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🧙🏼🐺. Kiki

Les dejo este OneShot mientras trato de concluir la segunda parte de "🤖Robot", ya que todavía no me convence cómo va quedando.

🧙🏼🪄

El joven brujo se acomodó su capa negra sobre sus hombros y su sombrero de ala ancha sobre su cabeza pelirroja. Era lo último para completar su vestimenta negra. Se miró frente al espejo de cuerpo completo y asintió a su reflejo; ya estaba listo para partir. Guardó su varita en la bolsa que se cruzó por el torso y salió de su cuarto.

Se asomó a la cocina y se despidió de su madre.

—Ya me voy al castillo, mamá.

—Recuerda llegar antes de que salga el sol, Kihyun—le contestó su madre sin voltear a verlo, tan enfrascada como estaba en una poción que hervía en ese caldero de la esquina del cuarto.

Kihyun le aseguró que siempre pensaba en eso y salió con la puerta haciendo un chirrido al abrirla y cerrarla. Afuera de la cabaña ya estaba oscuro y en el cielo la luna brillaba con una resplandor nacarado. De la chimenea salía un humo espeso y continuo, y el aire otoñal lo hizo arrebujarse en su capa de terciopelo.

Llevaba todos sus dieciocho años viviendo en esa cabaña, rodeada de árboles y un poco retirada de la pequeña colonia de brujas y brujos de la zona, pero nunca se sintió intimidado por los sonidos que lo rodeaban. Un par de búhos, grillos o sapos que les gustaba cantar y que él sabía identificar sin temor a esquivocarse.

Se subió a su escoba y se elevó por los aires como todo un experto. Ya había llegado a los dieciocho, considerada la mayoría de edad y tenía su permiso de conducir. Le había costado todos esos años en la Academia poder adquirir esa maestría para remontar el vuelo y mantener el equilibrio para que el viento no lo tumbara del palo de la escoba.

Se encontraba ahora en la ruta que tomaba todos días para ir al castillo y parecía ir a buen tiempo, pero en medio del camino hizo una desviación y fue bajando poco a poco hasta tocar tierra en un tupido bosque de coníferas, cerca de un lago enorme, ese lago que, decían los antiguos relatos, era habitado por un ser prehistórico que muy pocas veces se dejaba ver.

La luna se reflejaba en su superficie, dejando un poco de claridad en el ambiente. Kihyun miró a su alrededor y decidió dejar la escoba recargada sobre un árbol y la bolsa al pie de dicho árbol de pino.

Se acercó al lago y vio al otro lado la silueta de un gran lobo negro al acecho. El animal pareció percibir su presencia porque alzó la cabeza y miró en su dirección. Tenía las orejas alzadas y no tardó ni un minuto en empezar a correr hacia él. Cruzó la superficie del lago con agilidad, dejando a su paso el fulgor azulado de sus pisadas. Era un extraordinario don de su especie. Caminar sobre el agua y tener una velocidad sorprendente.

Kihyun vio la gran mole yendo hacia él, pero no se inmutó ni se movió para esquivarlo. Ni por un segundo pensó en el peligro que corría estando allí a esa hora con un animal salvaje que parecía a punto de atacarlo.

El lobo aminoró su paso conforme llegaba a la orilla. Al llegar al otro lado, nada más tocar tierra,  el lobo se abalanzó sobre él y lo tiró al suelo, haciendo que el sombrero saliera volando hasta quedar a unos metros lejos de allí. Menos mal que Kihyun estaba acostumbrado a ese actuar tan enérgico y podía manejar ese peso.

Se quedó acostado sobre el pasto mientras tenía encima al lobo. No tenía caso poner resistencia, así que se relajó y dejó que éste le lamiera la cara. Parecía un cachorro enérgico y juguetón. Movía su cola sin parar. Sabía que estaba muy feliz de verlo.

—Ya, ya, Nunu, cariño —le dijo sin poder evitar sonreír. Amaba su efusividad—, déjame hablar contigo, ¿quieres?

El lobo paró de juguetear y en ese instante su cuerpo refulgió mientras sufría una transformación que Kihyun ansiaba ver. En vez del lobo, quedó encima de él un hombre joven y fornido, completamente desnudo. De tez morena, cabello azabache y una intensa mirada, observó a Kihyun con detenimiento, con una adoración que hacía brillar sus ojillos negros. Se acostó a su lado y se acomodaron para mirarse cara a cara.

—Te extrañé, Kiki —acarició su pelo que parecía refulgir bajo la luz de la luna y de las estrellas que salpicaban el cielo oscuro.

—Pero hace apenas un día que nos vimos.

—Para mí fue como un siglo —se quejó con un mohín que hizo a Kihyun reír suavemente.

Kihyun lo miró con ternura, y le acarició sus carillos con ambas manos. Verlo le generaba una mezcla de emociones, aunque era más fuerte la paz interior que no sabía fuera capaz de sentir estando con él. Se sentía seguro. Era triste también porque no podían verse con tanta frecuencia como quisieran.

Estar con él le encantaba. Kihyun no estaba acostumbrado a que le prestaran tanta atención, por lo que le gustaba ser mimado, adorado por ese cambiaforma que le había demostrado que las apariencias engañaban. Parecía muy feroz y arisco por fuera, pero en realidad era una masita amorosa, cariñosa y tierna, aunque podía ser igualmente una avalancha fogosa y desvergonzada que metía sus manos por debajo de la capa para acariciarlo a su antojo.

Recordaba a la perfección la primera vez que se conocieron hacía un año.

Su escoba había sufrido una avería y y necesitaba descender para poder resolverla con su varita mágica. Desafortunadamente, en esos momentos estaba sobrevolando una zona desconocida, el bosque de coníferas. Le habían dicho que era muy peligroso cruzarlo de noche y era mejor nunca bajar. Era un territorio prohibido para ellos ya que allí moraban criaturas mágicas demasiado salvajes y peligrosas. Seres que no estaban dentro del sistema de civilidad de la comunidad de los brujos, enanos, elfos. Seres que, más tarde entendería Kihyun, más bien no eran comprendidos y eran estigmatizados de por vida.

Estaba revisando su escoba, por lo que no se dio cuenta de que, entre las sombras, salió ese lobo enorme y temerario, gruñendo como bestia salvaje que era.

Kihyun volteó a verlo, y el animal se quedó a medio camino, vacilando. Cambió de forma, convirtiéndose en un hombre que parecía bastante joven, muy apuesto y con un cuerpo muy bien esculpido, de grandes dotes.

Tratando de ignorar el hecho de que estaba desnudo, no dejó que el pánico se apoderara de él. Lo miró fijamente y lo enfrentó.

—Eres... un cambiaforma —apuntó lo obvio, pero es que era la primera vez que veía uno.

—Y tú... un.. un.. bru.. brujo... —habló tartamudeando. Parecía que se le dificultaba. Debía estar poco acostumbrado a estar en su forma humana. Salió de su estupor, meneando la cabeza—. Tú... aquí no debes... está prohi...bido...

—¿Estoy en peligro contigo?

—No —frunció el ceño—, yo no tendría por qué... hacerte daño... —parecía más seguro al hablar.

—Entonces no tengo nada qué temer... —se encogió de hombros—, ¿me ayudas? Estoy arreglando mi escoba...

Aún con duda, el cambiaforma se acercó y le ayudó a sostener la escoba mientras aquél sacaba su varita y la blandía frente a él.

Notó cómo el cambiaforma lo miraba con fascinación, muy fijamente.

—¿Tengo algo en la cara?

El cambiaforma se cohibió y sonrojó.

—Es la primera vez que veo a un brujito... tan de cerca... eres... espectacular...

Kihyun rio tratando de disimular su nerviosismo al estar tan cerca de él. Olía a bosque, a madreselva... a una mezcla de naturaleza que le gustó más de la cuenta. Empezó con su retahíla de palabras para su conjuro y pronto la escoba quedó como nueva.

Cuando hubo arreglado la escoba, remontó el vuelo, no sin antes despedirse de ese cambiaformas que, más tarde, supo que se llamaba Hyunwoo.

Después de allí, Kihyun decidió volver a bajar al bosque cada que podía, con la esperanza de volver a verlo, y siempre encontró a Hyunwoo cerca de ese lago. Era como si lo estuviera esperando a propósito.

No sabía en qué momento los encuentros casuales se volvieron más y más frecuentes hasta darse cuenta de que no deseaban dejar de verse. Cómo pasó de ser algo platónico e inocente a algo más íntimo y carnal, tampoco lo sabía con exactitud, pero se convirtió en una necesidad. Una necesidad física y emocional que fue creando un vínculo muy fuerte, una inexplicable atracción que debían ocultar a los demás.

Y ahora estaban allí los dos, suspirando y gimiendo por lo bajo mientras se tocaban y besaban.

Kihyun dejó que Hyunwoo lamiera su cuello, explorando y dejando en su piel marcas rojas. Con que no estuvieran a la vista, todo estaba bien. Luego sintió cómo Hyunwoo lamía su labio inferior con urgencia, tanteando para entre sus labios deslizar su lengua, esa lengua rasposa que lo amenazaba con hacerle perder la cordura. Lo dejaba siempre en una nube de mareo y excitación que era evidente en su entrepierna.

Tanto así era su aturdimiento que no se dio cuenta en qué momento Hyunwoo le había bajado el cierre del pantalón y sostenía su miembro en su amplia mano, empezando a estimularlo.

—Cariño, sabes que no puedo llegar con mi ropa manchada. La otra vez me costó trabajo limpiarme y casi me cachan.

—¿Y si utilizas un hechizo?

—Ellos hacen una revisión de los hechizos que realizo en las últimas horas, tienen a un profesional para ello. Tienen todo muy controlado y sabrán para qué lo utilicé y no me gustaría tener que dar explicaciones...

Eso es lo que odiaba del castillo. No tenía privacidad, no podía actuar libremente. No podía amar a Hyunwoo como quisiera.

—Bueno... tendré que...

Eso era fácil de solucionar. El cambiaforma no se daba por vencido. Se movió y se posicionó entre las piernas de Kihyun, agachándose para tomar su erección en su boca y saborearla a su antojo.

Siendo un cambiaforma, Hyunwoo se excitaba ante la vista de ese brujito abierto de piernas para él. Ese joven que había llegado a su vida para mostrarle qué se sentía querer tanto a otro ser. Quería hacerle sentir bien, quería tantas cosas de él... pero sabía que no se podían todas. Debía aprovechar el tiempo que tenían a solas.

Era todo muy intenso para sus sentidos. Le encantaba su olor, su suave piel y cuando sintió a Kihyun venirse en su boca, tragó con avidez, lamiéndose los labios y alzando su mirada, observando la cara de satisfacción de Kihyun, y esa mejillas sonrosadas, y esa bonita boquita que volvió a besar de nuevo.

Con sus respiraciones aún agitadas, decidieron separarse.

—¿Quieres que...? —empezó Kihyun, pero se quedó a media frase cuando su mirada cayó a la entrepierna de Hyunwoo y vio que éste también se había corrido, manchando un poco su torso.

—Buen chico —le sonrió y se inclinó para revolverle el cabello.

Sacó un pequeño pañuelo de su bolsillo y le ayudó a quitarse los restos de la piel. Hyunwoo lo dejaba hacerlo, muy obediente. Kihyun volvió a cerrar el cierre de su pantalón.

Habían decidido llevar las cosas con calma, aunque a veces les ganaba la intensidad del momento, como esa vez, y querían aprovechar el tiempo que les restaba para platicar.

Se volvieron a tumbar en el pasto lado a lado y estuvieron unos minutos más hablando en voz baja mientras miraban hacia el cielo, tan tachonado de estrellas. Kihyun se sentía tan cómodo en sus brazos que se dejaba llevar y a veces perdía la noción del tiempo.

Se sobresaltó.

—Debo irme.

El cambiaforma hizo un puchero de inconformidad.

—¿Cuándo volveremos a vernos?

Kihyun le acarició la barbilla.

—Sabes que no podemos estar juntos a plena luz del día, pero sé paciente, veré a verte de nuevo. ¿Recuerdas nuestra promesa? —aquél asintió—. ¿Confías en mí?

—Sabes que sí —tomó su mano y la alcanzó para besarle en el dorso. Fue una ligera presión con sus labios en la que quería vertir todo el cariño que sentía por él.

—Nos volveremos a ver. Lo haré lo más pronto posible.

Le dio un beso que se prolongó tanto que tuvo que hacer de tripas corazón para separarse de él y levantarse. Recogió su sombrero del suelo. Caminó hacia el árbol donde había dejado su escoba y la agarró para ascender a los cielos. Miró su reloj de pulsera y frunció el ceño. No miró hacia atrás, pero sabía que Hyunwoo había vuelto a transformarse porque escuchaba los lamentos del lobo, triste de verlo partir. Le dolió el pecho, pero no dejó de acomodar su escoba para emprender el vuelo.

Al tomar altura, el lobo se fue convirtiendo en un punto borroso que desapareció a la distancia. Se le estaba haciendo tarde y debía llegar al castillo, pero había dejado otro pedazo de su corazón con Son Hyunwoo, como sucedía cada vez en sus encuentros.

Un joven brujo y un cambiaforma. Un relación que no debía existir, pero que allí estaba, latente y persistente, y prohibida.

🧙🏼🪄
B&N
23-10-22

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