Capitulo 3: El encuentro
Y bue, pasamos a la siguiente escena: Era de noche y entonces aquella mujer y sus hijos estaban cenando en su casa, precisamente en el comedor que estaba entre la sala y la cocina.
Martha: Oye ma ¿no será posible que algún día puedas pasar más tiempo con nosotros?
Señora: No lo sé, la verdad es que siento que el trabajo no me dan el dinero, tan solo me dan €100 y ya. Bueno, apurarse a cenar, luego os lavais los dientes y a dormir ¿Vale?
Martha: Bien...
Por su parte, una vez terminado de cenar, cada quien se fue a lavar los dientes y ahora pasamos a estar en el cuarto. Entonces la señora estuvo allí con ellos.
Martha: Oye ma, cuéntanos un cuento.
Señora: Mmm... ¿No crees que estáis grandecitos para cuentos?
Martha: Mmm... Sí, pero solo por esta vez y ya. Ah, y que sea este ... -decía mientras tomaba el libro que tenía en el buró, el cual era el cuento de Candamius y la princesa-
Señora: Vale.
La señora se puso a contar el cuento que ya se puso en el primer capítulo y Martha quedó atenta. Pasaron los minutos y la mujer termina de contar el cuento, por lo que se va dejando a estos dormir.
En fin, pasamos al día siguiente: Volviendo otra vez a la escuela, los gemelos estaban en el salón de clases y fue justo allí que cada alumno recibió su calificación.
Mario sacó de calificación un 8, mientras que Mari sacó un 10.
Ante esto, ellos se pusieron muy felices, y hasta se pusieron satisfechos en sí mismos.
Mario: Saqué un 8... Qué bueno.
Martha: Jajaja saqué 10.
Pasando estar en la hora del primer receso, los gemelos ahora estaban en el pateo de la escuela y esta vez estaban sentados en la banca junto a ese profesor trigueño. Más bien, Mario estaba a su lado, mientras que Martha estaba en la cancha jugando al "mar y tierra"...
Mario: Bueno, profesor, al fin pude sacarme una buena calificación que es un 8.
Profe: Mmm... Eso me parece genial. Si que le debes echar muchas ganas a la escuela.
Mario: Pues en veces jeje -decia mientras le toca un pezón-.
Profe: -le quita la mano de allí- Jeje bueno.
Mario: -lo vuelve a hacer- En fin, ahora creo que ya siguen las vacaciones de verano.
Profe: Sí. Oye, por cierto, déjame de tocarme allí ¿quieres? La verdad no me gusta que me lo hagas.
Mario: Es que se siente genial jeje -lo vuelve a hacer-.
Profe: Pero a mí no me gusta, además de que eso no se agarra.
Mario: Mmm.... ¿Por qué?
Profe: Porque es incómodo y es íntimo.
Mario: Vaya ¿enserio? Qué mal. Perdón entonces... -suspira- Lástima que se siente bastante bien, pero en fin.
Profe: Si lo vuelves a hacer, te llevaré a la dirección ¿vale?
Mario: Vale...
Tiempo más tarde...
Tiempo más tarde, ahora nos podemos brincar a dos días antes de entrar a las vacaciones de semana santa, en donde se había iniciado un día más de escuela. Por eso mismo, los gemelos se encontraban caminando por los pasillos de la escuela tranquilamente. Martha se fue directamente al salón, mientras que Mario fue directo al baño ya que dieron las ganas de ir por obvias razones.
Estando en el baño, por desgracia nuevamente este wey se encontró con los mismos chicos malvados y estos se alegraron, aprovechando el momento de molestarlo en el poco tiempo que tenían antes de entrar al salón.
Y bueno, Mario quiso ir a hacer del baño, yéndose, esta vez, al primer cubículo. Sin embargo, aquellos perros le impidieron el paso...
Daniel: Buenos días, imbécil.
Mario: Venga, dejarme pasar -decia al no aguantar los orines dentro de su vejiga-.
Albín: Mmm... Nah, no pasarás -dijo dándole una patada en la zona de la vejiga-.
Mario: ¡Ughh...! -hizo sosteniéndose la vejiga- Joder, que pesados sois. ¡No puede ser que todo el tiempo me estéis molestando!
Pablo: Jaja ¿Qué? ¿Acaso quieres llorar, niñita? Anda, llora y así será más gozoso para nosotros.
Los tres estaban riéndose a carcajadas de él y Mario se enfadó tanto que al parecer el coraje se le atoró en el cerebro... así como si le estuviera apunto de bloquear el cerebro emocionalmente.
Mario: Bueno, ojalá vosotros os vayáis al infierno; ¡ojalá que algún día desaparescais de este planeta, trío de miserables que tenéis la vida echa mierda! -dijo dándole una bofetada dura a Daniel-
Daniel: ... -c enoja- Vale, como que tú también te sacaste un boleto al infierno, retrasado.
En fin, ahora nos damos un salteo: Mario estuvo tan enojado en ese momento, que salió del baño pateando la puerta rumbo a su salón todo golpeado y allí mismo se sentó teniendo los brazos completamente cruzados entre sí.
En fin, ahora pasamos a estar en el primer receso y al parecer Mario aún seguía enojado; Mario estaba caminando por los pasillos y entonces otra vez se encuentra con otro profesor que era de tez blanca y era medio fornido. Al verlo, Mario no lo pensó dos veces y, como sabía que quitaba todo estrés, le empieza a tocar sus pezones.
Y al parecer, lo hizo delante de todo el público... Por lo tanto, el profesor estuvo completamente apenado y viendo que otra vez lo hizo se enojó un poco, así lo empuja de una forma leve.
Profe: ¿Pero qué se supone que estás haciendo? Deja ahí.
En ese momento, vino una maestra a ver lo que estaba pasando mientras que los alumnos estaban viendo como si se hubiera armado una polémica.
Maestra: ¿Qué pasó?
Profe: Pues un alumno me anda agarrando los pezones -dijo tapándose los pezones como si fuera una mujer-.
Maestra: Ah, vale. Niño, vuelvas a hacer eso. ¿Entendido?
Mario: Entendido... Acabo que ya falta poco para las vacaciones, maldita gente.
Profe: Sabrá qué educación le meterán a este crío.
En fin, ahora nos salteamos al cuarto de los gemelos: Mario y Martha finalmente habían llegado a casa, solos como de costumbre, y en eso Aratz deja su mochila en el sofá de la sala de madera. Y ahora Mario estaba dándose un baño completamente enojado; Mario estaba en el baño, en donde estaba dentro de la regadera, dejando que agua helada cayera en todo su cuerpo para así desestresarse.
Ahora hacemos otro salto: Mario estaba ya cambiadito con la pijama de rayas azules puesta, acostado en la cama y aún seguía pensando en lo que le hacían aquellos acosadores y en el carácter patético del profesor trigueño, solo para soltar un ligero suspiro.
Por su parte, Martha también había decidido darse una ducha y ahora estaba recién cambiadita, vistiendo un vestido rosado mientras tenía el cabello mojado, sentándose también en su cama.
Martha: ¿Estás triste, verdad?
Mario: -suspira- Sí...
Martha: Qué mal que ellos sean tan malignos y ojalá pudieran desaparecer de la escuela.
Mario: Sí, hasta yo pienso que también deberían desaparecer hasta del planeta tierra. La verdad, con ellos no se puede ser feliz estando en la escuela...
Martha: Pero bueno, no hay que ponerse tristes. Ya estamos por entrar a las vacaciones de semana santa.
Mario: Sí, pero no creo que sean las suficientes vacaciones para estar, por lo menos, tranquilo... Malditos monstruos.
Dos días después...
En fin, tiempo después, finalmente nos establecemos en las vacaciones de semana y entonces los gemelos se ponen felices. De esta manera, Mario se había levantado de la cama bastante feliz, saltando de la cama, y ahora baja a donde se encontraba el comedor.
Allí mismo estaba su madre y su gemela.
Mario: ¡Buenas...!
Señora: Buenas. ¿Dormiste bien?
Mario: Sí. ¿Qué hay para desayunar?
Señora: Hice panquekes.
Mario: Bien. ¿Puedo salir a dar un paseo, cierto?
Señora: Claro, siempre y cuando vayas con cuidado.
Mario: Vale.
Mario y su gemela se pusieron desayunar hasta terminar. Por un lado, una vez terminado de desayunar, Martha se fue a acostar a su cama otra vez, mientras que su otro gemelo había salido de casa a dar un paseo.
Centrándonos ahora generalmente en Mario, al salir de casa este corría completamente feliz mientras que sentía el aire fresco y helado y tenía los brazos alzados y extendidos como si quisiera abrazar a alguien. Estaba completamente feliz, dio unos giros de alegría y hasta se acostó sobre el pasto...
Mario: See, al fin voy a estar un tiempo a gusto, lejos de aquellos demonios de la escuela jeje.
Y si, Mario siguió disfrutando del primer día de vacaciones de semana santa y eso que lo había decidido muy bien aprovechar hasta último día para poder estar gozando de sus vacaciones... Corría por todo el campo, mientras que los pajaritos cantaban y el sol daba un toque hermoso al campo con su luz.
Estando frente a un árbol de manzanos, lo que este hizo fue subir hasta arriba y entonces tomó las manzanas que quería... mínimo 2. Y se las empieza a comer estando sentado en la rama del árbol.
Después ahora lo podríamos imaginar saltando y corrigiendo como si este fuera Bob Esponja Pantalones Cuadrados por todo el campo hasta que se había aproximado a un acantilado.
Estando en ese acantilado, se puso a observar la altura de este: Le pareció muy profundo.
Mario: Mmm... Está muy alto creo.
De repente, cuando estaba apunto de retirarse de ahí, este había perdido el equilibrio y por accidente procedió a caerse mortalmente por el barranco... O bueno, al menos, logró sujetarse de una rama que por allí había.
Mario: ¡Ayuda! ¿Alguien que me ayude? ¡¿Hola?! -gritaba completamente asustado, con el miedo entumecedor de morir tras caer al fondo del abismo; casi se le insertaban las ganas de llorar-.
Cuando todo parecía perdido, afortunadamente, un señor de cabellos pelirojos, que indumentaba un traje tradicional antiguo cantábrico, el mismo que apareció al final del capítulo anterior, estuvo pasando cerca de la zona quien escuchó los gritos. Al escuchar que los gritos provenían del barranco, el hombre se atrevió a mirar por ahí: Observando al joven estando en peligro de muerte.
Mario: ¡¡AYUDAAAA!!
Señor: ¡Ay no! ¡Descuida, niño, te rescatare!
Mario: Sí, rápido, por favo.
Es entonces que el hombre decidió ayudarle...
Este se supo a pensar de una manera rápida el cómo poderlo rescatar, y entonces nota en una parte del campo, tirado en el suelo entre los pastos verdes, que había una cuerda que yacía años tirada por allí y que estaba medio vieja y sucia. Fue así que toma la cuerda y con ella se la arroja al pibe. Mario la toma, luego el hombre le jala con fuerza para poderlo sacar...
Y lo logró: Pudo sacar al niño sano y salvo, por lo que Mario lo abrazó en alivio y agradecimiento.
???: Uff, qué alivio. ¿Estás bien?
Mario: Sí, muchas gracias, señor.
???: Jeje de nada -contesta mientras le toma de las manos y se las revisa-. Mmm... Creo que se marcaron un poco con la cuerda.
Mario: Pero bueno, descuide, así estoy bien jeje. Gracias por la ayuda. Nos vemos.
???: Jeje adiós.
En fin, después de salvarse de una situación mortal, Mario se despidió de aquel hombre que le había salvado la vida y ahora nuevamente se encontraba solo él.
Mario: Jeje suerte que estuvo pasando ese hombre sexy por ahí o si no hubiese sido mi fin.
Y bueno, ahora resultó que Mario había pasado del campo a la ciudad de Santander, en donde miraba a muchas personas pasar por ahí, cada quien iba con su traje de gala y carros antiguos venían pasando...
Estando caminando por las calles, este había mirado un puesto de algodones de azúcar y entonces, aprovechando que llevaba algo de dinero consigo, decide comprar uno. Empieza a comprar uno de sabor fresa y ahora nos saltamos en la parte en la que Mario estaba caminando por las calles mientras comía hasta de repente mira a lo lejos los mismos chicos que lo acosaban en la escuela al frente suyo.
Por eso mismo, se había tirado a la orilla del puerto, estando sentado en la arena de la playa.
Por su parte, los chicos malos no lo vieron sino que ellos siguieron su propio camino. Una vez notando eso, Mario se sintió algo aliviado y en eso siente un dolor insoportable en el dedo meñique de la mano izquierda. Es allí que, con algo de miedo, se pone de pie y empieza a mover su mano bruscamente hasta que logra lanzar al cangrejo que le causó dolor.
En fin, ahora hacemos un ligero brinco a otra escena: Mario siguió paseando por la ciudad hasta llegar a la plaza. Estando ahí, este había notado que, a lo lejos y en la bancas, estaba sentado un hombre que le pareció muy familiar. Era como si ya lo hubiera conocido o visto antes; sí, al parecer era aquel hombre que le había ayudado a salvarse de la muerte a causa de caer por un barranco.
Entonces sí, allí mismo estaba... el mismo hombre pelirojo, alto y atrayente, quien vestía el mismo traje tradicional cántabro. Y bueno, al principio le pareció que estaba viendo mal, por lo que decidió acercársele y una vez cerca de este lo mira atentamente.
Mario: Mmm....
???: Oh... ¿Pasa algo, niño?
Mario: Mmm... No, nada, jeje -dijo para después sentarse a su lado derecho a dos metros de distancia-. Oiga ¿usted no es el que me salvó de caer por un barranco, verdad?
???: -este lo mira de pies a cabeza- Mmm... Ah, ya... El niño ese. Bueno ¿qué se te ofrece?
Mario: Pues la verdad nada, solo que usted se me hizo muy familiar jeje.
???: Ya...
Mario: Mmm... Bueno, me llamo Mario, es un gusto conocerlo, héroe.
???: Ah, pues, el gusto es mío, Mario jeje.
Mario: ¿Y usted cómo se llama?
???: Mmm... Me llamo Dan.
Mario: Oh, buen nombre. Suena un nombre muy galante jeje. ¿Y qué haciendo?
Dan: Ah, pues, nada. Solamente me estoy dando un paseo. ¿Y tu?
Mario: Pues también yo, a parte de que solo faltan unos días más para mi cumpleaños jeje.
Dan: Ah, pues, felicidades.
Mario: Gracias. Vale, me voy yendo. Adiós.
En fin, pasamos al atardecer, en donde finalmente Mario tuvo la dignidad de regresar a casa y entonces tuvo caminando por la ciudad hasta llegar al campo. Fue algo cansino el hecho de tener que volver al campo, encima de que la ciudad estaba un poco lejos de la ciudad en donde vivía...
A medio camino Mario se cansó de caminar y entonces se detiene un poco, cayendo de rodillas al suelo que, de por sí, era pastoso y estaba lleno de suciedad y luego establece sus manos al suelo igualmente.
Mario: Uff...
En ese mismo momento, aunque quizás parezca algo extraño, el mismo "Dan" estaba viniendo también de la ciudad quien fue el que otra vez se encontró con el pibe. Al verlo así en el suelo, se le acercó y pensó en poder ayudarle.
Dan: Emmm.... ¿Necesitas ayuda?
Mario: Mmm.... Pues la verdad sí. Estoy casado de caminar, ya caminé mucho por hoy.
Dan: Mmm... Entonces te ayudo -contesta este mientras lo levantaba del suelo desde los brazos-.
Mario: WoW.... Muchas gracias, qué amable.
Aquel sujeto carga a nuestro querido protagonista y lo pone encima de su espalda, lo que significa que lo cargó a caballito. De esta manera, en medio de indicaciones, el hombre caminó por todo el campo y finalmente pudieron llegar a casa.
Llegando a su destino, Mario se baja de aquel hombre y entonces ambos se despidieron.
Mario: Bueno, fue un gusto estar con usted y un placer conocerle (?). Gracias, adiós.
Finalmente, Mario había llegado a casa sano y salvo, en donde se sienta en el sofá de la sala. Al llegar, su hermana lo encuentra quien venía bajando las escaleras.
Martha: Vaya, si que llegaste, hermanito. ¿Cómo te ha ido?
Mario: Pues bien, me divertí mucho. Ahora que lo pienso, volveré a darme un baño. Estoy todo sudado.
Martha: ¿Y qué hiciste?
Mario: Ah, pues, estuve jugando con mis amigos a la pelota y luego a las pilladas.
Martha: Ah, vale.
Hasta aquí el capítulo. Nos leemos.
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