Francisco apoya a Roberto
Francisco apoya a Roberto
En casa ya nada parecía igual, era difícil ponerse de acuerdo para comer, María Eugenia se veía tan atareada, desentendida de su esposo que siempre llegaba tarde y no tenía tiempo para sus atenciones, esas atenciones que María Eugenia ya no necesitaba.
Cierto día llamó a su padre y le pidió algún consejo, comenzó contándole su amorío con Roberto. El padre se sintió contento de que su hija por fin le dijera padre y sobre todo lo considerara para pedirle consejos, él ya sabía que José Manuel también le estaba siendo infiel, pero prefirió callar y le aconsejó que tuviera calma y esperara un tiempo prudente, fue de ese modo que María Eugenia se distanció de Roberto, aunque muchas veces se hablaron por teléfono.
Las semanas transcurrieron muy de prisa, hasta que un fin de semana, exactamente un sábado antes de levantarse José Manuel le confesó que ya no sentía lo mismo por ella, que tenía una joven envarazada y que ese día se marcharía de su lado a María Eugenia la pilló desprevenida dicha confesión, sin tener un atisbo en lo que andaba su marido. Sin llorar, tampoco reír le pidió que se lo comunicara a sus hijos después del desayuno.
De ese modo fue cómo José Manuel les comunica la noticia después de tomar un desayuno con mucha alegría, los chicos miraban a su madre que muy serena solo se dedicaba a escuchar el relato de su marido, hasta que antes que José Manuel se levantará de la mesa María Eugenia le agradeció por sus hijos, sus años entregado y el amor que le profeso en su matrimonio, sin más que decir se retiró al jardín a revisar sus rosas que ya comenzaban a desarrollar sus botones. Su padre llegó a su encuentro, el que ya comenzaba a vivir junto a ella y sus nietos, luego de escuchar el vehículo marcharse María Eugenia se enternecio.
_¡Papá José Manuel se va!_
_¡Hija yo lo había visto con ésta chiquilla, no te dije porque también me había dado cuenta que usted salía con Roberto!_
Los días transcurrían con pocas conversaciones con Roberto. Hasta que una tarde Francisco pidió a su madre información sobre su padre biológico. Hizo venir a Roberto y juntos les contó su versión.
_¡Hijo yo mentí cuando dije que un cierto hombre era tu padre, por respeto a tus abuelos, que siempre me exigieron no inmiscuirme sentimentalmente con Roberto, nunca tuve otro hombre, desde que tuve uso de razón amé a Roberto y jamás tuve necesidad de tener otro amigo menos un novio, pero le mentí a Roberto que lo engañé por amor y respeto a mis padres!
Roberto comenzaba a sentir sus ojos con muchas lágrimas, Francisco lo abrazó con la emoción que se abraza solo a un padre y también sus ojos se humedecieron. Gonzalo vió a su abuela muy enternesida retirarse.
_¡ Con razón la tía Érica siempre me trató muy bien!_ emocionado justificó Francisco al retirarse de los brazos de su padre,
El abuelo contemplaba a María Eugenia y observaba las dulces miradas que se propinaban con Roberto.
La cocinera les avisó que la mesa estaba servida, fue el momento que la esposa de Roberto lo llama, solo se escuchó de Roberto decirle "voy enseguida" Se despide de Francisco dándole un fuerte abrazo.
_¡Soy un hombre muy feliz sabiendo que soy tu padre!_
María Eugenia lo acompaña a la puerta, sin tener palabras de reproche Roberto la mira con dulzura infinita y le da las gracias por ser el padre de Francisco. Al estar solos Francisco tampoco la injurio, solo le dió las gracias por la merecida verdad.
En la empresa Gonzalo junto a su hermano Francisco y el abuelo extendían proyectos y José Manuel que solo se dedicaba con las cotizaciones y la compra de materiales, Gonzalo no veía a su madre melancólica mucho menos pesimista al enterarse que la hija de José Manuel había nacido, más aún permitió que sus dos hijos la fueran a conocer. Fue en el transcurso de esos días cuando Francisco y su esposa son padres de una bebé que María Eugenia le dedicaba el mayor de su tiempo.
Muy de madrugada la esposa de Roberto comenzó una discusión con su hija mayor, la que muy enfurecida le reprochó a su madre la cantidad de amantes que le a conocido y la cantidad de dinero que derrocha, no se compara con lo poco que ella le pide. La mujer tratando que su hija se calle le lanzó un fajo de dinero pero ya Roberto había escuchado, comenzando a guardar su ropa para retirarse de la casa, la mujer lo mira desconcertada y le pide perdón.
_¡Te perdono y te dejo todo pero de mi no te vuelves a reír!_ Lo vió alejarse, él sierra la puerta para hospedarse en el departamento que le dejó su madre.
En esa misma mañana María Eugenia tomaba desayuno con sus dos hijos menores. Gonzalo le sugiere que debe estar junto a Roberto, Lucas aceptaba lo dicho por su hermano menor, si su padre es feliz también ella debe serlo. Avivando las palabras de su nieto Rosa María le alza el dedo pulgar.
_¡Hasta la abuela me encuentra la razón, ella reconoció cometer un error!_ María Eugenia suspira y le menciona que Roberto es casado, la abuela le informa a Gonzalo que Roberto se acaba de separar.
María Eugenia junto a Roberto permanecían discretamente unidos, ya Roberto había montado un nuevo negocio, haciéndose amigo de los hijos menores de María Eugenia, los que un día de visita a su nieta la hija de Francisco, le preguntaron si aún amaba a su madre para pedirle que se quedara a vivir con ella. El abuelo sonreía al mirar a su hija que se sonrojaba. Siendo esa tarde cuando repentinamente la lluvia caía incesante, lo invitaron a la sala a jugar unas mesas de puul, María Eugenia había tenido un día arduo prefiriendo ir a su abitación, la lluvia era aún más intensa, hasta que Francisco llevó a su padre un piyama y lo instaron a que se fuera al cuarto donde dormía su madre, fue cómo al despertar María Eugenia lo encontró a su lado.
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