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unico

Louis.
El viento bramaba afuera y golpea las contraventanas de la cabaña con furia.Gimo y me agarro a la almohada. Estoy encima de la cama, a cuatro patas. Desnudo. Mi marido, detrás de mí, me penetra rítmicamente, sujetándome por las caderas.Casi como un trámite, como lo hemos hecho cincuenta millones de veces antes.Mientras la tormenta de nieve golpea afuera, me pongo a pensar en cómo hemos llegado hasta allí.

Estamos en una cabaña en medio de la nieve, en un complejo turístico al pie de una estación de esquí. No hemos ido a esquiar, ninguno de los dos sabemos ni nos interesa.Simplemente es invierno y queríamos un lugar alejado donde pasar un fin de semana romántico, solos. E intentar volver a encender la pasión, o algo por el estilo.Llevamos siete años casados y el sexo, que había sido espontáneo e increíble al principio, ahora, se ha vuelto mecánico, corto, casi como por obligación. En mi caso, los orgasmos handesaparecido casi por completo. Ni siquiera soy capaz de recordar cuándo había tenido el último.

Con mi marido Harry, claro: yo solo no tengo problemas. Pero no quiero tener un orgasmo solo. Quiero tener uno con él. Quiero volver a recuperar la chispa, el deseo, lo que sea que nos falte.Sabemos que lo que nos está pasando es —más o menos— normal. Les pasa a todas las parejas que llevan un tiempo juntas. Por eso reservamos la cabaña: un fin de semana desnudos frente a la chimenea, con vino y suficiente comida como para no tener que salir para nada. Con diversos juguetes sexuales, lubricante y todo el tiempo del mundo —bueno, el fin de semana— por delante. Para revivir la pasión.

No está funcionando.

No es culpa mía, no es culpa suya.

Es culpa de los años, supongo, de la rutina, las vidas ajetreadas, el vernos todos los días, el fin del misterio.

Estamos haciéndolo casi por obligación, Harry lleva un rato detrás de mí, empujando, y me están empezando a entrar calambres en las piernas.Mientras, la tormenta de nieve que habían pronosticado parece que va a tirar la cabaña abajo. Aparte de los calambres también me está entrando sed, así que aumento el ritmo de mis gemidos, para fingir un orgasmo, que Harry acabe de una vez y poder beberme un vaso de aguahasta el tope.

No me siento orgullosa de fingir, no suelo hacerlo y no me gusta, pero a veces es la manera más rápida de terminar cuando ya sé que no va a pasar, que esta vez tampoco voy a tener un orgasmo. Y tampoco quiero hundir a Harry en la miseria, no me importa que piense que me proporciona uno de vez en cuando.

Así que me pongo a gritar como si me fuera la vida en ello.—¿Has acabado? —pregunta Harry, y justo cuando estoy pensando cómo odio esa pregunta (¿acabado de qué? ¿De aburrirme?).

Suenan unos golpes en la puerta.Nos quedamos quietos, de repente, en la posición más absurda que se puede quedar uno quieto, yo a cuatro patas sobre la cama, Harry dentro de mí, y miramos ambos hacia la puerta.

Estamos en la única habitación de la cabaña, con la puerta abierta por la que se ve directamente el salón y la puerta de entrada, a la derecha la chimenea con el fuego encendido.

—¿Han llamado a la puerta? — pregunto para asegurarme, porque entre el ruido del viento y los gritos que estoy fingiendo no estoy segura de haber oído bien.Entonces vuelven a sonar los golpes, y esta vez sí estoy seguro.

Harry sale de dentro de mí, con cuidado, y se baja de la cama. Tengo una visión fugaz de sus glúteos musculosos y perfectos antes de que se ponga los vaqueros que están tirados en el suelo.
Harry es atractivo, mucho, y tiene un cuerpo de escándalo, duro y trabajado. Yo no me quedo atrás, tampoco. Tenemos buenos trabajos, no tenemos hijos, tiempo de ir al gimnasio y cuidarnos en general no es lo que nos falta, la verdad.
Sigue siendo atractivo, ese no es el problema. El problema es... bueno, no sé exactamente cuál es. Si lo supiese, ya habríamos hecho algo para solucionarlo, no estaríamos en esta cabaña, en medio de una ventisca, dando palos de ciego.

Después de ponerse los vaqueros —sin molestarse en ponerse primero la ropa interior— se pone la camisa de cuadros que se ha quitado antes, y va hacia la puerta mientras se abrocha un par de botones. Solo entonces me doy cuenta de que yo sigo encima de la cama, desnudo, y de que la puerta de la habitación sigue abierta. Antes de que Harry pueda abrir la puerta de la calle para ver quién es a esas horas, y con ese tiempo, cierro la puerta de la habitación. Cojo un batín desatén, azul noche, que tengo encima de una butaca, y me lo pongo encima de mi piel desnuda.Salgo de la habitación con curiosidad, para ver quién ha llamado a la puerta.

Hay un hombre, un hombre en la cabaña. Justo salgo de la habitación a tiempo para ver a Harry cerrar la puerta detrás de él, girar la llave en la cerradura. El hombre está hablando con Harry, no en susurros, pero no me llega exactamente lo que dicen.Algo de la tormenta, y una avería. No se puede ir a ninguna parte con este tiempo, me parece que le responde Harry. El desconocido tiene un móvil en la mano, está diciendo algo de la cobertura. Probablemente que no hay. Cuando llegamos a la cabaña me había pasado una hora recorriéndomela entera, con el móvil en alto, intentando encontrar más de dos rayas de cobertura.Menos mal que no hemos ido allí a usar el móvil.

Cierro la puerta de la habitación detrás de mí y me adentro en el salón. No hay recibidor como tal, la puerta de la calle está directamente en el salón. La mini cocina detrás de una barra de desayuno.Es un lugar de paso, para estar como mucho un fin de semana esquiando. No para quedarse un mes a vivir.

El desconocido posa la vista en mí y se queda un poco sin palabras, a mitad de lo que está diciendo. Me ato un poco mejor el cinturón de tela del batín, como si así pudiera cubrirme algo más. Es en vano. Sé que está viendo mis pezones erectos a través de la tela de satén, la piel del escote ligeramente brillante de sudor por las actividades que acaba de interrumpir. Me pregunto por el estado de mi pelo, pero me imagino que lo tengo revuelto, de cuando Harry ha estado tirándome de él mientras me penetraba desde atrás. El desconocido echa un vistazo rápido a mis piernas. El batín me llega un poco por encima de la rodilla. No es la largura lo que es indecente, es lo que revela la tela suave y brillante que cae sobre mi cuerpo, resaltando valles y montañas.

Trago saliva, sin saber por qué.

Mi marido se da la vuelta para seguir la dirección de la mirada del desconocido. —Lou. Se ha quedado tirado en medio de la tormenta — dice, explicándome la presencia del desconocido en nuestra cabaña.

—El coche no arranca —dice de repente el hombre, y la voz le sale momentáneamente áspera. Se aclara la garganta—. Es el frío —aclara, y sinceramente, me da igual lo que me está diciendo porque no me estoy enterando de nada de lo que sale de su boca.
Estoy demasiado ocupado admirando.
Allí donde mi marido es ojos verdes brillantes, piel bronceada, cabello largo, rizado y castaño chocolate, el desconocido es pelirrojo y ojos castaños.

Entonces me doy cuenta de que la única luz de la estancia es la que sale de la chimenea y las innumerables velas que hemos encendido antes. Antes de meternos en el dormitorio, mientras tomábamos una copa de vino.

No me vendría mal otra, ahora.

—Se ha ido la luz —digo, innecesariamente.

Estábamos esperándolo, así que habíamos mirado en todos los cajones, localizado velas y una caja de cerillas. Los cajones de la cabaña estaban llenos de ellas, así que debían ser comunes las tormentas y los cortes de luz.

Las miradas del desconocido me están poniendo nerviosa.—Estaba cenando en una de las cabañas, con unos amigos— dice el desconocido, y su voz retumba un poco en la cabaña, en medio del silencio roto solo por el chisporroteo de lostroncos quemándose en la chimenea. —No sabía que el tiempo estaba tan mal; he cogido el coche para llegar hasta el hotel donde me estoy alojando, pero me he quedado tirado a un ladode la carretera. El coche no arranca, hay demasiada nieve, es imposible seguir. He visto luz y es la única cabaña que hay alrededor.

—Lo siento —mira a mi marido, luego me mira a mí —No quería... no quería interrumpir.

—Con este tiempo no puedes ir a ninguna parte —dice Harry, y me saca de mi ensoñación. La voz grave y profunda del desconocido me había dejado en trance. —Puedes dormir en el sofá, si quieres. Mañana seguramente ya hayan retirado la nieve.

El hombre mira su reloj de pulsera. Seguramente está pensando que es pronto para dormir. Luego mira la puerta de la habitación, como si adivinase lo que hemos estado haciendo.Que tampoco es difícil, la verdad, viendo mi estado de desnudes, mi pelo, y que Harry solo tiene dos botones de la camisa abrochados.

—O igual prefieres una copa, antes —dice Harry. En cuanto lo menciona empiezo a morir yo por una.

Una copa sería ideal.

—Si no es molestia —dice el desconocido. Harry empieza a preparar las copas en el minibar de la cabaña mientras el hombre se quita el abrigo, lo sacude, y lo cuelga de la percha al lado de la puerta, donde están los nuestros.No hablo con él. No tengo nada que decir, y de todas formas el ruido del viento golpeando las contraventanas hace que el silencio no sea del todo incómodo.Mi marido vuelve con las copas. Después de repartirlas — bourbon para los tres— se sienta en una de las butacas, el desconocido en el sofá.

Yo cojo mi copa y me siento en la alfombra, junto a la chimenea. No sé por qué lo hago. Solo sé que de repente tengo un poco de frío, y la alfombra es mullida y confortable, y la otra butaca está demasiado alejada como para mantener una conversación cómoda.Lo único que sé es que no quiero sentarme al lado del desconocido, no sé por qué. Es... íntimo, o extraño, o peligroso.

Evidentemente, sentarme en el suelo tampoco ha sido la mejor idea del mundo. Solo cuando siento las miradas de mi marido y el otro hombre sobre mí, sobre la parte inferior de mi cuerpo, me doy cuenta de que el batín revela más de lo que quiero. O más de lo que debo, más bien.

Al final acabo con las piernas cruzadas, tapándome como puedo, para no dar un espectáculo. Bebo un poco de mi vaso de bourbon. Me quema la garganta y me calienta por dentro. Me paso la lengua por los labios para aprovechar el sabor del whisky dulce.El desconocido me mira los labios, los suyos entreabiertos, los ojos brillantes. O quizás solo me lo parece porque el fuego de la chimenea se refleja en ellos.

—Kyle. Me llamo Kyle —dice el hombre, aunque en mi cabeza no puedo dejar de llamarle el desconocido.

— Harry —dice mi marido, y el hombre se inclina un poco hacia él, le da la mano brevemente—. Louis —dice luego mi marido, mirándome. Lo dice como en un susurro, con la voz grave. Luego da un sorbo a su whisky.

—Louis —repite el desconocido, mirándome, y no sé por qué me junto más el batín, para que me tape algo más el escote. Juraría que el hombre tiene una media sonrisa en la cara, al ver mi gesto.

Nadie habla. Mi marido y el desconocido se miran, no sé por qué, no sé qué están pensando. Trago saliva y no sé porque, tampoco.

+

Louis
Parece todo un juego, o un sueño, como irreal: el ruido de los hielos chocando en el vaso de bourbon, las miradas, la luz del fuego de la chimenea, reflejándose en sus ojos, en sus caras... cuando el desconocido alarga el brazo y me aparta el batín con la mano, aguanto la respiración.

Miro a mi marido mientras el hombre desliza la tela por mi hombro, hasta dejar mi pecho izquierdo al descubierto. Harry me devuelve la mirada, sin decir nada, mientras se acerca el vaso a los labios y bebe un trago. Sigue mirándome fijamente, mientras el desconocido me pasa el pulgar por mi pezón, que se endurece al instante.

Cierro los ojos un momento y trago saliva.

El hombre coge su vaso y se sienta en la alfombra, a mi lado. Moja el dedo índice en su copa y lo pasa por mi pezón, por mi pecho desnudo. Baja la cabeza hasta él y lame el licor de mi pezón con su lengua áspera y caliente... luego me descubre el otro pecho y hace lo mismo. Posa los labios sobre él y se mete el pezón en la boca, succionando. Oh dios.

No sé qué hacer. Me muerdo el labio. Quiero gemir, abandonarme al deseo, pero no sé en medio de qué estoy. No sé si esto es un sueño, un error, o la mejor fantasía de mi vida. Miro a mi marido, una interrogación en los ojos, y él asiente con la cabeza. El gemido, largo y que sale directamente de mis entrañas, resuena en medio de la cabaña, el único ruido en medio del silencio, con el crepitar del fuego y la tormenta que sigue avanzando afuera.

—Aaaaaah. Entonces el desconocido sube la cabeza y me mira a los ojos.

—Tu marido me deja follarte... —dice, en un susurro, solo para mí. Dudo de que Harry le haya oído. Me coge la cara entre sus manos, y me pone el pulgar en el labio inferior—. ¿Tú quédices?

¿Qué iba a decir? No me salen las palabras. Vuelvo a mirar a Harry, brevemente, que sigue observándonos con los ojos entrecerrados. Solo puedo tragar saliva y asentir con la cabeza, brevemente, casi imperceptiblemente. Pero oh, el hombre ve el gesto. Claro que lo ve. Me tumba en la alfombra y desata el cinto de mi batín, descubriéndome entero. Separa mis piernas y esta vez su dedo mojado en licor va directamente a mi centro, empapando todavía más mi sexo.Siento las yemas de sus dedos en mis muslos, apartándolos hacia los lados, como si estuvieran al rojo vivo. Estiro los brazos por encima de la cabeza, sobre la alfombra, sintiéndome decadente.

—Sí... sí.

Entierra la cara entre mis muslos. Usa la lengua, los dientes, los labios... alterna entre mi entrada y mi sexo, penetrándome con la lengua, lamiendo, dando ligeros mordisquitos... cuando estoy a punto de explotar, el calor subiéndome por los muslos, el hombre levanta la cabeza.Nooooo...

Luego me doy cuenta de que Harry ha dicho algo, pero estoy tan ida que ni me he enterado.—Chúpasela —repite, para que pueda oírle.

El hombre se incorpora sobre la alfombra para poder quitarse los vaqueros que lleva, la camisa. Para desnudarse. Se baja los pantalones, y me quedo sin respiración. Yo sigo tumbado en la alfombra, desnudo, el batín de raso abierto, incorporada sobre los codos. Disfrutando del espectáculo. Pensaba que el hombre iba a quedarse de pie y yo iba a chupársela de rodillas, pero se tumba en la alfombra, a mi lado. Desnudo.

Tiene un cuerpo glorioso, los músculos relucientes a la luz de la chimenea... Me mira, sonriendo, los brazos detrás de la cabeza. Yo también le sonrío, me coloco entre sus piernas y empiezo a bajar la cabeza.

Antes de llegar a mi destino vuelvo a oír la voz ronca de Harry.—Al revés. Tomo aire. Sé lo que quiere. A cuatro patas sobre la alfombra me doy la vuelta, las piernas extendidas del desconocido frente a mí... su cara enterrada entre mis piernas. Me coge de las caderas y me sienta encima de su cara, pasando su lengua áspera por mi entrada una y otra vez, haciendo círculos. Tengo su polla dura, perfecta, justo delante de mí. Intento concentrarme, difícil con lo que me está haciendo. Es grande, ancha y larga. No más grande que la de Harry, pero tampoco es pequeña. Aspiro su olor un momento, antes de metérmela en la boca. Antes de empezar a lamer, primero la largura, luego la punta...

No me reconozco, no tengo límites. Me meto su polla dura en la boca. La saboreo. Lo disfruto. Noto su lengua en mi punto, doy un respingo.Harry se ha levantado del sillón y se ha quitado la ropa, no sé cuándo, ni siquiera me he enterado. Estoy demasiado concentrada En los labios, la lengua, la boca que está comiéndome, destruyéndome.

Mi marido se coloca detrás de mí, me levanta el culo y mete su polla en mi entrada húmeda, me penetra, sin avisar, hasta el fondo.—¡Ah! — gimo con la polla del hombre en la boca, sin dejar de succionar, de chupar, mientras mi marido me penetra desde atrás, con fuerza, y el desconocido me chupa la polla. El placer es mayor del que he sentido en mi vida. Las embestidas de mi marido son salvajes y profundas, me separa las nalgas con las manos mientras empuja, se agarra a ellas con fuerza, y sé que mañana voy a tener las marcas de sus dedos.Entra dentro de mí una y otra vez. Me folla como nunca me ha follado, con fuerza, como si quisiera partirme en dos, y por eso sé que está excitado, muy excitado, más de lo que ha estado nunca.

Con su polla entrando y saliendo de mí, y el hombre —¿cómo ha dicho que se llama? Ya ni me acuerdo— chapándome, con su lengua áspera, sé que no voy a durar.

Es demasiado placer, demasiado placer por todas partes. Gimo alrededor de la polla dura del hombre desconocido. Él gruñe en mi miembro, mi marido jadea detrás de mí. Es como una pequeña orquesta erótica, sincronizada, todos disfrutando a la vez, intentando llegar a la meta, penetrando, lamiendo, succionando... Sé que el orgasmo que se me ha estado resistiendo todo este tiempo está a punto de llegar. Lo noto, como una ola de diez metros que se acerca y que va a destruir todo a su paso.

Harry
—Eso es, eso es, cómesela, cómele la polla... ah.Pongo una mano en su cabeza y presiono hacia abajo, mientras empujo mis caderas hacia adelante lo más rápido que puedo, una y otra vez, penetrándola o. nunca pensé que me excitaría tanto ver a mi chico con un desconocido, sus labios rojos alrededor de una polla que no es la mía, pero estoy fuera de control. Sé que voy a correrme y no voy a tardarLo sujeto de las caderas para poder darle más, más fuerte, más profundo, hasta que lo noto... noto como sus músculos se cierran a mi alrededor, su orgasmo provocando el mío.


—¡Ah, joder! ¡Sí, sí!


Lo lleno de leche con mis últimas embestidas, explotando dentro de él.Louis también se corre, no con esos gritos falsos de antes, sino con unos gemidos largos que le salen del fondo de la garganta.Se saca la polla de la boca para poder gritar y veo que el desconocido no se ha corrido, todavía está erecto.Esta noche es la noche de las fantasías. Louis todavía tiene los ojos cerrados, la respiración acelerada, cuando salgo de él y le doy la vuelta.


—Siéntate encima de él —digo, o más bien ordeno—. Al revés.


Mi voz sale áspera de mi garganta, no me reconozco. Louis me mira, los ojos azules encendidos de deseo, la cara roja, el pelo revuelto. El pecho subiendo y bajando con la respiración.Me mira fijamente mientras se da la vuelta y se posiciona encima del desconocido, dándole la espalda. Separa las piernas, las rodillas dobladas, y va bajando poco a poco, sentándose encima de él, veo cómo entra la polla en el lentamente.


Louis abre la boca —los labios entreabiertos, rojos y húmedos, brillantes— y cierra los ojos, gime y empieza a acariciarse sus propios pechos, pellizcándose los pezones.El desconocido pone las manos en sus caderas, lo mueve en círculos.—¡Ah, ah! Sí, sí... —dice, casi como para sí mismo, sin dejar de acariciarse los pechos.Ayudado por Harry, Louis sube y baja, se muerde el labio, los ojos cerrados, pequeños gemidos saliendo de su boca, y no puedo dejar de mirar su entrada hambrienta, cómo se traga la polla del desconocido, entera, hasta el fondo, cada vez.


Allí está, mi esposo, siendo follado por un extraño delante de mí, y aunque me acabo de correr no podría estar más excitado.Pero necesito algo más: necesito que hable, que me cuente lo que está sintiendo. Al principio de estar juntos le gustaba hacerlo, hablar durante el sexo, y a mí me encantaba, me ponía a cien.


+


Louis—DIME QUÉ SIENTES —dice Harry, con voz ronca.


—Me siento... ¡ah!


No puedo hablar, solo gemir. El desconocido me sube y baja, lentamente, y cada vez que me penetra siento como si viese las estrellas. Estoy mirando a mi marido mientras la polla de un extraño me invade, entra y sale de dentro de mí.


—Me siento lleno... me gusta, me gusta mucho. Es... muy grande y muy dura.


Digo las cosas que nunca me he atrevido a decir, todo lo que se me pasa por la cabeza.Me pellizco los pezones, quiero aumentar el placer lo máximo posible.Echo la cabeza hacia atrás y ahora soy yo quien sube y baja encima del desconocido. Su polla dura me parte en dos, me llena; no sé si es la postura o el tamaño, pero roza mi punto G una y otra vez.


Noto calor frente a mí, abro los ojos y veo que Harry se ha acercado.—Déjame a mí —dice, aparta mis manos de mis pechos y los coge en las suyas. Se inclina, se mete un pezón en la boca. Chupa, muerde, succiona. Cierro los ojos con fuerza.


— Harry... —digo, en un susurro.


—¿Mmm? —. Sigue con mi pecho en su boca. Lo suelta y pregunta: — ¿Te vas a correr otra vez?


Baja la otra mano hasta mi entrada y presiona sobre mi agujero, y no hace falta que conteste.Empiezo a moverme como si me hubiese dado una descarga eléctrica, mientras el orgasmo (¡otro!) me recorre la piel, desde el pelo hasta los dedos de los pies. No me lo esperaba, no estoy acostumbrado a dos orgasmos seguidos (ni siquiera a uno), y parece que me voy a romper en dos del placer.


Estoy perdiendo el control, cada vez más, y lo sé. Y no me importa.—Date la vuelta —dice Harry con la voz ronca, cargada de deseo—. Date la vuelta y sigue follando duro, que yo te vea.


Hago lo que me dice. Salgo del desconocido, que increíblemente sigue erecto, me doy la vuelta y vuelto a sentarme, esta vez frente a él.Harry aprovecha para darme una palmada en las nalgas.Esta vez es el desconocido quien toma el control. Tiene la cara roja y se muerde el labio. Me coge de las caderas y vuelve a empalarme en su polla enorme y dura.


—¡Ah! —. Echo la cabeza hacia atrás. Estoy sensibilizado y cada vez los orgasmos son más fáciles, más seguidos... es como si hubiera abierto la caja de Pandora. Veo otro acercarse y no me lo creo, es como estar en llamas—. Sí, sí sí...


—Sí, ¿qué? —dice Harry detrás de mí. Pasa las manos por delante y agarra y masajea mis pechos.—Sí más, más fuerte, fóllame más fuerte por favor...


El desconocido me obedece y sube las caderas más rápido, penetrándome una y otra vez.—¿Quieres más fuerte... — Harry me agarra las nalgas, me las separa, se une al desconocido subiendo y bajándome, cada vez más fuerte y más rápido, mis tetas botando enloquecidas— ... o quieres más?


—Sí... sí, más por favor...


Acerca sus labios a mi oído derecho, me roza el lóbulo con su aliento cuando habla.—¿Qué quieres? Pide todo lo que quieras... estamos aquí para complacerte.Las manos de Harry están por todas partes, acariciándome los pechos, aumentando el placer. Otra baja hasta mi entrada, y luego un poco más abajo, acariciándome por donde estoy unido al desconocido, siguiendo el movimiento de la polla dura que entra dentro de mí una y otra vez. Pellizcándome los pezones, besando mi cuello, se acerca a mi oreja...


—Dime lo que quieres, todas tus fantasías... —susurra.


Es como estar en un sueño, flotando en medio de una de mis fantasías. Pero es real, es real y está pasando, dos hombres, solo para mí.


—Quiero... Los dos a la vez —digo, con un hilo de voz. No puedo creer que lo haya dicho en voz alta. Pero una vez he pronunciado las palabras, ya no tengo miedo a pedir lo que quiero—. Quiero que me la metas por el culo. Que me folléis los dos a la vez. Por favor.


—¿Quieres dos pollas dentro, estás seguro? —. Me lame el lóbulo de la oreja.Me mete un dedo en la boca, luego baja hasta mi ano y empieza a jugar con él.


—¿Estás segura? —repite.


El placer me invade, oscuro y caliente. El fuego crepita en la chimenea, y no tengo tiempo de pensar si me he vuelto loco, solo tengo tiempo de sentir, mi piel en llamas, ardiendo, y lo quiero todo y lo quiero ya.


Echo la cabeza hacia atrás y la apoyo en su hombro. —Sí... —subo y bajo sobre el desconocido, lentamente, su erección llegando hasta el fondo—. Quiero que me folléis duro, a la vez, hasta que no pueda moverme... por favor. —Harry se levanta y echo de menos su calor al instante. Por un momento pienso si no ha sido todo una especie de prueba, y quizás haya fallado y se haya enfadado. Hasta que le veo volver de la habitación, con el lubricante en la mano, sonriendo y totalmente erecto.


+


Louis—Eso es... sal un poquito, dame tu culo, échalo hacia atrás... eso es...La estrategia de Harry consiste en volverme loco, del todo. Me tienen al borde del orgasmo, las piernas separadas, tumbado sobre el desconocido, que de repente ha empezado a hablar, la voz grave provocándome escalofríos.


—Eres un chico malo —susurra, y se me pone la piel de gallina —y por eso vamos a tener que castigarte, follándote los dos a la vez... fuerte y duro... te vamos a llenar, hasta que no puedas andar.


—¡Ah! —gimo, más por el efecto de sus palabras que otra cosa, y el dedo lubricado con el que Harry está jugando por detrás entra un poco más en mi culo.Tenía que darle las gracias, supuse, por ir despacio, pero estaba yendo tan despacio que me iba a morir antes de empezar.


— Harry, por dios... —digo, mirando por encima de mi hombro, la cara roja.Está sonriendo, el maldito.


—No seas impaciente, cariño... poco a poco.

Me mete el dedo entero a la vez que el desconocido me penetra del todo, y no puedo evitar gritar.

—¡Ah joder! ¡Sí sí!


—No hemos hecho más que empezar... —dice Harry. Noto que me abre un poco más... dos dedos... dios, estoy preparada, desde hace rato, a qué esperan.


—Por favor, Harry, por favor, métemela ya... Ríen los dos a la vez. Los habría matado a ambos.


+


Harry

LO TENGO DELANTE DE MÍ, completamente abierto, otra polla en su coño, esperando para recibirme por el culo. Respiro hondo, me embadurno la polla de lubricante hasta que está resbaladiza, la cojo en la mano y la pongo en la entrada de su culo. Empujo ligeramente, mientras el otro tipo sale un poco de dentro de él. Con cuidado, empujo un poco más. Es increíblemente estrecho y prieto, y tengo que respirar hondo otra vez para poder aguantar y no correrme.

Louis empieza a gritar.—¿Estás bien? —pregunto, parándome, aunque me cuesta un mundo.—Sí... sí por favor —le falla la voz—. Más, dame más... Más polla en su culo, imagino que quiere decir.—Oh sí, te voy a dar más, no seas impaciente... te la voy a dar toda entera.


La cojo de las nalgas y empujo lentamente, pero sin parar, mi polla entrando poco a poco en su culo estrecho, deslizándose dentro de él, mientras sigue gimiendo... me recibe tan bien.Un poco más, centímetro a centímetro, apretando los dientes del esfuerzo para no empujar de golpe. Hasta que la tengo dentro del todo. Hasta las bolas. Tengo que morderme el labio para no correrme, la sensación increíble... estar dentro siempre ha sido lo mejor, pero ahora con las emociones a flor de piel es totalmente distinto.


—¡Ah! ¡Ah!


Miro hacia abajo y no puedo creerme lo que estoy viendo, mi polla totalmente metida dentro de su culo, los globos de sus glúteos rozándome la entrepierna. Entonces empujo hacia abajo para que tenga las dos pollas metidas del todo, hasta el fondo. Puedo sentir al otro hombre dentro de él, apenas cabemos, es todo estrecho y caliente e increíble.


—Ah, joder, Lou, cariño, joder... ya están dentro... joder, qué bien... ya estás lleno del todo, cariño, siéntenos...


Louis empieza a convulsionar, y sé que es el primero de un montón de orgasmos. Voy a encargarme de ello. Antes de que acabe la noche, voy a asegurarme de que no pueda andar ni sentarse en una semana.Empieza a temblar y gemir sin control.


—Shhh, eso es, córrete, cariño, tranquilo —digo mientras le acaricio las nalgas, los pechos,Estamos quietos, todavía no hemos empezado y Louis ya se está corriendo, su cuerpo caliente temblando bajo mis manos.


Si está así ya y ni siquiera nos hemos movido, no quiero pensar en cuando empecemos a empujar, a entrar y salir de su agujero estrecho, a follarlo bien entre los dos.


+


LouisDOS HOMBRES. Dentro de mí, a la vez. Con sus pollas duras y grandes, metidas a la vez dentro de mí, en mis dos agujeros a la vez. No veo, no oigo, mis sentidos se han nublado.Empiezan poco a poco, lentamente... escuece, estoy tan lleno que apenas puedo hablar, respirar, pensar... uno entra y el otro sale...Luego todo empieza a resultar más fácil, cogemos el ritmo, empezamos a movernos rítmicamente...

Gimo, sollozo, grito, mientras la tormenta continúa afuera.

—¡Sí, sí! ¡Por favor sí, sí! ¡Así así así, sigue!, ¡Aaaaah!

Gimo y me muevo como loco. El placer es insoportable. Pruebo a abrir más las piernas, a agarrarme a los hombros del desconocido. Les siento dentro de mí, a la vez, llenándome, embistiendo, empujando, más, más adentro, y no soy capaz de ningún pensamiento coherente. Orgasmo tras orgasmo, tengo miedo de desmayarme en cualquier momento y perderme aquello.


—¿Te gusta, cariño? —pregunta Harry mientras mete y saca su polla de mi culo, fuerte y duro—. Era esto lo que querías, ¿verdad? Querías estar lleno de polla. Sentirnos tan dentro. Intento moverme, con dificultad, subir y bajar sobre ellos, meterme las dos pollas a la vez.


—Eso es, cariño, muy bien... dame tu culo... —dice Harry


—Muévete tú, métete las pollas bien adentro... ah.Subo y bajo, subo y bajo una y otra vez, ya cogido el ritmo, me las meto adentro, muy adentro, cada vez más deprisa, cada vez más placer...


—¡Así, así, sí, sí! Grito, gimo, juro, libre, por fin, para hacer y decir lo que quiera.El desconocido tiene los ojos cerrados y la boca abierta, sin moverse, su polla dura y caliente en mi coño... su polla dura y caliente llenándome el coño, mientras la polla dura y caliente de Harry me llena el culo.


Harry me inclina hacia adelante y sé que ha perdido el control cuando me dice al oído:—Me voy a correr, pero antes te voy a follar bien. Te voy a follar bien el culo para que no te olvides de esta noche, nunca.


Es imposible que me olvide de esta noche. Empieza a meter y sacarme su polla dura del culo, sin llegar a salir del todo.—¡Ah! ¡Ah! ¡Sí! ¡Sí! —puntúo con un grito cada una desus embestidas.


+


HarryLO TOMO de las caderas y empiezo a meter y sacar la polla de su culo prieto, disfrutando porque me voy a correr de un momento a otro.—¡Ah, joder! Me corro, Louis te voy a llenar el culo de leche...En ese momento el otro hombre parece despertar y se pone a gruñir y jadear, levantando a Louis los dos entrando y saliendo, penetrándolo a la vez, sus nalgas moviéndose deliciosamente con las embestidas, no pierdo oportunidad y dejo marcas sobre ellas.


—¡Así así, ah, dadme bien, más fuerte!No puedo apartar la vista de su agujero, de las pollas entrando y saliendo, y en un par de embestidas más me quedo clavado dentro de él, derramándome en su culo. El hombre gruñe debajo de nosotros y hace lo mismo, puedo notarlo, él también empieza a correrse, ríos de semen llenándolo por todas partes.Ha sido una noche increíble, superando todas nuestras expectativas. Nunca pensé que aquel fin de semana pudiese ser tan intenso, tan caliente.Solo espero que Louis no se arrepienta.


+


LouisNOS DUCHAMOS JUNTOS, apenas cabemos en la ducha de la cabaña, pero no hace falta mucho espacio porque no vamos a hacer nada más que ducharnos. Yo estoy hecho polvo —mecuesta mantenerme en pie— y Harry y Kyle—de repente me ha venido el nombre a la memoria— no han tenido tiempo todavía de recuperarse.Disfruto del agua caliente en mi piel, de las manos que me enjabonan el cuerpo. Cuatro manos.Sonrío con los ojos cerrados, sin poder evitarlo. Cuatro manos, dos pollas, todas para mí. De repente el fin de semana se ha vuelto mucho más interesante.Salimos de la ducha, nos secamos y llevamos las velas a la habitación, porque todavía no ha vuelto la luz. Nos metemos en la cama, rendidos. Afortunadamente la cama es suficientemente grande para los tres. Mi marido me atrae hacia él, me besa, un beso de buenas noches. Sé que quiere preguntar si estoy bien, pero no hace falta que pregunte, se me ve en la cara: estoy perfectamente.


Feliz, contento. Saciado. Lleno


Cierro los ojos, dispuesto a dormirme abrazado a Harry, y noto a Kyle detrás de mí, rodear mi cintura con su brazo, enterrar la cara en mi pelo.


Me duermo sonriendo, pensando en el resto del fin de semana que me espera.FIN :)

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