EL PREMIO MAYOR
María Eugenia decide salir a pasear con Gonzalo, sintiendo la necesidad de compartir con su pequeño hijo menor, invitándolo al cine.
_¡Al cine, yo también quiero ir!_ Insiste Lucas, su madre no puede negarse y los hace subir al vehículo, los hermanos mayores no permitiendo quedar solos también se hacen invitar, aunque a estos les costó un poco más, teniendo que pedir con más insistencia. Lográndolo partieron, el frío se hacía notar, cada uno cubiertos con casaca denotando alegría en sus rostros. Aunque Francisco, joven, universitario, continuaba infantil, no así, dejaba de ser protector con sus hermanos menores y tomando la mano a Gonzalo después de dejar el auto en el estacionamiento caminaron al área de cines, al entrar y ver las infinidades de luces Gonzalo recordó ese lugar del cielo y suspiró, al percatarse Francisco le pregunta a que se debía su suspiro, Gonzalo les comenta su experiencia, todos les prestaban tanta atención, encontrando que lo que escuchaban era lo más fascinante. Interrumpiendo una joven que vendía números de lotería, Francisco la saluda siendo compañera de universidad y Gonzalo se interesa en las cartolas que sostenía en sus manos, fue de esa forma como extrajo una, la que se la eligió su abuela y diciéndole que continuara con su madre ya que ella andaba en unos asuntos importante, viéndola alejarse Gonzalo extrajo su único billete que guardaba en su bolcillo y pagó el boleto de lotería, guardándolo en el bolcillo de su casaca, todos lo tomaron como cosa de niños y continuaron.
Después de la función y de comer palomitas en el cine, sentados en la sala de estar terminaban de ver las noticias y al escuchar la propaganda del gran premio acumulado de la lotería, su madre le recuerda su boleto y le sugiere que lo traiga para ver los números que va a dictar la tombola, el animador presenta a la modelo y Gonzalo comenzó a reír, todos nerviosos por el multimillonario sorteo, Lucas le pregunta por qué ríe y Gonzalo le responde que su abuela está en la tele al lado de la modelo imitándola, Francisco con cuaderno y lápiz aprestándose a anotar los números que se vallan extrayendo, la abuela le pide a Gonzalo que muestre a la pantalla su boleto para mirar los números, al mostrarlo Matías le pregunta para qué lo hace y él le responde que su abuela quiere ver los números, luego Rosa María se confunde de tanto numero y le pide a Gonzalo que todos deben ir cantando el numero que le toque salir de la tómbola y fue de ese modo que todos juntos fueron pronunciando los números para que fueran saliendo y cuando la tómbola se demoraba en sacar el número la abuela mostraba su oído con la mano y debían gritarlo con más ímpetu. Esa noche el ruido en la casa se hizo notar, con frecuencia cada noche después del noticiero cada uno se recogía en su cuarto, pero en ésta ocasión fue distinto, teniendo todos los números y faltando solo uno para completar los miembros de la familia denotaban excesivo nerviosismo "falta solo un número para que seamos millonarios" vociferaba francisco, el padre de la familia con sus dos manos arriba manifestaba que no tendría ni para que trabajar con esa cantidad de plata, María Eugenia lo mira y entre risa y algo seria le manifiesta que ese billete lo compró Gonzalo y que de él sería toda esa gloria. De regreso del comercial el animador mencionaba la cantidad de dinero y que haría el ganador con el premio más grande de la historia, todos nerviosos, sentados esperando que Gonzalo les dé la orden para vociferar el último número faltante, Gonzalo sonrió al ver que su abuela introducía la mano en la tómbola de Cristal y manoseaba los números restantes, en ese preciso momento el animador da comienzo para continuar, la modelo presiona el botón y las bolas saltaban en el interior de esa tómbola de cristal, el animador hace detener la tómbola a la modelo y pide a la audiencia televisiva que la persona que tenga todos los números llame para hacerlo saber, la abuela al lado de él mueve su mano en forma negativa mostrando su dedo índice.
_¡Llamemos, llamemos!_ Pronunció el padre, Gonzalo con voz de autoridad menciona.
_¡No, no, la abuela dice que no!_ Ya que nadie llama después del breve lapso de tiempo el animador pide continuar con el sorteo, de nuevo las bolas continúan en movimiento y de nuevo la familia vuelve a vociferar el último número, nueve, nueve, nueve. Gonzalo ve como su abuela deja la bola nueve adherida al cristal. Y los televidentes se dan cuenta que esa bola está sujeta, pero la abuela la saca y la tira para arriba, llegando a las manos de la modelo, completando los números la familia saltaba, reían y vociferaban que eran multimillonarios.
_¡Los papas trabajan y ellos dicen en qué se gasta la plata, yo compré el boleto y yo lo gané, por lo tanto yo decido en que se gasta!_
_¡Bien me parece!_ Murmuró Lucas, pero la voz de la madre se hizo escuchar, diciendo que todo seguiría igual. Al llegar la abuela se acerca a Gonzalo y le menciona que sería bueno que la familia se fuera a Europa en las vacaciones de invierno, Gonzalo moviendo la cabeza pidió la palabra y divulgó el deseo de viajar a Europa.
_¡Sería lo mejor, ya que estuvimos arto rato cantando números!_ Lo mencionó Francisco como pidiendo recompensa, la madre se puso pensativa en unos breves momentos, luego encontró lo más justo y aceptó la propuesta, de nuevo la casa hizo eco de voces y tomando a Gonzalo en brazos lo levantaban, al bajarlo dio a entender que el merito es de su abuela y se lo deben agradecer yendo a dejar unas flores a su tumba "porque a ella les gustan las flores "siempre me gustaron" le dice su abuela.
A la mañana siguiente nadie acudió a sus actividades, se vistieron con sus ropas más elegantes que permanecían en sus roperos, tomaron desayuno y con el billete premiado en la cartera de la madre se fueron a cumplir con lo dicho por Gonzalo, compraron las flores más hermosas que encontraron, tres ramos relucientes quedaron en la cabecera de la lapida, con el nombre de ese ser que un día y aún después de muerta les daba tantos regocijos que se hacían tan ostensibles. Gonzalo miraba a su alrededor para ver su abuela querida, pero no la divisaba, hasta que por fin la vio con alas, volando de aquí para allá, viéndola en un sesgo muy distinto, siempre la vio serena, decidida, su rostro denotaba desorientación, no logró que sus miradas se entrecruzaran, hasta que caminaron al estacionamiento, María Eugenia limpió su cara, sus ojos denotaban más que alegría nostalgia, Gonzalo no vio a su abuela, en el vehículo se le noto silencioso preocupado, ya estaban acostumbrados y no le preguntaban, tampoco le dirigían la palabra. Llegando al gran edificio, después de dejar el vehículo en el estacionamiento y caminar un par de cuadras, subieron las escalinatas abarcando todo el ancho, el rostro de cada uno expresaba un esperado triunfo, aun que era una familia acomodada, sin necesidades, pero de constante esfuerzo para que todo gire en su orden, el vehículo pagado a cuotas, al igual que la casa, la colegiatura y universidad, al igual que la comida y la ropa al contado, quedando unos ahorritos para las vacaciones. María Eugenia se veía hermosamente elegante, su traje dos piezas armonizaba con el resto de su ropa, la falda ceñía sus muslos, sin pasar las rodillas, los tacos le daban prestancia y con su cartera tomada de las manillas. El guardia los recibe y les da la bienvenida, sin preguntarles nada, al fondo del salón se encontraba la recepcionista en un gran mesón, María Eugenia la saluda y extrae una fotocopia del boleto ganador, el boleto original permanecía en su cartera, la recepcionista sonríe y les da las felicitaciones, haciéndolos pasar a la oficina del gerente, Gonzalo observó a su alrededor por si veía su abuela y al verla que caminaba desde la entrada se detuvo para esperarla, olvidando el transe del cementerio, la abrazó diciéndole que se alegraba que también asistiera. Ya todos acostumbrados que Gonzalo hablara solo, no les molestaba en lo absoluto, es más se alegraban sabiendo que la abuela estaba entre ellos, aunque no la vieran.
Recibieron el cheque y Celebraron todo el día, compraron yates planearon empresas, crearon edificios, suprimieron los yates por lo peligroso del océano pacifico. Hasta que Gonzalo pidió comprar un auto para Francisco y lo que todos estuvieron de acuerdo que debían seguir en sus actividades de siempre.
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