Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXV



________________~⚜~____________








Para Catelyn Stark, de la Reina del Norte.

He logrado salvar a la pequeña Arya de las manos de los Lannister, está aquí en el campamento de Robb. Hemos logrado atrapar a Jaime Lannister y debilitar su posición.

Rezo cada día para volver pronto a casa.

Les envío mis cariños a Bran y Rickon. A mi sobrino. Y un beso a mi hijo.

Rescatare a Sansa.


Gyda terminó de colocar el sello de la casa Stark en la carta que había escrito a la madre de su esposo. Al momento que una sirvienta entraba a la tienda de los reyes del norte.

—Eminencia, elegí cada verdura y fruta para su desayuno —añadió la joven sirviente con timidez. Gyda agradeció con una sonrisa por el gesto, pero su ceño se frunció al momento que la sirviente salió.

—¿Eira? —preguntó Gyda a su esposo.

—Salió a primera hora en la mañana junto a Ubbe —confesó Robb con tranquilidad—. Han salido con una propuesta para Renly Baratheon.

—¿No creíste que fuera necesario contarmelo? —preguntó Gyda con su ceja levantada.

—Estabas dormida al momento que se decidió —puntualizó con tranquilidad Robb Stark, deseando que su esposa no se enfureciera—. Debes descansar lo que puedas, seguiremos moviéndonos. Al menos que prefieras quedarte —musito Robb en voz baja. El estado de su mujer era un problema ante la movilidad del ejército.

—No —añadió Gyda con su ceño fruncido—. Sé que no puedo cabalgar, pero puedo caminar.

—Es una gran distancia —señaló Robb negando con su cabeza—. Será peligroso, y no podré acompañarte.

—No pido que me acompañes —puntualizó Gyda—. He caminado gran distancia al norte del muro—. Robb apuntó con su dedo el vientre abultado de su esposa. —Se que no es lo ideal, pero este es mi ejército y mi guerra también.

—Te moverás a pie, pero tendrás su guardia personal. —Gyda iba a negarse, pero con rapidez Robb la callo—. Escuchame. —Gyda asintió con su cabeza empezando a comer su desayuno—. Es la única forma que viajes protegida junto con Arya.

—No necesitamos protección —bramo Gyda indignada por las palabras de su esposo—. Con Arya somos capaces de defendernos.

—Lo necesitas, eres la Reina del norte. Nuestros hijos son los herederos del trono. En esta Guerra, los norteños dependen de nosotros —expresó Robb—. Si uno de los dos muere esta guerra la perderemos.

—Ya tienes otra reina —musito Gyda recordandole el acuerdo con los Frey—. Aceptaré a la guardia real.

—No habrá otra reina que Gyda Ragnarsson —expresó Robb acercándose para besar el vientre de Gyda—. Y solo nacerán hijos que salgan de su vientre. —Gyda se ruborizó por un segundo por las palabras del Rey del norte. El hijo de Ned Stark estaba mejorando con sus palabras.

—Aceptare la guardia personal. —Acepto Gyda en una forma de agradecer esas palabras que salieron de la boca de su esposo.

—Bien. —Se alegró Robb con una sonrisa—. Prepararé todo. —El Rey del norte se levantó para salir de la tienda, pero ante de salir la voz de Gyda resaltó.

—Me gustan los altos, pelirrojos, ojos azules y un gran instrumento entre sus piernas —indicó Gyda con diversión.

—Mi Reina sus estándares son muy altos —musito Robb con diversión antes de salir de la tienda con una risa en su boca. 

La guardia real de la reina del norte se compone del hijo mayor de Gregor Forrester, Jon Umber el hijo mayor del gran Jon, Thrrhen Karstark, Robett Glover y Ned Woods. Cinco hombres que juraron ante el Rey del norte para proteger a la madre del príncipe Magnus.

—Mi Reina, Mi señora —musitaron en conjunto los hombres realizando una reverencia al momento que la Reina del Norte junto con Arya se acercaban a ellos. Gyda estaba vestida con su armadura y su espada en sus manos.

—No hay necesidad de reverencias —señaló Gyda observando a cada uno de sus guardias—. No necesito eso de ustedes —expresó Gyda al momento que llegó al medio del círculo que habían creado los guardias—. Necesito su lealtad, su preocupación, su inteligencia y su habilidad con las armas. Si son capaces de darme eso, lo recibirán de mi parte.

—Tienes mi Lealtad y mi amor —respondió Roddrik Forrester. El mayor del grupo. Un hombre alto, de ojos azules y cabello claro.

—Y el mío, mi reina —musitaron los demás guardias.

—Bien. — Gyda Guardo su espada en la funda—. Nos moveremos rápido.

—Si, Mi reina. —Los hombres asintieron con rapidez para empezar a moverse junto al lado de sus respectivos caballos.

—Que los antiguos dioses nos guíen a nuestra victoria —clamo Gyda con un grito observando el final de su ejército marchando.

El camino era largo. 

Los hombres de Gyda Stark caminaban en silencio, no salían palabras de su boca. Gyda se cuestionó si era ella la que causaba miedo en sus guerreros. El ejército norteño se había adelantado al punto que no se veían guerreros, carrozas o animales delante de la reina del Norte.

—Sé que preferirían estar adelante —comentó Gyda al momento que paraban para beber agua.

—Es un honor resguardarla —añadió el pequeño Jon Umber. Gyda lo observó con detención, sus rasgos, su color de cabello y sus ojos eran similares a los de Robb. Al parecer el Rey del norte había escuchado su petición.

—No lo es —expresó Gyda con diversión—. Soy una guerrera. Se lo que es. —Gyda sonrió con el fin de tranquilizar a sus nuevos hombres—. Pero era la única forma para poder viajar.

—Lo sabemos mi Reina —puntualizó Rodrik Forrester bebiendo agua. La Reina del norte observó como una gota de agua salía de su boca e iba cayendo hasta el cuello del heredero de la casa Forrester—. Para nosotros es un honor resguardar a la guerrera. A la que entró al Desembarco Del Rey sin ser detectada, salvando a la hija de Ned Stark.

—Y matando a la montaña —añadió Arya sacando comida de su bolsillo—. No hay mejor guerrera que Gyda.

—Es un honor estar con usted. —Repitió el hermano de Galbart Glover. El pequeño Robett era el hermano menor del amo de bosquespeso. Y el heredero de la casa a la ausencia de hijos de Galbart.

—Gracias —agradeció Gyda volviendo a caminar nuevamente entre el bosque del reino.

Gyda no pudo evitar pensar que se acostaría con todos ellos si hubiera estado soltera. Como extrañaba esos tiempos de libertinaje. Donde la fidelidad no era un concepto tan importante en su vida.

En la oscuridad del bosque Gyda no podía dejar de pensar en el estado de su esposo. Lo extrañaba, y prefería mil veces cabalgar a su lado que caminar junto a su guardia personal.

—Mi reina, detenganse —Le ordenó Rodrik Forrester agarrando su brazo. Gyda estuvo a segundos de sacudirse ante el tacto, pero los ojos de Rodrik no la miraban a ella. Rodrik miraba hacia adelante, algo que se movía entre los árboles—. Atentos... —susurro sacando su mano del brazo de su reina, pero desenvainando su espada. Los demás guardias emitieron su acción junto a Arya.

—Atrás mio Ayra —ordenó Gyda en voz baja sacando su espada en silencio. La pequeña Stark la obedeció de inmediato. Arya jamás dudaba de las decisiones de su maestra.

—Esperen, esperen —ordenó Rodrik con tranquilidad—. ¡Ahora! —bramo Rodrik al momento que unos cuerpos salían del bosque.

—¡Deténganse! –Grito Gyda al momento que reconocía a su madre y su hermano mayor junto a ella—. Es mi madre —añadió Gyda adelantándose para abrazar a Lagertha. La bella madre de Gyda se bajó del caballo para recibir con gusto el abrazo de su hija—. ¿Qué sucedió?

—Nada aun —respondió Lagertha observando el rostro de su hija. Gyda se veía bien de salud. Y si su hija estaba bien, ella también lo estaba.

—Viento Gris encontró un camino angosto para el camino de las tierras de los Ríos —explicó Bjorn bajando de su caballo—. Es un camino difícil de pasar. El rey prefiere que no pase hasta que hayan asegurado el occidente.

—No —aseguró Gyda con rapidez—. Muéstrame el camino —ordenó Gyda a su hermano mayor. Bjorn la observó con su ceja levantada, era la primera orden que escuchaba por parte de su hermana.

—El camino no es seguro —respondió Bjorn sin moverse.

—Creo que de todos los hombres, eres el único que sabe de lo que soy capaz de hacer o no —musito Gyda sin titubear.

—Era diferente. Estás embarazada —puntualizó Bjorn—. Y definitivamente no eres reina del norte en el pasado.

—Sigo siendo la misma mujer —exclamó Gyda acercándose a su hermano apoyando sus manos en su torso—. Sabes que soy más fuerte que varios guerreros que están en la vanguardia —susurro Gyda para ser escuchada solo por su hermano mayor.

—Eso lo sé —admitió Bjorn acercándose para besar la cabeza de su hermana—. Vamos. Les mostraré el camino.

—Deben pasar en fila –aconsejo Lagertha subiéndose a su caballo para guiarlos en la oscuridad. - Es un camino angosto.

—Estaré a su lado —musitó Rodrik colocándose al lado de su reina al punto de que sus manos se rozaran. Gyda iba a negarse ante esas palabras. Ella no necesitaba a nadie a su lado, pero al sentir el roce de la mano de su guardia personal una palabra muy distinta salió de su boca.

—Gracias —agradeció Gyda sonrojándose. Algo que la consternó. La reina del norte era difícil de sonrojarse ante hombres, pero la mirada del mayor de los Forrester la cautivó.

Necesitaba urgentemente follar con su esposo.



Gyda Stark llegó a la batalla al amanecer. Reconoció con facilidad el olor a sangre y a excrementos en el ambiente. Mientras se adentraba junto a Arya y su pequeña guardia personal, podía escuchar los gemidos de los heridos, la gran mayoría eran Lannister. El color de su armadura ayudaba a reconocerlos con facilidad.

La Reina del norte observó la batalla con lentitud, tratando de captar con su mirada a su hermanos, padres y esposo. Hasta que la risa de sus hermanos llamó su atención. Hvitserk celebraba la victoria junto a Ivar. Una sonrisa salió de la boca de Gyda al verlos, había dado todo para estar en la batalla junto a ellos.

—Gyda. —El llamado de su esposo interrumpió sus pensamientos. Gyda busco a su rey con la mirada al momento que él caminaba hacia ella con un rostro severo—. Debiste esperar. El camino era peligroso.

—Estoy bien—comentó Gyda caminando hacia su esposo para abrazarlo. Robb Stark está bien, estaba entero—. Me asignaste una guardia personal para no correr riesgo sola. Estoy bien con estos hombres —añadió Gyda separándose de Robb para darle un pequeño beso en sus labios.

—Ven —ordenó el Rey del norte al momento que Gyda se separaba de sus labios. Robb Stark no le importó que su guerreros, sus súbditos o los padres de Gyda observaron aquella escena. Estaba dichoso de volver a ver a su esposa.

—Bah, que asco —bramo Arya alejándose de ellos, para acercarse a los hermanos de Gyda que aún celebraban por su victoria.

—Pueden ir a ver a sus familiares —ordenó Gyda girando su rostro a su guardia personal. Cada uno de ellos realizó una reverencia antes de desaparecer entre los cuerpos—. ¿Dónde estamos exactamente?

—Cerca del Cruce de Bueyes. Estamos a tres días de cabalgata a Lannisport y Roca Casterly —respondió Robb agarrando la cintura de su esposa. Un deseo en su entrepierna había crecido después de la batalla.

—Majestades —Saludo Lord Bolton llegando a su lado—. Hemos cautivado a los guerreros, pero son muchos. No tenemos las provisiones para mantenerlos.

—No los ejecutare —confesó Robb caminando alrededor de la batalla con sus dedos entrelazados a los de su esposa.

—Quizás alguno de ellos sepa algo sobre el plan de Tywin Lannister —aclaró lord Bolton siguiendo la caminata de los reyes.

—Lo dudo —expresó Robb con su rostro severo. Gyda concordó con sus palabras.

—Un hombre puede tener secretos, pero un hombre degollado está desnudo —musito Lord Bolton.

—Mi padre lo prohibió —aclaro Robb deteniendo su paso.

—No estamos en el norte —aclaró Lord Bolton deteniéndose igualmente y colocándose al frente del rey del norte.

—No los torturaremos. — Gyda giró su rostro para mirar a su esposo. La toruta era un método que conocía a la perfección. Su padre y sus hermanos ejercian la tortura a los salvajes que atrapaban—. No les daré motivo para que abusen de mi hermana.

Finalizó Robb con su rostro severo. Gyda iba hablar, pero el grito de un herido captó la atención.

—¡No! Por favor. —Los Reyes del norte giraron su cabeza al momento del Gritó del hombre Lannister el cual tenía una herida en la pierna. Una curandera estaba al frente de él sacando su bota. La herida era horrible y el único procedimiento era amputarla. Robb se acercó con rapidez para inmovilizar al hombre.

—Él no es uno de nuestros hombres —bramo Lord Bolton—. Mis hombres necesitan atención.

—Sus hombres, no son mis hombres mi señor —respondió la curandera con rapidez observando al Lord Bolton.

—Muerde esto —ordenó Robb pasandole una palo al hombre en su boca. Gyda observó a la curandera con determinación. Su respuesta le había recordado a la esposa de su hermano.

—Mi señor, sígame —ordenó Gyda alejándose de la amputación. Deseaba ordenar algo desde el momento que Lord Bolton abrió su boca—. Mate a los heridos, y a los sanos designe tareas para nuestro asentamientos.

—¿Mi reina? —musito Lord Bolton con confusión—. Escuchó al Rey Del Norte.

–Lo escuche perfectamente, pero concuerdo con usted —confesó Gyda con tranquilidad posando sus manos en su vientre—. No tenemos las provisiones.

—No lo tenemos. —La sonrisa de Lord Bolton fue sincera—. Cumplire su orden.

—Bien.

Lord Bolton realizó una reverencia ante la reina para alejarse. Gyda busco a su esposo con la mirada para encontrarlo observado detenidamente a la curandera al momento que limpiaba la herida del guerrero.

Un sentimiento extraño se posó en el vientre de Gyda.

La reina del norte iba a dar un paso en busca de su esposo, pero los cuerpos de sus hermanos la detuvieron.

—Te perdiste una gran batalla —bramo Hvitserk aun con la adrenalina en su cuerpo.

—Lo veo —expresó Gyda observando los cuerpos muertos a su alrededor.

—Habrá más batallas —puntualizó Bjorn colocando su brazo alrededor del cuello de su hermana.

—Nacemos para morir —bramo Ivar en alto.

—¡Nacemos para morir! —Gritaron sus hermanos y los guerreros de la casa Ragnarsson.

Gyda se alegró por la euforia de sus hermanos, pero aquel sentimiento extraño en su vientre no desaparecía. Gyda movió su cabeza para observar si su esposo aún estaba ahí. Y estaba. La curandera se sentó en una carroza mientras el Rey del norte observaba como ella se alejaba.

—¡Vamos a celebrar! —Gritó su hermano Ivar tapando su visión hacia su esposo.

—Vamos, vamos. —Hvitserk la agarró de sus manos para sacarla de ese lugar. Gyda giró su cabeza para atrás, pero su esposo ya no estaba en el lugar. Un suspiro de alivio salió de su boca.



La noche llegó con rapidez al campamento de los norteños. Los hombres aún estaban eufóricos por la victoria. Y la Reina del norte lo comprendía. Ella había luchado centenares de veces en Kattegat, matando a salvajes y follando con hombres al término de cada batalla. No habia nada mejor que el sexo para recomponerse.

–Bebe un poco —Le ordenó Ivar a su hermana mayor. Gyda estaba sentada en el suelo junto a sus hermanos alrededor del fuego que habían creado.

—No. —Gyda se negó ante la orden de su hermano. El nudo de su estómago aún no cedía.

—¿Qué te sucede? —preguntó Ivar con su ceño fruncido. Gyda quiso responder, pero la llegada de su guardia personal la interrumpió—. Siéntense con nosotros.

—Mi Reina su tienda está lista —expresó el Thrrhen Karstark. Gyda sonrió en forma de agradecimiento.

—Gracias mi señor, pero deseo quedarme aquí unos minutos más —aclaro Gyda—, pero siéntense con nosotros. —Los hombres obedecieron su orden de forma inmediata—. No fue una orden. Si desean quedarse pueden hacerlo, pero si desean irse son libres de hacerlo.

—Queremos estar con usted mi Reina —confesó Rodrik Forrester mirándola atentamente. El nudo del vientre de Gyda desapareció ante esas palabras. La Reina del norte agarró la copa que le había ofrecido su hermano para beber su contenido con rapidez.

—Hermano, podrías cantar para mí —suplico Gyda mirando a Sigurd. Su hermano más callado e introvertido de la familia.

—Será un honor, mi Reina —musito Sigurd dejando de lado la copa de vino que sostenía. Gyda no pudo evitar colocar sus ojos en blanco al escuchar la palabra "Reina" por enésima vez en un día. 

Escúchame bien que en el salón de los reyes.

En el corcel oceánico, mis palabras cobran alas.

Recompensa por el esfuerzo. Entonces los cuernos resuenan en el salón.

Por los que luchan, por los que caen.

Por los que lucha, por los que caen.

Cada hombre recibe su parte predestinada.

Rojo sangre en busca del escudo del guerrero.

Los cuervos escanean el campo de batalla.

Por los que luchan, por los que caen.

Por los que luchan, por los que caen.

Gyda Stark alzó su copa uniéndose al canto de su hermano.

Que los cuernos resuenen en el poderoso salón.

Por nosotros que luchamos, por nosotros que caemos.

Los aplausos no se hicieron esperar en el grupo. Esa canción era la favorita de los Ragnarsson luego de una batalla, recordando a sus caídos.

Los hombres de su guardia entablaron conversaciones con sus hermanos. El gesto que agradeció Gyda, había una rumor que alejaban a los guerreros norteños con los guerreros de la Ragnarsson. Todos ellos creían firmemente en el salvajismo de los hermanos y de sus guerreros. Los extremos norteños nacían para luchar y no le temían a la muerte, quedándose catalogados como salvajes.

—Iré a descansar —musito Gyda levantándose con algo dificultad por el vientre que empezaba a tomar forma por su embarazo. Sus guardias se levantaron de forma inmediata—. Descansen —expresó Gyda alejándose de su hermano, pero antes de partir Gyda quiso decir algo a sus hermanos.

—¿Qué? —preguntó Bjorn al momento que la vio girarse, pero Gyda negó con su cabeza. Era la Reina del norte, no debía decir algunas palabras al frente de sus guardias. Debía mantener la seriedad de su cargo. Gyda camino en silencio con sus hombres detrás.

—Mi Reina. –La saludan los guerreros que estaban alrededor al momento que la veían pasar. Gyda saluda a cada uno de ellos con una sonrisa, pero antes de entrar a su tienda la mano de su esposo la detuvo.

—No puedes desobedecerme —bramó Robb tomando su brazo con fuerza. Gyda se mantuvo serena ante el ataque. Ella esperaba esa reacción—. Sabes muy bien el castigo.

—La muerte. —Sentenció Gyda alejando su brazo del agarre de su esposo—. Tengo curiosidad si lo harías tú —comentó Gyda observando los ojos azules de su esposo.

—No hables tonterías —bramo Robb—. Mi orden fue no ejecutarlos.

—Lo sé. Lo escuche perfectamente —expresó Gyda con tranquilidad sin moverse—. Pero no tenemos las provisiones para mantener a todos los rehenes.

—No es honorable. Se rindieron —musito Robb mirando a su esposa con extrañeza.

—No hay honor en la guerra —respondió Gyda con serenidad—. No sé qué cuentos te contó Ned, pero la guerra carece de honor y de gloria. ¿No es así mis señores? —preguntó Gyda a su guardia personal sin dejar de mirar a su esposo. Robb en ese momento se percató de los señores que estaban en el lugar.

–Retirense —ordenó Robb con rapidez, pero la voz de Gyda resaltó.

—No. Quédense —ordenó a la Reina del Norte. Sus guardias dudaron que pasó realizar—. Son mis hombres y me obedecerán a mi. A su Reina.

—Si, Mi Reina —clamaron sus guardias sin moverse del lugar.

—¿Qué haces? —preguntó Robb con su ceño fruncido.

—Creo que aún no sabes la clase de mujer que soy —confesó Gyda colocando su mano en la mejilla de su esposo, pero Robb se movió con rapidez alejándose del tacto—. No soy una mujer sumisa. Daré mis órdenes a mis hombres en esta guerra.

—No puedes —Declaro Robb marcando aún más su ceño fruncido.

—Claro que puedo. Fui aclamada como la Reina del Norte. Tengo el poder al igual que usted —clamó Gyda sin titubear—. Haré lo mejor para mi ejército.. Y si eso significa matar a cada Lannister para guardar el alimento de mis guerreros. Lo haré.

—No son mis valores —aclaró Robb.

—No sabía que era una guerra con valores —respondió Gyda con un falso gesto de sorpresa—. Hay que decirles a los Lannister, no lo deben saber.

El rostro de Robb se descompuso. Gyda no supo qué reacción le entregaría su esposo. Jamás había llegado tan lejos en una discusión.

—Duerme bien Gyda —musito Robb alejándose con paso rápido de su esposa.

La Reina del norte observó cómo su esposo se alejaba de ella, y por un momento pensó en correr detrás de él, pero su voz interna se lo impidió. Jamás le rogaría a un hombre.

—Que tengan una buena noche —declaro Gyda hacia sus hombres sin mirarlos para entrar a la tienda y rogar a los dioses que su esposo no se fuera a la cama de la curandera. 










________________~⚜~____________

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro