor persona del mundo pero no, claro ¿Quién se va a fiar de una presa?
Aunque a mí nunca me ha importado lo que piensen y menos me va a importar lo que digan ustedes.
Pero intentaré ser mejor persona, ya lo dije, (intentaré).
Una cosa si es segura, no pienso volver a este lugar, aquí ves la entrada pero puedes perder la salida (...)
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