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III


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Gyda Ragnarsson al llegar al banquete posó su mirada en el joven Stark, solo que era el Stark equivocado. Jon Snow había llamado la atención de la bella guerrera de Kattegat. Quizás fue por su mirada de misterio, o por la incomodidad que presentaba al estar en la mesa principal. Gyda sabía que Jon Snow, era un bastardo, pero eso no era un problema para ella, eso elevo aun mas su interés.

—Lady Ingstad, es un honor verla nuevamente. —Lord Stark se levantó para saludar a la primera esposa de Ragnar Ragnarsson. Y todos los hombres se levantaron cuando Lord de Invernalia lo hizo.

—El honor es mío Eddard. —Lagertha saludo al hombre con un abrazo amistoso. Gyda recordaba las historias contadas de la Rebelión de Robert, sabía que su madre había luchado con gran coraje en las batallas. Provocando que su nombre resonará a lo largo de los sietes reinos—. Ragnar ha venido a hablar del futuro de mi hija, debía venir —le comentó mientras miraba al padre de Gyda.

Ragnar rodó los ojos al escucharla, hubiera preferido la ausencia de ella. Su segunda esposa Aslaug, era una mujer con la educación de una Lady, mientras que Lagertha, era una mujer guerrera, que no se callaba con facilidad y que defendía su opinión ante cualquier hombre.

—Lord Stark. —Gyda llamó la atención del señor de la casa—. Es un honor estar aquí en Invernalia. —Realizó una leve reverencia ante él, demostrando cortesía y seguridad en ella. Gyda sentía las miradas sobre ella, sabía que llamaba la atención con su vestimenta y su cabello, Pero al viajar por el norte siempre era peligroso. Y sus padres siempre le enseñaron a estar armada.

—Eres la combinación perfecta entre tu padre y tu madre. —Lord Stark elogió a Gyda con una pequeña sonrisa, ella le devolvió el gesto.

—Ella es Eira, la esposa de mi hermano Ubbe. —Gyda presentó a su cuñada con una sonrisa. Eira realizó una hermosa reverencia ante el Lord de Invernalia.

—Es un honor Lady Eira. —Le devolvió el saludo Lord Stark—. Me gustaría presentarle a mi familia... Mi esposa Lady Stark. —La mujer de Eddard se acercó seriamente al lado de su esposo. Su cabello pelirrojo resaltaba en el lugar. Las mujeres del extremo norte realizaron una leve inclinación en su cabeza en modo de saludo—. Mis hijos; Rickon, Bran, Arya, Sansa, Jon y Robb mi hijo mayor.

Gyda miró a cada uno de ellos con una sonrisa, si todo salía bien, ellos se convertirían en su familia. Arya, la hija menor, las miraba con fascinación. Gyda pudo observar en sus ojos, que tenía el alma de una guerrera.

—Deben tener hambre... Por favor, adelante. —Lady Stark habló adecuadamente para integrarlas al banquete. Eira se juntó con su esposo, Lagertha se sentó al lado de su hijo mayor Bjorn y Gyda tomó la decisión de sentarse al lado de su futuro esposo. Atrayendo la mirada de todos del banquete.

—Me gustaría disfrutar de su compañía en este banquete. —El joven lord la miró sorprendido, aquella mujer que estaba delante de él era una de las más hermosas que había visto en su corta vida.

El joven Lord se movió para provocar un espacio entre él y su hermano Jon. Gyda quedó en el medio de los dos mayores Stark. Gyda notaba el nerviosismo de ambos, algo que la enterneció. Gyda tenía varias experiencias con hombres y una mujer en el ámbito sexual y sensual. Ella no dudaba de su capacidad de seducción y de batalla.

—Su hermana menor es una guerrera. —Gyda empezó hablar de lo más obvio que estaba presente en el banquete, los hermanos miraron con el ceño fruncido, confundidos como aquella mujer sabía tal información—. Ella mira a mi madre como si hubiera visto un dragón. —Los hermanos miraron a su hermana para luego reír, los ojos de Arya eran de fascinación. Gyda se unió a aquella risa, unas de las primeras que iban a compartir.


Al siguiente día Gyda se levantó temprano, quería conocer aquel Reino tan nombrado en las historias de los sietes reinos. Pensó en despertar a su madre, o a su hermano mayor para solicitar su compañía, pero prefirió realizar aquel viaje en soledad.

Salió del castillo con un vestido azul delgado, debía reconocer que el frío de Invernalia no era como en su hogar. Gyda sentía calor en aquella ciudad. Los comerciantes la miraban con extrañeza e incredulidad, no podían entender como una Lady estaba sola en esos lugares. Pero lo que no sabían aquellos comerciantes, es que Gyda Ragnarsson no necesitaba la compañía de ningún hombre o mujer.

Gyda se encaminó de vuelta al castillo principal, luego de su paseo, pero antes de entrar pudo observar cómo los jóvenes Stark estaban practicando arquería. Gyda se quedó atrás observando los movimientos de los hombres. Escuchaba la risa de los hermanos mayores, por el intento de su hermano Bran para aprender a manejar el arma. La hija de Ragnar observaba fijamente a Jon Snow, algo en él, provocaba que Gyda quisiera saber más del hijo bastardo de Eddard Stark.

—Estás mirando al Stark equivocado. —Su amiga Eira llegó a su lado sigilosamente. Iba reprochar sus palabras, pero sabía que Eira no creería en sus palabras.

—Quizás pueda casarme con el mayor, pero entretenerme con el otro. — Gyda soltó esas palabras con diversión. Eira río junto a ella.

—Serías afortunada. Son atractivos ambos.

Eira se quedó mirando a los Stark, hasta que ambos se percataron de las miradas de las mujeres de Kattegat. Robb realizó una pequeña reverencia al mirarla, mientras que Snow simplemente la miró, sin ninguna emoción reflejada. 



Gyda espero que terminará el día para acercarse al bastardo. Le indicaron que debía ir a bordar con las jóvenes Stark, pero antes la idea Gyda se negó rotundamente. Bordar era innecesario ante el frío, saber tejer era lo primordial. Y era lo que su madre Lagertha le había enseñado.

Lady Ragnarsson se encaminó en busca del bastardo, paseando por los alrededores tratando de no llamar la atención. Hasta que su objetivo fue hallado. Jon estaba cepillando a un caballo, ambos se miraron por un momento hasta que el joven bastardo desvió su mirada. Gyda sonrió ante la timidez del joven.

—Jon Snow. —Gyda se acercó para quedar al frente del caballo para acariciarlo.

—Lady Ragnarsson.

Gyda volteó los ojos al escucharlo, no estaba familiarizada con esas palabras. En Kattegat la llamaban Gyda, la hija de Ragnar o La gran Escudera.

—Solo dime Gyda. —Jon dejó de cepillar el caballo para mirarla. Definitivamente Gyda Ragnarsson era una mujer peculiar—. Me gustaría pasar tiempo contigo —le declaró Gyda con sinceridad.

—Yo no soy su prometido —puntualizó el joven Jon confundido por las palabras de la mujer—. Y no creo que quiera la compañía de un bastardo.

—¿Quién te ha hecho creer que ser un Bastardo está mal? —le preguntó Gyda confundida por las palabras de Jon—. En la larga noche no va a importar que seas un bastardo, todos vamos a morir de la misma forma. —Gyda se empezó acercar al bastardo con la finalidad de besarlo.

—Gyda. —Escucho la voz de su padre, la cual detuvo su acción—. Ven ahora. —Ragnar espero que Gyda acotara su orden.

—El invierno se acerca apuesto Jon. Y es mejor disfrutar los placeres de la vida, antes de la larga noche —le susurro Gyda para solo ser escuchado por él. Y se alejó para seguir a su padre.

—Gyda, él no es un Stark —le mencionó su padre mientras se acercaban al castillo principal—. Te casarás dentro de dos lunas llenas. El compromiso está listo... Felicitaciones.

Su padre se alejó mientras ella se había quedado estoica por la noticia, en dos lunas llenas se convertiría en un Stark, pero en su corazón sabía que el apellido Ragnarsson siempre iba resaltar en ella.














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