Mi nevermore ha vuelto a casa
envuelto en el viento, hollín de lamentos,
vestido de niebla trajo el invierno,
ha escarchado el río,
dejando el suelo aplomado
de odios y martirio,
estancado bajo el puño ceñido
de algún brazo, que, equívoco,
riega el Edén, de vez en vez,
aquí, me he de hundir, en los lamentos del ayer,
tarareando sus canciones
(a cuanta soledad se desvele en la noche),
tornando los ojos memoriosos
de amaneceres eclipsados
en cuencos vacíos que reclutará el olvido
entre dormidos quejidos.
Este montón de versos,
despiertos del añejo tintero,
serán la despedida de este cuervo
para soltarme el luto del cuerpo
y abandonar todo nombre, todo recuerdo,
que me ha suturado cada centímetro del pecho.

VOTA ⭐ COMENTA ❤️