Capítulo 8: Último día
La madre de los gemelos había llegado a casa ahora, quien había llegado un poquito más tarde debido a que se la pasó platicando con ese pariente que había salido ayudar.
Señora: ¡He llegado! Perdonadme la demora, es que me distraje platicando jaja. ¿Tenéis hambre?
Martha: No, no tenemos hambre.
Señora: Vale.
La señora se sienta a descansar en el sofá, donde allí mismo se pone a suspirar del cansancio, recostado sus delicados pies sobre el sofá quitándose las zapatillas color negro que usó...
Saltamos la escena con la misma señora quien al parecer subió por las escaleras y se metió en el cuarto de los pibes para ver cómo ellos estaban. Y los encuentra cada quien haciendo una cosa diferente, obviamente Candamio había desaparecido...
Señora: ¿Qué hacéis?
Martha: Yo he estado dibujando -dice enseñándole el dibujo de ella junto con él, un dibujo defectuoso claro-. Mira, este soy yo y este es mi amigo imaginario.
Señora: Vaya, ya tienes un amigo. Qué bien.
Martha: Se llama Gonzalo -dijo así por no decir el nombre del dios-.
Señora: Ah, bueno.
Martha: Es rubio y fuerte...
Señora: Entiendo jeje.
Pasamos ahora al día siguiente:
Y bueno, al parecer todas las vacaciones los gemelos se la pasaron bastante bien.... Para que no sea tan repetitivo, pasemos al último día las vacaciones de semana: Eran las 9:30 a.m, en aquel entonces el último día de vacaciones de semana santa.
El primero en levantarse de la cama fue Mario, quien aún siguió quedándose acostado su cama mientras se estiraba placenteramente. Una vez hecho esto, otra vez Candamius, vestiendo con un quiton de color rojo, se les apareció físicamente en su cuarto, estando del lado derecho de la cama del pibe a quien miraba fijamente e estaba incado de rodillas con las manos sobre la cama.
Candamius: Buenos días.
Mario: Hola, hombre.
Candamius: Qué bien dormiste.
Mario: See, pero ahora tengo flojera de levantarme... -decía mientras le acariciaba el pezón derecho dos segundos-
Candamius: Jeje ya... -le acaricia la cabeza un poco-
Mario: Bueno, lo malo es que ahora se acabaron las clases...
Candamius: ¿Hoy irás al colegio, no?
Mario: Pasado mañana, que es martes.
Candamius: De acuerdo. Por lo tanto, deberías de aprovechar este último momento.
Mario: Sí, lo sé, guapo.
Candamius: Jeje. Ya se me ocurrió la idea de ir a la playa este día.
Mario: ¿Ir a la playa? Eso no lo he pensado... suena bien.
Siguió aún acostado un poco más... Pasó un par de minutos y Mario procedió a levantarse de la cama, caminando rumbo al comedor. Una vez sentado en el comedor, esperó a que le sirvieran el desayuno junto con su gemela.
Señora: ¿Cómo has dormido?
Mario: Pues la verdad muy bien.
Señora: Qué bueno. Y ahora sí ya mañana irás a la escuela (😊).
Mario: Sí, qué mal. Oye ma ¿se puede ir a la playa?
Señora: Claro que sí ¿por qué no?
Mario: Es lo que he estado pensando hoy.
En fin, el pibe había terminado de desayunar y entonces lo que hizo fue reposar un rato. Una vez terminando de reposar, lo que hizo a continuación fue salir camino rumbo a la playa.... De esta manera, con una bolsa grande de licra color blanco y vistiendo en traje tradicional cántabro, este encontraba feliz caminando del campo a la ciudad en compañía de Candamius y su gemela.
Finalmente, llegaron al puerto y los pibes estaban demasiado felices ya que irían a ir a la playa, razón por la cual estaban corriendo mientras que Candamius, quien se había materializado físicamente, estaba siguiéndolos...
Se fueron bajando por una escalera que por allí había. En fin, pasamos a estar en la playa en donde los tres personajes estaban caminando hasta que llegan a los vestidores que eran de madera.
Los gemelos entraron, cada quien en su respectivo vestidor mientras que Candamius los estaba esperando vistiendo, al parecer, un bañador de esos que se usaban antes el cual era de licra, color blanco, de mangas cortas, cuyas rayas eran color azul fuerte, quien había llamado la atención de algunas mujeres humanas debido a su físico.
Al fin, los gemelos ya habían salido de los vestidores: El gemelo había salido vistiendo de una forma igual a la de Candamius, mientras Martha se había puesto un bañador de esos que parecen de marinero.
Sip, ya estaban listos para divertirse en la playa.
Por eso mismo, aquellos pibes estuvieron parados en medio del mar, sintiendo como el mar les cruzaba las piernitas que para ellos era como sentir espuma o algo así... Posteriormente, los pibes avanzaron derecho hasta llegar a lo casi profundo del océano, sintió en donde el agua les llegaba al pecho.
Por su parte, Candamius, al mirar a los pibes ante el agua del océano, decide dejar de lado a las mujeres con las que estuvo y se dirigió hacia donde estaban ellos para cuidarlos. De este modo, Candamius caminó cruzando el mar hasta que llega a donde estaban los gemelos.
Al ver que Candamius había llegado, Martha saltando lo abraza estando feliz, y este le corresponde un poco el abrazo. Los pibes luego se pusieron a correr, acercándose un poco a la zona del océano; sintieron como el agua les llegaba hasta la zona axilar, mientras que Candamius estaba atento por sí algo malo les fuera a suceder.
Y bueno, al llegar a esa zona, uno de los gemelos se puso a jugar con agua, lo que significa que Mario se puso a aventarle agua a Marta y de ahí se pusieron a hacer una guerra de agua: aventandose agua del mar del uno al otro, lo que lo hacía soltar risas infantiles.
Por su parte, Candamius los estaba mirando estando quieto y parado firmemente sobre la arena que estaba por debajo de las aguas. Al estarlos viendo, sonrió.
Al final, cuando menos pensó, Mario le había aventado agua a Candamius, esto en modo de invitación a unirse. De este modo, Candamius les cedió, poniéndose a jugar con ellos; y a la primera les aventó muchísima agua usando un poco de los poderes que poseía. Ya a las muchas veces lo hizo de una manera suave, aventandoles agua de la misma forma que lo hacían ellos.
Durante estos, soltaron risas y fueron felices durante un rato.
Ahora pasamos a estar en casa, en donde se pusieron a bañarse ahora en la regadera del baño uno por uno. El primero en bañarse fue Mario, la segunda fue Martha y el último fue aquel dios íbero pagano.
Cuando terminaron de bañarse, entonces se pusieron a reposar estando dentro de la casa precisamente en la misma habitación y con los pies cansados y casi acalambrados. Cada quien estaba en su cama acostado, mientras que el Jovis español estaba acostado en la cama de Mario con los brazos extendidos sobre ella.
Mario: Uff, fue super ir a la playa. Hubiésemos traído cubeta para hacer castillos. Bueno, quizás para la próxima.
Martha: ¿Y tú te divertiste, Candamius?
Candamius: Claro que sí; muchísimo jiji.
Martha: Eso es bueno. Mmm... ¿Este domingo que iremos a hacer?
Mario: Ni sé yo...
Posteriormente, Mario empezó a tener mucha hambre y su estómago le avisó haciéndole sentir y escuchar un pequeño rugido...
Mario: Bueno, ya tengo hambre.
Martha: Ahora que lo dices, igual yo. Mucho paseo por afuera da hambre ¿no crees?
Candamius: Ammm.... ¿No queréis que os cocine yo?
Martha: ¿Sabes cocinar?
Candamius: Sipi.
Mario: Vale, entonces muestra lo que sabes...
Candamius, sintiendo que aquel pibe lo dijo de manera retórica, se teletransporto del cuarto a la cocina. Estando en frente de la estufa, la prende y luego pone un sartén. Al poner el sartén en la estufa, encuentra en el cajón de arriba, que estaba a su derecha, una bolsa llena de arroz y mete un kilo para luego revolver todo con la espátula. Además de él fuego de la estufa, utilizó también los poderes mágicos que aún conservaba: Como rayos que calentaban, los cuales usó con su mano izquierda...
En fin, hacemos un pequeño brinco, y ahora pasamos a la escena en la que los pibes estaban sentados en la mesa con los platos yacidos en la mesa.
Candamius: Espero que os guste.
Martha: Vale.
Cada quien empezó a tomar su tenedor y empezaron a comer. Al probar el sabor, se dieron cuenta que el sabor estaba más o menos...
Candamius: Y bien... ¿cómo me quedó?
Mario: Te quedó más o menos.
Candamius: Oh... ¿Os gusta?
Martha: Sí.
Por su parte, Candamius los dejó comer pasando a estar sentado en el sofá de la sala.
Candamius: -pensando- Creo que debería de cargar más con la responsabilidad de estos críos... no creo que su madre pueda hacerlo mientras trabaja. Debería ponerme manos a la obra...
Pasa unos minutos y estos terminaron de comer.
Ahora nos hacemos un brinco, haciendo una pequeña escena: Era de noche y los pibes estaban completamente dormidos, cada quien en sus camas, y Candamius estaba viéndolo estando en frente de ellos. Primeramente, acarició la cabeza de Mario y después se puso a mirar a Martha a quien le había acariciado la cabeza de la misma forma...
Es allí que quiso a hacerse cargo de ellos....
Dos días después...
Pasan dos días después y eventualmente llega el fin de las vacaciones; siendo martes, eran las 6:01 a.m y los pibes estaban acostados cada quien en sus camas, mientras que la habitación estaba casi oscura y la única iluminación que había era la luz de una mañana nublada que traspasaba la venta.
Ahora pasan a ser las 7:30 a.m; luego la mamá se había metido a la recámara de los pibes, enciende la luz de la zona y se dispone a levantarlos para que vayan al fin a la escuela.
Señora: ¡A levantarse! Las vacaciones han terminado.
La madre los empezó a despertar, y estos parecían muy desvelados: Era casi como si hubieran tenido un celular en aquellos tiempos y se desvelaron jugando con ello toda la noche.
Martha: Mmm.... Un minuto más.
Señora: Nada de eso, ya tuvisteis muchas vacaciones.
Martha: Bien.
Los pibes se levantaron, cada quien se fue alistando para ir a la escuela: Se cepillaron el cabello, se pusieron a desayunar, terminaron, se lavaron los dientes y al final se pusieron lo que deberían de llevar para ir al colegio. Definitivamente estaban listos...
Esta vez la mamá les dejó a que se fueran rumbo directo a la escuela, por lo que ellos se encontraban caminando solitos del campo al pueblo. Caminaban tranquilamente por el campo, a través de senderos de tierra, los cuales estaban desnudos de pasto; y dejaron que el pequeño viento de la mañana hiciera su función de refrescar.
En ese momento, cuando estaban a medio camino del sendero, Candamius hizo su aparición, quien estaba vestido exactamente igual a cuando conoció a Mario: Vestido con el traje tradicional cántabro.
Este, al manifestarseles físicamente, estuvo detrás de ellos casi pegado, razón por la cual sus pies chocaron con los talones de los pibes. En ese momento, sintieron como alguien con sus pies le había golpeado los talones y entonces voltearon viendo que su mejor amigo estaba con ellos. Al parecer les estaba haciendo compañía.
Cadamius: ¿Adónde vais?
Martha: Vamos a la escuela.
Candamius: Mmmm.... ¿No será un lugar donde tenéis que aprender algo?
Martha: Algo así.
Candamius: Estupendo. ¿Y dónde es?
Martha: En la ciudad, lo cual queda muy lejos.
Candamius: Vaya...
Mario: Ojalá tuviésemos en una escuela muy cerca de casa. Ya me cansé de venir a la ciudad desde lejos.
Candamius: Entiendo. Oye ¿no queréis que os ayude?
Mario: ¿A qué? ¿A llegar más rápido a la escuela?
Candamius: Sí.
Mario: Vale. Muestra un método más rápido.
Candamius: Estad preparados.
Dicho esto, Candamius aceptó a que se subieran encima de él; aquel hombre de la mitología grecorromana se había transformado en otra cosa: Aquel hombre ya no era hombre, sino que se había transformado en un águila gigante (o bueno, mínimo era de la medida exacta para que los pibes pudieran caber).
Siendo así, los gemelos subieron por encima de él y una vez encima el espíritu en forma de águila impulsó gran vuelo hacia el cielo. Y todo fue en una gravedad muy gigante, casi insoportable de conocer. De esta manera, se elevó muy alto al ritmo de un superhéroe muy poderoso.
En fin, ellos estaba en las alturas de los cielos y el hombre que el más importante para los romanos estaba volando con dirección a la escuela como si fuera un avión, solo que se abusó de la velocidad estando en la zona del campo.
Para cuando estuvieron en la ciudad, ahora sí se le rebajó la velocidad del vuelo, poniéndose a buscar escuela en donde iban ellos. De repente, después de unos minutos, encontraron la escuela la cual fue señalada por Martha y por eso el señor Zeus bajó con cuidado mientras buscaba una zona perfecta de aterrizaje para nadie los viera.
Por suerte, vieron que una zona de la escuela, precisamente la cancha de "La Salle", estaba totalmente sola todavía y entonces ahí mismo aterrizaron. Una vez aterrizando, los pibes bajaron rápidamente y luego Candamius desaparece.
Y bueno, los pibes volvieron a empezar el ciclo escolar...
Una vez entrando a la escuela, estos caminaron por los pasillos hasta que llega a su salón, justo en donde, a los lados de la puerta, se encontraba aquel profesor trigueño ridículo platicando con una maestra. Por su parte, Mario entró directo al salón y al pasar por la puerta de paso le tocó el pezón izquierdo al profesor. El profesor lo sintió, pero siguió platicando como si nada para no armar drama como la otra vez.
Los gemelos se sentaron en los mismos asientos de siempre y se quedaron sentados ahí hasta que llegara la hora de comenzar las clases.
Por su parte, una vez empezada la clase, empezaron ya con la materia de historia y precisamente comenzaron con la historia de la colonización española en América. Desde el inicio, hablaron primero sobre la historia de cuando los conquistadores españoles llegaron a América en primer lugar, aterrizando sobre el las islas del Caribe.
Por otro lado, como no tenía nada más que hacer al ser un sobrenatural, Candamius decidió curiosear qué era lo que hacían en aquella escuela, por lo que, en su modo invisible, se había metido a la escuela empezando con el pateo o área libre del lugar.
Al estar en el área libre, lo que hizo fue mirar alrededor mientras que dejaba que aire fresco rodera todo su ser. Posteriormente, Candamius ya pasó a estar dentro de la escuela y se encontraba caminando por los pasillos del colegio, cosa que le hizo sentirse medio raro consigo mismo al ser un lugar semi-oscuro.
A media hora de caminar por el colegio, miró como de repente muchos de los alumnos empezaron a salir todos juntos y parecía un cochinero puesto a que el tiempo del desayuno les había llegado. Por esa razón, Candamius miraba para todas partes sintiéndose algo incómodo.
Dos minutos después, miró caminar a su amigo Mario por los pasillos y le sigue hasta llegar al baño. Estando en el baño, Mario estaba haciendo del 2, estaba tan a gusto cuando luego escuchaba la voz de aquellos bravucones que no sabían otra cosa más que hacerle daño a los demás.
Los bravucones miran unos pies en el medio del baño, a lo que el chico de nombre Pablo se asoma desde el cubículo izquierdo y, estando parado sobre la taza, mira de quien se trataba, a quien descaradamente le vio sus partes. Al verle, entonces gritó avisando sobre Mario y decidieron seguir acosandolo, aprovechando que nadie podría ayudarle y menos aquel hombre que se hacía llamar Dante.
Al verse descubierto, Mario empezó a sentir nervios más sabía que ellos no se irían con tal de estarle fregando la vida. Una vez terminado de limpiarse, no tuvo más remedio que salir y confrontarlos.
Saliendo del cubículo, Mario se dispuso a lavarse las manos, mientras que aquellos bravucones pensaban la forma para empezar a molestarle.
Pablo: Vaya, vaya, ¿pero a quién tenemos aquí?
Albín: Creo que ya nos llegó nuestro ciclo favorito -decía para luego insertarle una patada en el ano-
Al sentir ese golpe, fue lo más doloroso que pudo soportar, por lo que no pudo evitar fingir que no le había dolido y se sostuvo esa parte con sus manos. Al ver eso, ellos se comenzaron a burlarse y entonces Daniel le toma de los calzones, se los jala haciéndole calzón "chino" y el prota empezó a sentir más dolor. Y por eso lágrimas empezaban a brotar de sus ojos...
Eso fue todo en ese momento y ellos salieron del baño empezando a salir. Candamius, por ende, había visto todo sintiendo lástima por él pero nunca había hecho nada al respecto porque, como era la costumbre de los seres sobrenaturales, no quería materializarse por temor al causar revuelvo ante la gente.
Cuando aquellos demonios se habían ido mientras se reían, Mario dio un suspiro, puso cara de serio y sin enojarse en ese momento ya que aún ellos seguirían exactamente con lo mismo de siempre hasta que se graduen o se cambiaran de escuela. El pibe se acomoda bien los calzones tal como los tenía puestos, solo para después intentar no hacerle mucho caso al suceso ocasionado por aquellos bravucones.
Hasta aquí el capítulo.
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