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♡Deborah ♡↷

El olor a salitre en esta parte de la cuidad es intenso, pero no por eso hace menos encantador a Old Harbor, el pequeño pueblo donde el tiempo parecía haberse detenido desde la época de los corsarios y piratas.

Aquí las calles y las casas son de piedra, todo construido hace algunos siglos, cuando las personas se paseaban por ella con vestidos de faldas enormes y donde la electricidad ni siquiera era un sueño. Este pequeño pueblo es donde nació el Ocean Harbor actual, donde los primeros habitantes vieron su futuro. Pero como toda la ciudad y en especial este pueblo, tienen una conexión especial por el mar.

Aquí la mayoría de los habitantes se dedican a la pesca, claro, sin medios tan actualizados como al otro lado de la ciudad. Aquí, las personas no andan en ostentosos coches, ni usan diamantes o tienen yates caros. Creo que por eso es mi parte favorita, porque es lo único que se mantiene fiel al espíritu original de la ciudad. Porque la fiebre del petróleo no ha llegado ha esta zona.

Los niños corren por las calles con sus mascotas, cada cual vende su pesca en sus propios puestos, las tiendas de antigüedades no faltan y siempre está el señor que cuenta la leyenda de "La primera sirena que caminó"

Por eso es el lugar perfecto para una cita. Y es justo lo que estamos haciendo Tyler y yo, aunque bueno... es una cita de amigos.

Me trajo a almorzar a un pequeño restaurante en un antiguo faro, desde donde se ve todo el horizonte, el mar llenándolo todo y uniéndose en la distancia con el cielo. Azul vs Azul.

Pruebo el sabor del helado de chocolate que he pedido, y sé que si la gloria tuviera sabor sería este. Puedo probar miles de sabores, que nada nunca será como el chocolate. Soy una adicta a él. Si estoy triste un bombón me alegra el día, un batido me quita el enojo y un brownie me hace tu mejor amiga.

—Creo que te odio —Tyler se sienta en frente de mi con su coca cola lite —Puedes comer todo el chocolate del mundo que no en gordas, y si yo me soy ese gusto el entrenador me cuelga en medio del campo. —resopla —Que injusta la vida.

Me encojo de hombros. La verdad es que desde pequeña por mucho que coma comida basura, no engordo nada, sin necesidad de hacer ningún tipo de ejercicios físicos. De hecho, hubo unas vacaciones donde lo único que hice fue comer y leer encerrada en mi cuarto y no aumenté ni una talla. Mi cuerpo definitivamente ama, a diferencia de mi cabello.

La brisa marina marina que llega constantemente a nostros hace que mi pelo sea un auténtico desastre.

—Piensa en que si engordo me crecen las tetas —sonrío de medio lado mientras le doy una mordida a mi hamburguesa con extraqueso—Tendrás más con qué jugar.

Ahora son sus labios los que se curvan ligeramente hacia arriba mientras atrapa una de mis manos y comienza a jugar con nuestros dedos. Es algo que siempre hace, provocando que la criatura que vive en mi estómago, sea cual sea, se despierte.

—Creo que me gusta con lo que juego, no quiero más.

—Eso ha sido dulce —le guiño un ojo con coquetería y retiro mi mano, de lo contrario mi pobre corazón abandonará mi pecho y se irá a vivir con él— Pensé que estarías hoy con Dylan.

Sus ojos marrones me observan con confusión. Como si no entendiera mis palabras, consiguiendo que se me contagie el gesto ya que yo no dije nada fuera de lo normal. El debería estar con Dylan, entrenando para el partido que se acerca, después de todo es el capitán del equipo.

—Te extraño Debbs  —sus palabras me dejan anonadada, la sinceridad en ellas me aturde por un instante— Entre el partido, la sirena y mi madre no hemos pasado casi tiempo juntos.

—Anoche estuvimos juntos.

—Anoche hicimos el amor —revira  levantando la mirada — Y me encantó, pero quiero más, quiero tu atención. ¿Es raro que sienta celos de una sirena? Quiero pasar horas junto a ti como antes, las miradas cómplices en las clases, solo... no quiero que te olvides de mi.

—Tyler —enserio debe extrañarme, él nunca habla tan abiertamente de sus sentimientos, el 90% del tiempo es una roca con mirada pícara, pero sus palabras como todo de él tocan un punto en mi corazón y siento como mis ojos se llenan de las molestas lágrimas.— Yo jamás me olvidaría de ti — susurro y siento una asquerosa necesidad de que me crea— Es como pedirle a sol que deje de calentar la tierra, o a la luna que deje el cielo.

—Ay Debbs —Se pone de pie y camina hasta mi silla— Me haces sentir tanto—susurra arrodillándose frente a mí y uniendo nuestras frentes y mi pobre corazón cae fulminado, ojalá todo fuera más sencillo— Me vuelves débil.

Sonrío y entrelazo nuestros dedos antes de besar nuestras manos unidas , importandome poco quien nos vea .

—Hoy seré totalmente tuya —nos ponemos de pie—Pasaré todo el día a tu lado, incluso dormir en tu casa.

—Pero Sedna...

—Sedna lo entenderá —pienso en la sirena, que últimamente se ha vuelto mi mayor confidente, se podría decir que mi única amiga femenina — Ella quiere que estemos juntos.

—Habrá que hacerle caso entonces.

Sonríe y tras pagar decidimos pasear por el pueblo, me lleva a las  tiendas de antigüedades donde me compra un pequeño jarrón. Luego pasamos por el rincón donde el viejo cuenta la historia que según él, le contó su abuelo y su abuelo antes de él, de una sirena de cabellos tan dorados como los rayos del sol. Esta le lloró a la diosa de los mares que le diera piernas, que le permitiera pasar la vida junto a su amado, un fiero pirata que navegaba en alta mar, y la diosa le otorgó el regalo.

El anciano me vio y sonriendo me dijo que veía el aura de esa sirena en mí , Tyler claramente dijo que el viejo solo nos confundió con turistas y  que nos quería sacar dinero. Yo simplemente sonreí y lo besé en los labios, mientras él me daba  un día absolutamente fantástico. Lurgo fuimos a la pequeña playa y caminamos descalzos por la arena con nuestras manos unidas, a la vez que me contaba divertidas anécdotas de su infancia y yo simplemente fui feliz a su lado.

—Sigo sin creerme que hayas hecho eso —no puedo evitar decir cuando él me entrega una piruleta gigante, a este paso me vuelvo diabetica por tanto dulce—¿Cómo vas a vender a tu hermanita?

—Te lo juro —rió— Salí con ella de la mano y fui ofreciéndola puerta por puerta.

—Pobre Amberly —pruebo la piruleta que parece tener miles de sabores y siento que toco el cielo— Yo nunca hice nada así.

—Claro que lo hiciste, incluso peor—pone los ojos en blanco— ¿Piensas que Dylan no me contó lo de tu secuestro?

—Ese Dylan es un chismoso.

A mi mente viene una yo de seis años, pagándole a un chico de quince para que escribiera una carta de secuestro, donde pedía que comprara un tigre a cambio de mi libertad. Recuerdo habérsela dejado en la mesa y haberme escondido en casa de Dylan. Mi padre consiguió que casi todo el pueblo saliese en mi búsqueda. Está claro que cuando Dylan se enteró, fue un chivato de primera. Mi padre me castigó dos semanas. Pero obtuve mi venganza cuando su mamá lo castigó a él por ser tan mal amigo.

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando soy empujada bruscamente hacia el frente, consiguiendo que caiga al suelo y me llene de arena, mi pobre piruleta queda totalmente arruinada.

Me han chocado .

Un chico en bicicleta pasa por mi lado. Pero no avanza mucho ya que la mano de Tyler lo toma de la sudadera y lo alza.

—¿Acaso estás loco? —veo la furia reflejada en los ojos de Tyler— Pudiste dañarla.

—No fui yo. —trata de excusarse el muchacho de ojos azules, es ligeramente más bajo que el gigante de ojos café— Fue mi bici.

Tyler sonríe y asiente mientras lo deja en el piso, luego me mira a mi, que sigo tirada en la arena cuando vuelve la vista al muchacho sin borrar la sonrisa le estampa un golpe con el puño cerrado en el medio de la cara.

—Mira qué bien. No fui yo, fue mi puño.

Me pongo de pie y tomo la mano de Tyler antes de que vuelva a pegarle y noto como se relaja casi al instante. El chico que sangra por la nariz debe ser por lo menos un año mayor que nosotros, pero parece que va a llorar como un crío de seis al que le quitan el helado.

—Piérdete con tu bici de mierda. —patea la bici y me aleja del lugar sin soltar nuestra manos—¿Estás bien? —pregunta cuando nos detenemos frente a una tienda.

Yo sonrío y asiento, luego, beso sus labios para hacerle saber que estoy en perfectas condiciones. Tyler no es un chico violento, pero siempre parece atacar a cualquiera que me ofenda o maltrate. Desde los conocemos vive para defenderme. Y si soy sincera, eso me encanta.

—Me encantas. —susurro contra sus labios y lo vuelvo a besar, sintiendo que estoy donde tengo que estar, qué él es mi ancla, mi hogar.

—Vámonos a casa .

Volver a casa significa pasar primero por su casa para luego pasar el resto del día y noche encerrados en mi habitación. La idea no era precisamente lo que me molestaba, sino el hecho de estar parada en la oscuridad de la noche que recién caía frente a su vivienda, pues el odio que su madre me profesa es tal que entrar a su casa es desatar una guerra.

Así que solo espero aquí en silencio, bajo un árbol a que tome lo necesario para luego ir a mi casa, donde mi padre lo recibirá con brazos abiertos.

Lo feo del asunto es que desde que llegamos al centro  de la ciudad siento que estoy siendo observada, incluso ahora, cada tanto miro tras de mi, esperando ver alguien allí.

Cuando por fin sale Tyler siento todos mis músculos relajarse hasta que veo a su madre aparecer tras la puerta.

Mierda.

—Así que con quien vas a dormir es con esta...—juro que las miradas más llenas de desdén que he recibido en mi vida provienen de esa mujer— ¿Acaso no te cansas de arruinar tu vida Tyler? Esa chica te arruinará.

Cierro los ojos como siempre y clavo mis uñas en la palma de mi mano, con tal fuerza que siento el líquido caliente correr.Todo sea por encontrar control y no darle una linda respuesta a la señora Gomez .

—Mamá por favor...

—Me decepcionas, hijo —La mujer se lleva las manos al pecho —Tantas mujeres en el mundo y terminas con esa...

—¿Con esa qué, Vivianne ?

La ronca voz de mi padre se abrió en el silencio de la noche, ni siquiera tuve que voltearme para sentir su calor protector en mi espalda.

—Te recuerdo que estás hablando con una niña ¡Con mi hija! —Mi padre es de esas personas que no suelen alzar la voz, simplemente con mirarlo basta, con casi dos metros de altura y su aspecto de dothraki hawaiano, impone lo suficiente— Así que el veneno que quieras escupir te aconsejo que lo hagas conmigo.

Me volteo para mirarlo, trae su marrón cabello manchado con una que otra cana recogido, está sudado, sin duda acaba de terminar sus ejercicios. Definitivamente a mi padre le encanta mantenerse joven. Las chicas sueñan con que sea su sugar.

—Ella es tan parecida a ...

—Más te vale limpiarte de boca antes de hablar de ella —la interrumpió antes de que pudiera terminar la oración— Ambas son mucho para ti.

La mujer sólo pestañeó antes de dirigirse a su hijo.

—No digas que no te lo advertí, Tyler.

Y tras eso entra a su casa dando un portazo. Vuelvo la mirada a mi padre que se mantiene con los ojos cerrados, juraría que la actitud de ella también le afecta. De hecho, recuerdo haber encontrado una foto de él y la mamá de Tyler junto a los padres de Dylan, al parecer fue una amistad fracturada por alguna razón.

Para cuando mi padre vuelve a abrir sus marrones ojos, están inundados en su habitual calidez.

Pasa su brazo sobre mi hombro y el otro sobre el hombro de Tyler mientras sonríe como si nada hubiese pasado.

—Vámonos a casa, chicos. Les preparé un sandwich atún mega delicioso.


ᣃ⚓Dylan ⚓ᣄ

El sol está cayendo y yo no puedo estar en un punto más peligroso de la ciudad. Solo. Ni siquiera tengo mi jeep cerca, o un bate, estoy absolutamente solo caminando por un callejón donde posiblemente salga algún criminal a robar mi cartera.

¿La razón? Elizabeth. Mi amada novia (nótese la ironía) se enfermó, casi sentí alivio porque últimamente era como un chicle, y pues tenía que entregar unos libros en la biblioteca y pues me mandó a que lo hiciera por ella, casualmente mi jeep se rompió, así que me ha tocado caminar. A eso le sumo el hecho de que pasé por un puesto mexicano donde venden elotes y no pude dejar de pensar en Sedna. Seguro de que le encantará, pues últimamente las cosas picantes se están volviendo su favoritas.

También le compré una pulsera con ostras y perlas reales, me gustaría que tuviera algo de su hogar con ella.

No consigo olvidar la añoranza con la que mira mis dibujos del mar. Es su hogar, el único que conoce, y probablemente no volverá jamás y, en gran parte, es mi culpa.

Paso junto a la última tienda que se puede considerar decente y tengo que mirar dos veces hacia dentro por la ventanas de cristal, pues me pareció haber visto a Gustav hablando por teléfono, incluso vi una sonrisa algo terrorífica dibujada en sus labios. Pero cuando vuelvo a mirar ya no hay nadie y yo simplemente sigo silvando por medio de aquel callejón.

Las calles huelen a basura y las luces parpadean, incluso está el típico humo de las pelis de terror saliendo de algún lugar. Ni siquiera pasa un coche o alguna persona y tengo el estúpido y paranoico sentimiento de no estar solo.

Mientras más avanzo sin llegar a la salida más aumenta  la horrible sensación de estar siendo observado. Acelero el paso, pero no desaparece. No quiero mirar atrás porque me restaría tiempo, además de que confirmaría si alguien me persigue y al ser descubierto el acosador acelerará. Es mejor fingir que no me doy cuenta mientras trato de huir. Y en caso de ser alcanzado tendré que usar mis conocimientos de defensa personal.

Pero no ver al enemigo sigue siendo una desventaja, así como no conocer el terreno, y sí estoy en serios problemas, pero trato de mantenerme seguro y sin detenerme mientras planeo un plan de ataque.

Plan de ataque que se va a la mierda cuando a la salida del callejón veo a un hombre encapuchado y el filo burlón de una navaja brillando entre la niebla.

—Mierda. —mascullo, dispuesto a echar a correr, pero dos manos sujetan mis hombros— Doble mierda.

—Mira que tenemos aquí. —habla el de mi espalda, su voz suena algo desafinada como si fuera la de algún adolescente.

—Todo el dinero está en mis bolsillos —espeto, es mejor perder cien dolares y un teléfono que la vida, y estos no se vienen con juegos, sobretodo cuando siento el filo de otra navaja en mi cuello— Seguro les da para droga y cosas de esas.

—Piensa que somos ladrones. —masculla el que viene al frente y pega el cuchillo a mi cuello cuando el de atrás se retira para sujetarme mejor. Aunque suenan como adolescentes tienen el agarre de un profesional, dificultándome cualquier intento de escapar— No queremos dinero.

—¿Que quieren? —no demuestro miedo, eso solo les hará pensar que tienen poder sobre mí. Sin embargo si muestro seguridad, ellos podrían tambalear su desespero por doblegarme— ¿Qué es lo que quieren?

El que me sujeta desde atrás ríe.

—No es qué, es quién.

—¿De qué hablan? —me remuevo entre sus manos, pero la navaja hace más presión, y el filo corta mi piel de manera superficial— No trafico humanos.

—Lo que queremos no es humano.

Sedna.

Me tenso automáticamente, y el que tengo en frente deja escapar una risa, algo diferente que ya he escuchado, solo que nos recuerdo dónde. Sus voces me suenan demasiado, trato de ubicarlas en el instituto, pero no es de allí.

—Veo que sí sabes de qué hablamos. —el fuerte olor a tabaco del chico de mi espalda me inunda las fosas nasales— ¿Dónde tienes a Ariel, humano? ¿Dónde está la sirena?

—No sé de que hablas.

—Tú puslo está acelerado—quita los dedos de mi cuello— Estás mintiendo.

—¿Acaso están locos? —jamás delataré a Sedn — ¿Sirena? Eso es una palabra clave o qué.

—Podemos torturarte por horas. —siento como la navaja corta sutilmente la piel de mi cuello.

—Días tal vez —el de mi espalda pasa la lengua por mi mejilla derecha y siento que voy a vomitar— Meses, pero al final hablarás, todos lo hacen.

—Amigo, solo es un pez con rostro de chica. —el de enfrente deja ir un poco el agarre— Ni siquiera te la puedes coger, no tienes ventaja escondiéndola.

Y es cuando encuentro mi oportunidad. Golpeo con mi codo el rostro del que se encuentra detrás y le lanzó una patada al de enfrente, quitándole la navaja en el proceso. Automáticamente, me muevo hacia un lado para tenerlos a ambos en el campo de visión.

El que me sujetaba desde atrás escupe sangre antes de mirarme con enojo.

—No seré una presa fácil... —una idea llega a mi mente al instante —...pescadores.

Y su reacción me confirma todo. Estaban en el barco el día que conocí a Sedna.

—Si colaboras podríamos pagarte muy bien. —espeta el que se encuentra a mi izquierda.

—Si colaboran ustedes y me dicen quien los mandó, yo les pagaré muy bien.

Con cuatro patadas a sus feos traseros seguramente.

Los hombres se miran entre ellos antes de avanzar peligrosamente hacia mi y me preparo para la lucha, pero...

Dos tiros resuenan en el callejón, silenciándonos. «Qué sea la policía por favor» Pero dudo que un uniforme de policía luzca como lo hace la figura que se ve en la distancia.

Veo la silueta de una chica con capucha, de curvas pronunciadas y una seguridad en sí misma abismal. Está buena, hay que admitirlo, y sus tacones súper altos le dan una pinta peligrosa. La mitad superior de su rostro está cubierto con la capucha de su abrigo, justo como la de los dos locos.

—Ya oyeron al chico. —habla y reconozco la voz al instante— No tiene nada.

—¿Acaso eres tú? —el que tengo al frente se voltea hacia ella— Niña suelta eso o te harás daño.

Otro tiro, este hace que la navaja salga disparada de las manos del atacante.

—Créeme tengo una muy buena puntería. Podría mataros a ambos en segundos.

—Vámonos T. El jefe se hará cargo él mismo.

Dice el de la derecha y el otro ni siquiera lo piensa antes de echar a correr.

Yo me quedo de frente a la chica que se retira la capucha, dejándome ver el rostro que sabía había debajo, sus ojos marrones brillan con fuerza en la penumbra y sus labios se curvan hacia arriba en una sonrisa.

—Hola, Marnie...

—Hola Dylan —guarda la pistola en su cinturón— Ahora, necesito que me lleves a mí con la sirena.

Hola espero que hayan disfrutado del cap. No olviden dejar la su voto y comentario.

Las amo.
Hielo.

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