Esta historia comenzó precisamente en un campo que se ubica cerca de la ciudad de Santander, el cual está dentro de la comunidad autónoma española de Cantabria: Comunidad que forma parte de España. Por allá en el año 1900, en esa misma zona, había una gran casa humilde hecha de pierdas y ladrillos en donde se había formado una pareja el cual engendró dos hijos gemelos.

Estos gemelos eran un niño y una niña, nacido el 1 de enero de ese mismo año. El niño tenía por nombre Mario, mientras que la niña se llamaba Martha. Eran una familia muy feliz, los cuatro convivía muy bien en armonía; pero un cierto día el padre de estos había enfermado y tal enfermedad pasó a un grado gravísimo que acabó por irse del mundo físico.

Un cierto día, siendo el sábado e iniciando con las vacaciones de semana santa, Mario había decidido salir dar un paseo por el campo ya que se sentía gozoso por el hecho de que le faltaba poco para estar de cumpleaños.

Siendo así, caminando por el gran campo, este se había aproximado hacia un barranco de arcilla con la intención de mirar para abajo para ver lo que allí había y estuvo parado ahí con los pies puesto en la orilla del barranco. Terminando de mirar, este intentó dar media vuelta para irse a explorar a otro lado; sin embargo, cuando intento retirarse del barranco, este había perdido el equilibrio a tal punto de que cayó por el acantilado. Cae por el barranco pero se pudo sostener de una rama por ahí hubo en la pared de tierra, solo para empezar a pedir ayuda.

¡Ayuda! ¿Alguien que me ayude? ¡¿Hola?! – gritaba completamente asustado, con el miedo entumecedor de morir tras caer al fondo del abismo; casi se le insertaban las ganas de llorar.

Cuando todo parecía perdido, afortunadamente, un señor de cabellos pelirojos, que indumentaba un traje tradicional antiguo cantábrico, estuvo pasando cerca de la zona quien escuchó los gritos. Al escuchar que los gritos provenían del barranco, el hombre se atrevió a mirar por ahí: Observando al joven estando en peligro de muerte.

Es entonces que el hombre decidió ayudarle...

Este se supo a pensar de una manera rápida el cómo poderlo rescatar, y entonces nota en una parte del campo, tirado en el suelo entre los pastos verdes, que había una cuerda que yacía allí años y que estaba medio vieja y sucia. Fue así que toma la cuerda y con ella se la arroja al joven. Mario la toma, luego el hombre le jala con fuerza para poderlo sacar...

Y lo logró: Pudo sacar al niño sano y salvo, por lo que Mario lo abrazó en alivio y agradecimiento. Tras ese día, entonces aquel niño se había empezado pensar en aquel hombre quien le había salvado la vida, hombre que al parecer lo había seguido; con el cual empezó a tener otros encuentros hasta dentro de su casa y de allí se hicieron mejores amigos.

Posteriormente, aquel hombre pelirrojo y de gran hermosura le reveló quién era en realidad...