Demasiado para cualquiera.
—Lamento la tardanza, quedé atascada en el tráfico casi media hora, además mi jefe terco se negaba a soltarme, ese hijo de puta —dijo Nayeon, dejando su bolso en el pequeño perchero junto a la mesa, el clima afuera estaba fresco y aún así ella se las ingenió para lucir acalorada con su mata de cabello largo cubriendo gran parte de su rostro.
—Hmm no hay problema —respondió Minhyuk con un movimiento de su cabeza. Quiso beber de su vaso con agua, pero ella se aproximó a él para dejar un beso en su mejilla, una costumbre muy única que había adquirido tras dos años de vivir en el extranjero.
—¿Pediste algo ya? —Se quitó la bufanda con movimientos rápidos sobre su cuello y finalmente tomó asiento con el cansancio de quien corre un maratón.
—Te estaba esperando. —Minhyuk hizo amago de servirle agua en uno de los pequeños vasos al costado de la mesa, pero ella protestó con un grito ahogado que lo hizo quedarse tieso y mirarla sorprendido —. ¿Qué?
—Te acabo de resumir mi mal día y tú quieres darme agua, ¿en serio? —su mirada entornada hizo que Minhyuk suspirara en medio de una risa.
—Está bien, ¿qué quieres?
—Descuida, cariño, yo me encargo, está claro porque estás soltero.
Minhyuk abrió la boca incrédulo, ella lo miró con esos ojos pícaros y juguetones que le hacían preguntarse qué hacía siendo amigo de una persona que parecía un pequeño demonio. Pero así era Nayeon, se conocieron tres años antes en la agencia de entretenimiento para la que trabajaban en aquel entonces. Había bastado que Minhyuk mostrara una pizca de amabilidad cuando ella, en una noche fría como esa, estornudara y se estremeciera completita por sus prendas cortas y él se ofreciera a prestarle su chaqueta. Él no era de tener muchos amigos, pero Nayeon se había encargado de arrastrarlo a una cafetería, a pedirle que le ayudara a saber qué demonios pasaba con la tarja de su casa y a que le ayudara a pintar los muros de su nuevo departamento, para que entre ellos naciera la camaradería y una amistad que era fácil de llevar cuando ella era la que hablaba y Minhyuk quien escuchaba.
—¿Qué tal tú? —preguntó Nayeon dando un trago al vaso con soju que previamente se había servido.
—Bien, nada nuevo —Minhyuk se encogió de hombros mientras picaba los complementos al centro y masticaba sin ganas.
—¿Ni una sesión? No me digas que te las ingeniaste para estar en la lista de los que pronto rodará su cabeza, porque no hay espacio en mi agencia y no pienso alimentarte.
Minhyuk entornó la mirada y bebió agua, pensando en lo siguiente que diría. Si algo en la vida le aburría montones, era conversar sobre su trabajo.
—No me van a correr, gracias por la preocupación. —Alcanzó con sus palillos un trozo de rabano amarillo y mascó —En realidad, comienzo una nueva campaña mañana.
—¿En serio? ¿De qué?
—Perfumes, una campaña de dos productos nuevos de Paco Rabanne.
—¡Wow! Eso es grande, oppa —Sus pequeños aplausos de manos pequeñas hicieron sonreír a Minhyuk.
—Lo sé, es un gran proyecto. Serán cuatro días, dos destinados a la primera loción, una con matices frescos que requerirán de mucha producción, y la segunda con una ambientación más oscura.
—¿Un hada y un demonio?
—No —Minhyuk rió entretenido y bebió más —bueno, puede que un poco, sí.
—¿Quienes serán los modelos?
—Solo uno —dijo sin darle importancia mientras apoyaba su codo en la mesa y descansaba su mejilla en esta —. Chae... Chae algo.
—Espera —su amiga apoyó las palmas abiertas sobre la mesa y lo miró como si de pronto una cucaracha hubiera aterrizado sobre su rostro —¿Chae Hyungwon?
Minhyuk pareció meditar un poco en silencio con sus mejillas llenas del kimchi que se llevó a la boca.
—Sí, creo que es él —Quiso dejarlo pasar sin más, pero Nayeon seguía mirándolo como si él se hubiera perdido de algo. Comenzaba a irritarse —¿Qué?
—¿Cómo que qué? —arremedó ella con una voz que insinuaba que él era un idiota o un retrasado —¡Qué envidia! Él es muy bueno trabajando, muy profesional.
—Qué bueno por-
—Y es endemoniadamente guapo, Minhyuk, ¿por qué carajos no te veo emocionado? —interrumpió ella en medio de su frase, entonces tomó un segundo vaso y llenó ambos con soju —. Chae Hyungwon es el rostro que todos quieren tener en sus productos, no puedo creer que no sepas quién es, te conté de él hace tiempo.
—¡Nunca dije que supiera quién es él! —protestó herido y más irritado que antes, así que aceptó el vaso que ella había servido sin consultarle —. Solo digo que-
—¡Calla! Ya sé que vas a decir. "Solo digo que es un modelo más y es trabajo, por eso me pagan, Nayeon" —Volvió a pronunciar con un patético intento de imitar su voz, haciendo énfasis en su tono aburrido. Esto lo hizo encogerse un poco sobre el asiento, cuando su amiga se ponía así, lo hacía sentir como un imbécil.
—Yo... —suspiró y se bebió el contenido que quedaba —. N-no dije eso, solo... Si tu dices que es bueno trabajar con él, no debería preocuparme por nada ¿o sí?
—Nah, por nada —Se encogió de hombros y de pronto se apoyó más sobre la mesa como si fuera a contarle un gran secreto —. Lo único por lo que deberías de preocuparte es por no babear por él y resistir la tentación de hacerle zoom a sus fotos mientras las editas.
—Nayeo, tú, maldita zorra. ¿A qué le hiciste zoom?
—¡Culpable! —La chica se puso una mano en el pecho y al borrar su gesto solemne, soltó una risa —. Ese hombre tiene muchos ángulos buenos y atributos también, no puedes culparme —tosió —, pero si quieres preocuparte por otra cosa, ¿por qué no le pides su contacto? Ya sabes, para una buena y muy querida amiga tuya que es una gran fotógrafa también y está buscando modelos para su próxima exhibición.
—¿Yo? ¿Por qué no se lo pediste tú cuando trabajaste con él? —Arqueó una ceja, de pronto sintiéndose utilizado.
—¡Por que todavía no tenía un proyecto en manos! Y... —A continuación se mordió el labio y puso esa mirada de cachorro que usaba para conseguir lo que quería, cosas como que él pagara la cuenta, le comprara chocolates, o como a Minhyuk le gustaba decirle, pedir sexo como si fuera una maldita mustia —. Y es tan guapo que no puedes evitar quedarte trabado cuando te mira.
—Ay por favor, eres una cobarde.
—¡No lo soy! Tú no tienes idea de lo guapo que es en persona, los carteles y las fotos no le hacen justicia.
—En ese caso el fotógrafo tiene la culpa de no hacerle justicia.
—¡Ay! Que no es eso, pero ya lo verás mañana.
—¿Qué te hace pensar que quedaré babeando por él y no podría pedirle su contacto?
—¿Se lo pedirás entonces? —Sus ojos resplandecieron tanto que podrían haberlo encandilado.
—Nunca dije eso —Minhyuk empujó su vaso sobre la mesa para que ella lo llenara, su tolerancia al alcohol se resumía a tres vasos, pero ella lo estaba sacando de quicio —. Solo que no sé por qué sacas conclusiones apresuradas.
—Por que eres más gay que la mismísima bandera... aunque —Puso la mano al frente cuando Minhyuk estuvo a punto de protestar —, eres bueno para sostener conversaciones serias, quizá si lo ves como trabajo, puede que funcione.
Minhyuk gruñó y lo meditó con sus brazos cruzados y la espalda pegada a la silla. No sabía si sentirse ofendido o halagado, o las dos.
—No estás haciendo puntos para que te ayude.
—¡Ya sé! —Nayeon palmeó al frente y después se cubrió la sonrisa como una pilla, Minhyuk supo que lo que saliera a continuación no sería bueno —¡Estás contratado!
—¿Qué? —Minhyuk alzó su ceja tanto que le tembló.
—Ya lo oíste, estás contratado como mi personal de relaciones públicas. Consigueme su contacto y te pagaré.
—¿Estás tonta? no necesito otro trabajo.
—Si lo necesitas —Lo miró con el ceño fruncido y una seriedad que quien sabe de dónde se sacó. Le sostuvo la mirada lo suficiente para que Minhyuk viera que hablaba en serio y se removiera sobre su asiento —Andaaa, por favor —hizo una plegaria con sus manos —. Velo así, serás un gran representante y ayudarás a tu amiga a conseguir la fama que quiere.
—Decídete, ¿representante o personal de relaciones públicas?
—¡Los dos! —Formó un puchero que le arrebató una risa a Minhyuk —¿Sí? anda.
—Eres insufrible —suspiró y soltó los brazos para tomar el vaso y humedecerse los labios —¿qué me vas a pagar?
—¿Cuánto quieres? tampoco abuses.
—Hmm —Lo meditó mientras paladeaba el sabor del alcohol, tendría que pedir una gran orden de comida para mitigar los efectos de dos pequeños vasos —Quiero tu cámara.
—¿Qué? ¿Y con qué voy a trabajar?
—No esa cámara. Tú cámara.
—¿Evelia? —Nayeon abrió la boca tan grande que Minhyuk creyó que la mandíbula se le trabaría. Como respuesta, él asintió con la calma de quien consulta la hora —¿Estás loco? Es mi gran tesoro, mi bebé, mi cámara favorita.
—Es el precio de la fama, querida.
Nayeon tomó el vaso y se lo bebió de un trago, Minhyuk pudo ver cómo arrugaba la nariz mientras se preparaba para soltar la bomba.
—Eres un... ¡eres un maldito demonio manipulador! —Lo miró de arriba abajo con desprecio, pero después de unos segundos, finalmente suspiró —Bien, lo haré, solo porque sé que no será sencillo para ti.
—¿Por quién me tomas?
—Yo solo digo —Volvió a encogerse de hombros y alzó sus manos al frente —puede que te tomes muy en serio tu trabajo, pero Hyungwon de verdad es... demasiado. Ya quiero ver cómo te tragas esa timidez tuya para hablarle cuando sepas de qué hablo.
—¿Me lo hubieras pedido de no ser porque no crees que sea capaz de hacerlo?
—En realidad solo estaba probando suerte, pero dios, esto es algo que tengo que ver.
Minhyuk puso los ojos en blanco, no estaba ni un poco seguro de lo que haría, pero era trabajo. ¿Qué tan difícil sería acercarse y decirle lo que necesitaba?
La respuesta era: MUY DIFÍCIL.
Minhyuk llegó a su cubículo con su equipo colgado al hombro y lo dejó caer con cuidado sobre la superficie junto a su computadora. Le dolía la cabeza y también sus decisiones del día anterior. Si se ponía a pensarlo, era patética su poca resistencia al alcohol y lo muy rápido que ese líquido del demonio le hacía tomar decisiones fuera de su muy cómoda zona de confort. De camino al trabajo, mientras luchaba por no dejarse arrullar por la calefacción dentro del tren, tecleó el nombre de Hyungwon en Naver y un sin fin de imágenes desfilaron ante sus ojos. Por supuesto que el modelo era apuesto, no, era guapísimo. Tenía una boca grande que robaba la atención junto a sus ojos como dos piedras enormes y preciosas, y mientras observaba su nariz, Minhyuk pensó que esa forma de bolita le daba un aire adorable. Había fotos reluciendo sus anchos hombros y largas piernas, pero lo que más le robó el aliento —por mucho que quisiera negarlo — fueron aquellas sesiones donde el modelo exhibía su pequeña cintura y bien formado abdomen. Por si fuera poco, Minhyuk se había descubierto con la vergüenza ascendiendo por sus mejillas cuando, sin pensarlo, hizo zoom en su largo y estilizado cuello de piel lechosa. Está bien, iba a aceptar de una vez por todas para su propia consciencia que había escuchado el nombre de ese tal Chae Hyungwon y también visto algunas fotos por la calle, pero jamás se había detenido a observar con sus ojos bien puestos en la pantalla y sus atributos.
La misión no era sencilla y tenía un 90% de probabilidades de que fracasara, pero mientras se dejaba caer en su asiento y giraba con sus piernas la silla y se frotaba el rostro, se dijo que la cámara Praktica MTL3 —Evelia, como Nayeon solía llamarla —, era una antigüedad que merecía ser puesta en un pedestal. No por nada Nayeon la atesoraba con tanto recelo, pero o ella estaba muy desesperada por trabajar con Hyungwon o a Minhyuk se le estaba escapando algo fuera de su comprensión.
—Buenos días, Lee. ¿Estás listo?
Minhyuk abrió las rendijas de sus dedos bajo sus lentes de montura oscuros para mirar al dueño de la voz; era Kihyun, el encargado del vestuario, apoyado sobre el pequeño muro que separaba su cubículo del resto. Tenía una sonrisa tan radiante como siempre, esa que Minhyuk se acostumbró a observar cual espectador sin cero expectativas, después de descubrir que el partido de su vida era enteramente heterosexual y tenía una novia que por desgracia le agradaba.
—Hola, Kihyun. Sí, eso creo.
—¿Estás bien? —Su gesto mutó a uno preocupado.
—Sí, sólo necesito un café.
—Toma el mío, no lo he tocado —Le extendió el café que tenía en su mano y Minhyuk lo miró dudoso. ¿Por qué la gente hacía tan fácil quererla y tan difícil convertirse en algo más que un compañero de trabajo? Minhyuk se había cansado de buscar la respuesta, así que asintió, consciente de que él diría algo como: ya estoy muy lleno o tengo otro café de repuesto. Siempre dispuesto, siempre servicial.
—Ah, gracias, eres muy amable.
Kihyun a cambio respondió con esa sonrisa radiante que hacía desaparecer sus ojos y lucía su hermosa dentadura con dos dientes chuecos en la parte inferior. Era tan adorable que Minhyuk lo despreciaba por ello.
—La escenografía ya está lista, Hwasa dijo que pueden comenzar tan pronto Hyungwon esté listo.
—¿Ya llegó? —Minhyuk destapó el café y sopló, hubiera sido más fácil rechazar el café caliente por el bien de su lengua de gato, pero no podía decirle que no a Kihyun, y su personalidad adorable y muy extrovertida por desgracia, se lo impidieron.
—Sí, hace una media ahora, está alistándose.
—Bien, iré en unos minutos, gracias por avisarme.
—No hay de qué. ¡Todos esperamos un gran resultado!
—Lo sé, estás poniendo mucha confianza en mí.
—Estoy poniendo lo que merece por ser tú.
Minhyuk forzó una sonrisa como respuesta y tomó su teléfono, cualquier cosa era mejor que posar los ojos en ese hombre amargo y prohibido. Kihyun se movió a su lado y finalmente dijo.
—Te veo allá.
—Gracias, Kihyun, por el café también.
El muy maldito le guiñó un ojo y se marchó. Minhyuk se sentía tan desolado que temió pasar su apatía al lente de su cámara y arruinarlo. Así que bebió dos tragos del café con cuidado, se estiró hasta que sus articulaciones se sintieron como nuevas y tomó su equipo, dispuesto a comenzar el día.
Al entrar en el salón, encontró que el set armado daba la apariencia de que alguien hubiese robado un trozo del bosque y lo hubiera puesto ahí, como si fuera un trofeo listo para ser exhibido en un espacio rodeado de un denso blanco. El humor de Minhyuk cambió de inmediato, le gustaba trabajar directamente en las locaciones y no con pantallas blancas o verdes, pero esto no estaba nada mal. Saludó a los presentes con una inclinación de cabeza y un par de saludos escuetos más, hasta que localizó un pequeño círculo de gente que parecía estar muy entretenida con algo.
—¿Qué pasa? —preguntó Minhyuk a Mingyu, su compañero de trabajo que controlaba las luces.
—Es Hyungwon, eso es lo que pasa.
Minhyuk luchó por no poner los ojos en blanco, esa mañana y la noche anterior, había bombardeado su cabeza con la dosis suficiente de Hyungwon para un día. Si tenía que admitirlo, trabajar con superestrellas no era su ramo favorito, no por generalizar ni mucho menos despreciar el renombre que le daban a un fotógrafo como él, sino por la presión que sentía y lo muy distraído que podía estar el staff por el modelo en cuestión, justo como ese día.
—¡Comencemos!
Fue un alivio que el staff se movilizara de inmediato y tomara sus posiciones. Minhyuk se había colocado al centro y se encontraba acomodando el tripié de su cámara cuando una sombra en el suelo le hizo ponerse en alerta, eso... y una peculiar fragancia que hizo reaccionar a su nariz de inmediato.
—Tú debes ser Lee Minhyuk, es un placer conocerte.
—Ah —Minhyuk se giró al escuchar su tono, le pareció bastante peculiar, por no decir llamativo. Entonces lo vio, Hyungwon era alto, unos centímetros más que él, quien ya de por sí era considerado uno de los hombres más altos de toda la agencia. Le sonreía con esa boca grande que había observado en su pantalla horas antes y ahora lucía un tono tan natural que demostraba el esmero del equipo de maquillaje —. U-un gusto, Chae Hyungwon.
—Asegúrate de capturar mis mejores ángulos, ¿sí? Siento que amanecí un poco hinchado esta mañana.
Minhyuk no supo qué decir, no solo porque no se percató de que había estado conteniendo el aliento mientras Hyungwon, a falta de una respuesta rápida, hacía una reverencia y se marchaba al centro para tomar su lugar junto a una gran piedra en el centro de la escenografía, sino porque Nayeon, esa estúpida y maldita Nayeon tenía razón. Él era... demasiado.
La sesión transcurrió sin inconvenientes, Minhyuk no pudo estar más satisfecho de comprobar que Hyungwon era todo un profesional. Sabía exactamente qué hacer, cómo posar, y puede que Minhyuk se haya sumergido en una especie de trance a causa de la emoción, pues él le regalaba ángulos que no dudó en explotar y se sintió tremendamente ansioso de saber lo bien que quedaría la sesión de la primera loción con el rostro radiante y natural de Hyungwon, posando con un atuendo que lo asemejaba a una criatura mágica del bosque. Era tremendamente guapo, tenía unas manos enormes que Minhyuk se encargó de resaltar y una boca tan bien perfilada a la que podía hacerle tantos primeros planos como fueran necesarios.
Cuando la sesión terminó horas después, Minhyuk guardó su equipo y se dirigió al sanitario, la emoción seguía allí y puede que un poco de nervios también. Debía agradecer al hecho de haber trabajado con tantos modelos antes, pues de no ser así, quizá su mente y espíritu se haya quedado clavado en el hecho de que acababa de fotografiar a un hombre que era famoso por ser demasiado para cualquiera.
Se mojó la frente y dejó sus lentes junto al lavamanos, por alguna razón, la mirada de ojos grandes y semblante pacífico se le había grabado en su lóbulo temporal junto al primer plano de sus dedos estilizados. Tres días más, le restaban solo tres días más.
—Gracias por tu trabajo hoy, fue muy sencillo trabajar contigo.
Minhyuk abrió los ojos de golpe cuando reconoció la voz llenando el espacio. Al girar la cabeza para localizar al dueño, se percató de que Hyungwon estaba recargado contra el muro a unos pasos de él y lo observaba con atención. Tuvo que tragar saliva para asegurarse de que su voz funcionaba después de la sorpresa.
—Ah, gracias a ti, sabes muy bien lo que haces.
Se sintió afortunado de que su voz funcionara bien y no temblara. Y entonces ahí, en un espacio reducido donde estaban solo los dos, se dijo que era la ocasión que necesitaba.
—Por cierto... —Minhyuk aferró sus manos a las baldosas de la barra y desvió su mirada al espejo, lejos de esa mirada que se sentía exigente y curiosa sobre su rostro —Sé que puede parecer raro, pero... ¿te molestaría darme tu contacto?
—Es un poco rápido para eso ¿no crees?
—¿Eh? —Minhyuk respondió aturdido.
—¿Sueles pedirle su número a todos los modelos con que trabajas o solo es porque soy yo?
—Ah —Minhyuk sintió un hueco en el estómago y negó sin evitar mirarlo —No, no es eso, es que-
—¿No es eso? ¿No te gusto?
Minyuk soltó el aire de golpe como si fuera una risa.
—Está bien, no me sorprende que lo pidas, muchos lo hacen, lo que no esperé es que fuera tan rápido.
—No es lo que crees.
—¿Entonces qué?
Hyungwon respondía tan rápido que Minhyuk se sintió acorralado y desesperado. ¿Quién se creía ese maldito? Pensó mientras luchaba por poner en orden sus ideas.
—Una amiga...
La risa que Hyungwon soltó a continuación hizo que sus nervios se crisparan y arrugara la frente. Decir que estaba irritado era poco.
—Sí, una amiga. Lo siento, pero no eres mi tipo.
—¿No? Porque por lo regular lo soy, no tienes que mentir. ¿A dónde se fue ese coraje?
—Olvida que lo pregunté —Minhyuk luchó por apartar su mirada de él y se enfocó en el espejo. Odiaba admitir que sus piernas se sentían frágiles.
—...entonces le dije que no era necesario.
La puerta del baño se abrió y dos hombres del staff aparecieron, tan pronto miraron a Hyungwon y Minhyuk se aclararon la garganta y siguieron su camino a los cubículos. Minhyuk no evitó cerrar los ojos y sentir el alivio recorrer cada milímetro de su cuerpo.
—Te veré mañana, Lee Minhyuk.
Hyungwon sonrió e hizo una leve reverencia antes de abandonar el sanitario, dejando que Minhyuk soltara el aire de golpe y llevara una mano a su pecho, ahí, donde su corazón latía desbocado.
La mañana siguiente de camino al trabajo, Minhyuk miró en pantalla la notificación de Nayeon que había estado ignorando desde el día anterior.
"¿Cómo te fue? ¿Conseguiste su número?"
A pesar de que moría de ganas de responderle que su modelito estrella era un cretino, una parte de él se sentía avergonzada por la pésima forma en que había encarado la situación. Había repasado al menos una docena de veces la escena en su cabeza; los nervios, su corazón desbocado y esa mirada profunda que lo juzgaba desde la esquina del baño. ¿Por qué no le dijo a ese cretino que el número era para su amiga? Y peor aún... ¿por qué le importaba haber dejado una impresión errónea en él? Es decir, claro que él era guapo, pero de alguna manera, en esa pequeña charla, Hyungwon se las había ingeniado para hacer sentir a Minhyuk como un fanático más que cae a sus pies. Puede que él no fuera un fotógrafo más, pero no era de la clase que se dejaba llevar por lo superficial, y aún si lo hiciera... ¿qué tenía de malo en ello? ¿La burla de él significaba que no tenía ni una sola oportunidad? Él sabía lo que veía en el espejo todos los días al alistarse para el trabajo. No estaba tan mal... pero ese idiota...
Minhyuk guardó su teléfono y suspiró para liberar la tensión que comenzaba a revolverle el estómago. Tres días más, disfrutaría de su trabajo y daría lo mejor de sí como siempre lo haría, y dejaría boquiabiertos a todos con lo increíble que podía ser. Solo eso.
Durante la sesión procuró ignorar la sensación de que Hyungwon lo observaba a través del lente con un diálogo secreto e indescifrable. Se limitó a ser profesional, hablarle para pedirle que cambiara la pose, que cambiara su vestuario, que sonriera o luciera más enigmático. Todas y cada una de las veces, Hyungwon obedeció sin una pizca que denotara que lo estaba provocando, así que, para cuando la sesión terminó, Minhyuk se dijo que quizá ya lo había olvidado y él podría decirle a su amiga que no había tenido la oportunidad de ocuparse de la misión.
Aún si eso lo hacía quedar como un cobarde y demostrara el punto de Nayeon.
Maldición.
—Gracias por otro buen día de trabajo, fotógrafo Lee. —Hyungwon se plantó frente a él mientras Minhyuk apagaba su cámara y se disponía a guardar el lente.
—Ah, gracias a ti —respondió atropelladamente y conteniendo el aliento, no esperaba que volviera a acercarse de esa manera. Pero al ver que Hyungwon no tenía intenciones de marcharse después de su agradecimiento repentino, preguntó —: ¿todo en orden?
—Sí, hasta mañana.
Hyungwon le extendió la mano y Minhyuk se permitió mirarla por escasos segundos antes de tomarla. El escalofrío que sintió en su palma tan pronto él le dio un apretón firme, no se comparó con la sorpresa de sentir algo rugoso entre ambas manos, mucho menos con el roce detallado de los largos dedos de Hyungwon acariciando sus yemas antes de soltarlo, dejando algo en el hueco de su mano.
Con la imagen de Hyungwon guiñandole un ojo y partiendo sin decir más, Minhyuk se apresuró a su cubículo y alisó el pequeño papel doblado en cuatro partes que había estado apretando en su mano. Con su corazón latiendo rápidamente, no tuvo oportunidad de preguntarse por qué la idea de haber logrado su cometido y conseguir un número de teléfono que ni siquiera era para él, le emocionaba al punto de temblar, pero habiendo repasado una y otra vez los trazos sobre el papel y descubriera que no eran números sino letras, de dejó caer sobre la silla de pura impresión.
"Minivan negra, estacionamiento en 15 minutos, no me hagas esperar demasiado"
El reto más grande al que Minhyuk se enfrentó esa tarde de camino al estacionamiento, no fue cuestionarse porque sentía que su corazón le haría un agujero en el pecho; o tal vez ordenarle a sus piernas mantener un ritmo normal mientras alcanzaba el elevador; mucho menos preguntarse por qué, al encontrar a Kihyun dentro y saludarlo, el habitual sabor amargo que le hacía doler la garganta cada que lo veía, no estaba ahí. El reto más grande fue recordarse a sí mismo que esa no era más que una misión para su amiga y que él no debería de sentirse tan nervioso por plantarse frente al modelo que había fotografiado dos días seguidos.
Sentirse como una colegiala emocionada y ridícula estaba muy fuera de lugar, incluso para él.
Al llegar al estacionamiento localizó la minivan negra al fondo del primer nivel. Supo que era la indicada, pues tenía la portezuela a medio cerrar y los vidrios polarizados. Al plantarse al costado del vehículo, llenó sus pulmones tanto como pudo, se sumergió en la oscuridad del auto y tan pronto el sonido de la puerta le indicó que se había cerrado y estaba a salvo, lo buscó con la mirada.
Ahí estaba Hyungwon, con unos ridículos lentes de sol que bajó hasta su nariz cuando lo vió llegar. Ahí estaba él, con esa sonrisa que hacía relucir sus dientes e inyectaba una especie de combustible desconocido en las tripas de Minhyuk.
—Viniste.
—M-me pediste que no te hiciera esperar —dijo con cautela, convenciendose de que tenía el control de la situación —. Lo que no entiendo es qué estoy haciendo aquí.
—Me dijiste que querías mi número.
—Y pudiste habérmelo dado antes en el papel, ¿por qué tanto misterio? —Minhyuk arrugó la frente, odiaba admitirlo pero él era una persona a la que no terminaba de comprender.
—¿Y dónde queda la diversión?
Los nervios en su estómago se convirtieron en una enorme piedra que lo obligó a buscar la manija de la puerta y evitar su mirada a toda costa.
—Lamento decirlo pero no soy un juego. Y te vuelvo a suplicar que olvides lo que te pedí antes, por favor.
Hyungwon inclinó su cuerpo para alcanzar la mano que amenazaba con abrir la puerta. La descarga eléctrica proveniente del frío tacto del modelo, hizo a Minhyuk estremecerse por completo.
—No quise decir eso, no es diversión, es... es que no me gusta sentirme en desventaja —El silencio de Minhyuk le animó a continuar —Quieres mi número, ¿no? te lo daré.
Minhyuk se arrepintió de inmediato al girarse, pues encontró el rostro contrario a unos centímetros del suyo, observándolo con esas piedras oscuras y enigmáticas en sus ojos.
—Ya te dije que no es lo que tu crees, no estarías en desventaja —se mordió el labio, decir que se sentía estúpido por darle vueltas a algo tan simple, era poco. Quizá solo debería escucharlo y ya —Está bien, ¿Qué quieres?
—Un beso —La rápida respuesta sofocó a Minhyuk en el estómago. Por si fuera poco, Hyungwon estiró su mano y presionó su labio inferior con el pulgar, haciéndolo retroceder nervioso —¿Qué dices?
—Que solo estás burlándote de mí.
—No lo hago —rió con un tono ronco que se sintió como si su voz le arañara las entrañas —Solo un beso... si es lo suficientemente bueno, te daré mi contacto, y si es más que eso, puede que no te deje ir solo a casa esta noche.
Minhyuk apretó la manija entre su mano, el perfume de Hyungwon lo embriagaba, su mirada se sentía como una fuerza tangible que lo presionaba contra el rincón de su jaula. Así no se supone que tenían que ser las cosas. Se suponía que él le pediría su contacto como parte de un protocolo, que él accedería o se negaría y continuaría con su vida. No se suponía que Hyungwon pondría una mano sobre su boca, y que su cuerpo y muy traicionera mente rogara por un poco de atención de ese hombre junto a él.
Era demasiado...
—¿Por qué? —murmuró casi para él.
—Porque me parece justo. Un intercambio es todo lo que pido.
Minhyuk, quien hasta ese momento seguía apretando la manija de la puerta, respingó cuando Hyungwon tomó su mano y le obligó a soltarla con el suave toque de sus yemas. Se las ingenió para entrelazar sus dedos ante la sorpresa del otro, y finalmente, cuando se animó a mirarlo nuevamente, supo que estaba perdido y más que eso. Deseaba besarlo, saber cómo se sentiría succionar esos labios gruesos que secuestraban su mente a ratos durante la sesión.
Así que asintió, incapaz de decir más, aterrado de cederle el control a ese hombre que lucía como el pecado mismo y se quitaba las gafas con la mano que había abandonado su boca. Sintió al asiento hundirse a su lado cuando Hyungwon se acomodó junto a él, contuvo el aliento cuando de nueva cuenta su mano sostuvo su quijada y presionó los párpados con todas sus fuerzas cuando sus bocas se encontraron con un toque caliente.
El contacto fue seco, no sólo porque Minhyuk tenía sed después de semejante propuesta, sino porque Hyungwon se movía lento sobre su boca, yendo y viniendo con roces cortos mientras él se esforzaba por no dejar salir el aire de golpe por su nariz. Se sentía tan inquieto, tan nervioso que no atinó más que abrir la boca en un intento fallido de capturar su labio inferior que se asemejó a un pellizco leve. Creyó sentir a Hyungwon gruñir divertido por su patético intento de participar, pero antes de que pudiera apartarse avergonzado, la lengua húmeda de él se deslizó entre la abertura de sus labios como una serpiente. Sus labios resbalaron, un chasquido resonó en el espacio y Minhyuk soltó el aire de golpe cuando cedió por completo el control y dejó que Hyungwon succionara su boca y le hiciera presa de sus garras. Apretó los puños con fuerza y a cambio, en un acto que lo tomó por sorpresa, Hyungwon respondió al apretón de manos y mordió levemente su labio inferior.
Se sintió perdido, demasiado azorado para seguirle el ritmo, pero completamente seducido por la forma en que ese hombre lo besaba hasta que sus pulmones le ardieron y él se apartó con otro corto beso que cerró el trato.
Cuando Hyungwon se apartó, Minhyuk permanecía con los párpados apretados, temeroso de que una fuerza invisible lo azotara contra la orilla. El movimiento junto a sus caderas le
indicó que el modelo había recuperado su anterior posición, así que abrió los ojos lentamente y a tiempo para ver a Hyungwon sacar su billetera del abrigo, rebuscar en el interior y tenderle una tarjeta.
Minhyuk lo observó en silencio, no encontró en su rostro un indicio de que continuaría, de que diría algo más de lo que su enigmática mirada comunicaba: nada.
Entonces tomó la tarjeta y la presionó entre sus dedos. Quiso preguntar qué había sido eso, sí el beso habría sido suficiente, pero Hyungwon se había puesto de nuevo sus lentes de sol y reclinaba su espalda contra el respaldo.
—Gra–gracias. —soltó avergonzado, una chispa de impotencia comenzaba a empujarlo fuera de esa jaula lujosa.
—Usala bien, nos vemos mañana, fotógrafo Lee.
Agradecido de que sus piernas temblorosas funcionaran lo suficiente para llevarlo de regreso a casa, Minhyuk azotó la puerta de su departamento y hundió su cabeza sobre sus grandes almohadones. Tenía las mejillas ardiendo y a la vergüenza quemando cada nervio de su cuerpo. Había mirado como un poseso el pequeño papel ahora en su billetera mientras estaba en el tren, la tarjeta rezaba el nombre de su agencia y un número que probablemente llevaría a la recepcionista a tomar la llamada. Un número que probablemente habría podido conseguir en internet.
Al menos había cumplido su parte en pedirlo y le diría a Nayeon que ya estaba. Pero lo que le dolía no era que él lo hubiera engañado con algo tan simple como eso, sino la falta de algo más después de aquel beso que había sacudido el piso de su mundo, ¿el qué? ni él lo sabía. Pero estaba esa promesa invicta, la invitación a algo más que, aún si él no deseaba, le calaba en el orgullo que Hyungwon no estuviera en sus mismas condiciones: confundido y con ganas de más.
Ese estupido modelo...
Ese maldito, estupido y terriblemente atractivo modelo...
A la mañana siguiente le sorprendió encontrar en la nueva escenografía el reflejo de su sentir. Eran muros oscuros y rugosos que asemejaban la superficie de un volcán a punto de hacer erupción. Rocas grandes y tan oscuras como las anteriores rodeadas de un líquido naranja que podría pasar por lava verdadera. El equipo de producción realmente sabía lo que hacía.
Se dijo que tenía que sobrevivir dos días más a esa tortura y quizá un par de horas más invertidas en editar las fotografías. Era una suerte que Minhyuk tuviera una habilidad impresionante para calzarse su traje de profesional y sobrellevar el día, justo como aquellos ayeres donde acudía al trabajo con el corazón roto e incómodo cada que veía a Kihyun salir con su novia del trabajo. Todo habría sido sencillo, de no ser porque cuando Hyungwon salió a escena, su corazón pareció detenerse de inmediato.
Hyungwon llevaba una camisa de cuello alto completamente oscura. Estaba tan ceñida a su piel que su pequeña cintura y brazos anchos robaban la atención de cualquiera. Minhyuk quería desaparecer, meterse en el baño, mojarse el rostro y no salir hasta que todo terminara, pues mientras alistaba su equipo, tuvo que sacudir varias veces su cabeza para alejar el recuerdo de su boca y la textura de sus dedos tocando su piel. Y quizá ese intento de lava que creyó falsa era real, pues mientras se permitía ocultar su mirada descarada sobre los atributos de Hyungwon, quien lo miraba como si fuera un demonio reinante sobre ese caótico panorama, Minhyuk se sintió acalorado y desesperado.
Fue como ver las dos caras de una moneda; el ángel del día anterior y al demonio que lo miraba fijamente intentando traspasar el muro del lente para posarse en sus ojos y condenarlo para siempre.
Nayeon tenía razón, él era demasiado. Pero fue el enojo y la impotencia en su interior lo que le permitió terminar la sesión con éxito. Se repetía una y otra vez que no era más que un modelo presumido, que había jugado con él en el auto. Pero entonces recordaba que todo era su culpa en primer lugar, por creer que sería fácil obtener su número, por quedarse estático y torpe mientras él lo besaba en el auto. Tenía mucho que dar, Minhyuk no era el mejor ni el más experto amante, pero si tan sólo él no lo tomara por sorpresa como siempre lo hacía, podría haber reaccionado mejor.
Y ahora era demasiado tarde.
Minhyuk abandonó el edificio y se encaminó a la estación del tren, pero justo a punto de cruzar la calle, un carro color azul le cerró el camino y casi roza su pierna. Asustado y con la tensión y el coraje escalando por su rostro en partes iguales, Minhyuk restrocedió para subir a la banqueta y se inclinó para buscar el rostro del idiota que estuvo a punto de arrollarlo, pero sus palabras se atascaron en su garganta cuando la puerta se abrió y observó a Hyungwon, inclinado hacia esta y sosteniendo la manija.
—Sube.
—Es-¿estás loco? pudiste matarme —gritó ofendido y más molesto que antes.
—¿Subirás o no?
Minhyuk miró alrededor, algunas personas se habían detenido al darse cuenta del escándalo, y él, como un sujeto que no soportaba las miradas y atención ajenas, se obligó a suspirar y subir de inmediato al auto. El auto echó a andar segundos después.
—¿Qué demonios te pasa? —Envalentonado por el coraje que sentía, Minhyuk se giró hasta él mientras se ponía el cinturón de seguridad.
—No sabía que tomabas el tren, te estuve esperando por mucho tiempo en el estacionamiento. Cuando estuve a punto de rendirme te vi.
—Ahh pues lo siento mucho señor, por no tener un auto como usted. —Minhyuk reparó en los detalles lujosos del auto deportivo, no era la misma minivan del día anterior —. ¿Por qué viajas solo hoy?
—Te dije que te estaba esperando.
Minhyuk se desplomó contra el asiento, estaba agotado de no entender a ese hombre.
—¿Qué quieres? ¿Quieres burlarte todavía más de mi? —se frotó el rostro sin importar que sus lentes se enchuecaran sobre sus orejas, tenía suficiente humillación para una vida después de haber hecho esas preguntas.
—¿Por qué piensas eso?
—No lo sé, dímelo tú. Me diste la tarjeta de tu agencia.
—Si querías mi número personal debiste haberlo dicho.
—No juegues conmigo, sabes a lo que me refería cuando te pedí tu contacto —Se giró a verlo. Ya no llevaba la ropa de antes y aun así lucía irresistible con una mano al volante —¿Tan malo fue? —bajó la voz —el beso...
—Puedes hacerlo mejor —se giró apenas para verlo y le guiñó un ojo.
—Idiota —suspiró derrotado —déjame bajar.
—Creí que querías mi número.
—Olvidalo, ya no lo quiero, es más, ni siquiera es para mí. —Intentó concentrarse en las calles llenas de gente, no quería mirarlo y sentir la humillación escalando hasta su garganta.
—¿Estás seguro? —Hyungwon se detuvo al alto y finalmente lo miró —. En realidad quería disculparme por ayer, sé que fue abrupto.
—No importa, déjame bajar.
—Déjame compensarte al menos. Todavía nos queda una sesión y aunque no lo creas, me gusta trabajar contigo.
Minhyuk apretó los dientes, se negaba a hacerle caso a esa emoción creciente en su interior, a ese deseo de seguir escuchándolo.
—¿Qué quieres de mí?
—Déjame invitarte algo, platiquemos.
Dudó un momento, consciente de que no había manera de mantener el control cuando se trataba de él. Rendido a esa curiosidad y necesidad de tenerlo enfrente. Si Hyungwon lo había buscado... era por algo ¿cierto?
—Bien...
Minhyuk miró impresionado el enorme edificio que parecía rozar las nubes y desaparecía de su campo de visión a través del parabrisas. No tenía idea de dónde se encontraba, mucho menos tuvo oportunidad de sobrepensar de camino a la zona, pues durante el trayecto, Hyungwon había puesto su playlist en el auto y a Minhyuk le sorprendió descubrir que tenía gustos muy parecidos a los suyos. Dejó que la voz de Dua Lipa retuviera sus nervios en un rincón de su mente, acompañado de la vocecilla que Hyungwon adelgazaba para murmurar sus trozos favoritos de la canción. Y ahí, hundido en un asiento de cuero costoso y los brazos cruzados, se permitió sonreír con discreción y dejar que ese hombre a su lado continuara sorprendiendolo.
—¿A dónde vamos? —preguntó al fin, metiendo sus manos heladas dentro de los bolsillos de su chaqueta. Hyungwon que caminaba a su lado hasta que subieron al ascensor, lo miró con sus labios tensos en una sonrisa que le pareció adorable.
—A mi departamento.
Si alguien le dijera que el elevador se estaba desplomando en picada le creería, pues de pronto el suelo bajo sus pies se sintió inestable.
—¿Qué? Me dijiste que me invitarias algo y platicaríamos —entornó la mirada, bajo sus nervios también se sentía molesto.
—Eso hago, te invitaré algo y platicaremos en un lugar seguro, lejos de los paparazzi.
Minhyuk abrió y cerró la boca un par de veces mientras apretaba sus puños. Ahora se sentía más estúpido por sobrepensar con una velocidad que avergonzaría al sonido.
—Pudiste habérmelo dicho... —Desvió la mirada, los botones del ascensor no tenían nada de interesantes, cualquiera diría que era un idiota por no apreciar al hombre junto a él, pero intentar mirarlo junto a la perspectiva de que en unos segundos se encontraría entre cuatro muros a solas con él, era como intentar mirar el sol.
—¿Te habrías negado de ser así? Sólo vamos a platicar... a menos que quieras hacer otra cosa.
Los muros de su garganta se pegaron como si de pronto un vacío los dejara secos, Minhyuk tuvo que toser tan pronto escuchó el tono insinuante del otro.
—Solo... me hubiera gustado saberlo, ya sabes... después de que casi me matas hace un rato.
Hyungwon respondió con una risa ronca, de esas que extrañamente se sentían en su vientre. Cuando el ascensor se detuvo en un piso cuyo número Minhyuk no atinó a ver más que el inicial 2, se esforzó por mantener sus pasos tan naturales como fuere posible.
Era real.
Estaba ahí con él.
Estaba con el maldito Hyungwon en su maldito departamento. Solos.
—Adelante.
Las luces se encendieron tan pronto Minhyuk puso un pie dentro y Hyungwon no tardó en quitarse la bufanda que le cubría el cuello. Dentro la calefacción le hizo sentir calientito, al menos el temblor que quedaba sería solo por nervios y no por frío.
—¿Qué te apetece beber? —preguntó. Minhyuk observó lo ancha que era su espalda mientras él, sin preguntar más, tiraba de su mano para llevarlo a la sala de estar, donde dos largos sillones rodeaban la alfombra formando una "L" y una mesa de cristal —. Tengo vino, champagne, soju, whisky.
—¿Hay agua en tu costosa y variada barra? —preguntó entretenido, demasiado concentrado en lo bien que se sentía su mano entre la suya.
—Sí, también hay algo de eso —Hyungwon rió con soltura. Del demonio que había visto antes en la sesión parecía quedar poco o nada. Eso no hacía más que inquietar a Minhyuk, quien se repetía una y otra vez que era un hombre poco predecible —¿Eso es lo que quieres?
Minhyuk negó y dejó ir su mano cuando él le señaló el sofá. Si bien sabía de su poca tolerancia al alcohol, se dijo que una copa no sonaba para nada mal para relajar sus nervios.
—Vino está bien.
Pasados los minutos en que Hyungwon se había marchado por la puerta detrás de la sala, Minhyuk había repasado cada detalle en las paredes; el modelo de la TV; el color del sofá y las revistas acomodadas sobre la mesa de centro. No había fotos familiares, algún vínculo que Minhyuk pudiera descifrar más allá del enorme poster de Hyungwon posando con su torso desnudo en una fotografía a escala de grises junto a la televisión. Nayeon no mentía, las fotografías no le hacían justicia a todo lo que era él. A sus rasgos, las venas marcadas en sus manos, los ojos brillantes, pestañas grandes y boca de ensueño; no le hacía justicia, pero aún así verlo era hipnotizante.
Cuando fue capaz de apartar su mirada de la enorme fotografía, Minhyuk se preguntó qué hacía que el otro se demorara tanto. No había sonido más allá de los autos en las calles, poco ayudaba encontrarse solo en una sala que no era suya. Así que decidió dejarse llevar por su lado curioso y recorrer el camino que Hyungwon antes, mismo que lo llevó a la cocina con una gran barra al centro con bancos altos repartidos en toda su extensión.
Hyungwon estaba ahí, con dos copas de cristal vacías y la botella de vino que apretaba por el cuello con sus grandes dedos. Se rascaba el ojo con la contraria y Minhyuk se preguntó por qué lucía tan desesperado.
—¿Pasa algo? ¿Necesitas ayuda?
Hyungwon negó sin mirarlo, todavía rascaba su ojo.
—Creo que me entró una basura del corcho al ojo mientras intentaba abrirla.
El fotógrafo no dudó, se encaminó hasta él y tocó su hombro cuando alcanzó el centro de la mesa. Él lo miró con un ojo abierto y un puchero que se le antojó entre gracioso y tierno.
—Siéntate, déjame ver —No esperó que el otro obedeciera sin chistar. Hyungwon se sentó en uno de los bancos permitiendo que sus estaturas se nivelaran y que él se acercara con un nudo en su estómago a observar más cerca que nunca su rostro. Creyó ver el rastro de unas pecas marrones salpicando sus mejillas y nariz, y a sus grandes labios tensándose cuando apartó uno de los mechones de su cabello para mirar mejor —. Ahí está, creo que es una pestaña —murmuró tan bajo, como si tuviera miedo de que algo se rompiera —déjame... —acercó su dedo con cuidado al otro del otro, presionó la orilla y tiró lentamente hasta que la pestaña se pegó a su yema. Entonces sonrió satisfecho —. Aquí está —Minhyuk encontró los ojos que lo miraban con atención, como si quisieran ver más allá de su piel —¿mejor? —él asintió, pero ninguno de los dos rompió la distancia.
Minhyuk no tenía que verse al espejo para saber que el calor había ascendido a sus mejillas, no solo por la cercanía y lo magnética que era la boca de Hyungwon, esa boca que estaba tan cerca y respiraba con tanta parsimonia que su aliento le arañaba los labios. Fue entonces que sintió las manos de Hyungwon posarse en sus caderas con cuidado, como si le pidiera permiso para que se quedaran ahí.
—Mejor —murmuró el modelo, Minhyuk tenía la boca seca y la imperiosa necesidad de apartar su mirada de sus labios rosados.
De detenerse a pensarlo, le avergonzaría saber lo muy difícil que le resultaría apartarse de él, de lo emocionado y nervioso que se sentía preso entre sus largas piernas y sus manos en sus caderas. Avergonzado de no encontrar una frase que justificara la lejanía y aún más avergonzado de relamerse la boca seca que a Hyungwon no le pasó por desapercibida, pues juraría que los pocos centímetros entre ellos disminuyeron.
—En realidad sí puedo... —Se mordió el labio, sentía el fuego en su rostro y arañas recorriendo entre sus venas con la mirada mordaz y deseosa de Hyungwon sobre él —si que puedo hacerlo mejor.
Cerró los ojos, desconocía si él entendería a qué se refería. Si se reiría de él o sus mentes se conectarían. Lo único que quería era otra oportunidad.
—Muéstrame.
Asintió, satisfecho de saber que él no se quedaría con esa primera impresión. Necesitado de indagar más allá de los motivos que llevaron al modelo a guardar silencio la noche anterior y despacharlo como si nada. En el fuero del momento, se negó a pensar por qué le interesaba tanto conseguir su aprobación y tragarse el orgullo que noches atrás con Nayeon, había soltado como si Hyungwon fuera un trabajo más. Pues no lo era... odiaba admitir que el hombre frente a él que lo observaba atento mientras posaba sus manos en sus grandes mejillas, era enigmático y lo atraía a su campo magnético como si Minhyuk no fuera más que un imán y él un objeto más absorbido por su órbita. Ya lo había dicho su amiga, Hyungwon era demasiado y al final del día, Minhyuk no era más que un hombre lo suficientemente gay para ignorar que su boca sobre la suya no lo estremecía de pies a cabeza y lo dejaba con ganas de más.
Minhyuk propició el beso con roces lentos dudosos, llenó sus pulmones profundamente y presionó contra sus gruesos labios. Hyungwon lo recibió con la quietud de quien espera el siguiente movimiento, le estaba cediendo el control, dándole la oportunidad de demostrar su punto y defender su orgullo. Asomó su lengua entonces y se permitió delinear su labio inferior y succionar. Esto debió gustarle pues los dedos en sus caderas se hundieron en su carne y el modelo inclinó la cabeza para darle acceso a su boca. Fue cuando el toque húmedo llegó, Minhyuk creyó que sus piernas le fallarían cuando la lengua de él salió a su encuentro y sus labios la aprisionaron con un tirón que lo hizo jadear. Todo avanzó rápido después de eso, el beso se volvió demandante de ambos lados, Minhyuk se sumergió en esa ola placentera que lo azotaba cuando él cubría su boca entera y le arañaba con sus dientes. Su mano alcanzó el nacimiento de su cabello y no tardó en colar sus dedos por la melena oscura, y Hyungwon, tan ansioso de su cercanía como él, tiró de las presillas de su pantalón hasta que sus pechos chocaron y el incendio se desató a su paso.
La torpeza había desaparecido, Minhyuk se sintió libre de decirle que ahí estaba él, que aquel beso en la camioneta no había sido más que una mala presentación. Supo que Hyungwon pensaba lo mismo cuando lo escuchó jadear contra su boca y tirar de su labio inferior hasta que ambos se separaron para recuperar el aliento con quietas bocanadas.
Cuando Minhyuk pegó su frente a la de él y Hyungwon dejó otro roce en su boca, se permitió sonreír encandilado, casi mareado por los efectos del astro frente a él.
—Tienes razón... mucho mejor —murmuró Hyungwon, dejando ir el agarre en su pantalón para que Minhyuk fuera libre y se aclarara la garganta con fingida tos.
—¿Vamos a la sala? —Tomó las copas con una sola mano, de seguir frente a él no resistiría la necesidad de volver a besarlo o implorar que él lo hiciera.
Con un asentimiento, Hyungwon tomó la botella que había abandonado sobre la barra y se sentaron al pie del sofá. Las copas estaban llenas y con un leve brindis, Minhyuk dió el primer trago.
—¿Y bien? ¿De qué querías platicar conmigo? —Jugó con la copa entre sus manos, se sentía extrañamente de buen humor. Solo un tonto no se sentiría así después de haber compartido saliva con semejante hombre, pero entre más observaba a Hyungwon, se percataba de que su presencia no era aplastante, sino que podía sentirse realmente cómodo a su lado mientras no le pusiera las manos encima.
—¿Me matarás si te digo que no lo sé? —Hyungwon lo miró sobre el filo de la copa mientras se humedecía los labios —Solo... no quería que te quedaras con una impresión errónea de mí. Conocerte más.
—¿Errónea, dices? ¿Te refieres a echarme de tu auto?
—¡No te eché!
—Es como si lo hubieras hecho —suspiró con fingido dramatismo —. Me engañaste además.
—Tienes razón —Minhyuk alzó las cejas y esperó en silencio, bebiendo de la copa y mordiéndose la boca después —. En realidad sí que sabía que querías mi número personal, pero...
—¿No me lo gané? —Minhyuk dobló sus piernas contra su pecho para hundir la mitad de su rostro en estas.
—No —sonrió —en realidad... me pareciste muy tierno y pensé —Estiró su brazo, lo suficientemente largo para alcanzar los mechones que cubrían el ojo derecho de Minhyuk y apartarlo con cuidado —, pensé que si te daba mi número y ya, no tendrías razón para acercarte a mí fuera de la sesión.
—No tienes que mentir —reprochó saliendo de su escondite para volver a mojarse los labios. Su corazón latía con fuerza, pero se negaba a creerse más de lo que él sentía que era. ¿Qué posibilidad había de que un hombre como él atrajera su atención? Puede que fuera bueno para sobrepensar escenarios e imaginar muchas posibilidades más, pero hasta él tenía un límite.
—No lo hago, de verdad quería verte de nuevo, no sólo en el trabajo.
Se permitió creerle con un asentimiento y un incómodo silencio que permaneció hasta que Minhyuk se armó de valor para desviar la conversación. ¿Qué se decía después de semejante confesión?
—Así que... un día más ¿eh?
Hyungwon soltó una corta risa y asintió. Fue sencillo charlar después de eso, evitando el asunto sobre la mesa del dichoso número que los había conducido hasta allí. Puede que los sorbos de vino ayudaran a Minhyuk a contarle sobre su profesión, que las preguntas de Hyungwon incentivaran la sensación de sentirse escuchado e importante. Le contó sobre su trabajo, sobre las sesiones más complicadas que había tenido, y a cambio, Hyungwon le recompensó con sus anécdotas más curiosas y cotidianas de su vida diaria.
Para cuando la primera ronda se agotó en sus copas, no hubo necesidad de llenarlas con más vino, pues sus bocas habían encontrado una mejor manera de retener el sabor a uvas y alcohol de una fuente mucho mejor. Bastó que Minhyuk extendiera su mano con el contenedor vacío para que Hyungwon lo hiciera a un lado, tirara de su muñeca y él terminara sentado sobre el modelo con sus piernas flexionadas a los costados. Cualquiera que fuera el juez dentro de la sala, les debía mérito y felicitaciones a ambos por postergar el momento que había quedado suspendido en el espacio y tiempo desde la cocina.
Mientras Minhyuk capturaba la imagen de Hyungwon cuadro a cuadro a través de su cámara, se había permitido imaginar lo bien que sus manos calzarían sobre sus mejillas, lo carnosos que eran sus labios y lo grande que era, algo poco común de encontrar para un hombre como él que solía ser el de mayor tamaño. Las expectativas por supuesto no le hicieron justicia justo como las fotografías. Mientras que Minhyuk apretaba sus párpados presa del magnetismo y el placer de sentir a su boca demandante robarle el aliento, Hyungwon se permitió hundir sus flacos dedos en la carne de sus mejillas y presionar su mandíbula con la fuerza suficiente para que él se sintiera como una gelatina temblorosa bajo su influencia.
Era difícil concentrarse en no jadear como un desesperado, pedirle que lo desnudara allí mismo y lo tomara sobre la alfombra. Minhyuk ya batallaba lo suficiente contra su propia cabeza que le imploraba tocar al hombre frente a él sin tener idea de por dónde comenzar, por ello atrapó la tela que cubría sus hombros entre sus puños y apretó el trasero mientras una de las manos de Hyungwon pasaba sin darse cuenta, cerca de su punto débil en la curva de su larga espalda.
El teléfono de Minhyuk comenzó a vibrar sobre la mesa, supo que era el suyo cuando la canción de moda de un grupo popular de chicas resonó a sus espaldas. Fue ese breve instante en que Hyungwon titubeó creyendo que él respondería, cuando tomó la delantera y atrapó su lengua serpentina y succionó, robándole un jadeo sonoro a Hyungwon que hizo efecto inmediato en su entrepierna. Quien quiera que fuera al teléfono podía irse al diablo, al menos eso pensó Minhyuk hasta que la llamada cesó y volvió a entrar una segunda vez, tan insistente como la primera.
—¿No responderás? —murmuró Hyungwon rompiendo el beso con tanta calma que Minhyuk tomó una bocanada con alivio y frustración mezcladas.
—¿Esa es tu excusa para apartarme ahora? —gruñó tan pronto soltó la pregunta, cuando los labios de Hyungwon, ahora ocupados en su cuello le dieron un lametón justo debajo de su oreja —. Mierda...
Estaba tan caliente que el sonido de su canción favorita competía por ser la más odiada en próximamente.
—Ya te dejé ir una vez, aprendo de mis errores, Lee —La forma en que succionó su lóbulo, logró que las manos engarrotadas de Minhyuk encontraran el camino a su nuca y le enterrara las uñas en el nacimiento de su cabello.
Adoraba la forma en que Hyungwon parecía encontrar una invitación implícita en cada una de sus reacciones, como en ese momento en que él descendió hasta sus clavículas apartando la tela de su suéter para cubrir de besos y lametones la zona. Minhyuk dejó de reprimir sus jadeos, complacido de que supiera presionar los botones correctos en él para hacerle perder la cabeza.
Entonces el teléfono sonó de nuevo y Minhyuk suspiró irritado.
—Es-espera... —jadeó una vez que su voz le obedeció y se apartó a su pesar, a gatas y de espaldas a él para alcanzar el móvil detrás de ellos. Era Nayeon. Si es que pensó por un momento en no responder, la insistencia de su amiga le puso en alerta y decidió pulsar el maldito botón verde —¿Qué sucede?
Minhyuk se llevó una mano a la frente, se sentía tan acalorado que apoyó sus codos en la mesa para poder abanicarse el interior del suéter con sus dedos.
—No, todavía no —respondió irritado tan pronto ella despejó su preocupación, pero se obligó a cubrir su boca con la palma entera cuando un toque caliente y suave tocó su piel justo por encima del pantalón. No tuvo tiempo de voltearse a mirar, pues la palma abierta de Hyungwon lo detuvo en el acto presionando su pecho contra el cristal. Le había subido el suéter y la playera hasta el pecho y besaba la curva de su espalda con su boca certera y lengua mordaz lamiendo justo en el surco al centro —¿Qué? Ah... nada —Intentó tragarse el jadeo y apretó el móvil en sus manos, Hyungwon sujetaba sus caderas con fuerza y su lengua se colaba discreta y juguetona debajo de la tela de su pantalón, tocando el inicio de su trasero. Ese hombre quería matarlo, estaba seguro de eso —. ¿Eso es todo? Ya te dije que no... dame tiempo —Apretó los párpados y pegó la frente al frío cristal, Nayeon se jactaba al teléfono sobre lo mucho que ella tenía razón y él no podría pedirle el número a Hyungwon, pero ella ignoraba que ese mismo hombre le quitaba el cinturón con manos diestras para indagar más allá de su resistencia y provocarlo mientras hablaba con su amiga. Era el demonio, un demonio terriblemente seductor que jugaba con él —. Voy a colgar —Se mordió el labio con tanta fuerza que dolió, pues las manos de el otro se recreaban en su estómago, acariciando con sumo cuidado el pequeño bulto que él había acumulado en tantas noches de cerveza con Nayeon, a diferencia del modelo que lucía su abdomen bien marcado. Si por un momento se permitió sentir vergüenza y quiso apartarlo para cubrirse, cuando Hyungwon escaló y apretó sus pezones, se dijo que no había fuerza en el mundo que pudiera contener la supernova que amenazaba con rasgarle las entrañas —. Voy a colgar.
Dijo a tiempo para presionar el botón rojo en su teléfono, dejarlo caer de la mesa y soltar de golpe el aire que había estado conteniendo.
—Mierda... tú eres... —murmuró sin aliento, su frente todavía tocaba el cristal y Hyungwon, quien había bajado su pantalón hasta las rodillas, succionó su nalga izquierda antes de darle un mordisco que lo hizo respingar de puro placer.
Se permitió imaginar lo que él haría a continuación: quizá le bajaría la ropa interior, con su mano sometiendolo contra el cristal mientras su boca, esa que había estado robándole la cordura todo ese tiempo, se aventuraba en su trasero y presionaba su entrada palpitante. Que después de lamer de aquí allá y presionar con su lengua para volverlo loco, se bajaría los pantalones y lo penetraría allí mismo, mientras él imploraba por más, importandole poco que el cristal cediera por su peso y fuerza. Pero Hyungwon, el hombre que él ya había catalogado como impredecible, tenía otros planes para él. Le rodeó la cintura con su brazo y lo obligó a sentarse entre sus piernas, impidiendo que Minhyuk pudiera darse la vuelta y devorar su boca, la única imperiosa y desesperada necesidad que tenía. Le quitó sus prendas superiores de un tirón, dejó que sus manos recorrieran cada centímetro de su pecho, que delineara sus erectos pezones que echaban de menos su toque cada que se apartaba. Succionó su cuello por ambos lados, como si procurara dar especial atención a cada zona de su cuerpo. Ni un beso más, ni un beso extra en cada parte, solo descargas eléctricas que llevaron a Minhyuk a recostar su cabeza contra su cuello y a su mano tirar de su nuca, justo cuando él le arañó la piel e hincó sus dientes haciéndole jadear como un loco, encontrando esa zona que tanto lo sacaba de sus casillas y le hacía estremecer.
Fue cuando perdió su batalla por el control, Minhyuk tiró del otro y giró su cabeza para encontrar la boca de Hyungwon y se recreó en ella con besos voraces y hambrientos. Succionó, chupó y le gruñó con su ardiente aliento quemándole la garganta, pues el camino de Hyungwon no se había detenido y él había metido la mano debajo de su ropa interior, ahí donde su erección expuesta lo recibió impaciente. Hyungwon presionó la punta con su pulgar, lo acarició de arriba abajo y comenzó a masturbarlo, extendiendo de aquí allá el líquido que ya humedecía su miembro. Sintió a sus yemas acariciar cada centímetro, hundirse en su bello público y tocar sus testículos, incrementando el ritmo tan rápido y tan certero que Minhyuk se vió indefenso y desesperado.
—Detente... voy a correrme —dijo negándose a abandonar su boca.
—Hazlo... córrete para mí —respondió el otro tan pronto Minhyuk liberó su lengua, con un tono tan ronco y seductor que fue suficiente para que se dejara ir sobre sus dedos, sacudido por una oleada de placer tan grande que le llevó a cerrar los ojos y tomar aire a grandes bocanadas. Para cuando Minhyuk abrió los ojos segundos después, consciente de que estaba a punto de perder la consciencia sobre los brazos de un hombre que tenía el control de su completa existencia, alma y cuerpo, no estaba listo para lo que vió —Sabes delicioso —dijo el muy maldito hijo de puta, lamiendo descaradamente la punta de sus yemas cubiertas por su semén mientras amenazaba con devorarlo con su mirada afilada y profunda.
Minhyuk no se consideraba una persona dominante pero sí que sabía defender su papel en el acto. Le gustaba deleitarse con las reacciones de su amante, encontrar las zonas que le hacían perder la cabeza y disputarse por el control de la situación. Encontraba especial placer en dejar que su amante lo tomara y se sintiera dueño de su cuerpo y complacido por sus respuestas desesperadas, justo lo suficiente para que el otro lo creyera sometido a su dominio y él demostrara que aún podía tomar el control y le robara un par de orgasmos, siendo el que tomaba o el que recibía. No era del tipo hablador en la cama. No había tenido una relación en la cual se recordada carente de razón y desesperado por tomar lo suficiente hasta que su cuerpo no pudiera contener el júbilo, el placer y la sensación de pertenencia. Disfrutaba del sexo que no requería un gran discuso de apertura, de taparle la boca al otro cuando creía que era suficiente de los terrenos peligrosamente personales y robarle un beso que justificara su falta de interés en el habla y dejara en claro cuán desesperado estaba por poseerlo entero.
Pero Hyungwon... por alguna razón, él le hacía querer desear todo. El sonido de su voz era hipnotizante, podría pasarse horas observando esos ojos que parecían tener vida propia y dos facetas completamente diferentes; una amable y tierna, otra dominante y desconcertante en partes iguales. Le gustaba observar sus movimientos que si bien no eran elegantes, le dotaban de una personalidad segura; mientras sostenía el vino, acariciaba el tallo de la copa o modelaba los artículos para los cuales se ofrecía como imagen. Y ahí, completamente derretido entre sus brazos y sometido a su poder y encanto, Minhyuk se dijo que podría recibirlo todo cuanto él quisiera; que podría utilizarlo como a un contenedor que podía derramar las veces que quisiera; que podría cubrirlo de caricias al amanecer; acomodarle el cabello en un acto que él ignoraba era atento; que podría incluso someterlo contra la mesa y follarlo hasta el amanecer o hasta que Minhuk recordara que era una persona y no sólo un cuerpo del que él podría disponer cuando quisiera.
Junto a él se sentía sediento, hambriento, insatisfecho, desbordado y colmado hasta el último centímetro de su cuerpo. Cuando recuperó el aliento, impulsado por esa desesperación que le hacía cosquillear el vientre, se dió la vuelta entre sus brazos, apartó su pantalón sin mirar con ayuda de sus pies, le dio un beso desesperado que tomó por sorpresa a Hyungwon y dijo:
—Sube al sofá. quiero probarte, quiero que me folles la boca como tú quieras.
Después de todo, Hyunwgon era solo un hombre cegado por el placer. Un hombre que fue tomado con la guardia baja y accedió, con la sorpresa y la complicidad tomando control de su boca entreabierta, húmeda e hinchada. Subió al sofá y dejó que Minhyuk le bajara los pantalones hasta las rodillas y observó, sin perder detalle de nada, cómo el hombre frente a él apartaba sus cabello con un movimiento que le pareció elegante, tomara su miembro erecto con ambas manos, y con la mirada afilada y hambrienta puesta en sus ojos, lamiera sin pudor la punta, obligándolo a poner los ojos en blanco y apoyar su espalda contra el respaldo.
—No —protestó Minhyuk, quizá embriagado por el vino o por él —, quiero que me veas, quiero comerte con tu mirada puesta en mí. —admitió con la cara ardiendo, dejando que la vergüenza y su pudor se fueran a la mierda, sintiéndose poderoso mientras lamía de nuevo, Hyungwon se mordía el labio y asentía obediente.
Se metió su miembro a la boca, succionó con cuidado la punta y con sus manos comenzó a bombear. Si es que por unos momentos deseó cerrar los ojos y dejarse llevar, se convenció de que observar el rostro deformado del modelo que horas antes había fotografiado, era mucho mejor. Completamente perdido, entregado a lo que él tuviera que darle. Bombeó un par de veces más y lamió con suma lentitud toda su extensión, y tan pronto el otro soltó un sonoro jadeo y llevó una mano a sus cabellos, supo que tenía su completa atención. El miembro desapareció en su cavidad, pero él sabía lo que hacía y se permitió contener el aliento cuando tocó su campanilla. Entonces lo perdió de vista y comenzó a subir y bajar con cadencia, dejando que el apretón en sus cabellos y las reacciones del cuerpo del otro le dijeran cuánto lo estaba disfrutando. Bastaron un par de segundos para que Hyungwon comenzara a mover sus caderas desesperado contra él, que Minhyuk pusiera sus manos en las piernas del otro para mantener su posición y que ese maldito demonio que se deshacía bajo sus atenciones, comenzara a follarle la boca como un desesperado.
Se dejó utilizar, que Hyungwon marcara el ritmo y que él pusiera el sazón con su lengua juguetona. Se sintió pleno, tan hambriento como antes de tragar la esencia que colmó su boca como un té caliente y espeso que esperó a tragar con su mirada puesta en él. Y ahí estaba Hyungwon, con un semblante maravillado y loco, tan perdido como Minhyuk ya estaba por él.
—Buen chico.
Hyungwon apartó los cabellos de su rostro y presionó la boca contraria con el pulgar, ignorando el impacto que dos palabras simples habían dejado en él, quien se dejó conducir de la mano a la habitación del modelo, se sentó sobre la cama y esperó a que hurgara en su mesa de noche hasta que un condón y un bote de lubricante quedaron sobre la superficie.
Se dejó desnudar como un buen chico, dejó que Hyungwon cubriera su cuerpo de besos cada vez más desesperados y hambrientos que lo dejarían marcado al día siguiente, y tomó su lugar sobre la cama, decidiendo que quería que él lo tomara con sus rodillas flexionadas y trasero expuesto. La parte de él que moría porque el modelo lo tomara de frente para robarle besos desesperados mientras lo penetraba, se sometió en silencio a los deseos de sentirlo colmarle, que Hyungwon hundiera sus dedos en sus cadenas y lo embistiera contra la cabecera.
Supo que tomó la decisión correcta cuando aceptó la invitación y se colocó el preservativo y dejó caer una generosa cantidad de lubricante tibio en su entrada. Minhyuk esperó ansioso, con sus codos sobre la almohada y su cabeza llena de todo.
Cosas como:
¿Qué posibilidades había de que ambos hubieran terminado así?
¿Por qué Hyungwon lo había elegido para llevarlo a su departamento?
Cosas como que meses antes había aprendido a tragarse la amargura como una píldora junto a su café cuando veía a su crush de la mano de su novia. Cosas como que su amiga ignoraba que había fallado en su misión de conseguir un simple teléfono y que, mientras su mente pensaba tonterías, Hyungwon había tomado la delantera, dejado un par de besos quietos en su espalda y había entrado en él sin más aviso que la punta de su miembro jugueteando en su entrada por unos segundos.
Se sintió tal colmado que apoyó una mano en la cabecera y esperó, Hyungwon eran tan grande como lo había imaginado en su interior mientras le follaba la boca, pero la sensación no se comparaba con nada que hubiera experimentado en una de sus tantas noches de sexo. Él movía sus caderas contra su trasero, se restregaba, iba y venía con movimientos lentos para dejarle acostumbrarse a él, y finalmente lo embistió con tanta fuerza que Minhyuk tuvo que hundir la cabeza en la almohada para permitirse gritar.
—¿Te gusta? —Escuchó la voz de Hyungwon justo cuando el calor de su pecho le tocó la espalda y volvió a embestir. Sus grandes brazos le aprisionaron por la cintura y Minhyuk se apartó de la almohada para girarse y encontrar su mirada en la tenue luz de la habitación.
—Eres adorable aun cuando haces preguntas estúpidas —jadeó por otra fuerte intromisión, Hyungwon lo tenía bajo su control, deshaciéndose como la mantequilla al calor.
Buscó su boca, Hyungwon se puso en cuclillas y con sus fuertes brazos manteniéndolo firme, Minhyuk se deshizo en un beso desesperado que hizo chocar sus dientes y lo llevó a meterle la lengua hasta el fondo.
—Sigue... mierda, sigue... —suplicó, afianzando su mano a su cuello mientras Hyungwon lo penetraba sin piedad, sin pudor, tocando sus puntos débiles, colmándolo hasta que sintió que podría romperse —. Mierda, Hyungwon... —volvió a jadear desesperado.
—Tú quieres matarme.
Minhyuk se permitió reír después de la sorpresa y volvió a buscar su boca desesperado, dejándole saber en ese beso que era demasiado era él, que nunca volvería a repetir una noche como esa en la cama de otro, y que mientras el modelo buscaba su miembro y lo masturbaba al tiempo que seguía embistiendo, el orgasmo que se robaron uno al otro, se grabaría para siempre en sus memorias.
La luz del día colándose por las ventanas despertó al fotógrafo. Mientras parpadeaba confundido y con dolor de cabeza, se permitió asimilar el ambiente que lo rodeaba. Se encontraba sobre la enorme cama, con el brazo y parte del pecho entero del modelo sobre él, tenía su cabeza hundida en el cuello con una respiración profunda. Miró al techo y suspiró con calma. Perdió la cuenta de cuántos orgasmos fueron suficientes para agotarlos, le dolían las piernas, el trasero y se sentía pegajoso por el sudor. Quiso palpar la mesa de noche a su lado, pero tan pronto recordó que su móvil se había quedado en la sala, se puso en tensión.
¿Qué hora era?
—Hyungwon... —habló con cuidado y tocó el hombro caliente sobre su pecho. Él se removió bajo el toque y se acurrucó nuevamente. Deseó no tener que ir a la estúpida sesión, quedarse allí y dormir un poco más. Pero el golpe de realidad le había dado certero tan pronto despertó, era hora de abandonar el sueño, tomar un baño y largarse de allí.
Una sesión más, una tarde más y todo se podría ir al carajo, por mucho que esa perspectiva doliera.
Le tomó unos minutos decidirse, deslizarse bajo el cuerpo profundamente dormido del otro y encaminarse a la sala. La luz del día lo golpeó con furia con las ventanas abiertas y al comprobar su móvil, se relajó al ver que todavía tenía un par de horas para marcharse.
Cuando volvió a la habitación, Hyungwon estaba sentado y se tallaba los ojos con suma pereza.
—Hola —dijo Minhyuk, sentirse desnudo de pronto le hizo arder las mejillas, pero convencido de que lo peor había pasado en la noche, le animó a sentarse a su lado —. Tengo que irme. Tomaré un baño y te veo más tarde en la agencia.
Cuando quiso tomar su ropa, Hyungwon le sujetó la muñeca y lo miró con una faceta nueva que atesoraría en su memoria. Tenía el rostro hinchado, sus mejillas lucían adorables y su boca lucía incluso más grande y roja por el rudo trato de horas antes.
—Puedo prestarte ropa, duchate conmigo.
Minhyuk lo meditó, supo que de quedarse allí, le sería más difícil decir adiós después. Negó.
—No, me gusta mi ropa —Agregó con una sonrisa forzada —te veré más tarde.
—¿No puedo hacer nada para que te quedes? —insistió él después de unos segundos.
—No, pero agradezco tu interés —Se rindió a la tentación de dejar un beso en su boca —gracias por lo de anoche.
Se apartó sin darle oportunidad al otro de responder. Tomó sus ropas con toda la quietud que le fue posible y tomó un auto para largarse a su casa.
Durante el camino de regreso intentó ignorar el número de suspiros involuntarios, recostó su cabeza contra el asiento y se permitió recordar, traicionado de vez en tanto por el escalofrío en su cuerpo cada que rememoraba qué tan vivo y pleno se había sentido. No podría decir que estaba triste, mucho menos amargado por la realidad que ya de antemano conocía. Pero así era lo efímero, llegaba, te encandilaba y se iba; si bien en ninguno de sus más locos sueños contempló que pasaría momentos maravillosos junto al modelo, despertar y enfrentar la realidad era como una resaca. Ignoró los mensajes de una Nayeon que poco satisfecha estaba con su carencia de detalles y respuestas, y tan pronto se alistó y cruzó la puerta de la agencia horas más tarde, se permitió tomar aire profundamente hasta que disipó los nervios y entró al set.
Decir que la mirada de Hyungwon sobre él no se sentía más densa y eléctrica o que no deseó en varias ocasiones rozarlo con el pretexto de indicarle una pose, sería mentir. En varias ocasiones deseó también ser el perfume en su mano para sentir la textura de sus yemas y revivir la forma en que esos mismos dedos se habían colado en su boca en un momento de placer puro. Fue una fortuna que lograra mantenerse en una pieza y que Hyungwon actuara tan profesional como siempre. Al final del día quizá no era una actuación y él estaba acostumbrado a llevar a la cama a sus fotógrafos. Sin embargo, durante las largas horas de la sesión se permitió ser dueño de las frases que lo habían sacado de su zona en las sombras.
Cosas como: buen chico y que Hyungwon lo había buscado porque quería dejar una buena impresión en él.
Era suficiente al final del día, y quizá si se despedían con la frente en alto, podría confesarle al calor de las copas unas noches después a Nayeon lo que había sucedido.
La sesión terminó con un agradecimiento por parte del staff y Minhyuk se escabulló del set justo cuando Hyungwon era colmado de regalos por parte del personal de Paco Rabanne. No se permitió albergar esperanzas, había tenido su noche de ensueño con un hombre guapísimo y eso tendría que ser suficiente.
Era de no creerlo entonces cuando Kihyun llegó al cubículo de Minhyuk como siempre lo hacía, asomara su cabeza sobre el muro y dijera:
—El manager de Hyungwon me pidió que te dijera que te espera en el set. Dice que olvidó mencionarte algo.
—¿A mi? —Se señaló con el corazón dándole un vuelco.
—Sí, ¿ves a otro Minhyuk por aquí?
Se permitió reír nervioso y asentir sin mirar más a Kihyun, pues sus pies no le permitieron seguir sentado y se encaminó rápidamente al set, donde el personal desmontaba todo y el manager de Hyungwon, a quien conocía de vista y por intercambiar algunas frases con él, le tocó el hombro.
—Ah, joven Lee —dijo el manager.
—Gracias por su trabajo, manager Chen. —Hizo una reverencia que el otro correspondió de inmediato —¿Qué sucede?
—Te fuiste tan rápido que no pude decírtelo antes.
—Ah, lo siento, tengo un poco de trabajo acumulado.
—Siento interrumpirte en ese caso, pero Hyungwon me pidió que te dijera que te espera en el estacionamiento, al parecer olvidó darte el obsequió que traía para ti por tu buen trabajo.
—Oh, pero, no hace falta —admitió Minhyuk rascándose la nuca, no se permitió lucir decepcionado, mucho menos desesperado.
—Claro que sí, fue muy sencillo trabajar contigo, Hyungwon lucía muy contento. En fin —Extendió su mano para estrecharla —, no te molesto más. ¡Espero volver a trabajar contigo!
Minhyuk bajó del elevador con sus piernas inquietas y el corazón desbocado. Buscó el auto que bien conocía y no le sorprendió encontrar la portezuela abierta de la minivan como la primera vez. Tener la oportunidad de despedirse de Hyungwon en forma le hizo sentir más tranquilo, ignorando por un momento el pequeño dolor en su pecho. Al meterse en la camioneta, Hyungwon tiró de su mano y cerró la portezuela de un golpe. En menos tiempo del que pudo procesar, la boca de Hyungwon se encontraba sobre la de él, quien mantenía sus puños apretados y mirada de sorpresa.
Ni siquiera pudo responder en los segundos en que su boca cálida estuvo sobre la suya.
—Te dije que no me hicieras esperar.
—Yo —Intentó encontrar las palabras correctas, tener a Hyungwon, aun con el maquillaje oscuro y semblante de demonio seductor, era demasiado para él —No sabía que...
—¿Pensaste que te dejaría ir así nada más? —Hyungwon volvió a presionar su boca seca con la yema de sus dedos, tenía tanta sed de él y no de agua que dolía —. Me lastima tu indiferencia.
Sus guardias cayeron y viéndose tan indefenso como siempre, Minhyuk se tragó el nudo en su garganta y permitió que su pecho sacara eso que había estado conteniendo en una jaula con docenas de candados. Quería besarlo. No, moría por besarlo desde esa mañana, quedarse a su lado y no dejar que fuera solo una noche casual. ¿Pero cuáles eran las posibilidades?
—Lo siento... yo creí que... —apretó los dientes, pensándolo bien, era más sencillo guardarlo, justo como había hecho antes con Kihyun.
—Te debo algo.
Hyungwon extendió su mano y Minhyuk lo miró sin entender.
—Tú teléfono, olvidé darte mi número.
—Ah —dijo conteniendo un suspiro, hurgó en su bolsillo y le extendió el móvil. Tenía ganas de llorar. Era un estúpido, pero había cumplido su misión.
Debería sentirse contento por ello.
Pero no era ese maldito y estupido número lo que quería.
—Aquí tienes —dijo él una vez tecleó el número y guardó su contacto en su móvil. Minhyuk recibió el teléfono y lo apretó entre sus manos, incapaz de hablar pues se soltaría a llorar y quería salir intacto del auto —. Minhyuk...
Él lo miró, no tenía palabras que decir, solo la necesidad de salir de allí.
—No me hagas esperar demasiado.
Fue suficiente, Minhyuk se desbordó como una presa llena y tan pronto notó que sus lágrimas le cubrían el rostro, se las limpió desesperado con las manos trémulas.
—Lo siento... dios... lo siento —Soy un estúpido, pensó. Soy un idiota e ingenuo, reafirmó.
Y antes de que pudiera salir del auto, refugiarse en el baño y llorar, Hyungwon tomó su rostro y le obligó a mirarlo dentro del oscuro espacio iluminado apenas por las luces del estacionamiento.
—Dime que quieres quedarte aquí, dime que no me dejarás ir, dime que no soy el único que siente esto.
Minhyuk contuvo el aliento y lo miró con sus ojos vidriosos y pupilas temblorosas. ¿Había sido su mente? ¿Su estúpida cabeza haciéndole imaginar lo que él quería escuchar? Se convenció de que no cuando la boca de Hyungwon volvió a encontrarlo, cuando su lengua le humedeció la boca seca y sus manos lo sostuvieron como si realmente importara.
Se besaron lento, se besaron desesperados. Sus manos se buscaron inquietas bajo las ropas, Minhyuk se subió en sus piernas y Hyungwon besó las marcas que él se había esforzado en cubrir con maquillaje antes de llegar ahí. Al final del día... quizá no era tan descabellado pensar que ese ángel, que ese demonio y ese hombre que era demasiado para cualquiera... era para él.
—No quiero dejarte ir —murmuró directo a la boca de Hyungwon. Fue una súplica, fue un deseo ahogado entre el anhelo y la desesperación —. No me sueltes.
—Pensé que nunca lo pedirías —respondió, tragándose el sollozo que se desbordó directo en su boca.
Dos semanas transcurrieron desde la última charla entre Minhyuk y Nayeon. No fue fácil ignorarla, mantener las respuestas escuetas y llamadas disfrazadas de urgencia, pero finalmente Minhyuk se animó a citar a su amiga en su departamento, prometiendo que le compensaría por desaparecer así.
—Hola —saludó ella con un tono cortante, estaba molesta y menos efusiva que siempre. Minhyuk entendía por qué.
—Hola —fue él quien se animó a dejar un beso en su mejilla al notar la ausencia de este. Ella sonrió forzada —. Oh, vamos, ¿sigues molesta?
—Lo estoy, no pienses que dejaré pasar que me estuviste ignorando.
Minhuk tomó su abrigo y lo dejó en el perchero, conteniendo esa sonrisa que amenazaba con estirar sus labios. Era adorable cuando se enojaba.
—Lo siento, tuve mucho trabajo. ¿Qué quieres beber?
—Te mataré si me das agua.
—Cerveza será.
La llevó hasta su pequeño comedor para apenas cuatro personas, una de las ventajas de rentar ese pequeño departamento por un precio módico para la zona. Cuando ella se sentó, Minhyuk había dejado dos cervezas sobre la mesa y le extendió una.
—Espero que esa excusa sea buena —Nayeon tomó dos tragos de golpe y dejó la lata sobre la mesa, sus dedos jugueteaban con el aluminio encima.
—Lo suficiente para traerte aquí. —Esperó, sentía su mirada molesta y entornada sobre él —Te conseguí el número.
—¿En serio? —De pronto el enojo desapareció y su mirada se iluminó, se había apoyado sobre la mesa de puro gusto.
—Sí, pero la razón por la que me demoré en decirte es porque... —Se mordió el labio inferior y disfrutó de la ansiedad en la mirada de su amiga —, te conseguí algo mejor. ¿Estás lista para dejar ir a Evelia?
—Hasta no ver no creer, Lee Minhyuk —protestó ella con la seguridad de quien cree que está siendo engañada.
—Bien, pero quiero que me la des con todo y su estuche, esto lo amerita.
—Claro, claro. Pero antes de eso, cuéntame, ¿cómo te fue consiguiendo el número? ¿Te temblaron las piernas? —Rió divertida y dio otro sorbo al líquido.
—En realidad... —suspiró de golpe y dio un sorbo también —fue complicado, Hyungwon es un hombre difícil pero...
—Basta de peros, ¿lo tienes o no? —la desconfianza en su mirada no se hizo esperar.
—Eres una perra incrédula. Bien... ¿Qué te parece si te lo cuenta él?
Nayeon lo miró sin entender y se acomodó en la silla, justo cuando Minhyuk se puso de pie, gritó algo como "Ven aquí" ante el muy escéptico juicio de su amiga, y segundos después, un hombre de gran altura y porte elegante se paró bajo el marco de la puerta, dejando boquiabierta a la chica.
—¿Qué? —gritó y se cubrió la boca, mirando a Minhyuk quien la observaba divertido —¿Qué estás haciendo aquí?
Hyungwon dejó un beso en la boca de Minhyuk ante la muy atónita mirada de Nayeon y finalmente tomó asiento en la silla vacía.
—Me alegra verla de nuevo, señorita Nayeon, mi novio me comentó que quería mi número.
—¿T-tu novio? —Nayeon miró de inmediato a Minhyuk, quien asintió satisfecho con sus brazos cruzados y alzó sus cejas con un semblante juguetón —. Tú, maldita perra, eres increible.
—Lo sé.
Le guiñó un ojo y se sentó al lado de Hyungwon. Semanas atrás, no podría haber creído en ese escenario, pero los días posteriores al término de la sesión, Hyungwon se las había ingeniado para convencerlo de salir de su cueva de auto compasión, de hacerle ganar confianza en sí mismo y sobre todo, darle la seguridad de que él no era un acostón casual, sino la persona que lo había cautivado tanto como a él al grado de hacerle una propuesta difícil de rechazar.
Al final del día, Evelia no fue el mayor de los premios de ese juego que inició días atrás; tenía a ese hombre y haría hasta lo imposible por no dejarlo ir, justo como él le había suplicado en el interior de un auto, un día como otro en el que Minhyuk se creyó insuficiente para un hombre que encontró en él justo lo que nadie antes le había ofrecido.
FIN.
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