CAPÍTULO 7
Verónica no entendía realmente por qué Agracia debería casarse con apenas diecinueve años. En primer lugar, no tendría que soportar todo ese maltrato, cuanto tenía la mente en ese pensamiento un dolor repentino mucho más fuerte que los anteriores atronaron su cabeza... entonces lo comprendió, era la madre de la muchacha, Agracia se aferraba a la idea de conocer cualquier información sobre su madre, lo único que sabía con certeza era que había fallecido al poco tiempo de darle a luz, por lo que no la había conocido todos en esa casa tenían los labios sellados, Eliza le había dicho un sinfín de cosas despreciándola, pero también estaban las mujeres en la fiesta, de alguna forma todos sabían quién era pero era una regla implícita no mencionarla y Agracia no entendía por qué, era tan terrible como su madrastra la describía o había algo más, pues cuando alguien la mencionaba la expresión de todos cambiaba, había una mezcla de conmoción en los ojos de todos, no solo eso pues cuando Agracia preguntó a su nana, tampoco recibió respuesta de ella, al parecer Edelweiss la había conocido, pero lo único que consiguió fue tristeza en sus ojos, ninguna otra palabra más.
Verónica sabía que la niña estaba siendo estúpida, tampoco podía culparla, haber crecido en ese ambiente no era sano comprendió que su personalidad se vio afectada pero todavía se sentía disgustada. Aferrarse hasta tal punto de destruirse, le molestaba esa actitud, sobretodo porque era la misma que ella tenía antes de morir, se dice que uno odia en otros aquello que odiamos de nosotros mismos, Verónica había sacrificado todo de ella por perseguir al culpable de la muerte de Violette, no era que estuviera mal, el problema fue que Verónica no le importó dejar atrás todo, la carrera que había construido con años, los pocos amigos que tenía, el dinero que había ahorrado, hasta el último no tocó el dinero de Violette con la esperanza de que ella volviera, al final lo dejó todo y ésa era la razón de ahora porqué estaba allí ocupando un cuerpo, una vida y propósitos que no eran suyos. Sabía que esa niña iba por el mismo camino que ella y que en su afán de conseguir poca información de su madre era capaz de irse al mismo infierno con la frente en alto y con sus propios pies, por tal razón quería detenerla, no quería que esa niña acabara por ese camino, camino que ella había recorrido y que hasta el último no se dio cuenta que no era algo que quería la persona que se había ido pues nadie, absolutamente nadie quería ver a su ser querido destruirse.
Violette se lo había dicho, ella lo sabía perfectamente, la razón de tomar un camino espinoso no era por Violette o por la madre de la Agracia, eran ellas mismas por su propia obsesión dejaban todo por perseguir un sueño vacío, un pasado que no volvería pues tanto Violette como la madre de Agracia estaban muertas y no podrían hacer nada para revivirlas. Ahora era tiempo de parar, Verónica no iba a permitir que Agracia destruyera su vida y después la arrastre consigo solo por saber un poco de información sobre la misteriosa progenitora.
Mientras Verónica tenía aquella convicción en mente. Escuchó a unas personas acercándose a donde ella estaba, la muchacha había caminado en dirección opuesta a su habitación sin darse cuenta para cuando lo supo, estaba cerca de la biblioteca, al escuchar esas voces que aún parecían lejanas la pelirroja solo se le ocurrió esconderse en la biblioteca detrás de la puerta, sabía que si la descubrían en cualquier parte de la casa que no sea su habitación estaría en problemas, pero estar en la biblioteca representaba un problema mayor por esa razón el dolor de cabeza se había detenido y había sido remplazado por una preocupación y ansiedad de no ser descubierta.
La joven se escondió tras la puerta conteniendo la respiración, cuando las voces se fueron acercando
― ¿Lo escuchaste? Parece que la señorita Agracia se va a casar
― Todos lo saben, pero siento un poco de pena por ella
― ¿Por qué deberías sentir pena? ― Se escuchó una tercera voz, luego añadió ― A caso no recuerdan lo que Mathilde nos advirtió...
― Lo sé, pero aun así siento... no sé... lástima― respondió la segunda voz ―Todos sabemos qué clase de hombre será su marido...
Luego que ella hablara, todas quedaron un momento en silencio, Agracia/Verónica dedujo que eran sirvientas que trabajaban en la mansión de Conde, trató de agudizar el oído y seguir escuchando
― Lo sé se casará con el Marqués de Rohán, no creo que le desearía eso ni a mi peor enemigo ― volvió a hablar nuevamente la segunda voz
― ¿Un marqués? ¿Acaso no es mucho mejor que ser una condesa? Creo que más bien es muy suertuda ― volvió añadir la primera voz
― Si fuera cualquier marqués estaría bien, pero se trata de... el Marqués de Rohán ―La criada se calló por un momento luego añadió ― Es un hombre aterrador, tiene dos esposas y...
― Dos esposas no es algo tan malo, considerando el origen de la señorita Agracia, incluso creo que es esperable ― La tercera voz se hizo oír
― ¡Si, lo sé! Pero no son solo dos esposas, escuché que tiene más de trece concubinas y que incluso las sirvientas tampoco se salvan y... hay muchos decesos de los sirvientes
― Shhhh mantén la boca cerrada, ya sabes que no podemos hablar de eso hasta que la señorita se vaya, es cierto... todos lo sabemos, pero es mejor que ese hombre encuentre otro juguete que lo mantenga entretenido a que comiencen a reclutar gente para ir a atenderlo ¿O acaso te ofreces de voluntaria? ― finalmente habló la tercera sirvienta
― ¡¿Entonces es cierto?! Claro ese hombre tiene una montaña de hijos entre bastardos y legítimos, es un hombre lascivo― La primera muchacha se acordó de él
― No solo es un hombre lascivo, es el peor que hay, algunas chicas no sobreviven y las concubinas son cambiadas con frecuencia, al marqués le gusta los juegos extraños...
Las sirvientas volvieron a guardar silencio, el tema del Marqués era muy delicado, pero otra vez el silencio se rompió
― Cómo puede ser que enviaran a la señorita allí, incluso las bestias cuidan de sus crías...
― No hables así del Conde, te pueden escuchar
― Mathilde me contó que cuando la señorita cayó enferma, la subastaron
― ¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!
― Shhhh... Recuerdas las cartas que envió el amo, estaba preguntando a todos los nobles si querían llevarse a la señorita y de todas las cartas que recibió con confirmaciones, estaba la del Marqués de Rohan que prometió mil monedas de plata para sellar el compromiso, ese fue el precio más alto entre las cartas que recibimos en la tarde y por la noche el Conde respondió al Marqués de Rohan
― ¡¿Eh?! La vendieron...
― Es normal si lo piensas bien, aunque con la señorita fueron muy descarados, normalmente eso se discute bajo la mesa
― ¿Te imaginarías si ellos hicieran lo mismo con la señorita Catrina?
― Eso es impensable, La señorita Catrina nunca aceptaría desposarse con un viejo gordo de cincuenta y tantos años, por más títulos que tenga, es muy orgullosa.
― Mil monedas de plata, es un precio inusual, no es tan mala cantidad de dinero
― Comprendes por qué ahora quieren casarla lo más pronto posible, además es porqué la señorita es hija de ya sabes quién y que se parece mucho a ella, hay muchos rumores sobre eso, finalmente la señorita se irá y al fin podremos hablar con tranquilidad ― La sirvienta soltó un largo suspiro y las voces se iban alejando poco a poco
Verónica ya no podía escuchar lo que iban diciendo a pesar que tenía el oído pegado a la puerta, se había quedado rígida al escuchar la conversación de esas criadas, en todos los recuerdos de Agracia no parecía haber información sobre su madre, tal vez porque ya daban por hecho que se iría los sirvientes se estaban relajando y había podido escuchar un trozo de información importante, pero eso era lo de menos, ahora el problema principal era su matrimonio, Verónica con más razón estaba a determinada a no casarse, a huir si era necesario, la conciencia de Agracia por otro lado no había tenido reacción, intuía que algo así pasaría, había renunciado al amor de un marido y había aceptado en su interior ser solo una herramienta, pero la realidad fue más dura de lo que creyó, la habían vendido por mil monedas de plata a un viejo lascivo que probablemente la mataría, era mucho peor de lo que esperaba, pero qué podía hacer, había aprendido que debía aceptarlo, pero los sentimientos de Verónica se colaban en ella, hace mucho tiempo Agracia desechó aquellas ideas de huir y desear una vida mejor pero con Verónica en su mente esas vagas esperanzas que tenía cuando era niña volvieron aparecer ¿Rechazar al Marqués? ¿Cómo?
Los dolores de cabeza se iban aligerando, pero el dolor en el pecho era constante, Verónica conocía ese sentimiento, era ansiedad. Cuando Violette desapareció sin dejar aparente rastro a menudo pensaba en cómo estaría su hermana y que pasaría si no regresara, si no la volviera a ver y la incertidumbre la carcomía, había noches donde no podía ni pegar el ojo porque el corazón le palpitaba de angustia. Verónica trató de respirar hondo debía ser fuerte por la niña y por ella, no podía derrumbarse y sentarse a llorar en un rincón, no señor era ella quién tenía un poco de ventaja, sabía información que se supone que no debería saber y podría fingir inocencia e ignorancia mientras pensaba en cómo salir de esa situación
Verónica tomó control en ese momento, las manos le temblaban, pero trató de restarle importancia, respiro hondo nuevamente y observó donde estaba, la biblioteca se veía mucho más grande de día debido a la iluminación, en la memoria de Agracia cuando se colaba para obtener un libro, tomaba el libro al azar pues con la escaza luz lunar que provenían de la ventana no podía elegir adecuadamente, luego de muchos años, su vista en la oscuridad había mejorado, pero aún seguía teniendo problemas.
Verónica se disponía a salir de la biblioteca al no oír ningún ruido externo, debía salir cuanto antes para evitarse problemas y volver a su habitación de inmediato, todo aquello era demasiada información para procesar, su mente aún no podía creer que tenía un nuevo cuerpo y que la dueña original seguía allí, que estaba en una época desconocida aparentemente antigua y ahora la iban a casar con un hombre despreciable, parecido a Reddi. Apenas había podido manejar aquella conversación con el Conde y no sabía que debería esperar en el futuro, Vero al pensar eso se estremeció, debía hacer algo pronto.
Cuando estaba por abrir la puerta, los sonidos de unos pasos detrás suyo se acercaron, a Verónica se le fue el alma del cuerpo al pensar que la habían descubierto, decidió salir sin más, si ya estaba perdida simplemente se iría. Verónica tomó con prisa la manija cuando escuchó una voz
― ¿Agracia? ― Era una voz melódica, suave y agradable, y sintió una corriente eléctrica en su espalda, por alguna razón la idea de irse inmediatamente se había esfumado y su cuerpo no le respondía, cuando se detuvo para darse la vuelta lentamente y dirigirse a quién le pertenecía esa voz, Verónica lo comprendió. Era Agracia quien tomó nuevamente el control de su cuerpo
Cuando se dio la vuelta para enfrentar al dueño de aquella voz, se quedó en shock
― ¿Vincent? ― respondió ella con un susurro apenas audible
Esechico era su ... ¿Ex?
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