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ENAMORADOS DE LA MISMA CHICA

      A pesar que Francisco era un joven alto de cuerpo atlético, aún no había debutado con las sitas, quizás no tenía suerte con las mujeres decía su madre, oh no era atractivo para el sexo opuesto, alegaba Alejandro, el esposo de María Eugenia, aunque su madre no se preocupaba mayormente, es más eso le agradaba, estaba siempre en casa, o en la universidad, el deporte que realizaba en éste tiempo y solo los fines de semana era bicicrós. En cambio Matías era inquieto en ese tema, para él no tener alguna minita, como las nombraba a las chiquillas de su agrado, era ser tonto y ya recién terminaba con una joven sin demorarse trajo a casa a Pía, una joven de un condominio no muy lejos de su casa, siendo esa tarde cuando Francisco acude a ver quien tocaba el timbre. Esto para Francisco fue un flechazo a primera vista.

_Hola busco a Matías_ Francisco quedó anonadado con dicha jovencita, mientras la hacía pasar Francisco se preguntaba ¿Porqué él no la vio primero? Gustándole su hablar, el tono de voz, su presencia, su porte, el color de su pelo, hasta su aroma lo embriagó.

Los días transcurrieron muy angustiosos para el pobre de Francisco no así para Matías todos le halagaban su nueva conquista, Francisco la observaba hasta cuando besaba a Matías, soñando que era a él a quien le ofrecía esos besos, la joven lo miraba entre reojos y él con esas miradas se sintió con su amor correspondido. Hasta que una tarde tuvo la osadía de invitarla a salir, aprovechando que Matías tomaba una ducha, siendo su respuesta muy tajante.

_¡Yo ando con Matías, es a él a quien quiero y me gusta!_ Francisco no le murmuro palabra alguna, retiró la mirada de su vista muy brusco, refugiándose en su cuarto, hasta que la tía Érica los llamó a tomar once, cuando ya terminaban fue cuando Rosa María le menciona a Gonzalo que repita unas frases.

_¡Ustedes no hacen una bonita pareja, Matías es bajo y Pía es alta, Pía tiene que pololear con Francisco!_  respectivamente Matías era bajo, de ojos azules intentos, rubio, con cara de príncipito. Francisco sintió en la mirada de Pía más que enfado odio, la risa contagiosa de la tía Érica fue un llamado a que todos rieran.

_¡Y yo hago pareja con el presidente de la república!_ La irónica forma de decirlo, contagió de risa a los reunidos al comedor.

_¡El presidente Piñera está casado!_ justificó Lucas.

_¡Y cuál es el problema, con la tía Érica el país andaría derechito!_ sin demora respondió Gonzalo.

_¡Estos dos harían una linda pareja!_ encontrando una oportunidad Francisco le pregunta a Matías si se podían cambiar, un poco molesto Matías deja la taza en el plato algo molesto.

_¡Las calles están llenas de mujeres y tiene que ser precisamente la mía la que se tiene que quedar con tigo!_ Sintiéndose pésimo Francisco toma el último sorbo de café que quedaba en su tasa, la pareja se levanta apresurados, pero con la autoridad de la tía Érica los hace lavar la losa.

Esos días lluviosos no permitían que Francisco pasara o se quedara con algún amigo en otro lugar, Matías sabiendo que su enamorada llegaba por esa hora no se preocupaba del timbre los más chicos de la casa tenían prohibido atender la puerta, la señora Érica hacía a los más grandes responsable de esos menesteres. Al abrir la puerta Francisco se encontró más que con una indiferencia, con un desprecio absoluto de Pía hacia él, mientras más arrogante era Pía, el sufrimiento de Francisco se agravaba y aún con esa cara despreciable la sentía más bella.

Fue tanto el sufrimiento que Francisco sentía, que ya ni levantarse quería, el sabor amargo de la comida no lo dejaba ingerir, por más que se esforzaba, todo le era intolerable, solo esperaba la hora de llegada de su amor imposible para abrir la puerta, perfumado, con su cara rasurada, la ropa tenía que estar impecable, solo esperando algún visaje, inventando una actitud lo llevó a tocarle la punta de la nariz la saludó diciéndole niña hermosa, para ella fue motivo de provocación.

_¡Esta es la última vez que te aguanto, ya me tienes cansada!_

_¡Estoy enamorado de ti!_ se lo dijo sin titubear, recibiendo un rotundo "no me importa" con mucha arrogancia, Francisco esperó a que se fuera y le informó a Matías sus sentimientos de amor hacía Pía, donde poco le importo, diciéndole que se le pasaría y haciendo una mueca lo mandó a dormir. Francisco sintió morir, creyendo que su problema no tenía solución. Esa noche casi no reconcilió el sueño, lloró desilusionado, pudo dormir llegando las seis de la madrugada. Despertándolo Gonzalo y haciéndole ver "que no había nada más importante que los estudios" Su abuela le exigía a Gonzalo que insistiera a Francisco para que se levantara, lo abrazó y lloro con su hermano menor, contándole que estaba muy triste, que su pena quemaba por dentro, la abuela le pidió a Gonzalito que lo animara. _te voy a buscar un desayuno, para que tu pena comience a desaparecer_ Llegando a la cocina Gonzalo puso en la bandeja queso, miel, pancito tostado y un vaso de leche tibia, con la bandeja en sus manos llega la abuela que esperara unos segundos, ya que Francisco quiso tomar un sobre de medicamentos para no querer saber de su pena que lo embargaba, dándose cuenta Rosa María formó un remolino, quedando todo desarmado y los medicamentos hecho polvo, lo mejor que su abuela creó algo especial, para que olvidara ese amor que lo estaba destruyendo, de paso también le calló a Matías para que la enfermedad de francisco no empeorara. El furgón no dejaba de tocar la bocina, la señora Érica los toma del brazo a cada niño.

_¡Ya métanse al furgón y se me van!_ la abuela observó molesta la actitud de la sirvienta, deseaba que tratara a los niños con cariño, hasta con respeto, si a ella jamás se le ha tratado de malos modales y serró la puerta principal con mucho cuidado, mientras Érica caminaba por el pasillo, tocó el timbre sin tener respuesta ya que sabía que Francisco de su habitación no escuchaba los ruidos del primer piso y se quedó ahí, sentada en el peldaño de la entrada, la abuela percibió que ese era el momento para darle a entender sus faltas y observando a un hombre ya mayor que caminaba por la vereda de la casa y entrando en su cuerpo, sin antes adormecerlo.

_¡Señora no me gusta como usted trata a los niños que cuida! A usted se le paga para que los atienda y no para que los maltrate, ellos la tratan a usted con respeto y amor, por lo tanto usted debe responder de igual forma, usted tiene que hacer las cosas, no ellos, cuando ellos le pidan que hagan algo tiene que hacerlo, el otro día casi violan a Gonzalito por su culpa, por ultimo debió acompañarlo, aún son niños chicos y tampoco tiene que pegarles, usted es muy abusiva, no tiene porqué mandarlos a lavar los platos, hacer las camas o lavar el baño, es usted la que está para eso, si sigue con esa actitud se lo voy a decir a la señora María Eugenia_ sin darle tiempo a que respondiera continuó caminando, el hombre dando unos pasos se percató que perdió la noción en ese lapso de tiempo, sintiéndose que ya estaba envejeciendo, la señora Érica continuó sentada, hasta que reflexionó su actitud con los niños pensando que tendría que cambiar, la puerta se abrió por arte de magia, hablando sola la encontró Francisco.

_¡Esta vieja de mierda anda penando!_ Ya curado de su mal, sonrió por los dichos y se despidió para ir a clases.

Ese día Matías salió más temprano de clase, su profesor de historia no se presentó, decidiendo caminar al encuentro de su querida, en el trayecto sintió que ya no sentía el mismo afecto por ella y que todo se le estaba haciendo monótono. Sorprendido de encontrarla en un paradero de bus besándose con otro joven, se acerca y solo la saluda, al ser sorprendida queda inquieta. Por la tarde Matías se va a clases de pre universitario y la joven llega a darle una explicación, al no encontrarlo en su habitación decide dejarle una nota, tampoco encontró lápiz, desesperada introduce la mano por la cintura de su falda y extrae un tampón rebosado con sangre de menstruación y escribe en la pared "te amo, tuya por siempre" dejando su mano empapada de ese gelatinoso liquido rojizo, teniendo la osadía de dejar ese empapado tubo encima de un plato y limpiarse la mano con una toalla que permanecía en el respaldo de la silla del escritorio, por la tarde el olor a descomposición comenzó a percibirse, al descubrir las letras Matías limpió la pared y sin percatarse del desecho, durmió y despertó en la madrugada con la habitación impregnada del nauseabundo olor a muerto, le reclamó Lucas al entrar a su habitación, pero al descubrir el contenido del plato a Lucas le causó nauseas y tirándolo al basurero prometió no volver a tratarla, al preguntarle Gonzalito por su enamorada a la hora de once, le respondió que ya no la quería por no ser delicada y el niño sin entender adquirió carita de asombro y al escuchar a la tía Érica preguntar "que quien votó un plato a la basura" donde ella tuvo que recuperarlo, Matías sintiendo que a él le tocó el plato, volvió a sentir repugnancia, amainando esa sensación al escuchar a la tía decir que lo tiene en cloro y continuó comiendo aliviado.             

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