Final abierto.
858 palabras.

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21 de marzo de 2018.

Una fecha que Yoo Kihyun nunca olvidaría. Una fecha que hacía resurgir la rabia de su pecho.

Entró a ese local de hamburguesas a paso firme, cruzó la zona de mesas y siguió hacia el fondo, hasta la parte de la barra de cocina.

Frente a la parrilla se encontraba el cocinero del local, un muchacho moreno que sudaba bajo el ambiente caliente de esa zona.

Kihyun, vestido de traje gris, cabello engominado y reloj costoso puesto en la muñeca, se sentó en un banco de la barra, muy cerca del cocinero.

-Hola, Kihyun -le dijo éste sin inmutarse, como si estuviera acostumbrado a la presencia repentina del joven a esas horas del día.

-¿Sabes qué fecha es hoy, no? -se limitó a decir aquél, ignorando el saludo.

-Aunque quisiera olvidarla, aquí estás tú para hacérmela recordar -contestó con un dejo sarcástico.

-No puedo creer que haya logrado salir, pero no dejaré que esto se quede así. Haré una apelación -tensó la mandíbula-. ¿Irás a verla? Sería un bonito y emotivo encuentro familiar, ¿no crees? -exclamó con ironía.

-Kihyun. No sigas haciendo esto -en su semblante se reflejaba el dolor al ver a Kihyun y recordar por todo lo que había pasado-. He cortado todo lazo afectivo con mis padres. No sirve de nada que estés aquí si vas a seguir con esa actitud.

-¿Y qué otra actitud quieres que adopte? Esto es lo que soy y lo que siento.

-No es justo que te descargues conmigo. Lo has venido haciendo desde hace años.

-Debería odiarte -rechinó los dientes, queriendo buscar una manera de desahogarse-. Debería dejar de venir a verte...

-Si me vas a condenar sólo por ser su hijo, está bien, hazlo, pero no dejaré que sus crímenes me definan. Yo no soy ellos, Kihyun, y no sabes cómo me costó llegar a un cierre con mi pasado familiar -suspiró con cansancio, empezando a realizar un pedido recién hecho por un mesero.

Se quedaron unos minutos en silencio y Kihyun observó sus movimientos.

-Deberías dejar este trabajo. No te pagan las horas extras y no tienes suficientes días de descanso.

-Es de las pocas cosas que puedo hacer. No fui a la universidad, así que no puedo darme el lujo de protestar.

-Todavía estás a tiempo para ir.

-Lo he estado pensando... pero no es fácil. Estoy ahorrando. Tal vez en un año lo logre...

-Harás algo productivo con tu vida.

-Ya lo estoy haciendo, Kihyun -le respondió sin perder la calma y sin dejar de mover la carne en el asador-. Que no tenga un trabajo como el tuyo no hace menos lo que hago. Gano mi dinero honradamente y eso es lo que me importa.

Kihyun apretó los labios, mirándolo fijamente y bebiéndose la imagen de Hyunwoo. Eso es lo que lo hacía diferente a los demás hombres con quienes había intentado una relación, fracasando estrepitosamente.

Hyunwoo era firme, sereno, y no temía hablarle sin tapujos. Era capaz de marcarle el alto cuando lo creía necesario, y mirarlo a los ojos sin agachar la cabeza.

Sin despedirse de él, así como había entrado, salió, dejando a Hyunwoo pensativo, preguntándose cuándo volvería a verlo por allí, esperando, en lo más profundo de su ser, que la próxima vez se quedara más tiempo. Seguía esperando, y no obteniendo nada.

¿Cuándo sería el día en que Kihyun pudiera pasar página y atreverse a dar ese paso para salir de ese torcida y triste relación que los unía y convertirla en algo más?

Kihyun no volteó y, ya de regreso en su carro, su chófer le habló desde la parte delantera.

-La Sra. Son Hyunja sale en libertad condicional dentro de una hora. ¿Desea que la sigamos como había sugerido anteriormente, señor Yoo?

-No, Min -contestó sin dejar de apretar los puños-. Arranca el carro. Llego tarde a mi siguiente reunión.

Sintió la garganta arder por aguantarse las ganas de llorar, como un nudo que lo ataba y no lo dejaba respirar con normalidad. Ni siquiera el quitarse la corbata sirvió para mitigar la sensación de desasosiego.

Antes de partir, volteó a ver el local con soslayo e imaginó cómo estaría en esos momentos Hyunwoo trabajando imparablemente, atendiendo las órdenes de sus clientes.

Estaba condenado, atado a ese intenso sentimiento por ese hombre. Después de esos años obsesionado con seguirlo para saber cada uno de sus pasos, ya no podía dejar de buscarlo.

Ardía, dolía en lo más profundo.

Amaba al hijo de la asesina de sus padres.

Y sabía que no podría perdonarse a sí mismo por sentir algo así aunque Hyunwoo haya sido un niño cuando eso pasó. Tal vez no fuera como su madre, pero la conexión prevalecía, y el malestar también.

Tenía clavado un sentimiento de remordimiento que no podía superar y lo hacía sentir culpable. Creía que estaba traicionando a sus padres al sentir lo que sentía por Son Hyunwoo.

Sabía que en algún punto eso debía parar y terminar de amarlo, pero ya llevaba diez años repitiéndose lo mismo, sin lograrlo.

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Ay, mi felicidad andaba por los suelos cuando escribí esto. :') El próximo oneshot es más esperanzador, lo prometo xd.