Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XVI



________________~⚜~____________














 Ubbe se había convertido en un gran padre. Estaba orgulloso de su primogénito, pero su labor era distinta a la de Eira. La curandera dudaba de todos los sirvientes de Invernalia, y aún más de los Lannister. No dejaba en soledad a su pequeño hijo.

—Deberías descansar. —La voz de su cuñada llamó su atención. Ambas estaban en el comedor desayunando con los Stark. Y con sus respectivos bebés en sus brazos.

—Estoy bien —murmuró Eira comiendo un pedazo de pan sin mirar a su cuñada.

—Podría... –Gyda iba a continuar hablando con su cuñada, pero la voz de Lady Stark la interrumpió.

—Quisiera mecerlo. —Gyda no se había percatado de la presencia de su suegra al lado de ella. Catelyn irradiaba belleza con su cabello besado por el fuego. Eira observó como su cuñada le entregaba el bebé con una pequeña sonrisa en su rostro. La curandera se preguntaba en qué momento Gyda había cambiado. Sonría seguido y era amable con todos quienes se acercaban.

—Mis señoras deben comer. —El maestre Luwin llegó al comedor principal con su ceño fruncido al ver a ambas mujeres conversando—. Ambas están alimentando a sus hijos.

—Si, maestre —respondió Gyda metiendo su comida con rapidez a la boca, lo que provocó la risa de los niños Stark.

—Y estar fuertes para los hijos que vengan. —Eira se atraganto al escuchar la voz de Lagertha, la que aún estaba en Invernalia con Ivar. Los extremos norteños se quedaron para la llegada de la realeza, pero ambos se llevaron una decepción al ver al Rey. Lagertha lo recordaba diferente—. Mi dulce Eira, un niño no es nada.

—Mi cuerpo se siente distinto —respondió Eira entregando su hijo a los brazos de Ubbe, quien la miraba con ojos de tristeza. Su esposa estaba perdiendo aquel brillo de sus ojos por el cansancio. Lagertha y Catelyn se miraron de manera cómplice entendiendo el pensamiento de la curandera.

—Lady Gyda, ¿cuántos hijos deseas tener? —La pequeña voz de Rickon fue lo último que escuchó Eira antes de desaparecer por el castillo. La curandera no entendía porque no sentía la felicidad que proyectaba Gyda. Esa sonrisa que tenía su cuñada la envidiaba.

Eira se sentía cada vez más apagada.

Llegó al único lugar donde se tranquilizaba y amaba. La biblioteca de Invernalia, aquel lugar viejo, y oscuro del castillo. Durante su embarazo había pasado horas en aquel lugar leyendo a su pequeño hijo las historias de poniente, pero desde que nació Guthred, Eira no tenía tiempo para leer. Recorrió los estantes de la biblioteca con lentitud, disfrutando el tacto de sus dedos con los libros viejos y llenos de polvo.

Amaba ese lugar.

La curandera tomó entre sus manos el libro de la danza de los dragones. Aunque Eira no era seguidora de los Targaryen, admiraba la dinastía que había logrado con sus dragones. Al momento de leer, la primeriza madre empezó a cerrar sus ojos de manera automática hasta que sus cansados ojos se cerraron por completo.

—Mi señora, ¿está bien? —Eira escuchó la voz baja de un hombre acompañado con un leve movimiento en su hombro. La curandera levantó su cabeza, la cual estaba apoyada en la mesa de lectura que ocupaba con regularidad. Al abrir sus ojos por completo, la curandera enfocó la mirada en el pequeño hombre que estaba a su lado entregando una mirada de preocupación. Aquel gesto enterneció a Eira, quien sonrió al ver al hombre.

—Me he dormido —murmuró Eira aun con su voz soñolienta. El pequeño hombre sonrió tiernamente agradecido de que aquella mujer no se hubiera asustado al verlo.

—Al parecer aquel libro se destaca por ser divertido. —Eira río por el comentario del hombrecito, el cual con seguridad se sentó al frente de ella con un libro entre sus manos—. ¿Cual es su nombre?

—Eira —respondió la curandera mirando atentamente al hombrecillo, pero no lograba reconocerlo de la multitud que llegó con la realeza—. ¿Y el suyo?

—Tyrion —contestó el hombre abriendo su libro. Eira se sorprendió, aquel hombre era el hermano de la reina.

—Mi señor. —Eira se levantó con rapidez para realizar una pequeña reverencia ante aquel hombre. Tyrion, se sorprendió ante la acción de la mujer.

—No hay necesidad, solo soy el hermano de la reina. —Tyrion se encogió de hombros, quitándole importancia a la reverencia de Eira.

—Y yo soy una simple mujer del desembarco del rey —respondió la curandera volviendo a su lugar.

—Eres esposa del hermano de Lady Gyda. Supuse que eras norteña —comentó Tyrion frunciendo su ceño confundido.

—Me he convertido en norteña —confesó Eira acariciando el libro que estaba en la mesa—. Pero provengo del sur —aclaró Eira sin delatar mucho detalle de su vida pasada.

El pequeño hombre que estaba al frente de ella, era de un gran apellido. No debía mencionar que es hija de una prostituta, sin nombres y sin patrimonio. Se había convertido en una Lady por el apellido de su esposo y era respetada por el mismo motivo. Por ser la esposa de Ubbe Ragnarsson.

—¿Ha leído ese libro, o solo sirve para dormir? —preguntó Tyrion indicando el libro Danza de Dragones.

—Esta iba a ser mi tercera vez —comentó Eira encogiéndose de hombros—. Pero el cansancio me ha ganado.

—Un bebé tiene la fama de no dejar dormir a los padres. —Tyrion observó los ojos azules de la bella Eira. Eran de un azul marino, con tonos grises y a la luz de la vela se tornaban aún más hermosos.

—Prefiero el sexo, que el bebé —confesó Eira con rapidez, sin medir la gravedad de sus palabras—.¡Lo siento mi señor! —bramó la curandera tapando su boca por sus atrevidas palabras. En Kattegat con su esposo y con los hermanos de él, hablaban de manera liberal—. ¡Lo siento, lo siento! —Volvió a repetir Eira al ver el rostro de sorpresa de Tyrion, pero en un segundo la risa del pequeño hombre empezó a resonar por la biblioteca por varios segundos contagiando a la curandera. Y aquel encuentro fue lo que necesito la curandera de Kattegat para volver a sentirse viva. 


Gyda Ragnarsson paseaba fuera del castillo con su bebé de dos meses en sus brazos. Los trabajadores de Invernalia la saludaban con respeto y miraban al pequeño Magnus con cariño, al futuro heredero de Invernalia.

Gyda estaba dichosa por estar en Invernalia, pero ahora todo iba a cambiar. Ned Stark se convertiría en la mano del Rey para aconsejar y cargar el peso de administrar los sietes reinos. La hija de Lagertha cada vez estaba más cerca de llevar el título de Lady Stark, la esposa del guardián del norte. Gyda se imaginaba la felicidad de su padre al saber que Ned partiría al sur, dejando a su primogénito gobernando tierras norteñas.

La esposa de Robb Stark no podía evitar pensar en los cambios que se acercaban. Debía convertirse en una señora, dejar de ser la gran escudera del extremo norte. Debía gobernar Invernalia, con sus habitantes y sus súbditos tercos. Su madre tenía experiencia en gobernar a mujeres, las cuales llegaban a Hedeby con el sueño de ser gobernadas por una mujer. Era algo distinto. Su madre había creado Hedeby con el fin de proteger a mujeres y enseñarles el arte de la guerra para su supervivencia.

—Hermana. —La voz de su hermano Ubbe llamó su atención interrumpiendo sus pensamientos. Ubbe estaba en la zona de práctica junto a su esposo y Jon Snow. Gyda se acercó al grupo con lentitud, mientras escuchaba el gorgoteo emitido por su hijo.

—¿Dónde está Guthred? —preguntó Gyda a su hermano.

—Con Lagertha —respondió Ubbe acariciando la pequeña mano de su sobrino. Gyda trato de no mirar a ninguno de los hermanos que estaban al frente de ella. Enfoco su mirada en su hermoso hijo—. ¿Crees que Eira vuelva a ser la misma? —preguntó Ubbe en un murmuro, el cual era escuchado por los Stark.

Gyda levantó la mirada para enfocarla en su hermano, pero Ubbe miraba a su sobrino. Como si el pequeño Magnus tuviera la respuesta de su pregunta.

—Solo está cansada. Guthred aun es pequeño y demanda mucha atención.

—Magnus también es pequeño. Y te ves diferente...feliz. —La hija de Lagertha no supo qué responder. Trató de buscar las palabras para reconfortar a su hermano, pero no las encontró. Hasta que la voz de Ivar los interrumpió.

—¿Crees que he viajado para ser burlado por un niño estupido, vestido de mujer? —La voz de Ivar estremeció a Gyda.

Aquella voz significaba una cosa; Odio. La hija de Ragnar observó como su hermano menor se arrastraba por el suelo como una serpiente en busca del Príncipe de los sietes reinos. La rapidez de Ivar era sorprendente, con una movimiento veloz agarró el pie de Joffrey para botarlo al suelo, pero el gran cuerpo del Perro el guardián apareció detrás del príncipe para golpear a Ivar. Pero antes de realizar aquel movimiento la mano de Gyda actuó rápidamente, agarró el hacha que colgaba del lado izquierdo de su hermano Ubbe para lanzarlo en contra del guardián del príncipe. El hacha pasó al lado del rostro del Perro, el cual por reflejo retrocedió inmediatamente.

—Un paso más y te sepultaré en Invernalia —bramo Gyda sin quitar la mirada de su pequeño hermano, el cual amenazaba en un murmuro al príncipe. El silencio llegó al patio de práctica, los habitantes se quedaron en su lugar sin emitir sonido. Y los guardias Lannister llegaron de manera inmediata.

—Tienes a Magnus en tus brazos —siseo Robb sin dejar de mirar al Perro. El cual miraba con odio a su esposa.

—Ivar, suéltalo. —Ubbe llamó a su hermano menor, rezando que escuchará su súplica, pero Ivar no se movió lo que provocó que los guardias sacaran las espadas de sus fundas. El perro no se movía, esperaba el siguiente movimiento de Gyda—. ¡IVAR! —gritó Ubbe tratando de evitar un conflicto con los Lannister. Gyda noto como su hermano tenía su mano en su espada y los Stark se movieron para buscar las espadas de entrenamiento.

—Tranquilos. —La voz de Lagertha se presentó en la zona. La bella mujer llegó con tranquilidad a lado de Ivar para tocar su hombro y susurrarle algo en el oído—. Ha sido una confusión, es la manera que tiene el menor de los hijos de Ragnar para comunicarse. —Ivar se movió sin mirar a nadie de su alrededor y desapareció dentro del castillo principal.

—Le diré a Madre —gritó Joffrey para desaparecer de igual manera en busca de la Reina. Los guardias Lannister no se movieron de su posición, mirando a los norteños como enemigos.

—Guarden sus armas —bamo Gyda a los guardias Lannister—. Perderian de igual manera. —Comentó Gyda mientras caminaba hacia su madre.

—Deja al bebe con Astrid. Habrá represalias. —Gyda asintió para encaminarse en busca de la fiel escudera de su madre. Lo que tardó la hija de Lagertha en encontrar a la escudera para volver a la zona de práctica fue suficiente para que el castillo se revolucionara. Los lannister estaban reunidos en el comedor principal con el príncipe al lado de los reyes.

—¡Me atacó! —El grito agudo del príncipe molesto a la esposa de Robb Stark —mencionó que mataría en la noche. —Gyda observó cómo la mirada asesina de la reina decayó en su hermano menor, el cual estaba en suelo jugando con sus cuchillos.

—Mi príncipe , solo ha sido un error. —La voz de Lagertha trataba de suavizar la tensión—. Ivar tiene un humor extraño.

—El rey debería ser capaz de aguantar unas pequeñas bromas. — Gyda se encaminó hacia su hermano menor, apoyando las palabras de su madre.

—¡No fue un chiste, ha sido una amenaza! —Chillo es nuevamente el príncipe.

—Silencio —bramó el Rey molesto por la voz aguda de su hijo—. Ivar Ragnarsson, ven. —El rey llamó al menor de los Ragnarsson, el cual se arrastró hasta llegar a los pies del rey.

—Le haría una reverencia, pero no puedo. —Ivar empleó su voz irónica hacia su enfermedad.

—No me interesan las reverencias, solo la verdad. —El Rey Robert bajó su mirada para enfocar en Ivar—. ¿Amenazaste a mi hijo?

—Mi rey, el me ha amenazado a mi. —El comedor se quedó en silencio. Gyda observó la seriedad del rostro de su hermano menor y el de incredulidad de su madre y de Ubbe—. Ha mencionado que atropellaria mis débiles piernas si me cruzaba en su camino. Y se ha burlado de mi enfermedad. — La voz de Ivar salió triste, cargada de dolor. Gyda se movió entre la multitud para llegar al lado de su esposo. El cual acompañaba a sus padres en silencio.

—¿Magnus? –preguntó Robb al momento de sentir la mano de esposa en la de él.

—Con Astrid —respondió sin quitar la mirada de su hermano menor—. Atacaré si es necesario —murmuró Gyda al oído de su esposo.

—Contaba con eso —confesó Robb para guiar la mano de su esposa a la funda de su espada. La sonrisa de Gyda apareció por su rostro complacida por el actuar de su esposo.

—Mi enfermedad ha provocado un dolor tan grande en mi familia. —La voz de dolor de Ivar quebraba a las mujeres del comedor—. Jamás pensé que un príncipe sería capaz de burlarse del dolor de su súbdito.

—¿Lo hiciste? — El rey miró a su hijo en busca de su respuesta.

—Joffrey no haría tal acción —bramó la reina abrazando a su hijo.

—No te pregunte a ti mujer, le pregunte al príncipe de los sietes reinos. —Robert agarró a su hijo del brazo para sacarlo del abrazo de la reina. El cual colocaba en ridículo a la realeza—. Eres un hombre, no un niño que se esconde en la falda de su madre.

—¡ROBERT! —gritó ofendida la reina.

—¿Lo hiciste? —El príncipe asintió con su cabeza, escondiendo su rostro para evitar enfrentar al Rey—. Jamás te burles de un Ragnarsson, si no quieres terminar muerto. —Gyda observó como Jeffrey corrió para salir del comedor principal entre el pasillo del castillo. Y detrás de él la reina de los sietes reinos—. Aprenderá a temer a los Ragnarsson —comentó el Rey mirando a Ivar. —Conozco a Ragnar, y sé cómo son sus hijos y su hija—. El Rey busco a Gyda, la cual sonrió ante las palabras de Robert.

—Pero somos mejores que mi padre —comentó Gyda con diversión en su voz. El rey rio por las palabras de Gyda.

—Deberías enseñarle a mi hijo como lanzar un hacha a metros de distancia. —La risa del Rey tranquilizó a los presentes.

—Lo haré mi Rey —respondió Gyda sin creer sus propias palabras.

Y la tranquilidad volvió al castillo, pero con un ambiente denso. La hija de Lagertha estaba segura que en algún momento explotaría la enemistad entre norteños y sureños. Y esperaba estar en el lugar indicado para golpear a unos guardias Lannister. 


Gyda volvió a su habitación para encontrar a su esposo recostado con viento gris entre sus pies. La hija de Lagertha sonrió ante la imagen. Había aprendido a querer y respetar a su esposo, en su mente quedaba poco de Jon Snow.

—¿Y Magnus? —preguntó Robb Stark al observar que su esposa llegaba con sus manos vacías.

—Lo he dejado con mi madre —respondió Gyda para sentarse y empezar a sacar las joyas que adornaban su cuerpo.

—¿Por qué? —Su esposo no entendió su comportamiento.

—Porque deseo follar con mi esposo —confesó Gyda vulgarmente mirando coquetamente a su esposo—. Debemos procrear un nuevo heredero.

—Baja viento gris. —Robb movió al lobo para dejar la cama para ellos dos. El animal lo comprendió con rapidez. Gyda se sacó su vestido con lentitud mientras observaba cómo las pupilas de su esposo se dilataban de deseo.

—El que hayas traído la espada al comedor, me ha excitado —expresó Gyda acercándose a la cama de ambos. Robb Stark se sentó esperando la llegada de su esposa. El deseo de Robb hacia Gyda creció en el embarazo de su esposa, donde no pudo tocarla por los nueves meses de gestación y además de esperar después de que Gyda diera a luz.

—Te he extrañado —admitió el heredero de Invernalia tocando los pezones de su esposa con las yemas de sus dedos.

—Yo también —añadió Gyda para sacar rápidamente la camisa de dormir de su esposo. Acarició sus hombros, que con el transcurso de los días crecian notablemente. Robb Stark se estaba convirtiendo en un hombre. Un hombre atractivo, demasiado para el bien de su matrimonio. Gyda recordaba que la belleza de su padre conllevó el fin del matrimonio con su madre—. Bájate el pantalón —musito Gyda en el oído de su esposo, el cual se estremeció por completo al escuchar la orden de su esposa.

Los primerizos padres se conectaron nuevamente, sin medir el tiempo y el espacio a su alrededor. Gyda estaba sentada en las piernas de su esposo, besando y mordiendo su cuello. Robb gemía de placer y de dolor por las mordidas de su esposa, pero no le importaba el dolor. Era la cuota que pagaba por estar en el interior de Gyda.

Los besos fueron incrementando de intensidad. Era besos desenfrenados, sin apéndice de amor y cariño. Se devoraban con agresividad y sus lenguas se mezclaban con furia. Explorando el deseo que habían sentido durante los meses de gestación. El pene de Robb Stark estaba erecto y la intimidad de Gyda rebosaba de humedad. Ambos deseaban el contacto entre ellos, sus intimidades se necesitaban. Robb alzó la cadera de su esposa para colocarla en su virilidad en un movimiento rápido y brusco.

—Duele —gimió Gyda al sentir a su esposo nuevamente, luego de diez meses de inactividad sexual. Su esposo se detuvo al escucharla, Pero a Gyda no le importo el dolor se empezó a mover rápidamente. Los gemidos de los esposos no tardaron en aparecer en la habitación, el placer inundaba sus cuerpos al sentirse nuevamente. No tardaron en llegar al clímax con los movimientos desenfrenados de ambos.

—¿Está bien? —le preguntó Robb a su esposa, la cual se recostó en la cama para descansar el cansancio de las piernas.

—Si. — Gyda sentía el líquido de su esposo recorrer por su intimidad para bajar en su pierna. Y le rezo a los dioses para que su semilla lograra el objetivo—. Muy bien.

—Al parecer viento gris le reconforta sus gemidos, mi señora —se burló Robb acostándose al lado de su esposa. Gyda se incorporó inmediatamente para observar al lobo quien dormía plácidamente en la habitación. Se había olvidado por completo del animal.

—Me olvidé del animal —comentó Gyda encogiéndose de hombros para recostarse en el abdomen de su esposo.

—Y que tenemos visitas —se burló nuevamente Robb acariciando la espalda sudorosa de su esposa. Gyda río por aquellas palabras.

—Es comprensible, hace meses que no estábamos así —explicó Gyda el porqué de sus altos gemidos. La hija de Ragnar estuvo a segundos de preguntar si él había estado con alguna prostituta en los meses de gestación, pero evitó arruinar el momento.

Quizás se lo preguntaría al día siguiente.

Gyda podría esperar que Robb no la amara, pero jamás una infidelidad por parte de él. El respeto era lo primero para ella en un matrimonio. 

En la mañana siguiente Gyda aun sentía su entrepierna pegajosa por el líquido de su esposo. Estiró su mano en la cama en busca de Robb, pero no lo encontró. La esposa de Robb levantó su cabeza con rapidez, su esposo jamás salía de la habitación sin despedirse de ella.

—Estoy aquí —musito Robb quien se vestía con su traje de caza—. Saldré de caza con mi padre y el Rey.

—Pero yo soy mejor presa —insinuó Gyda para quitar los abrigos de la cama para mostrar su desnudez.

—Solo eres mi presa —masculló a su esposo para acercarse a ella y besarla lentamente. Gyda metió su lengua a la boca de su esposo buscando su deseo. Llevó su mano a la entrepierna de Robb para sentir como su pene empezaba a endurecerse—. Gyda... —masculló con voz ronca Robb Stark. Su esposa estaba llena de deseo.

—Te estaré esperando —admitió Gyda mirando los labios de su esposo. Quería sentirlo nuevamente dentro de ella.

Gyda no quiso levantarse inmediatamente. Su pereza era más grande y con Viento gris entre sus piernas se volvió a quedar dormida, hasta que los aullidos del lobo la despertaron. Gyda se despertó con su corazón latiendo con rapidez, pero algo en el aullido del lobo inició su preocupación. Se vistió con rapidez, para salir junto al lobo que aún aullaba fuertemente. Al momento de salir escucho los aullidos de los lobos de Sansa,Arya, Rickon y fantasma. Sus dueños estaban a su lado.

—¿Qué sucede? —preguntó Sansa llegando al lado de su cuñada. La cual miraba a los hermanos con su ceño fruncido.

—Falta Bran. —Gyda busco a Jon con la mirada el cual siguió a Fantasma entre los caminos de Invernalia. Se movieron en conjunto siguiendo a los lobos, hasta que divisaron un pequeño cuerpo en el frío césped.

—¡BRAN! —El grito que imitio Arya alertó a Gyda. La hija de Lagertha junto a Jon Snow corrieron en busca de Bran. Los lobos empezaron a aullar junto al lobo de Bran fuertemente logrando estremecer a los hermanos Stark. Gyda se arrodilló al lado de Bran y acercó su oído para comprobar si el pequeño respiraba o no.

—Arya, busca a Eira y al maestre Luwin. —Gyda escuchó la leve respiración del pequeño Stark—. Arya, muévete —le indico severamente a la pequeña guerrera que no reaccionaba ante la urgencia del momento.

—¿Qué digo? —preguntó Arya con lágrimas en sus ojos.

—La verdad —respondió simplemente—. ¡Ve! —bramo eufórica Gyda para despertar a la pequeña de su shock.

—Bran, bran... —Jon zamarreo con suavidad el pequeño cuerpo de Bran, pero no respondía—. ¿Qué hacemos? —preguntó Jon a Gyda, era la primera vez de meses que la tenía tan cerca, pero la situación no provocaba algún sentimiento de amor o deseo entre ellos.

—Esperar —sentenció la esposa de Robb tratando de mantener la calma, pero entre los aullidos de los lobos y los llantos de Sansa y Rickon era casi imposible.

La espera fue larga y dolorosa. Gyda no quiso tocar a Bran con miedo de provocar más daño de lo que había producido la caída. La hija de Lagertha comprobaba cada segundo la respiración del pequeño. Debía vivir.

—El nunca cae —murmuró Jon mirando el cuerpo de su medio hermano. Gyda enfocó la mirada en Jon y luego en la torre que estaba al frente de ellos. Una pequeña ventana se observaba en la torre, pero nadie se asomaba por el lugar. El pequeño había estado solo, o eso esperaba Gyda Stark. ¿Quién sería capaz de hacer daño a un niño noble? 







________________~⚜~____________

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro