XXX
________________~⚜~____________
La Reina del norte yacía en la cama desnuda mientras su esposo se vestía lentamente con su armadura. Gyda observó detenidamente el cuerpo de Robb Stark, y era algo que no podía detener. Desde el momento que declaró su amor, las miradas, los gestos cariñosos entre los esposos aumentaron con creces. El amor se había expandido en medio de una guerra.
—¿Bolton no ha recibido la carta de su hijo? —preguntó Gyda mientras observaba el perfil de Robb, quien miraba a su ejército reagruparse por la ventana.
—No —respondió Robb Stark sin quitar la mirada de la ventana—. ¿Y de Oberyn?
—No —respondió Gyda levantándose con lentitud. El vientre pesaba cada día más—, Pero confío en él y en mis hermanos.
—Lo sé —añadió Robb dándose vuelta para mirar la figura maternal de su esposa La cual tenía cinco meses de embarazo—. Te ves hermosa —confesó su esposo acercándose a su mujer con una pequeña sonrisa que mostraba la complicidad que habían desarrollado ambos. Gyda sonrió ante esas palabras—. Te ayudaré a vestirse —puntualizó el rey del norte besando la mejilla de su esposa con suavidad para ir a la búsqueda de un vestido para Gyda.
—Además de ser mi Rey, eres mi dama —se mofó Gyda Stark al momento que su esposo abrochaba las cintas de su vestido.
—No tienes damas —puntualizó Robb riendo por las palabras de su esposa.
—No lo necesito, si te tengo a ti para desnudar y vestir mi cuerpo —comentó Gyda Stark girando su cuerpo para mirar el rostro de su esposo—. Teniendote a ti, no necesito a nadie más. —
El Rey del norte no respondió, se acercó a los labios de su mujer para besarlos con suavidad, disfrutando el tacto que producía Gyda en el cuerpo de él. Robb deseo quedarse en esa habitación al sur de Invernalia sin interrupciones, ni guerras que pelear, pero unos golpes rompieron la magia de ese romántico momento.
—Mi Rey, está todo listo. —Gyda escuchó la voz del pequeño Walder, el escudero de Robb.
—Te extrañaré –susurro Robb al momento que se alejaba de los labios de Gyda. La Reina del norte quiso responderle, pero un nudo en su garganta se había posado evitando que hablara—. Si necesitas de mi ayuda envía a Viento Gris, él sabrá encontrarme con rapidez.
—Si él llega a ti, es por un solo motivo —manifestó la esposa de Robb Stark apoyando sus manos en el torso de él.
—Esperemos que la información sea correcta —puntualizó Robb, deseando que aquella información de la posición del Ejército Lannister sea la correcta.
Dejaba en esta ciudad indefensa a su esposa, y a su hijo con el objetivo de presionar a Tywin para que aceptara su trato. Y Gyda había decidido quedarse con Jaime Lannister, para su recuperación y además que su vientre empezaba a pesar.
—No te preocupes por nosotros, estaremos bien —Manifestó la Reina del norte uniendo su rostro con el de su esposo—, Si sobreviví más allá del muro, lo haré aquí.
—¿Eso debería tranquilizarme? –preguntó Robb aspirando el olor de su esposa por la cercanía.
—Totalmente —contestó para acercar sus labios a los de su esposo.
Ambos se besaron dulcemente disfrutando aquel tacto que sería el último por unas semanas. Se separaron cuando escucharon otros golpes en la puerta de su habitación. Los estaban apresurando, de seguro era uno de los hermanos de Gyda. Robb tomó la mano de su mujer para encaminarse a las afueras del castillo.
Gyda Stark observó en primera instancia a la bella luna que iluminaba el lugar. El sol tardaría unas horas en aparecer. El plan de Robb era llegar al Risco al momento que el sol se asoma al oeste, presionando a Tywin Lannister acceder a nuestras propuestas. La Reina del norte posó su mirada en el ejército que tenía al frente. Sus guerreros se preparaban para combatir.
—Volveré —musito Robb besando sus nudillos para alejarse a dar las ultimas ordenes.
La Reina del norte decidió recorrer su ejército deseando el bienestar de cada uno de sus guerreros. Cada uno de sus hombres recibió su saludo con cariño, mostrando una sonrisa en su rostro al momento que la Reina se acercaba a ellos.
La Reina del norte se quedó recluida en su habitación por cinco días, rezando para que Jaime se recuperara. Y así fue, después del quinto día el cuerpo pálido del matarreyes empezaba a recuperar su color, su fiebre bajaba, y el hermano gemelo de la Reina de los sietes reinos, en este momento Seis reinos, empezó abrir sus ojos. Viento Gris se levantó de su lugar al escuchar los movimiento de Jaime, grupo al instante.
—Tranquilo, no tiene la fuerza para dañarnos —susurro Gyda en dirección a viento Gris, el lobo se volvió a sentar como si entendiera aquellas palabras—. Bienvenido a Poniente —murmuró Gyda al percatarse que Jaime empezaba a despertar.
—¿Cersei? —preguntó Jaime sin abrir sus ojos aun. Gyda contuvo un grito de ofensa ante esa comparación.
—No, alguien mejor. Gyda Stark, Reina del norte —susurro Gyda agarrando un vaso de agua para acercarse al rostro de Jaime—. Tome, bebe un poco.
El hermano de la Reina no dudo, aun así abrió sus ojos y abrió su boca para beber. La hija de Ragnar dio de beber al Guardia Real de Joffrey con su ternura.
—Me gusta más Gyda Ragnarsson —contestó Jaime abriendo sus ojos para conectarlo con la dulce mirada de la Reina del Norte—. Pensabas que moriría —expresó al percatarse del alivio en los ojos de la mujer. Ella asintió—. ¿Llorarias por mi? —Gyda negó con su cabeza—. ¿Esa noche no significo nada para ti?
—Claro que sí, rompí mi promesa —manifestó Gyda volviendole ayudar a Jaime para beber agua—. He realizado lo que Ragnar obró en su matrimonio con mi madre, y lo odie por eso.
—No es el significado que quería... —manifestó Jaime Lannister con voz cansina.
Gyda sonrió.
—¿Tienes hambre? —Le pregunto, el matarreyes asintió.
La Reina del Norte le pidió a Robbet Glover, quien era su turno de resguardar su habitación, que llamara a la curandera, a su hermano menor y pidiera un plato de comida para ella.
La curandera llegó con rapidez a la habitación, para luego presentarse Ivar el deshuesado. Ambos con rostros severos, pero aliviados de la recuperación del Matarreyes. Aunque nadie quisiera, Jaime Lannister era una pieza fundamental para ganar la guerra. Eira revisó al matarreyes meticulosamente, revisó la herida, la cual empezaba a cicatrizar.
—Se empezará a recuperar, no perderá su mano —indico Eira, a la Reina del Norte la cual sintió un alivio por su cuerpo al escuchar esas palabras. Si él no perdía una mano, a Sansa no le sucedería nada.
—Bien, podrá volver a prisión —expresó Ivar sentándose en la esquina de la habitación de su hermana.
—Prefiero esta cama —puntualizó Jaime, al momento que unos golpes se presentaban en su puerta.
—Creo que te refieres que prefieres a mi hermana —refuto Ivar con hostilidad en su voz, pero a Gyda no le interesó escuchar esa interacción. Se acercó para abrir su puerta, su guardia le entregó el plato de comida que había pedido.
—Gracias, Robett —agradeció la reina de Norte a su súbdito, el asintió su cabeza para volver a su posición. Gyda cerró la puerta para acercarse a la cama donde descansaba el hermano gemelo de la Reina.
—Debería enfermarme más seguido - musito Jaime Lannister al momento que abría sus labios para que Gyda llevará una cucharada de sopa a su boca. La Reina del norte solo sonrió por el comentario.
—¿Tienes noticias de Hvitserk? —preguntó Ivar quien estaba sentado en el suelo en la esquina de la habitación.
—Lo dudo, si jamás aprendió a escribir —replicó Gyda dándole otra cucharada de comida al matarreyes.
—Sigurd aprendió —añadió Ivar. Gyda se sorprendió ante esa revelación.
—¿A dónde fueron? —preguntó Eira. Gyda comprendió que su hermano Ubbe no le había relatado nada de su decisión.
—A recuperar Invernalia —contestó Ivar después de unos segundos, luego de observar que ambas mujeres se negaban a mirarse—. ¿Qué sucede entre ustedes? —preguntó con franqueza. Gyda siguió alimentando a Jaime.
—No comprende que haya tenido que acostarme con Jaime, que me dio un ultimátum —musito Gyda sin despegar sus ojos de Jaime, el cual se sorprendió ante las palabras de la Reina del Norte. El hermano menor de la Reina sabía la verdad de su encuentro.
—La fidelidad es un concepto importante —murmuró Eira tratando de que los Ragnarsson entendieran su acción.
—Sigue siendo su Reina —señaló Ivar sin moverse del lugar. Jaime viajaba su mirada entre Ivar y Gyda. Ambos eran similares—. Además estamos en Guerra, Gyda sería capaz de follar con todo el ejército si eso le asegura ganar la guerra.
—Eres extremista —apuntó Gyda frunciendo su ceño por las palabras de su hermano—. Pero entiendo tu punto....¿Quieres más? —Le preguntó Gyda a Jaime, él negó con su cabeza—. ¿Te sientes mejor?
—Si —respondió Jaime con voz cansina—. Es una buena curandera —Agregó posando su mirada en la esposa de Ubbe—. Y es verdad, le di un Ultimatum. Ella no me busco, aproveche la oportunidad.
Eira observó el rostro de Jaime para verificar la veracidad de sus palabras.
—Y vaya manera de aprovecharse —murmuró Ivar con ironía. La curandera prefirió callar.
—Duerme, descansa para recuperarse —indicó la Reina del Norte saliendo de su cama para dejar el plato de comida en la mesa.
—¿No me mataran mientras duermo? —preguntó el Matarreyes posando sus ojos en el cuerpo de la Reina del Norte.
—Aún no —contestó Ivar saliendo de la habitación de su hermana.
–Viento Gris, que nadie lo toque —indicó Gyda a dirección del lobo, viento gris se quedó quieto en el lugar sin sacar su mirada de la cama
—Eso no me tranquiliza —aseguró Jaime, Gyda río para salir de su habitación junto a su amiga. O antigua amiga, no lo sabía.
—Que nadie entre a mi habitación —ordenó Gyda a Robett, él asintió con su cabeza—. Estaré con mi hermano...y mi cuñada. —La Reina del Norte se encaminó detrás de Ivar, el cual se arrastraba por el suelo—. ¿Arya? —preguntó Gyda a su cuñada. Ella caminaba a su lado en silencio.
—Con Aslaug —contestó la curandera. Gyda frunció su ceño, Arya se había encariñado con la madre de sus hermanos, de una forma que ella no comprendía. Al parecer la única que no tenía una relación con Aslaug, era ella.
—¡Gyda! —El grito de Ivar la despertó de su ensoñación para enfocar su mirada en él. Su hermano la miraba intrigado—. Por los dioses, Rodrik te está hablando. —Gyda busco a su guardia que estaba a unos pasos de ella, no se había percatado de su presencia.
—Una carta para usted. —Rodrik extendió su mano para entregarle la carta. Gyda la aceptó tratando de observar el nombre del sello, pero no había nada. Ni nombre, ni sello, sólo las palabras "Reina del norte"
—Gracias —agradeció Gyda buscando a su hermano menor con la mirada.
—Vamos a mi habitación —indicó Eira, la cual era la que estaba más cercana a sus pasos. La cuñada de Gyda, siempre estaba cercana a la habitación de la única Ragnarsson femenina. Ambos asintieron por sus palabras para encaminarse en silencio, pero un extraño sonido apareció en el castillo. Un cuerno, como el que sus guerreros tocaban cuando se acercaba una batalla. Los guerreros del ejército Ragnarsson habían seguido a Ragnar.
—No todos ellos fueron con Ragnar, algunos se quedaron a protegerte —comunicó Ivar adivinando los pensamientos de su hermana mayor.
—¡Mi Reina! !¡Se acercan los Lannister! —Gyda escuchó el grito de Rodrik en el pasillo, y con rapidez salió dejando atrás a su cuñada y su hermano menor.
La Reina del Norte salió con rapidez al patio del castillo, sus guerreros corrían para posicionarse en los muros. La hija de Ragnar subió con urgencia la escalera para llegar a la cima de las murallas al lado de sus guerreros. Y su cuerpo se congeló por un segundo.
El ejército de Tywin Lannister llegaba a las puertas. Llegó para reclamar a su hijo Jaime, y aprisionarla. La Reina del norte prefería morir si llegaba a las manos del padre del Matarreyes como una pieza de ajedrez.
Su cuerpo reaccionó.
Sus guardias estaban a su lado.
—Traiganme a Viento Gris —ordenó la Reina del norte sin dejar de despegar su mirada del ejército que se acercaba. Era todo el poder de los Lannister—. Resguarden a Jaime Lannister que nadie entre a su habitación. Y Rodrik, quédate a mi lado. ¡Ivar! —bramo Gyda el nombre de su hermano menor, sin respirar entre medio de sus órdenes. La Reina del norte sintió los pasos de sus hombres para obedecer sus órdenes.
—¿Qué haremos? — preguntó Rodrik a su lado. El ejército rival cada vez se hacía más grande.
—Conversar —expresó la Reina del norte posando sus manos en su abultado vientre—. Y si no funciona, matar al Matarreyes. No moriremos solos. Un Lannister nos acompañará.
________________~⚜~____________
!He vuelto! Perdonen mi ausencia, subiré capítulos con mas frecuencia.
Gracias por sus votos, y lo que han agregado este historia en sus biblioteca.
Gracias <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro