Extra
Helery
Todo lo bello que conocía se había ido a la basura, no sabía de donde salían tantas lágrimas y tanto dolor, nunca creí que algo tan doloroso podía pasar. Iba en la patrulla con mis manos temblando y mi maquillaje hecho un desastre, al llegar a la morgue no pude evitar ponerme nerviosa ¿Y si era Lecuim? ¿Y si era Sammer? Quién haya sido solo me causaría un dolor inefable.
Entramos con pasos suaves y lentos, cada maldito segundo era como un cuchillo clavado en mi corazón, al llegar al lugar, el hombre abrió la bolsa dejando a la vista una cabellera blanca. Lecuim.
- No - Susurré acercándome al cuerpo - Ésto no pude ser verdad ¡Lecuim! ¡Despierta! - Empecé a gritar - ¡¿Qué diablos pasó?!
- Yo puedo responder eso - La voz de Sammer se hizo presente en la fría habitación - Yo llamé a Lecuim mintiendole, le dije que no sabías donde estabas. Cuando lo encontrara le iba a decir que te habías ido con Hazza, pero el destinado le tenía otro final.
- ¡Eres una maldita, malagradecida! - La golpee volviendo su mejilla roja - ¡Por tu culpa Lecuim está muerto! ¡Por tu maldita culpa!
- Tú siempre lo tuviste todo: El amor de mis padres, su ayuda, su dinero y ahora habías encontrado al chico perfecto - Se atrevió a decir ignorado mi dolor - ¿Y yo qué? ¡Yo sólo tenía tus malditas sobras! Te quería dar una lección y ahí la tienes.
Los policías sacaron a Sammer de ahí, iba a pasar algunos años en la cárcel por embuste y casi homicidio ¿Y yo? Yo estaba en el suelo, con el corazón roto en millones de pedazos, con mis ojos rojos e hinchados de tanto llorar, con las fuerzas necesarias para poder hacer nada y el cuerpo de mi casi esposo a un lado. ¿Duele? No, lo que siento no se compara con el dolor o la tristeza, me atrevería a decir que aún no a nacido palabra para explicar ese sentimiento que hasta ahora me está matando.
El entierro de Lecuim sería esa misma tarde, yo me negué a ir y llorar frente a todos aquellos que alguna vez se burlaron de mí. Lecuim fue el único que aceptó mi manera de ser, mis caprichos, mi físico y sentimientos, me había brindado amor cuando más lastimada estaba. Cuando más amor necesitaba. Entre llanto, dolor y sentimientos vacíos, me fui quedando dormida con la vista fija al techo, tal vez ésto fuera sólo un sueño y despertara.
- Pequeña, despierta - Susurró haciendo que mis ojos se abrieran poco a poco - ¡Bienvenida al lugar donde todos somos iguales y olvidados, esperando por un nuevo despertar! - Mis ojos se llenaron de lágrimas.
- Prometiste que nunca me dejarías - Musité casi inaudible - Prometiste que estarías juntos para siempre.
- Helery, promete una cosa - Me tomó de los hombros dejando un casto beso en mi frente - Promete que vivirás, tendrás muchos hijo, volverás a enamorarte y construirás una casa donde pasarás tus últimos días. Vive por los dos mi pequeña, disfruta casa segundo de tu vida, mira que el tiempo se va y nunca regresa.
- No quiero vivir sin ti - Lo abracé sintiendo la comodidad que tanto adoraba.
- Yo te estaré esperando, así pase una eternidad tú siempre serás la chica de la cual me enamoré y la que amaré hasta el final de los tiempos - acarició mi mejilla - Cuando llegue tu turno aquí nos volveremos a encontrar, mientras tanto cuídate y se feliz.
- No ¡Lecuim!
- Estaremos juntos por toda la eternidad mi pequeña, lo promete tu Candy Cat.
Di un gran suspiro y me incorporé sentándome sobre la cama en un rincón con mis ojos encharcados ¿Podré vivir sin él? No lo sé, pero debo intentarlo. Sentí como una última gota se deslizaba por mí mejilla dando final a mí triste pero hermosa historia.
Fin
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