Tercera parte: Los tentáculos del renacimiento
Tras escuchar eso, Salty perdió las esperanzas en que algo bueno fuera a suceder, en que todo volviera a la normalidad. Todo había terminado para ella. No tenía motivos para volver.
Y con sus pocas fuerzas, dio un ultimo suspiro. Empezó a perder la conciencia conforme la criatura la apretaba más entre sus tentáculos. Y ta rápido que ella durmió, la criatura, con enormes fauces entre sus intestinos, devoró a Salty.
Ella sintió como su cuerpo flotaba entre los jugos gástricos de la criatura. Comenzó a sentir un picor indescriptible y supo que su fin había llegado. No obstante, pensamientos llegaron a su mente. Ella había llegado allí, demasiado lejos y con consecuencias; yodo para salvar a un pueblo que iba a morir, a Chio, a Eleanor, a Yec, a Deltha y a todos los miembros de la academia. No iba a morir tan fácilmente, no pretendía dejar de luchar, aunque fuera un poco más.
Salty, despertándose de su sueño, tomó fuerzas y logró reincorporarse dentro del estómago de la criatura. No fue fácil intentar moverse dentro de allí, pues habían muchos cadáveres de antiguos humanos que habían enfrentado al terror viviente. Salty tenía que salir de allí y acabar con esa criatura, si quería vivir o por lo menos, intentar volver a Emathem.
Salty, desesperada, buscó entre los cadáveres un cuerpo con costillas; por fortuna, encontró varios y tomó varias costillas. Algunas las metió en sus botas, otras en su bufanda y su gabardina. Tomó dos con las cuales empezó a perforar la pared del estomago de aquella cosa. Pero eso estaba costando mucho trabajo y las costillas lentamente se estaban desgastando.
Por suerte, el estomago logró ser perforado por Salty y pudo salir de él para poder escapar, no sin antes, tomar un par de costillas más. Salty vio que, en el exterior del estómago, estaba el hígado de la criatura, sirviendo como camino de Salty para poder ver a donde tenía que ir.
Viendo por todas partes y evitando ser manchada por la sangre que se regaba en todos sus órganos, Salty notó que algo resplandecía en la parte superior de la criatura.
Tomando fuerzas, comenzó a escalar las costillas de la criatura; perforó con las costillas los huesos de la criatura, para así, poder subir costilla por costilla, cosas que eran enormes.
Al lograr trepar varias costillas, tomó impulso para saltar hacia su pulmón. Logrando hacerlo, Salty había perforado la parte baja del mismo y como si fuera una alpinista, comenzó a subir, usando las costillas como apoyo mientras apuñalaba el pulmón.
La subida hacia lo que brillaba fue complicada. No solo los movimientos de los pulmones eran incomodos, sino que, al tratarse de un órgano sin algo que pudiera cubrirlo de arriba, la sangre estaba regándose en el pulmón, empapando a Salty y en ocasiones, tapándole la vista; fueron varias las veces que Salty estuvo a punto de caer por la sangre que manchaba sus ojos.
Finalmente había llegado lo suficientemente alto para poder observar que era lo que brillaba; con un poco de trabajo pudo lograr ver que era aquel objeto con luz cegadora en todo el cuerpo: el corazón de la criatura. El corazón de la criatura no era más que una esfera de cristal, la cual tenía un destello que quería escapar dentro de ella. Esta energía hacía posible la manifestación de sangre a través de las venas y arterias, unido al riego de la misma en todos los órganos.
Salty sabía que no podía llegar, puesto a que estaba lejos de su capacidad el poder aterrizar en el corazón; si lograba llegar y lo rompía, quien sabe que cosa podría ocurrirle.
Mirando arriba del corazón, Salty se encontró con la vena aorta, que podía servirle como un cable para poder llegar al corazón. Ningún musculo lo intervenía ni el regado era incomodo. Tomando fuerza, Salty volvió a trepar en los huesos de la criatura, hasta llegar a una parte del injerto venoso de la vena aorta.
Igual que antes, las costillas de los cadáveres se estaban desgastando, pero Salty no podía echarse para atrás, por lo que tuvo que sacar otras costillas y desechar las que había usado. Comenzó a escalar los huesos, hasta que logró llegar al injerto venoso.
No teniendo problemas, Salty perforó este injerto, haciendo que el flujo de sangre dejase de ser irregular y se fuera directamente hacia donde Salty estaba. Con algo de incomodidad por ello, la niña tomó fuerzas, tomó el injerto venoso y comenzó a deslizarse por él, hasta llegar al corazón de la criatura. Llegando, aterrizó en el cristal que cubría la energía dentro de él. Sin miedo a nada o nula importancia a las cosas, Salty golpeó el cristal con las costillas que tenía en sus manos. Fueron golpes similares a los que podría dar con un martillo, pero perforaban el cristal. Los golpes no se detuvieron y el semblante de Salty pasó a ser serio a convertirse en una mirada de furia y odio puro; siguió golpeando con tal ferocidad el cristal de la energía.
Solo bastaba un golpe más para destruir el cristal. No obstante, la sangre había caído sobre ella y le había hecho perder la vista. No podía moverse y el cristal se estaba haciendo resbaloso; ella podía caer de allí y sería historia. No quería morir, no así. Salty tomó un respiro y saltó hacia donde había golpeado, para poder perforar una ultima vez con su bota.
El brinco había sido lo suficientemente alto para llegar y el golpe fue certero. El cristal de la energía del corazón se rompió, dejando salir la energía almacenada y esta, al estar ya libre, produjo una luz cegadora, la cual quemó todo en el lugar; los órganos, la sangre y los huesos, excepto a Salty.
***
Cuando Salty pudo volver a ver, todo era oscuridad de nueva cuenta.
Todo se había vuelto tinieblas, pero la energía del corazón de la criatura era lo único que estaba allí, junto a ella. Salty tocó la energía con sus manos y no sintió dolor; era calor, un calor que le hizo sentir viva, feliz y en paz, después de tanto dolor por el que había pasado.
La luz se desvanecía poco a poco, hasta el punto de que Salty sintió que ya no había nada. Para cuando Salty notó que la energía se había desintegrado, todo el ambiente oscuro se había convertido en una cabaña. La cabaña de la cual había tenido curiosidad. Buscó por todo el lugar aquella criatura, sin encontrar nada. Buscando entre su ropa, encontró algo que no se esperaba; una llave de colores varios, de un metal que no tenía descripción alguna.
Salty no lo podía creer. Tomando fuerzas y recuperando la tranquilidad que perdió en todo ese sueño.
***
Salty salió de la cabaña y vio que todo era exactamente igual. Emathem en sus pies, como una pequeña ciudadela, y con la cabaña de la madre de Triple T. Salty no quería ver triste a Triple T, así que fue a la cabaña para, al menos, intentar abrazarlo.
Al entrar, Triple T miraba a su madre, quien había partido y le había dejado un ultimo regalo; su amor incondicional.
-Triple T – Dijo Salty.
Triple T volteó a ver a Salty.
-Pensé que te habías ido, pequeña – Dijo Triple T sonriendo.
Salty abrazó a Triple T por las piernas.
-Lo siento, lo siento, lo siento tanto – Dijo Salty con lágrimas en sus ojos.
-Oh, niña – Dijo Triple T – No es tu culpa. No sabes lo feliz que me hacen esas palabras. Mi madre había sido abandonada y nadie pudo hacer nada. Mucho menos yo. Soy demasiado débil y no podría sentirme más arrepentido de lo que he hecho.
Salty continuó llorando, por la perdida de la madre de Triple T y por todo el horror que había vivido, a sus cortos años.
-Oye Salty – Dijo Triple T - ¿Qué es eso que brilla en tu gabardina?
Salty se dio cuenta que la gabardina estaba brillando, por lo que sacó de su interior aquella cosa que brillaba; era la llave.
- ¡Oh gran Ayeza! ¿Dónde has encontrado esto? – Dijo Triple T emocionado – Es la llave de la fortaleza.
- ¿Fortaleza?
-Si – Dijo Triple T, comenzando a contarle una historia...
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