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𝟏𝟑. Look what you made me do.




Mira lo que me hiciste hacer.
Chapter thirteen. ଓ The Lightning Thief.



Los ojos de Megara fueron abriéndose cada vez con más rapidez y comenzó a escuchar las llamadas del rubio pidiéndole que despertara.

— ¡Megara! ¡Despierta! — se inquietó mientras movía lentamente a la castaña sin querer herirla.

Esta se separó de los brazos del rubio con una respiración fuerte.

— ¡¿Qué te sucede?! ¡No puedes lanzar a la gente al agua porque si! Tú respiras perfectamente bien bajo ella, pero ¿adivina qué? los hijos de Ares no lo hacen. — refunfuñó como si se tratara de un perro peleando con un gato.

— ¡Lo lamento! — masculló. — Solo... pensé en que debíamos salir juntos del bote y no llegué a pensar en lo otro.

— Solo... olvídalo. — pidió mientras se paraba del piso.

— Perdón. — se estremeció al notar cómo le quitó importancia tan rápidamente. — ¿Cómo bajaremos eso?

La castaña pasó sus manos por su cabello tratando de arreglar cómo podía e intentando volver a su respiración común.

— Deben estar conectadas de alguna forma. Como una máquina; pero no creo entender cómo arrancarla.

— Fue un obsequio con un propósito oculto. Hefesto se lo ofreció a Hera, pero en cuanto ella se sentó no pudo levantarse. Todos lo dioses lo intentaron, pero la máquina era demasiado lista. Muy fuerte. Fue demasiado. Incluso para ellos. — explicó Percy mirando a Megara, quien miraba con atención a la maquina frente a ella. — Al final, dijeron que si Hefesto liberaba a Hera, Afrodita sería su esposa. La silla es el trato.

— Uno se sienta, el otro toma el escudo. — concluyó Megara después de escuchar la historia. — Lo haré.

— ¿Qué? — tomó su brazo y se puso frente a la castaña. — Espera, Meg.

— El que vaya, no saldrá. Es bastante sencillo.

— Por eso mismo te dije espera. — recordó Percy elevando la voz.

El rubio mantuvo su voz fuerte y la mirada del mismo modo, con la mano tomando el brazo de Megara, impidiendo que pudiera moverse. No permitiría que ella tomara asiento en aquella silla.

— Perce, no dejaré que hagas lo mismo que en el arco.

— Sí. Lo harás. — determinó fuertemente.

— Tú debes terminar la misión. — recordó la hija de Ares.

— No. No sin ti. Sin Grover y Annabeth tampoco. — expuso.

Megara lo miro con el ceño fruncido y con tristeza en los ojos. — Percy Jackson. No dejaré que hagas esto. Esta es tu misión. Debes ir por Grover y Annabeth con el escudo y terminar la misión. Por mi.

— No lo haré. — negó con la cabeza. — Por algo te escogí, Megara. Te escogí porque sabía que intentarías protegerme, y por un momento pensé que eso estaría perfecto. Pero ahora lo único que necesito es que protejas a Grover y Annabeth; y que terminen la misión.

Megara lo miro con seriedad sin siquiera pestañear, asustando un poco a Percy. Ella miró de arriba hacia abajo al chico, para luego suspirar pesadamente.

— Bien. Hazlo. — aceptó haciendo que el rubio frunciera el ceño al saber lo terca que era.

Sin esperar a que la chica cambiara de opinión, Percy tomó el bolígrafo de su bolsillo y luego la mano de Megara, dejándolo en su mano para después cerrarla.

Megara miró con atención al bolígrafo y luego a Percy, que empezaba a caminar a la silla.

— Necesito que... — Megara no dejó que terminara sus palabras.

— No me iré sin ella. — dijo lo que pensaba que el chico quería escuchar. Se refería a su madre.

— Gracias. — sonrió con sinceridad. — En realidad iba a pedirte cuando terminen la misión, ¿podrías volver e intentar amarme de esta cosa? Nos queda por hacer un maratón de películas, no lo olvides.

— No lo olvidaría jamás. — dijo con una sonrisa de lado junto a los ojos cristalizados.

Aquellas palabras salieron al mismo tiempo que una lágrima rebelde caía por su mejilla. Pero no era por Percy. Claro que no lo era... era por ella misma.

— Oye. Cómo es que funciona esto. — preguntó acercándose a Percy señalando el bolígrafo.

— Oh. — soltó al no esperar que eso fuera lo último que escucharía por un rato. — Solo debes...

Las palabras del rubio fueron cortadas al sentir un empujón.

Megara había tomado rápidamente la mano de Percy, empujándolo lejos de la silla para que ella pudiera ser quien tomara el asiento.

— ¡Megara! — gritó el rubio acercándose de nuevo a la chica.

— ¡Jackson, aléjate! — gritó de vuelta. — Déjamelo a mi. Por favor. Solo toma el escudo y vete de aquí.

— No puedo. No... no puedo hacer eso. — sollozó débilmente.

El color dorado comenzó a rodear las piernas de Megara y luego se hizo presente en sus manos, cada vez subiendo más rápido.

— ¡Al carajo! — alegó y caminó hasta la castaña.

Percy empezó a jalar por sus hombros intentando sacarla de la silla, pero como era de esperarse, no logró nada bueno.

Megara cada vez sentía más nervios y se acercaba al momento de soltar lágrimas de desesperación y tristeza.

— Solo te pido que... si en algún momento llegas a verlo... a Cas... — el rubio la interrumpió.

— ¡No hagas eso! — chilló. — No te despidas. No. Lo que sea que tengas para decirle a Cassius, lo harás tú misma.

El hijo de Poseidón comenzó a patear el mecanismo que se hallaba a un lado de la silla. Con desesperación en todo su cuerpo comenzaron a caer algunas lagrimas. Intentando conseguir otra manera de solucionar el problema, fue por el bolígrafo que estaba en el piso y empezó a estrellarla contra el mecanismo de la silla.

— Megara, háblame. — pidió al no haber escuchado más su voz, ya que estaba en la parte trasera de la silla. — ¿Meg?

Caminó lentamente –con gran miedo– hacia el frente de la silla y consiguió a Megara con gran parte de su cara tapada por el oro. Antes de que toda su cara fuera totalmente cubierta, una lágrima cayó, la cual se mantuvo inmóvil al ser víctima de aquel color que Percy empezaba a odiar.

Sin notarlo, una lagrima cayó del ojo de Percy mientras esperaba a inquietarse al ver a la chica cubierta por completo.

— Meg. — murmuró cayendo en sus pies sin poder evitarlo.

𖥸

Aquel sentimiento de ser cubierta de algo tibio y pesado empezó a sentirse menos en su cuerpo mientras pasaban los segundo.

Apenas Megara pudo volver a abrir sus ojos, inmediatamente conectó con los azules de Percy que aún estaba rojos.

— ¿Meg? — preguntó sin creer que Hefesto había ayudado a sacar a Megara de la silla.

— Eres un buen niño, Percy Jackson. Espero tu padre lo sepa. También espero que ella valga las palabras que me dijiste. — comentó mirando a la hija de Ares con algo de desprecio.

— Ella lo es. — prometió esperando a que Megara pudiera ponerse de pie.

En el momento que la castaña logró mantenerse de pie, se resbaló al sentir sus piernas algo débiles, cayendo inconscientemente en los brazos del chico.

Percy pasó sus brazos por los hombros de la chica, a diferencia de ella quien dudó un poco antes de pasar sus brazos por la cintura del chico.

— Estás bien. — le aseguró. — Te dije que estaríamos bien.

𖥸

El sonido de la campana se hizo presente en el momento que Percy y Megara entraron al restaurante. De inmediato ganaron las miradas de Grover, Annabeth y Ares.

Megara soltó el escudo en la mesa de ellos, ganando una sonrisa orgullosa de su padre que le hizo tener un sentimiento extraño en el estomago.

— ¿Nuestro transporte?

BONDAD INTERNACIONAL
ADVERTENCIA: ANIMALES VIVOS DENTRO.

Aquellas eran las palabras que se encontraban fuera del camión al que los había llevado Ares con una sonrisa de burla.

— Que divertido. — soltó sarcásticamente la hija del mayor.

— Es una broma. — bufó Percy.

El dios de la guerra chasqueó los dedos y automáticamente las puertas de camión se abrieron con rapidez.

— Entren, o no. Realmente no me importa. Pero en pocas horas, esta cosa estará en el Casino Lotus en Las Vegas. Hermes pasa tiempo allí. Si juegan sus cartas bien, su chofer personal los puede llevar a Los Ángeles en minutos. — lanzó un bolso negro a Percy. — Aquí tienen. Ropa. Efectivo. Dracmas para reunirse con Hermes. Les desearía suerte, pero ¿de qué serviría?

— No fracasaremos. — repitió el rubio.

— No te preocupes. Tu padre tuvo muchos hijos por los que dejó de preocuparse una vez que perdió el interés. Tendrás mucha compañía.

— ¿No te parece inmaduro intentar hacer sentir mal a un niño de doce años? Creo que deberías buscar a alguien más con quien meterte cuando estes aburrido. — defendió al rubio poniéndose al frente de todos sus amigos.

— Como sea, Megara. No estaba hablando contigo. Mantente alejada de esto.

La castaña estuvo por acercarse con rabia al hombre, pero fue detenida por Annabeth y Grover, mientras que Percy la miraba con una sonrisa orgullosa.

— Fracasaran, así que dejen de perder tiempo aquí.

— No fracasaremos, y me estoy cansando de que lo digas.

— Percy. — Grover de nuevo intentó detener al otro semidiós.

— Crees saber quién soy, pero no. — empezó a acercarse al dios, mientras que este lo miraba de manera provocativa. — Y si no tienes cuidado... lo descubrirás.

Ahora era el momento de Megara de tener una sonrisa orgullosa mientras miraba al rubio. Se convirtió en una persona diferente al que había llegado con miedo e inseguridad al Campamento Mestizo.

— Percy. — volvió a advertir Grover, poniendo el bolso frente al rubio.

— Bueno, gracias por el abuso emocional y las hamburguesas con queso... y el transporte. Vamos a aceptar la oferta.

Los cuatro comenzaron a caminar hacia el camión, pero Megara fue detenida por la voz de Ares llamándola.

— Megara, ven aquí. — ordenó antes de que se montara al camión.

— No quiero. — rechazó aquella orden.

— No te lo estaba pidiendo. Ven acá.

Megara rodó los ojos y caminó hasta el hombre que le llevaba una gran diferencia de altura. Se mantuvo con seguridad frente a el mientras que se alejaban un poco para tener privacidad.

— Aunque no lo creas, estoy orgulloso de la persona en que te has convertido. — confesó haciendo que la chica entrecerrara los ojos.

— ¿Cómo puedo saber que hablas con la verdad?

— Supongo que solo te tocará confiar en tu padre.

— Y ¿por qué haría eso? No tengo motivo alguno para hacerlo. Nunca has estado ahí para mi, nunca me has ayudado a saber qué podría hacer con mi vida cuando era más pequeña y te necesitaba. ¿Por qué ahora que no te necesito apareces? — preguntó con los ojos cristalizados. Dio media vuelta y empezó a caminar al camión, siendo detenida por la mano de su padre.

— Lleva esto contigo. — dejo en sus manos una daga. — Tiene el nombre de Mitra, que significa "pacto" o "acuerdo", ya que aunque sea representado como el dios de la guerra, también puedo ser protector de los pactos y los acuerdos. Estoy seguro que tú lo eres.

Megara miró con detalle la daga que se notaba ser de Bronce Celestial. La empuñadura estaba forrada de cuero negro con algunos detalles rojos y el pomo tenía un casco de lado parecidos a los que se usaban al jugar captura la bandera.

— Uhm... supongo que gracias. — tragó fuerte y miró al hombre.

— Protégelos como sé que haces. — Megara entrecerró los ojos al escucharlo y luego siguió su camino al camión.

¿Por qué de la nada le importaba que los protegiera?









𖥸 Orita's note.

Tardes, porq bueno estuvo el último capítulo de percy jackson. Me tuvo llorando desde inicio a final, y siento un vacío horrible que no puedo ni explicar. Me tuvo súper feliz este capítulo y espero que a ustedes les encante cómo a mi! También quería agradecer por el apoyo, les tqm<3

90 votos para el siguiente capítulo!

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