Capítulo 1
Prólogo
"— Me siento muy afortunado.
— ¿Afortunado por qué?
— De haber venido a esta librería y haberte conocido."
"Me sonrió y procedió a sacarse la bufanda, que llevaba puesta, y con ternura me la colocó en el cuello. Yo lo vi perdidamente y atesoré aquella prenda, suya, de inmediato. Tenía un suave y rico aroma a perfume de hombre, el que también atesoré al instante. Guardé para siempre aquel inolvidable aroma suyo.
Él me vio con una tierna sonrisa de amor en sus mejillas."
Aquella mañana me puse mi vestido favorito, de satín rosado, acompañado de un tierno mandil, que tenía unos coloridos conejitos. Esa reliquia me la había comprado por internet hacía un par de meses y cada vez, que podía, lo usaba.
Entré a mi cafetería preferida y me pedí un té simple, acompañado de unas medias lunas, que me fascinaban.
Al cabo de pagarle a la cajera, fui a recibir mis cosas y me encontré con Joey Tempest a mi lado; pude reconocerlo al instante por su imborrable y sexy sonrisa y la impresión me invadió por completo. Él volteó a verme y me sonrió. El corazón se me agitó de una forma, que jamás lo había hecho, y las piernas y manos me temblaron de nervios.
Reaccioné solo a devolverle la sonrisa, cuando me entregaron la bandeja, y tiesa, la recibí, sin dejar él de mirarme, y yo histérica por tenerlo a mi lado, sentí su mirada en mí, retrocedí y un sujeto pasó bruscamente por mi lado y me hizo caer con la bandeja; yo solté un grito y Joey corrió a ayudarme.
Sentada en el suelo, mi desayuno estaba esparcido junto a mí y sobre mi vestido y la vergüenza me invadió. Él se agachó a recogerme.
— ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? — lo miré perpleja y las mejillas se me enrojecieron. Dios, era demasiado guapo y además atento.
—... Si... Creo que sí — quise levantarme y un fuerte dolor en la cintura me hizo soltar un dulce gemido, para él, y se alarmó.
— ¿Qué ocurre? ¿Te duele algo? — Lo miré con nervios, e inquietud, por toda la bochornosa situación.
—... Creo que me golpeé la cintura cuando me caí — me vio preocupado y volteó a mirar al sujeto, que me había pasado a llevar.
Todos estaban mirándonos atentos por mi caída y aquel sujeto, detrás suyo, junto a la cajera, Joey lo encaró.
— ¿A caso no tienes consideración cuando pasas por el lado de una dama?
—Lo siento amigo. No fue mi intención — advertí que aquel sujeto y los demás, que estaban allí en la cafetería, no reconocían a Joey.
— ¿No fue tu intención? Hombre, pasaste todo acelerado y bruto por el lado de la dama y la hiciste caer ¿Qué pasa si el té, que llevaba en la bandeja, se le hubiera derramado sobre ella? — el sujeto frunció el ceño.
—Tampoco fue para tanto. Además ella tuvo la culpa por no voltearse, solo se cayó y ya — Joey se enfureció.
— ¡Yo te haré caer si no te disculpas con ella!
— ¡Quiero verte intentarlo, imbécil! — vi venir una pelea entre los dos y me alarmé.
—No. No es necesario esto, por favor — Joey me miró y luego volvió a mirar al desagradable sujeto, el que ya se había marchado.
Él tornó a verme y se encuclilló frente a mí.
—Lo siento mucho.
—Tranquilo. Ya pasó — otra vez me sonrió y yo me perdí en su tierna sonrisa y profundos y mágicos ojos celestes — Muchas gracias por haberme ayudado y por defenderme de ese sujeto.
— ¿En serio estás bien? ¿Por qué puedo llevarte a una clínica para que mejor te vean? — le sonreí con vergüenza y agradecida. Era muy atento y tierno.
—No es necesario, gracias. En serio, ya estoy bien.
—Entonces, déjame ayudarte a que te levantes — me reí con pudor.
—Ok.
Joey me tomó de la mano y el corazón se me aceleró fuera de control. Lo miré sin palabras y él me cautivó con su tierna y a la vez sexy sonrisa. Sentí como si me hubiese atraído a él con sus manos y yo solo me dejé envolver y atrapar.
Era un hombre demasiado atractivo y lindo.
Él me contempló fijo por unos instantes, y yo hipnotizada por su dulce encanto, las piernas no me reaccionaban.
— ¿Me aceptarías un café? Digo como el desayuno que habías pedido quedó regado en el suelo por culpa de ese hombre.
—Lo siento, pero no tomo café. No puedo por la presión. Sufro de la presión alta — se puso un poco nervioso, lo que encontré muy adorable en él.
—... Oh, entiendo... Entonces... ¿Me aceptarías un té o lo que sea? — Le sonreí — Solo quiero que te sientas bien y tranquila.
—Está bien. Acepto tomarme un té contigo.
—Genial. Ven, vamos a sentarnos en la mesa, que está allá junto a la ventana...
Joey, pendiente, me tomó de la espalda y me llevó con él a aquella mesa.
Me senté con cuidado frente a él y él me miró. Me sentí que estaba soñando, o sea, jamás había pensando que algo así me podría pasar, el que un artista famoso como lo era él, te invitara a tomar desayuno y que fuera tan sencillo y agradable. Todo un príncipe azul.
— ¿Aún te duele la cintura?
—Solo un poco, descuida — me sonrió.
— ¿Cómo te llamas?
—Soy Anaïs — me vio con deslumbro.
—Muy apropiado — el aliento se me retuvo y él tornó otra vez a sonreírme con ternura — Al parecer en mi caso no es necesario que me presente — reí por su comentario.
—Toda la razón.
— ¿Te gusta esta cafetería?
—Mucho. Es mi cafetería preferida, la mejor de la ciudad en mi opinión — no dejaba de verme risueño.
—Yo he venido un par de veces y me encanta el café que preparan.
—Jejeje, es verdad. Siempre que vengo hay ese rico aroma a café — me estudió.
—Es extraño que no nos hayamos visto antes — el corazón se me paralizó de nervios y él me observó con detenimiento y destellos. Las mejillas otra vez se me enrojecieron y a él le parecieron adorables.
— Te habían dicho que te ves muy dulce con las mejillas sonrojadas — ese comentario me mató de nervios e histeria y solo le respondí con mi pudorosa sonrisa.
Él me miró perdidamente. No tenía al parecer intenciones en irse todavía y yo sin evitarlo, contemplé con afán sus profundos y apasionados ojos celestes. Aún me sentía que estaba en un sueño, en un bonito sueño de amor junto a él. Me sentía tan contenta, que no quería que el tiempo transcurriese por nada y atesoré cada minuto y todas sus miradas y sonrisas en mi mente y corazón.
Joey me sonrió.
—Sería muy bonito poder verte de nuevo y que volviéramos a tomarnos algo en esta cafetería.
El corazón me estalló de dicha y él me sonrió perdidamente. Yo también así lo anhelaba, y Joey de pronto sin resistirlo más, tomó mi mano, lo que me volvió toda loca por dentro. Los dos nos miramos con complicidad y algo más.
—Sé que todo esto es muy rápido, pero no puedo evitar tomar tu mano. Espero que no te moleste — le sonreí atraída por él. Me sentía increíble y maravillosa.
—No me molesta. Al contrario — volvimos a mirarnos de aquella manera cómplice y mágica y Joey me atrapó con sus sexys y profundos ojos celestes, y de pronto recordé que tenía que llegar a mi lugar de trabajo y vi la hora en mi celular. Casi me quise morir.
— ¡Oh rayos!
— ¿Qué pasa?
—Ya se me hizo muy tarde. Tengo que ir a mi trabajo.
— ¿Quieres que te vaya a dejar? Ando en mi auto.
—No, no es necesario. Ya debo irme. Adiós y muchas gracias por todo – salí casi corriendo de su lado, y a punto de irme, me giré una vez más.
— Todo esto fue maravilloso. Gracias por haber sido tan bueno conmigo — me miró perdidamente y yo salí de la cafetería...
Sin dejar de pensar en él, llegué más que acelerada a la librería, donde trabajaba, y casi sin respirar, volví a ver la hora en mi celular. Había llegado media hora tarde, lo que me desesperó el doble y mi jefa me sorprendió acomodando mis cosas en la caja registradora.
Yo le sonreí, muriéndome de nervios por dentro y ella solo frunció el ceño y se entró a su oficina. Solté un suspiro de alivio y me puse a trabajar.
Trabajaba vendiendo libros en aquella librería, la que con el tiempo se transformó en otro lugar apreciado para mí, ya que me encantaba leer, en especial los libros de amor y romance.
Recordaba una y otra vez a Joey. No dejaba de pensar en él y en lo bueno y tierno que fue conmigo. Sus ojos y sonrisa se me venían reiteradamente a la mente y el corazón me brincaba de alegría.
<< Fue tan bueno y atento conmigo. >>
<< A pesar de estar mayor, luce muy guapo y sexy. >>
<< Dios, está demasiado atractivo. >>
<< ¿Por qué no dejo de pensar en él, si tan solo lo conocí hoy en la mañana? >>
<< Me tomó de la mano. >>
Me vi la mano que él me tomó y sonreí vibrante.
<< Aún siento el dulce contacto de su mano con la mía. >>
<< Además de ser tan guapo, se comportó como todo un caballero conmigo. >>
<< Si hasta me invitó a tomar desayuno en gesto por lo que me ocurrió con el otro sujeto. >>
Todos esos pensamientos me rondaban en la cabeza cuando de pronto, sonó una canción suya, en Youtube y lo recordé aún más. No dejé de pensar en él, en aquel famoso, guapo, y tierno sujeto mayor, Joey Tempest.
Metida en su suave voz, mis ilusiones de pronto se incrementaron y me reí sin razón.
<< Quiero verte de nuevo, Joey. >>
<< Lo anhelo con mi corazón. >>
Las ventas habían bajado durante la tarde y sentada en la caja registradora, solté un suspiro con pesadez y pensé con detenimiento en que estábamos en verano y que quedaban tan solo unas semanas para San Valentín.
<< Me gustaría tanto poder celebrar este San Valentín con esa persona especial, que si valiera la pena y que me quisiera. >>
<< Nunca lo he celebrado. >>
<< Veo a tantas parejas que si lo celebran y yo no puedo. Aun no tengo esa dicha de pasar ese bonito día con alguien. >>
<< Pensé en Joey. >>
<< Fue tan lindo conmigo, pero tal vez no lo vuelva a ver. >>
<< Solo fue un bonito y fugaz sueño. Solo eso... >>
Pensé con nostalgia, y aburrida, me fui a los pasillos a sacar algún libro para leer, cuando de repente, alguien entró a la librería...
Con el libro en mano, volví a mi puesto y me puse a leerlo...
Aquel sujeto alto, buscaba con insistencia un libro, y sin cejar, fue al otro pasillo. Al parecer estaba muy entretenido viendo y revisando tomos.
A punto de darse por vencido, se rascó la cabeza y justo sus ojos vieron lo que tanto había buscado.
Metida en lo que leía, aquella historia de amor me había atrapado desde la primera hoja, y entusiasta por seguir y seguir leyendo, aquel alto sujeto se acercó a la caja registradora, llevando consigo el libro que había encontrado.
Me vio leyendo y sus ojos brillaron con destellos; el corazón le brincó fuerte en su pecho y deseó hablarme.
— Hola. Quiero llevar este libro, por favor — levanté la vista y se me fue el aliento.
Layne Staley estaba frente a mí, en la librería donde justo trabajo, y quería comprarme un libro. No lo podía creer y él sonriéndome todo tierno, sus cautivadores ojos celestes me atraparon de tal manera, que no pude explicar. Era muy guapo, incluso aun más que en los propios videos musicales, suyos, que yo había visto cientos de veces. Era como si el tiempo no hubiese transcurrido para él. Tenía su cabello largo, con dreadlocks, además de su peculiar barba chivato y patillas, y él fijo en mí, no pude evitarlo y le sonreí muriéndome de nervios por dentro; vi el libro que quería comprar, y volví a mirarlo a él, y Layne me vio a los ojos.
— Excelente elección. Ese libro es muy bueno – me contempló risueño.
—Lo llevo buscando hace semanas. Ya había leído las críticas, lo que más me motivó a querer comprarlo — volví a sonreírle. Aún estaba sorprendida de que fuera él quien estaba frente a mí. Pensé incluso que podía estar soñando.
Layne me observó embelesado y con ternura.
— Eh... ¿Y tú ya lo leíste? — su suave voz, y él, era demasiado tierno, más de lo que imaginé alguna vez.
— Si. Terminé de leerlo hace un tiempo — ambos nos sonreímos y sus ojos celestes volvieron a encontrarse en los míos.
—Entonces es mejor que me coloque a leerlo de una buena vez para luego contarte que me pareció — aquello me agradó al instante, ya que eso significaba que podíamos volver a vernos, y que mejor que, para comentar de libros. El corazón me estalló de felicidad.
— ¿Hablas en serio? Quiero decir, sería una buena idea — río contento y con ilusiones y yo lo contemplé con anhelos.
—Es una promesa. En cuanto acabe de leerlo vendré aquí y te diré que me pareció.
—Si es una promesa, entonces aquí te esperaré — me vio perdidamente.
—Me siento muy afortunado.
— ¿Afortunado por qué?
—De haber venido a esta librería y haberte conocido.
Lo miré abruptamente y las mejillas se me enrojecieron de alegría y de dicha. Era el segundo hombre en ese día que se comportaba así de bueno y de tierno conmigo. Algo que jamás me había sucedido. No tan así.
Layne me miró seduciéndome con sus profundos y cautivantes ojos.
—No te he preguntado tú nombre — le sonreí con mis mejillas sonrojadas.
—Me llamo Anaïs — el corazón le brincó de felicidad, ternura y volvió a sonreírme y me di su mano.
—Anaïs, un gusto. Yo soy Layne — yo reí. Me pareció aún más dulce, y con gusto, le tomé su mano y los dos la estrechamos en señal de saludo.
—Jejeje. Mucho gusto en conocerte.
—Opino lo mismo de ti.
Volvimos a mirarnos fijamente y Layne me observó con dulzura.
— ¿Te gustaría ir a pasear conmigo por el parque cuando termines de trabajar? — el alma se me estremeció de anhelos. Siempre había soñado con tener una oportunidad así con alguien, pero nunca imaginé que ese alguien podría ser justo con Layne, Layne Staley.
—Sí, me gustaría mucho.
—Perfecto. Ten, este es mi número de celular. Nos pondremos de acuerdo cuando salgas ¿Qué te parece el viernes?
—Sí. Súper — me vio con ojos llenos de ilusiones y algo más.
—Empezaré a leer ahora mismo el libro.
—Te haré preguntas el viernes, así que más te vale que lo leas — me sonrió enternecido.
—Te prometo que lo leeré.
Lo miré embelesada y justo salió mi jefa de su oficina y yo me puse nerviosa. Layne lo advirtió y rápido me pasó el libro para que yo se lo cobrara.
Mi jefa nos vio a ambos, y sin decir nada, volvió a su oficina. Ambos nos sonreímos con complicidad.
—Gracias — le agradecí en susurros y él rio por debajo.
—De nada. Se nota que es de carácter fuerte.
—Y no te equivocas (le guardé su libro dentro de una bolsa, con el logo de la librería) Ten, disfrútalo.
—Genial (guardó el libro y me vio ahora con desanimo) Entonces, será mejor que ya me vaya. No quiero traerte problemas, con tu jefa, si te ve conversando conmigo.
—Sí, creo que es lo mejor por ahora. Gracias, Layne.
—Gracias a ti. Nos vemos este viernes.
—Este viernes. Adiós...
Layne me vio con sus ojos llenos de ternura y felicidad, y sin dejar de sonreírme, salió de la librería y mi corazón estalló de dicha y sueños.
De vuelta a mi casa, llevaba conmigo el libro, que estaba leyendo, y pensé en Layne. Era un chico dulce y tierno. Fue lo que vi en él cuando lo conocí hoy en la librería y recordé lo que me dijo...
"— Me siento muy afortunado.
— ¿Afortunado por qué?
— De haber venido a esta librería y haberte conocido."
El corazón me vibró sin razón y sin dejar de acordarme de sus profundos y celestiales ojos celestes, me sentí tocar el cielo y me detuve en seco.
<< ¿Pero qué es lo que me está ocurriendo? >>
Había quedado anonadada con la ternura y profunda mirada de Layne, cuando de pronto también se me vino Joey a la mente y el corazón se me aceleró fuera de control.
Quedé sin aliento y no daba cuenta a lo que me estaba sucediendo y luego reaccioné abruptamente.
— ¿Cómo si eso fuera a ocurrir en verdad?
—Ambos hombres son muy diferentes a mí. Son personas famosas, con sus vidas muy ocupadas. Jamás tendrían tiempo para mí y no creo que vuelva a verlos. Eso solo ocurrió hoy, algo que no creo que me vuelva a pasar...
Sentado en el sofá, bebía de su café preferido y volteó a mirar por la ventana. Vio las pequeñas nubes, esparcidas por el celeste cielo y pensó en mí. Recordó lo de la cafetería, cuando me vio sonreír por primera vez y después me tomó la mano. Se acordó de ese corto y agradable contacto de mi piel y vibró por completo.
<< Su sonrisa y grandes ojos cafés eran tan dulces y serenos que no puedo sacármelos de la cabeza. >>
Sonrió con anhelos y se sintió pleno, rejuvenecido y el corazón se le alborotó sin razón.
—Tengo que volver a verla y sé como lo haré...
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