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VII






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Gyda se había levantado en la madrugada para preparar sus cosas para el viaje. El comité de abanderados se unieron con rapidez al avanzar los días. El viaje iba a transcurrir con la familia completa de Ragnar, los vasallos Forrest y casas pequeñas que quedaban a la cercanía de Invernalia.

Ned Stark había decidido viajar con rapidez a las Islas de sal.

La hija de Ragnar fue en busca de la pequeña Arya, la entrenaba cada día desde los combates hasta la forma de comportarse delante de sus padres. Deseaba que aquella niña que le recordaba sus ansias de conocer al mundo, fuera capaz de defenderse por sí sola en cualquier ámbito.

—Arya. –Gyda llamó a la puerta fuertemente para despertarla con un sobresalto. La pequeña abrió con rapidez la puerta con una sonrisa en su rostro esperando las órdenes de su maestra—. Vístete y te espero en el campo de entrenamiento.

—Si —respondió Arya con rapidez para empezar a vestirse.

La pequeña Stark se entusiasmaba con cualquier orden que proviniera de la hija de Ragnar, era su ejemplo a seguir. Gyda esperó por pocos minutos a la pequeña hasta que llegó con su vestimenta común para los días, un pantalón y una camiseta que se le habían entregado para los entrenamientos.

—Estoy lista —le dijo la pequeña al momento de llegar a su lado.

—Empecemos. —Gyda tomó su espada de madera que utilizaba para los entrenamientos básicos con la pequeña. Arya escuchaba atentamente cada palabra que le indicaba su maestra. Cómo tomar la espada, como mantener su brazo en alto y como posicionar sus piernas en cada estocada. Entrenaron hasta que las manos de la pequeña empezaron a doler—. Basta. Terminamos.

—No. Quiero más —le indicó Arya con su ceño fruncido, ella podía aguantar un poco de dolor. Aunque Gyda sabía que la pequeña podía mucho más, no quería enfurecer a Lady Stark. Porque a pesar de no ser una mujer agradable para los ojos de Gyda, aquella mujer era la madre de Arya.

—Entrenarás todos los días a estas horas en mi ausencia —le indico Gyda ignorando las palabras de la pequeña—. Tu madre evitará que entrenes. Obedecerás lo que ella te diga. —Gyda se dio vuelta para mirarla atentamente—. No querrás que tu madre convence a Lord Stark de anular los entrenamientos.

Arya rápidamente negó con su cabeza.

—Obedeceré a mi madre –respondió con entusiasmo a Gyda.

—Bien. —La hija de Ragnar se acercó para desordenar el cabello de Arya—. Serás una gran guerrera pequeña Stark, ahora ve a tu a habitación, bañate y alístate para despedir a tu padre.

Arya la obedeció con rapidez, aquella niña era feliz siguiendo a Gyda Ragnarsson.

—Mi hermana realmente te admira. —La voz de Robb Stark interrumpió su silencio. Vio cómo el cuerpo de Robb salía en la oscuridad para ser visible ante sus ojos—. Eres una gran guerrera.

—Gracias —le respondió Gyda mientras guardaba las espadas de madera que habían utilizado—. Lamento que no vengas con nosotros.

—¿En realidad lo lamentas? —le preguntó Robb mientras se acercaba lentamente a su prometida.

—Hubiera sido una buena instancia para verte luchar —le respondió Gyda mientras miraba cómo el pequeño Lord se acercaba hacia ella.

—Eso podremos solucionarlo —anunció Robb mientras agarraba la espada de madera que habían utilizado hace unos minutos atrás aquellas mujeres. Gyda levantó su ceja sorprendida por el gesto de su prometido, pero luego su sonrisa amplia se presentó en su rostro.

—¿Qué sucede si soy la ganadora? —le preguntó Gyda seductoramente mientras tomaba la otra espada de madera para posicionarse al frente de él.

—Eres libre de decidir de quieres de premio —le respondió Robb sin pestañear. Aquella mujer era despampanante—. ¿Y qué sucede si por el favor de los dioses resultó ser el ganador?

—Podrías besarme —le respondió Gyda segura de sus palabras—. En cualquier lugar que desees. —La sonrisa de su prometido se ancho por su rostro para dar el primer movimiento con su espada. Aquel gesto sorprendió a Gyda, no era un acto caballeroso de su prometido.

—No dije que sería gentil —le comento Robb mientras daba el siguiente movimiento, pero Gyda lo esquivó con rapidez. Y así ocurrió por unos segundos. Robb arremetía su espada contra Gyda mientras ella lo esquivaba con gran velocidad—. Huyes...

—No quiero dañarte —le contestó con burla Gyda mientras lo esquivaba nuevamente. La sonrisa de Robb se esfumaba cuando pasaban los segundos. Su ceño empezó a lucir en su rostro. Aquel ceño que le gustaba a Gyda. Con unos movimientos más Gyda desarmó a Robb con facilidad—. Tienes buenos movimientos mi señor, pero debes ponerlo en práctica —le comento mientras se alejaba a guardar la espada.

—Usted tiene práctica por ambos. —Gyda no supo cómo aceptar aquellas palabras. No pudo reconocer si era un elogio o un desprecio hacia su alma de guerrera—. Eres libre de elegir su premio, pero que quede claro que mi hermano Jon no está dentro de este juego —comentó con enojo su prometido en busca de cabrear a Gyda.

—Lastima —le respondió Gyda con llanto fingido, pero luego sonrió delante de él—. No soy virgen mi señor Stark, he fornicado con hombres. —Robb se quedó en silencio mirándola sin parpadear—. El premio es la verdad Robb.

—¿La verdad? — Robb frunció el ceño confundido.

—Deseo casarme contigo, pero con mis verdades. No sé qué mentiras le habrá dicho mi padre al tuyo. —Gyda se encogió de hombro quitándole importancia a esa información—. Pero deseo ser sincera con mi futuro esposo.

—Si desearas casarte conmigo no dirias aquello —le respondió Robb con frialdad. Gyda empezó acercarse hasta quedar a unos centímetros del rostro de su prometido.

—No soy como otras mujeres. No deseo el amor entre nosotros, pero prefiero que haya respeto y sinceridad. —Gyda trató de hablar con la sinceridad que la caracterizaba—. Esa es mi verdad, es mi historia. Y no cambiará cuando sea tu esposa, y no cambiará en nuestro lecho. Prefiero que sepas esta verdad ahora, que en el momento que consumamos el matrimonio.

Gyda había esperado otra reacción de Robb Stark, que saliera furioso e indignado por sus palabras o que fuera incluso capaz de abofetearla. Pero el movimiento que realizo a continuación la descoloco. Robb no quiso besarla, pero el tenerla tan cerca en soledad fue el momento exacto para tocar sus labios. No le interesaba que no fuera virgen, porque él no lo era. Pero en el profundo de su corazón deseaba ganarse el amor de Gyda, quería en su mente sucia y pervertida ser capaz de domar a esa mujer.

El beso de Robb fue lento casi pidiendo permiso de aquel gesto. Gyda no pudo rechazar el beso de un hombre, iba en contra de la naturaleza del nombre de su casa. Ella adoraba a los hombres, que eran capaces de hacer todo por la mujer que deseaban y a Gyda le encantaba llevarlos al límite. La lengua de Robb se movió con lentitud mientras las manos de su prometido tomaban su cintura con delicadeza. El beso con los segundos se fue haciendo más rápido, más lleno de pasión y deseo escondido. Gyda puso sus manos detrás del cuello de su prometido para profundizar aún más su beso. Se besaron por varios segundos hasta que los pequeños rayos de sol empezaron a alumbrar Invernalia. Al separarse los futuros esposos se miraron con cariño, fue un beso de aceptación y a la vez un beso de despedida.

Gyda debía prepararse para salir de Invernalia.

La hija de Ragnar se encaminó con lentitud por los pasillos del castillo de Invernalia, escuchaba como los sirvientes empezaron a preparar las cosas para el desayuno y como los guerreros se preparaban para viajar a las Islas del Hierro. Gyda llegó a la puerta que planeaba, tocó dos veces hasta que su cuñada Eira abrió la puerta.

—¿Puedo pasar? —Eira asintió con su cabeza y se movió para darle el espacio para que entrara.

—Hermana. —Ubbe la saludo al momento que Gyda entró a su habitación.

La única mujer entre los hermanos Ragnarsson se sentó en la cama donde su hermano y su amiga comparten sus noches. Observó como ellos ordenaban sus cosas para partir de viaje. Ubbe ordenaba su vestimenta y las armas que utilizaba y Eira empezó a guardar las hierbas que utilizaba en un campamento de guerra.

—¿Tienes Té de la luna? —Al mencionarlo los esposos se quedaron mirando a Gyda mientras ella colocaba sus ojos en blanco por la acción de ambos—. ¿Por qué se sorprenden?

—Nos sorprende que lo hayas perdido tan tarde —le contestó su hermano mientras ambos se reían por las palabras dichas.

—Te preparare el Té de inmediato antes que haya más ojos alrededor —comentó Eira al momento de salir de la habitación con rapidez.

—¿El bastardo fue difícil? —le preguntó su hermano al momento de quedarse solos. Gyda dudo en decir la verdad, pero era sincera con sus hermanos. Ellos la protegían de todo y jamás les causaron daño alguno.

—Él no desea darle a un hijo la desdicha de ser un bastardo —le comento Gyda a su hermano mientras él se sentaba a su lado—. A pesar de ser hijo del guardián del norte, su vida ha carecido de afecto.

—Pero existe el Te de la luna —comentó Ubbe con su ceño fruncido al no comprender el acto de Jon Snow.

—No sabía del Té —respondió Gyda para aclarar la duda de Ubbe, pero el ceño de su hermano se entonó aún más—. Era virgen. —Ubbe se quedó en silencio mirando a su hermana para determinar si reírse de la mentira, pero al ver sus ojos se percató de la sinceridad de sus palabras.

—Eres una pervertida hermana, quitando las virginidades de los hombres. —La risa de su hermano resonaba por la habitación. Gyda no pudo evitar reírse de igual manera, era la primera vez que le quitaba la virginidad a un hombre.

—Sus risas se escuchan hasta en el pasillo —le indico Eira cuando entró a la habitación con su ceño fruncido—. Traje el agua hirviendo.

La curandera lo colocó en la mesa mientras sacaba los ingredientes para empezar a prepararlo. La esposa de Ubbe sacó la flor del tanaceto, menta, ajenjo, una cucharada de miel y una gota de menta poleo. Ambos Ragnarsson la miraban embelesados con los movimientos que realizaba la mujer. - Tomatelo.

—Gracias mi querida amiga –le agradeció Gyda al beberse todo el contenido de la taza sin importarle lo caliente que estaba.

—Llevaré los ingredientes al viaje.

Las mujeres se miraron para luego sonreír, ambas sabían que Gyda Ragnarsson bebería bastante Te de la luna durante la travesía.

Gyda se acercó a Rob para despedirse lo hizo con lentitud, casi avergonzada de las miradas de los demás. La hija de Ragnar llegó donde su prometido sin decir palabra alguna, pero en aquella ocasión las palabras sobraban.

—Que tengas un buen viaje mi señora, espero que llegue con vida —le comentó Robb entre su seriedad que lo caracterizaba.

—Espero lo mismo —le respondió mientras su promedio tomaba su mano para depositar un beso en ella. Un gesto romántico entre ellos—. Adiós Robb.

—Adiós Gyda —respondió su prometido mientras veía como se alejaba.

Admiro como aquella mujer se subía al caballo con rapidez y gracia. Era una combinación extraña para él. El deseaba protegerla, pero sabía que la mujer era capaz de protegerse por sí sola. Robb observó cómo su pequeña hermana se acercaba a su futura esposa.

—Adiós Gyda, por favor vuelve —le suplico con ojos de añoranza. Gyda era la única mujer que la entendía.

—Siempre pequeña Arya, entrena todos los días y obedece a tu madre —le dijo mientras veían ambos como se alejaba la futura señora Stark.


El viaje transcurrió con rapidez cabalgaron todos, no había carruaje que provocaría la lentitud de la travesía. El guardián del norte deseaba llegar en dos días a Pyke. A Gyda le desconcertó la decisión de mantener a Theon en Invernalia por su protección o quizás para mantenerlo como prisionero en caso de que la disputa con los hombres de hierro no resultara beneficioso para los Stark.

Cabalgaron durante todo el día sin detenerse para alimentarse ni beber. Debían llegar lo más pronto posible para embarcarse en los barcos para llegar a las islas. Iban a ser dos barcos que iban a trasladar el ejército de Ned Stark. Un ejército pequeño, pero constituido con los mejores guerreros del norte.

El sol empezaba a esconderse entregando los últimos rayos de luz para encontrar un refugio entre el bosque. Ragnar Ragnarsson le había comentado a Gyda de que estaban cerca de Foso Callin. La hija de Ragnar desconocía todo el lugar, ella conocía a la perfección los caminos más allá del muro, pero los caminos y las ciudades sureñas era un total enigma para ella. Con lentitud entraron a las ruinas de Foso Callin, era un lugar hermoso dentro de su extinción. Algunas partes de sus castillos se mantenían intactos, dando una sensación de que aún habitaban personas en el lugar.

—Los hijos del bosque utilizaron este lugar para luchar contra los primeros hombres. —Jon Snow se acercó en su caballo al lado de Gyda. La que miraban con atención cada detalle del lugar—. El primer castillo que vimos se llamaba la Torre de la Entrada.

—Un ingenioso nombre. —Se burló Gyda, la cual provocó una pequeña sonrisa en el bastardo.

—El castillo más alto. —Jon apuntó el castillo que estaba a unos kilómetros de ellos—. Se llama la Torre de los Niños y la Torre del borracho. Está ubicado en el pantano.

—¿Por qué este lugar no ha sido ocupado? —Gyda le preguntó sin entender porqué un lugar tan central estaba sin habitantes.

–Solo se ha ocupado estratégicamente. La casa Reed protege este lugar junto con los Lacustres. —La voz de Ned Stark apareció entre ellos. Jon Snow inmediatamente se silencio ante la presencia de su padre.

—Solo para defenderse de un ejército del Sur. —Gyda habló mirando alrededor mirando a sus hermanos quienes se estaban asentando—. Para entrar está prácticamente abierto el lugar. —Ned Asintió mirándola atentamente. No estaba acostumbrado a que una mujer fuera experta en las artes de las guerras. En cierto modo la hija de Ragnar le recordaba a su hermana fallecida—. ¿Dónde están los Lacustres?

—No tardaran en aparecer —le comentó Ned Stark para alejarse de ella y acercarse a sus abanderados—. Vamos Jon.

Ned llamó a su hijo al ver como los ojos de Jon se enfocan en la prometida de su hijo mayor. Gyda miró como Jon se alejaba de ella para acompañar a su padre, no pudo evitar mirar el trasero del bastardo.

—Excelente retaguardia. —Gyda sonrió ante el comentario de Eira, quien se acercaba a su lado—. Vamos a sentarnos para alimentarnos y dormir un poco.

Gyda sonrió con cariño hacia su amiga, agradecida por la preocupación.

Ubbe Ragnarsson realizó una fogata para empezar a cocinar los animales que había cazado Hvitserk durante el trayecto. Gyda llamó a su madre la cual estaba con sus escuderas para empezar a juntarse a comer, beber y celebrar la pronta batalla que se acercaba. Los vasallos se empezaron a reunir con la casa Ragnarsson al sentirse atraídos por la alegría de los guerreros. Al transcurrir las horas Gyda encontró la oportunidad de estar al lado de Jon que estaba sentado mirando atentamente al fuego que estaba en el medio del asentamiento provisorio que habían establecido.

—¿Está bien? —le preguntó Gyda al percatarse que Jon estaba sumido en sus pensamientos.

—Este es su ambiente —le hablo a Jon aun mirando al fuego. Gyda frunció su ceño tratando de entender las palabras del bastardo—. Eres una mujer admirable.

—Y aun no me has visto en plena acción querido Jon. — Gyda sonrió ante las palabras del bastardo—. No podrás olvidarte de mis movimientos con facilidad.

—He comprobado sus movimientos. —Jon dio una pequeña sonrisa quitando la mirada del fuego para colocarla en la bella escudera que estaba a su lado y a la que aún no podía quitar de su mente. Jon recordaba a la perfección cada detalle y cada movimiento que sucedió cuando perdió su virginidad con la prometida de su hermano.

—Estaré acampando un poco alejada del asentamiento... te esperaré en la noche —le anunció Gyda con tranquilidad mientras lo miraba. Jon de forma inmediata busco a su padre con la mirada, que estaba posando sus ojos en ellos.

—Es peligroso Gyda —le respondió Jon quitando la mirada a su padre para enfocarse en el fuego.

—Si no vienes, iré yo a visitarte en la noche Jon —le indico Gyda para levantarse y acercarse con una sonrisa donde estaba su madre. El bastardo de Ned quitó la mirada al fuego para ver como Gyda se alejaba para llegar donde su madre. Esas dos mujeres eran increíblemente admirables. Jon no quería acercarse aún más en la hija de Lagertha, pero la mujer ejercía un control sobre que el que provocaba que obedeciera cada orden de parte de ella. 

Los hombres comieron y bebieron durante horas hasta que llegó el momento de descansar. Ned planeo arqueros para realizar guardias durante la noche. Aunque en el norte no estaban en guerra, el guardián del norte debía ser precavido en lo que duraba la travesía.

El silencio se hizo presente indicando el momento para que la hija de Ragnar saliera de su carpa en busca de Jon, pero antes de salir el cuerpo de Jon entró con rapidez al pequeño lugar.

—Viniste. –Hablo Gyda sorprendida al ver a Jon.

—Los guardias iban a ser capaz de ver su brillante cabello —le respondió Jon mientras trataba de mantenerse frío delante de la mujer. Debía controlar sus impulsos.

—¿Es la única razón? —le pregunto Gyda mientras empezaba a sacar el vestido de dormir que se había colocado para sacarse la pesada armadura. Jon no respondió, no pudo responder. Al ver por segunda vez el cuerpo desnudo de Gyda, la excitación apareció con rapidez. Sintió como su virilidad empezaba a colocarse erecto de tan solo imaginar entrar en la cavidad de la mujer.

—Es peligroso. —Pudo musitar Jon con dificultad.

Era cierto sus palabras, era peligroso hacer el amor con ella, pero lo iba a ser aquí, en Invernalia o en cualquier lugar de los sietes reinos. Gyda se recostó en las pieles que había tendido en el suelo para abrir sus piernas para que Jon viera sus intimidad en plenitud.

—Al demonio. —Hablo Jon para bajar su pantalones y dejar suelto su pene.

—Ven Jon. —Gyda lo llamó suavemente para que se recostara encima de ella. Jon quiso hacerlo con rapidez, pero su cuerpo reaccionó de forma lenta. Él quería aprovechar cada centímetro del cuerpo de la escudera. Los labios de Jon se posaron en los de Gyda besándola con deseo y desesperación. Quería sentirse dentro de ella nuevamente.

—Oh Gyda. –Jon suspiro el nombre de la hija de Ragnar sin ser capaz de contenerlo.

El bastardo no era capaz de contener sus impulsos. La lengua de ambos recorría la boca del otro sin descanso, ambos disfrutando el pequeño momento que tenían juntos, sin guardián del norte y sin Ragnar Ragnarsson que los juzgaran. Gyda abrió aún más sus piernas indicando que estaba preparado para sentirlo nuevamente, pero Jon empezó a bajar sus besos hasta sus pechos para besarlos, succionar y lamer cada centímetro de ellos. Gyda arqueaba su espalda por el fuego que sentía en su entrepierna. Los besos del bastardo empezaron a descender con lentitud.

—¿Puedo? —preguntó Jon vacilando en lo que iba hacer.

—Si, Pero con lentitud Jon e introduce tus dedos mientras me besas ahí. —Gyda le dictó unas órdenes de cómo le gustaba aquel acto.

Jon no pudo evitar sonreír por las palabras de la mujer, incluso en estos actos era capaz de liderar. El bastardo bajo besando el vientre de Gyda para llegar a su vagina, era la primera vez que veía una de cerca. Los vellos rubios de Gyda decoraban alrededor mientras sus labios vaginales eran de un color rosa pálido. La lengua de Jon recorrió la longitud de la cavidad de Gyda, acostumbrándose al sabor que llegó a su boca. Era una combinación entre ácido y dulce.

—Oh Jon. —Gemio Gyda al momento de sentir los dedos de Jon introducirse en su vagina, mientra su lengua empezaba a lamer con movimientos circulares alrededor de su clítoris.

Gyda perdió el control del tiempo en el momento que Jon lamia su cavidad, porque a pesar de casta experiencia del bastardo movía su lengua conforme a los deseos de ella. Era como si fuera capaz de detectar la manera que le gustaba como la follaban.

Jon nunca había probado algo tan delicioso como el sabor de Gyda, era incluso mejor que el licor y la cerveza que había degustado en Invernalia. Y probo... probo con determinación. Quería que Gyda gritara su nombre de placer, quería beber todos los días los líquidos de ella. Jon se levantó al momento que su lengua se había cansado del movimiento, al levantarse se percató del rostro sonrojado y transpirado de Gyda. Esa imagen le quedaría grabado en su mente para siempre.

—Te necesito Jon —le murmuró Gyda con voz baja mirando su pene. Jon sin vacilar se introdujo nuevamente a Gyda, gimieron al sentirse nuevamente. Jon se movió con rapidez, el deseo que sentía lo estaba descontrolando. Gyda clavó sus uñas en la espalda de Jon cuando empezó a sentir que su orgasmo empezaba a llegar. La escudera quiso gritar, pero Jon lo impidió colocando su mano en la boca de ella. Aquel gesto excitó aún más a Gyda, apresurando la llegada de su orgasmo. Jon terminó al mismo momento que la escudera terminando dentro de ella con un ronco gemido.

—Me callaste —le comentó Gyda mientras Jon se recostaba en el abdomen de ella para descansar del acto.

—Lo siento —se disculpó Jon sin moverse.

—No te disculpes, me gusto —le apunto Gyda mientras cerraba sus ojos para entrar en un sueño profundo. Jon no tardó en seguirla, el cansancio se hizo presente en su cuerpo.



—Hermana... Jon. Es momento de que se levanten. —Gyda abrió sus ojos al momento de escuchar a su hermano Ivar, quien estaba en el suelo arrastrándose hacia ellos—. No creo que Ned Stark celebre esta unión. —Jon se levantó con rapidez, sintiendo como la culpa y la vergüenza se apoderaban de su cuerpo.

—Vístete Jon. Haré lo mismo —ordenó Gyda con tranquilidad mientras se levantaba para empezar a vestirse.

—Excelente retaguardia Jon Snow —comentó Ivar con burla mientras Jon se vestía para salir con rapidez de la carpa de la prometida de su hermano—. Escuche cada uno de tus gemidos Gyda, eres sigilosa en batalla, pero para follar eres escandalosa —le reprocho a su hermano menor por su falta.

—El único que está atento a esos sonidos eres tú, Ivar el pervertido. –Ivar se sentó mientras evitaba mirar a su hermana vestirse.

—Eira es silenciosa, Madre también. —Gyda no pudo evitar realizar un gesto de asco ante aquellas palabras. No le gustaba la imagen de su padre con Lady Aslaug, le agradeció a los dioses que ella había decidido quedarse en Invernalia.

—¿Escuchas a tu madre?... Eres un total pervertido dulce hermano —le comentó Gyda mientras reía por sus palabras. Ivar Ragnarsson era el hombre más extraño que existía en los sietes reinos, pero lo adoraba y lo amaba incluso más que su hermano Bjorn. El único que compartía la totalidad de los genes.

—Vamos a comer algo para cabalgar hasta Varamar. —Ivar salió de la carpa de su hermana con una sonrisa mientras se arrastraba para acercarse a levantar a sus demás hermanos. Gyda sabía que Varamar era el asentamiento de la Casa Mallister y que estaba cerca de las Islas de Hierro, pero era la única información que poseía. Se alistó y salió con rapidez. No busco a Jon con su mirada, deseo dejarlo en tranquilidad, porque estaba segura que aquel bastardo estaba con la culpa por su acto.

El día transcurrió con rapidez, cabalgaron sin parar hasta llegar a Varamar. La casa Mallister abrió sus puertas al momento de ver al pequeño ejército del norte llegar a su castillo. Fueron recibidos por Jason Mallister, el cual proporcionó los dos barcos que iban a transportar a los hombres y mujeres. El señor de la casa Mallister estaba entusiasmado por la idea de ir a matar a los hombres de hierro, aborrecía a cada uno de ellos. Eran hombres indolentes, malvados y carecían de honor en sus batallas.

Gyda veía como las velas de los barcos flameaban. Eran pocas veces las que se habían alistado para un barco. No quería demostrar miedo, pero respetaba el mar como respetaba a su Padre. La hija de Ragnar se percató de que Ned Stark se posicionaba a su lado.

—Me he fijado en las miradas que tienes con mi hijo Jon. —Ned habló con voz baja—. Quiero destruir el compromiso que tienes con mi hijo, pero tu padre me tiene en sus manos. —Gyda levantó su ceja al escucharlo. No era porque Ned habría descubierto parcialmente la verdad, era porque su padre tenía información del Guardián del norte que lo comprometía—. No traigas discordia entre mis hijos, porque seré capaz de eliminar la casa Ragnarsson.

—No podrías hacerlo ni en cien años Ned Stark. —Gyda se dio vuelta para posicionarse al frente de su suegro—. Deje que sus hijos se conviertan en hombres, ellos toman sus propias decisiones.

—Son mis hijos —le dijo Ned con su ceño fruncido.

—Debió preocuparse de Jon cuando su esposa abatió su autoestima. Convirtiéndolo en un hombre triste. —Gyda levantó su voz al dejar que su enojo controlara su cuerpo—. Solo estoy ayudando a Jon, debería agradecerme, que alguien fue capaz de demostrarle lo que realmente Es, Un hombre y no un maldito bastardo.

—Gyda. —La voz de Lagertha la desconcertó del momento. Miró a su madre que la esperaba para embarcar.

—No me interesa lo que tiene usted y mi padre, pero no vuelva a hablarme de esa manera mi señor—. Gyda volvió a mirar a Ned. —Soy una mujer libre, al igual que sus adorados hijos.

Gyda se movió para encaminarse junto a su madre sin despedirse de Ned Stark. Al llegar a su lado Lagertha se percató de su ceño fruncido y de su enojo.

—¿Qué sucedió? —le preguntó Lagertha a su hija.

—Ragnar sabe algo del guardián del norte. Y lo está utilizando para concretar el compromiso —le sincero Gyda a su madre, ambas se quedaron en silencio buscando respuestas en sus mentes.

¿Cuál era la verdad que Ragnar Ragnarsson sabía de Ned Stark?










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