Capítulo 2
Las siete.
Su hora de salida, tomo su abrigo y su mochila su cuerpo pesaba.
—Pasaremos por ti a las nueve y media.— Aviso su compañera.
—Bien, les envío la dirección por mensaje.— Se despidió.
Camino con tranquilidad por la calle, sus manos escondidas en las bolsas de su abrigo.
—¡Chica del semáforo!— Una voz masculina se escucho. —¡Chica del semáforo!—
Volteo su mirada reconociendo al chico. "Su salvador"
—¿Chica del semáforo?— Pregunto cuando llego a su lado.
—No se tu nombre, eres una chica y te conocí en un semáforo así que...— Levantó sus hombros.
—Ya veo, me llamo layka.— Tendió su mano.
—Marcus un gusto.— Estrecharon sus manos. —¿Vas a casa?—
—¿Porque?—
—Tranquila solo curiosidad, trabajo en el local que está al lado tuyo. Te he visto un par de veces cuando entras a tu turno pero hasta ahora tomé el valor de saludarte.— Sonrió.
—¿Trabajas en Electronix?— Pregunto curiosa.
—Asi es.— Contesto. —Entonces.. ¿Vas a casa? Podría acompañarte si no mal recuerdo vamos casi por el mismo camino.—
—¿No me secuestraras o algo así verdad?— Pregunto con mirada acusadora.
—¿¡Que!? ¡No!— Rasco su nuca.
—Bien, vayamos entonces. Me estoy congelando.— Empezó a caminar.
Pasaron el semáforo y como había sido cada día el recuerdo la inundaba.
—¿Podría volverlo a intentar?— Penso mirando ahora a su acompañante. —
Si claro que lo podría volver hacer pero los días anteriores estaba rodeada de personas lo cual se lo había impedido.
—¿Por que me miras tanto?— Alzó una ceja —¿Acaso mi hermoso rostro te a deslumbrado.?— Bromeó.
—Solo miro que no vayas a hacer algo sospechoso.—
Faltaba una cuadra para llegar a su hogar, se había despedido ya de su nuevo amigo.
NUEVE Y MEDIA.
Se miraba en el espejo, se había puesto una blusa de manga larga con escote, una chaqueta, un pantalón negro y unos tacones.
—Me veo horrible.— Murmuró con una media sonrisa.
El claxon de un auto se escucho, sabía que eran sus compañeras.
Tomo su bolso para salir, no sin antes despedirse de sus padres.
—¡Pero qué bella estás!— Grito Jazmín desde dentro del auto.
—Ustedes no se quedan atrás— Contesto. Entró en los asiento traseros.
Se pusieron en marcha, sus compañeras cantando a todo volumen.
Al llegar al antro lo primero que hicieron fue empezar a beber, la música resonaba a todo lo que daba.
—¡Ah bailar!— Beatriz la tomo del brazo hasta la pista.
Empezó a mover su cuerpo. Quería disfrutar el momento.
Y así lo hizo hasta altas horas de la madrugada.
Al llegar a su hogar entro como pudo, todo le daba vueltas era obvio que no se estába en sus cinco sentidos.
Llegó a su cama ni siquiera le importo estar con maquillaje quería dormir.
Horas después.
Estaba tomando la cena su cabeza dolia a pesar de que se pasó la mayor parte del día durmiendo tal vez era por el remordimiento por a ver hecho algo que la dejara en vergüenza la consumía.
—Soy patética.— Pensó, todo rastro de hambre se esfumó.
—¿Terminaste cariño?— Pregunto su madre con voz amorosa.
—Si, estoy llena.— .
—Bien pero intenta comer más mañana en el desayuno,estás muy delgada cariño.— Beso su frente.
Asintió para caminar a su habitación.
Sus manos cubrían sus oídos.
—Basta, basta.— Murmuraba entre sollozos.
Estas gorda.
Eres horrible.
Deberías morir.
aquella voz seguía hablándole, era tan aterrador. Quería que esa voz se fuera, quería dejar de fingir felicidad.
Sabía que era muy afortunada por tener comida en su refrigerador.
Por tener unos padres amorosos.
Por tener una docena de amigos que la apoyaban
Pero no, eso la hacía sentir menos desgraciada, sabía que algo faltaba pero el tan solo tener que averiguar qué era la agotaba además de que su humor no era de lo mejor.
Tan solo creía que hacer lo que la voz le ordenaba era lo mejor.
Desde que tenía memoria solo recordaba que tenía que ser la mejor en su clase y lo había logrado tenía varias medallas y reconocimientos y estaba por entrar a la mejor universidad del país.
Y no solo en eso sí no en todo, Mejor alumna, mejor hija, mejor amiga, mejor prima, mejor nieta.
Intentaba dar lo mejor de sí cada día. Con una sonrisa fingida.
De dio unos pequeños golpes en su cabeza.
sobrepensaba las cosas.
Eso la estaba llevando a su límite.
—¿Por que? ¿Por que?— Se preguntaba ahora arañando su pierna.
Única forma que había encontrado para tranquilizarse.
El dolor la calmaba.
Sabía que no era la mejor forma pero eso había dejado de importar hace mucho tiempo.
Pasaron minutos los cuales se sintieron como una eternidad.
Su pecho bajaba y subía.
Su ataque estaba pasando.
Su muslo dolía, una mancha de sangre estaba alrededor de la herida.
Miro aquello haciendo una mueca de desagrado.
Dirigió la mirada al reloj digital que adornaba su muñeca.
1:09am
Limpio sus lágrimas para levantarse con torpeza, sus piernas temblaban.
Con pasos lentos salió de su cuarto.
Quería ver si sus padres ya habían regresado.
Pero la casa seguía vacía eso la aliviaba, no quería que sus padres descubrieran el desastre que era.
—Pronto podré estar en paz.— Murmuró en un intento de animarse.
Camino a la habitación de sus padres recordando que su padre hace unos días le habían recetado pastillas para dormir las cuales solo se compraban con recetas.
No era tonta para simplemente agarrar las pastillas, su padre se daría cuenta pero de lo que no, sería de la receta.
La busco por todos lados hasta qué la encontró.
Iría a comprar unas y regresaría el papel cuando sus padres volvieran a salir o fueran al trabajo.
—Si no encuentro una forma no tan común de terminar con mi vida, serán las pastillas.— Dijo yéndo a su cuarto.
Al día siguiente.
Con ropa deportiva salió al parque más cercado a correr, llevaba ya varias vueltas. Su cuerpo ardía y sentía que la respiración le faltaba por momentos.
—¡Chica del semáforo!—
Se detuvo al escuchar la voz de Marcus.
—Ho..hola— Hablo entre jadeos. Está agotada.
—¿Así que también vienes a correr a este parque?— Pregunto curioso.
—Si, ¿Tu también?—
—La verdad no, soy muy flojo para hacer ejercicio.— Sonrió con vergüenza.
—¿Entonces que haces tan temprano en un parque?— Interrogó, dándole un gran sorbo a su botella de agua.
—Mi madre me mandó a pasear al perro el cual está acostumbrado a salir a esta hora con mi padre. Pero ya que el no pudo hoy me mandaron a mi.—
—Y ¿Donde esta el perro?— Preguntó al mirar detrás suyo y alrededor.
—El está.....
Miro a los lado en busca del animal.
—¡Mierda! ¡No debí quitarle la correa.— Grito exaltado. —¡Mi madre me matará.—
—Tranquilo, si quieres te ayudo a buscarlo.— Se ofreció.
—¿Encerio? Te lo agradecería mucho.—
—Si, ahora vamos.—
El asintió.
Los dos empezaron a buscarlo por todos lados hasta que media hora después lo encontraron durmiendo detrás de un arbusto.
—Canela.— Lo llamo Marcus para colocarle la correa. —Eres un vago ¿Como huyes así?.—
—Ya que lo encontramos es hora de que me vaya.—
—Espera, deja te invito algo de desayunar para agradecerte.—
—No hace falta.— Se negó amablemente.
No quería ser grosera pero ella no desayunaba. Tan solo tomaba una comida al día y esa era en presencia de sus padres.
Agradecía que sus clases eran temprano así que solo decía que desayunaria algo ahí, en las comidas decía que las hacía en su trabajo.
Para la cena algunas las comia cuando sus padres estaban cuando no, simplemente no provaba alimento alguno. Tan solo agua.
Y está bien con eso.
Al menos así lo veía ella.
—Vamos, no seas así. Deja agradecerte.— Rogó
—Esta bien, pero no a desayunar. Podemos quedar hoy más tarde y tan solo podríamos hablar.—
—Si, aún que quisiera invitarte algo, no insistiré con pasar un tiempo contigo me hace más que feliz.— Sonrió
—Bien, nos vemos a las seis de la tarde en este mismo parque, me tengo que ir. Adiós.— Se despidió.
No le gustaba decepcionar por eso había aceptado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro