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Final alternativo Part 3

































𝕲𝖞𝖉𝖆 𝕽𝖆𝖌𝖓𝖆𝖗𝖘𝖘𝖔𝖓 & 𝕵𝖔𝖓 𝕾𝖓𝖔𝖜

𝙿𝚊𝚛𝚝 𝚃𝚑𝚛𝚎𝚎






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—No, no y no —bramo Gyda Ragnarsson lanzando el vaso que sostenía a la pared—. ¡No! No hay oportunidad, no he establecido relación alguna con el sur desde...—Gyda no pudo pronunciar el nombre de Robb—. Solo he mantenido el contacto con Oberyn desde la llegada de la madre de dragones.

—Es la única forma. —Trato nuevamente de persuadir a su esposa—. Mencionaste que la única forma de salvarnos era unirnos.

—Hablaba de los norteños —le aclaro Gyda con su ceño fruncido sentada en su suave colchón.

—Es la única forma —admitió Jon Snow bajando su voz. Ese tono ronco que le encantaba a su esposa—. Necesitamos a los Dragones y al acero Valyrio.

—Pedirá al norte a cambio —musito Gyda a causa del efecto de voz de Jon. Tranquilizándola—. Es lo que quiere. Ha retrasado su llegada al norte por los miles de problemas que tiene el sur, pero ella llegaría quemar Invernalia por tenerlo en su poder.

—Dicen que ella es diferente —apuntó Jon los rumores que corren en la corte norteña—. Entenderá nuestra necesidad. Y entenderá que es la única forma de sobrevivir al invierno.

—No te creerá —añadió Gyda con seguridad en sus palabras—. Nadie del sur te creerá. Se burlaran de ti.

—Debo intentarlo...—Jon Snow se sentó al lado de su esposa para entrelazar sus manos—. Debemos luchar para sobrevivir, no quiero que esto se acabe —apuntó el Rey del norte su cuerpo y el de Gyda—. No hemos tenido el tiempo suficiente.

—Podemos enviar a otra persona —sugirió Gyda girando su cabeza para enfocar su mirada con los ojos negros de su esposo—. No quiero que te vayas.

—Es la única forma —murmuró Jon—, no rechazara una oportunidad con el norte. Sea para bien o para mal.

—A los Stark no les va bien en el sur —murmuró Gyda recordando la muerte de su esposo. Y un escalofrío recorre en su columna al imaginar que ese podría ser el futuro de Jon.

—No soy un Stark —corrigió Jon a su esposa.

—La sangre de Ned Stark corre por tus venas —afirmó Gyda subiendo sus manos para posarla en el rostro de Jon—. Para mi eres un Stark. Siempre lo has sido. No hay diferencia entre un niño con apellido o sin apellido.

—Se que no existe diferencia para ti, pero aun así elegiste a mi hermano. —Aquellas palabras sorprendieron a Gyda. Aunque el tono de voz de Jon fue suave, una pequeña culpa apareció en su corazón,

—Eso fue hace bastante tiempo —expresó Gyda soltando el rostro de Jon—. El pasado no se puede cambiar, y aunque se pudiera. Robb me dio a mis hijos. No puedo imaginar otro destino.

—Lo se —señaló el Rey del norte realizando la acción de Gyda. Levantó sus manos para tomar su rostro—. Pero el apellido causa diferencia. No soy un Stark, soy un Snow. Siempre lo seré.

—¿Y crees que aquello signifique que te irá bien en el sur? —preguntó la Reina del norte sin retirar las manos de Jon de su rostro—. Es peligroso. Puede ser comida para dragon, como tantos hombres.

—Iré con Davos —precisó el Rey del norte.

—¿Y eso me debe tranquilizar?

—Estaremos bien.

—Si algo te sucede le mostraré a esa Targaryen lo que es sangre y fuego.












Gyda Ragnarsson esperó días, semanas hasta dos meses de la partida de Jon Snow. La reina se mueve por el castillo dictando órdenes para recibir a la multitud en Invernalia. Aquella orden que dio hace semanas.

Invernalia cambió de un día para otro. Una multitud de gente llegó para resguardarse en el castillo. Algo peligroso estaba en el aire, indicando que este Invierno sería el peor de todos.

Gyda espero todos los días la llegada de su esposo con Fantasma y viento gris a sus pies. Hubo noche sin dormir al imaginar que algún peligro rondara en su esposo.

Jon Snow no escribió ni esa noche, ni las siguientes. Hasta que una carta después de meses le daba unas de las peores noticias.


"El norte le jura lealtad a Daenerys Targaryen"


—Lo hizo —musito Sansa Stark sorprendida ante el pergamino que estaban en sus manos. La Reina del norte realizó una reunión con sus hermanos, sus padres, y los medios hermanos de Jon Snow.

—Ese estúpido —escupió Ivar el deshuesado.

—Ivar...—le advirtió Arya Stark tomando el mango de su espada.

—Sabes que digo la verdad Arya —indicó Ivar sin quitar su tono de voz hostil—. Le ha entregado algo que no es de él. Es de todos nosotros. Sangramos por el norte.

—Gyda perdió a su esposo por la guerra —señaló Eira la curandera aun sorprendida por la carta del Rey del norte.

—Pero ganó otro —musito Hvitserk con diversión, pero se ganó una mirada fulminante por todos sus hermanos.

—¿Qué significa? —preguntó Bjorn confundido por el pergamino de Jon Snow—. ¿Puede entregar el norte?

—Si puede —contesto Ragnar sentando en el comedor observando el fuego de la chimenea.

—Es el Rey del norte, o lo era —precisó Lagertha al lado de su ex esposo. Ambos dándose miradas cómplices.

—No, no puede. —Alzó la voz la Reina del norte en su trono—. Este es mi Reino, y el de mis hijos. Fallecieron muchos norteños para quitarnos a esos sureños de encima. No volveremos a caer en manos de ineptos gobernantes, que no conocen nuestras tierras. El entregará su corona, pero la mía seguirá en mi cabeza. —Y todos los presentes que estaban en la habitación ampliaron una sonrisa por sus rostros.

Gyda Ragnarsson era la Reina que ellos eligieron. A ella le juraron lealtad. Solo a ella.       
Nadie le quitará lo que Robb Stark le dio. Ni la madre de dragones, ni Jon Snow.











La Reina del norte sostenía una copa de hidromiel en sus manos. Una copa que observaba con detención cada detalle. Lobo y cuervos eran los detalles. Un regalo que recibió por parte del padre de Rodrik Forrester, aquel viejo que falleció hace unos meses provocando la partida de su guardia preferido.

—¿Has visto algo en el fuego? —preguntó Gyda a Melissandre, la cual estaba sentada al frente de ella en silencio. Acompañándola en su amargura.

—He visto guerra, muerte y vida —señaló Melissandre con una voz suave observando aún el fuego de la chimenea—, pero no he visto al Rey —contestó la pregunta de Gyda antes de que saliera de la boca de ella.

—Creo que no podré perdonarlo —confesó la Reina del norte a aquella bruja. Como si Melissandre fuera una amiga cercana.

—Claro que lo hará —apuntó Melisandre con seguridad—, el Rey solo busca lo mejor para el norte. Para usted, para sus sobrinos, y para el hijo que está en su vientre.

—Se equivocó —señaló Gyda llevando sus manos a su vientre. Su embarazo se había confirmado unas semanas atrás, pero la Reina prefirió callar aquella noticia—, el norte no aceptara a una sureña, ni una Targaryen. Prefiero morir antes de regalar lo que Robb consiguió. No lo perdonare.

—Lo hará. —La seguridad en la voz de Melissandre era irritante para Gyda.

—¿Por qué estás tan segura? ¿Lo viste en el fuego? —preguntó la reina, pero la bruja negó con su cabeza.

—Me perdono a mi —contesto Melissandre—, perdono mi asesinato en la hija de Stannis. —La reina arrugó su nariz, odiaba aquel tema. Un tema que provocó la primera batalla entre ella y Jon.

—No te perdone por amistad —aclaró la Reina—, resucitaste a Jon. En ese entonces te hubiera regalado el norte completo si hubieras querido—. Melissandre sonrió ante el amor que profesaba la Reina por su rey.

—Lo ama, y lo perdonará.

—No estés tan segura de aquello.

La llegada de Jon Snow a Invernalia después de cuatro meses de su partida no fue recibida con alegría. Ceños fruncidos, rostros de desconfianza hacia él y la mujer que cabalgaba a su lado. Nadie quería a sureños y a dragones por sus casas, algunas preferían morir en manos de los caminantes blancos. Y otros no sabían que era peor. Caminantes blancos o dragones.

—Sansa. —Jon Snow bajó de su cabello con rapidez al observar que el sequio para dar la bienvenida no estaba su esposa—, ¿Gyda? —Fue lo primero que pregunto.

—No está —contesto Sansa alzando su mentón a dirección del cuerpo de la madre de dragones.

—La Reina del norte fue en búsqueda de habitantes que quedaron varados en el norte —puntualizó Sansa Stark dando un paso hacia adelante para realizar una reverencia hacia la madre de dragones—, me ha ordenado darle una afectuosa bienvenida al norte Daenerys Targaryen, primera de su nombre, Reina de Meereen, y Reina de los Seis Reinos y Protectora del Reino. —La orden de Gyda Stark era dictar aquellas palabras en ese orden.

—Muchas gracias —agradeció la madre de dragones observando confundida al rostro de Jon Snow.

—Por favor Sansa, indicarle donde quedarán sus aposentos —solicitó el esposo de Gyda desapareciendo entre la multitud en busca de la curandera.

La curandera cuidaba a Magni entre sus brazos, meciéndolo de un lado a otro. Aquel niño lloraba desconsoladamente por la ausencia de su madre. Ragnar, Lagertha, Aslaug, Ubbe e incluso Ivar intentaron tranquilizarlo, pero nada servía. El niño lloraba sin descanso.

—Dámelo —pidió Jon Snow entrando a la habitación de la curandera sin golpear. El llanto de Magni se escuchaba por todo el castillo. La curandera obedeció con rapidez y con esa misma velocidad el llanto de Magni callo en los brazos del bastardo—, ¿Cuántos días lleva Gyda fuera del castillo?

—Cinco días —contestó Eira aliviada por el silencio de Magni—, está furiosa contigo.

—No me imaginaba que estuviera de otra forma —aseguró Jon Snow meciendo a su sobrino entre sus brazos. Magni empezaba a cerrar sus ojos—, ella es una buena Reina.

—Es sureña —sentenció Eira. Era lo único que importaba—, y Targaryen—. Aquello era lo segundo.

—Ella no es su padre.

—Jon. —Eira dicto el nombre de su rey con cansancio—, tu esposa perdió mucho en esa guerra. Yo perdí un hijo por esa guerra, si le damos el reino a una extranjera será perder.

—Se que debo conversar con Gyda, pero es una buena decisión —puntualizó Jon sin mirar a Eira—, Daenerys nació para ser reina.

—Y tu esposa luchó por ser Reina. No lo digas al frente de sus hermanos, porque no vivirás para verla nuevamente.

Jon Snow trago saliva.  









Jon Snow estaba nervioso por la llegada de su esposa. Ansioso por verla nuevamente después de estos meses, pero nervioso ante el enojo de la mujer. La furia de Gyda era peor que el frío del norte.

Gyda Stark se presentó en medio del salón principal sin aviso ni presentaciones. Nadie dio aviso de la llegada de la Reina del Norte.

No hay necesidad de que se levanten. —Fue lo primero que salió de la boca de Gyda al entrar por el salón, donde algunos de sus guerreros bebían con tranquilidad y en donde su esposo comía al lado de la madre de dragones. Donde Daenerys ocupaba su trono—. Me alegro de verlos —expresó la reina del norte a sus guerreros recibiendo la copa de vino que le extendía el pequeño Jon Umber.

Ocupa su trono —señaló Jon Umber con hostilidad en su voz—, quise levantar mi espada, pero Woods me detuvo.

Era lo adecuado estupido —manifestó Woods llegando al lado de su reina para luego realizar una reverencia a su dirección—. Me alegro de verla mi Reina.

—A mi también Need —señaló Gyda bebiendo el vino de copa de un sorbo.

La caminata de Gyda a dirección de la madre de dragones fue tensa. El ambiente estaba en silencio, cada uno de los presentes esperaba esas reacciones de aquellas mujeres. Los inmaculados esperaban la orden de su reina, mientras los norteños esperaban que su reina levantará su espada para asesinar a la madre de dragones.

—Es un honor conocerla Daenerys Targaryen —saludo Gyda Stark—, me gustaría hablar con usted en privado ahora.

—Gyda. —Jon se atrevió a alzar la voz, pero la mirada que le entregó su esposa hizo tragar las otras palabras que querían salir.

—Ahora. —Vuelve dictar Gyda a dirección de la madre de dragones.

—Por supuesto.

La habitación estaba en silencio. Las dos mujeres se observaban con atención, Gyda trataba de buscar algún defecto físico de la madre de dragones, mientras la sureña trataba de buscar que amaba Jon Snow en ella.

—No estoy de acuerdo en entregar mi reino en tus manos...

—Aún serias Lady Stark —interrumpió Daenerys Targaryen.

—No me interesa aquel título —añadió Gyda—, pero no me interesa luchar con usted. La necesito para salvar a mi pueblo, pero no significa que me arrodillo. Quizás mi esposo lo hará, pero yo no. No hinco mi rodilla ante un sureño.

—Sé que perdió su esposo en el sur...

—Mi esposo está fuera. —Fue el momento de Gyda de interrumpir—, no soy tonta Daenerys. Jon Snow es atractivo para cualquier mujer, y más para una reina. Y se que estos meses significarán algo para ti. Lo veo en sus ojos, y la forma que estaba cómodamente sentada al lado de mi esposo. El es un perfecto rey.

—No se de que hablas. —El nerviosismo de Daenerys se presentó en su cuerpo, y fue notorio para Gyda.

—¿Aceptarias un trato?

—¿Cuál?

—Te entrego a mi esposo a cambio del norte.

Y el silencio reinó en la habitación por varios segundos. La sorprendida Daenerys Targaryen no podía salir del asombro. La Reina del norte estaba dispuesta a entregar a su esposo por su reinado.

La madre de dragones estuvo tentada de aceptar.










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Pensé que este capitulo seria el ultimo del final alternativo, pero me ha sido imposible. 🥲

Es que la aparición de la madre dragones da para mucha mucha historia! 🔥

Espero que le guste el capitulo extra. ❤️🧡

Los invito a leer mi nueva historia de creación propia, sobre la cultura nórdica. Thrall 🧡
En donde Bjorn Ragnarsson es el personaje principal.

Besos y abrazos todos, nos leemos pronto. ❤️

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