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XI. Bet on it



Capítulo 11
Apuesta por ello.




— ¿Ares?

— Tú debes ser la hija de Atenea. Siempre tienes que ser la más lista del grupo. — gruñó.

Megara se mantuvo quieta, mirándolo con ojos acusadores que no pudo evitar. Percy a su lado la miró con preocupación al saber un poco sobre la mala relación –si es que podía llamarme relación– que mantenía con su padre.

— ¿Por qué nos ayudarías tú? — cuestionó amargamente.

En la cara de Ares se hizo presente su ceño fruncido al escucharla con tanto desprecio.

— ¿Cómo es que siquiera sabes lo que estamos haciendo?

— Porque estoy haciendo exactamente lo mismo que ustedes. — explicó con sencillez. — Zeus también envió a todos sus hijos en busca del rayo maestro. Miren, tontos. Tengo hambre.

— Y ¿qué esperas que hagamos nosotros? ¿buscarte la comida? — inquirió Megara sin llegar a pensar en que el dios que tenía al frente podría matarla si lo deseara ahí mismo.

— Cuidado, niña. — advirtió, frunciendo más el ceño si es que eso era posible. — Hay un restaurante algo decente en el camino. Si quieren mi ayuda, ahí estaré. Pero no pierdan el tiempo. No esperaré por siempre.

El hombre tomó sus lentes y los acomodó tapando sus ojos, seguido por poner sus manos en el acelerador y segundos después desapareció de la vista de los cuatro.

— No espero que de verdad piensen ir tras él.

— Ara... es tu padre. — musitó Annabeth.

— Por eso mismo. Es mi padre y estoy muy segura de que ni siquiera notó que soy su hija. Si no sabe ser padre por qué sabría cómo conseguir un estúpido rayo maestro. — discutió.

— Meg, podría ayudarnos a lograr la misión, ¿no crees que eso es más importante? — señaló Percy, moviendo su cabeza hacia un lado como si de ese modo lograra convencerla.

Percy sabía que si Megara no se sentía un uno por ciento segura de estar ahí, ni siquiera él iría; pero debían buscar la manera más fácil de lograr el plan.

— Chicos... — suspiró. — No se si esté lo suficientemente segura de querer ir hasta allá.

— Lo lograremos, todos juntos.

𖥸

Caminaron y caminaron hasta llegar a algunas estructuras que asumían ser el lugar del que Ares había hablado.

Un gran cartel que decía Restaurante Wheelz se los confirmó.

Annabeth abrió la puerta del restaurante y Grover fue tras ella, siendo Percy y Megara los únicos que no entraron.

Megara se detuvo frente al restaurante, mirando a Ares a lo lejos sentado en una de las mesas. Suspiro fuertemente y cerró los ojos.

— No tienes que sentirte nerviosa o insegura. — estableció Percy regalándole una sonrisa que ella no miraba ya que tenía sus ojos cerrados.

— No estoy nerviosa ni mucho menos insegura. — se defendió abriendo los ojos, intentando mostrarse fuerte.

— Creí que ya habíamos dejado la etapa "soy muy fuerte y no necesito a nadie" atrás.

— No. Nunca lo hicimos. — se ofendió.

Percy soltó una risa nasal mirándola luego con una sonrisa. — Estaremos bien. Estarás bien. Lo prometo.

— ¿Cómo sabes tú eso?

— Porque no dejaré que nos haga nada. Lo prometo.

𖥸

Los semidioses y el sátiro entraron con inseguridad al restaurante, pero al escuchar las risas del un hombre, notaron que era Ares y se dirigieron a él.

— Aguarden un momento, inició una pelea en Twitter. — informó Ares. — Nada me hace más feliz que una pelea a la antigua que enfurezca a todos. — terminó de escribir. — Bien, listo.

¿Era este realmente su padre?

Los cuatro tomaron asiento frente al dios como pudieron, casi cayéndose por ser tantos. Ninguno quería sentarse junto al dios de la guerra.

— Entonces, su misión va a fracasar. — confesó con sencillez. — Pregúntenme cómo lo sé. — espero respuesta.

— No. Claro que no fracasará. — espetó Megara.

— Claro que sí. — rió. — Para empezar...

El dios mostró su teléfono, donde se veía un video con un título bastante llamativo.

SOSPECHOSO EN DESAPARICIÓN.

— Percy siempre fue problemático, pero nunca pensé que fuera capaz de algo así.

¿Quién es ese? — preguntó Grover.

— Mi padrastro.

¿Además de lo ocurrido...? — se siguieron escuchando las palabras provenientes del teléfono.

— ¿Qué hace? — preguntó Percy para si mismo.

— Espera. — rió Ares.

¿Usted cree que tuvo algo que ver con la desaparición de su esposa?

— ¿Un chico tan desquiciado? ¿Qué es lo que no haría? — dijo el señor.

— ¿Qué? — Percy sin creerlo se acercó más al teléfono.

— Muy loco, ¿no? El FBI ya está difundiendo tu foto. — dijo Ares, que parecía hablar con felicidad.

Es un Camaro. De veras yo... Nosotros amábamos ese auto. Mucho. Corten.

— Voy a matarlo. — determinó el rubio con rabia.

— Percy, no vale la pena. — agregó Megara mirándolo, dejando de importarle si tenía o no a su padre al frente.

— Sabía que me caerías bien. — confesó el dios con una sonrisa satisfecha. — La probabilidad de que ustedes cuatro idiotas caminen hasta Los Ángeles sin ser arrestados son menos que cero.

— ¿Para que estás aquí entonces? — preguntó con asco en su voz la castaña.

— Exacto. ¿No deberías estar tras el rayo maestro? De hecho, creo que deberías estar buscándolo ya. — le siguió Annabeth a la chica que tenía a su izquierda.

— No tienen miedo. Ninguna. ¿Estoy en lo correcto?

Ambas semidiosas negaron con la cabeza lentamente sin siquiera parpadear.

— No importa. Ya sea que el rayo sea recuperado o no, Zeus irá a la guerra con Poseidón.

Percy miró de inmediato a Grover, luego a Megara y Annabeth. Con gran confusión, intervino. — No. El Oráculo dijo que si devolvemos el rayo, no habrá guerra.

— ¿Eso dijo? ¿O es lo que Quirón dijo que ella quiso decir? — al ver al niño dudar, el hombre siguió. — Sí. Eres nuevo en la familia, joven, así que deja que te cuente cómo trabajamos. Verás, años antes de que yo naciera, mi abuelo Cronos se comió a mis tías y tíos. Luego mi padre hizo que los vomitara, luego lo cortó en un millón de pedazos y los arrojó a un pozo sin fondo. Eso marcó las pautas. Los olímpicos peleamos. Traicionamos. Apuñalamos por la espalda. Empujaríamos a cualquier a por la escaleras para avanzar. Y es por eso que amo tanto a mi familia. Mi padre sabe que no recuperará el rayo con misiones o búsquedas imposibles. Sabe que se avecina una guerra. Y de hecho, creo que le parece bien. Creo que siente que es hora de una guerra, así que habrá una guerra. — paró de hablar y actuó como si estaba a punto de llorar. — ¿No es eso grandioso?

Por cada minuto que pasaba, de alguna manera, Megara lograba despreciar más al hombre que estaba frente ella. No podía creer que realmente fuera padre.

— Tanta información estúpida me dio hambre. — soltó Megara con sencillez mientras dejaba salir un bostezo.

— Meg. — regañó Annabeth por lo bajo.

— Completaremos esta misión. — comenzó Percy.

— Si que lo haremos. — completó la hija del hombre.

— Impediremos esta guerra. Dijiste que podrías ayudar. ¿Puedes hacerlo?

— Después de las palabras de ella, no estoy seguro. — habló Ares apuntando a Megara.

— ¿Qué? ¿Acabaras tus planes porque una niñita idiota te habló? — retó al hombre que tenía frente a ella, poniendo sus brazos cruzados.

— No. Claro que no. De hecho, no me importa en lo más mínimo. — aseguró el dios, copiando la acción de Megara. — Aquí voy. Hay un parque de diversiones no muy lejos. Deje mi escudo ahí. Recuperen mi escudo, y yo los llevaré mañana al Inframundo para la hora del almuerzo con un plan para invadir el palacio de Hades.

— ¿Dejaste tu escudo? ¿Qué, en el carrusel? — bromeó con seriedad Annabeth, ganando una pequeña risa de Megara.

— La charla me pareció graciosa por un momento, pero me estoy aburriendo de ustedes dos. Sobre todo de ti, niña cerebrito. — apuntó a Annabeth con desprecio.

Se podía notar a kilómetros el rencor y odio que Ares le guardaba a Atenea; era más que obvio que al estar con Annabeth, este empezaba a guardarle rencor y odio al tener características de su madre también.

— ¿Tenemos un trato o tendré que matarlos a los cuatro para poder comer tranquilo? — gruñó el mayor, soltando sus palabras cada vez con más molestia.

Los cuatro se miraron entre sí, tomando una respuesta sin hablar. — De acuerdo.

— Genial. — dijo con una pequeña sonrisa, como si hace menos de un minuto los amenazaba con matarlos. — Una condición. Realmente necesito recuperar ese escudo, así que me quedaré aquí con dos de ustedes como garantía de que no huirán.

— ¿Qué? No.

— Esas son las reglas.

Megara miro a Annabeth y decidieron sin siquiera soltar una palabra.

— Nosotras dos nos quedamos, déjalos a ellos ir.

— ¿Qué? — preguntó Percy algo sorprendido.

— No. — respondió con sencillez el dios.

— ¿Por qué no? ¿No podrías aguantar a dos niñas idiotas? Así fue como nos llamaste hace un rato. — movió su cara hacia un lado esperando una respuesta.

— No quiero a mi hija con una hija de Atenea. — soltó el dios, subiendo una ceja rápidamente y sonriendo de lado.















𖥸 Orita's note.

Holaa <3 Honestamente quede muy decepcionada de este capítulo, sentí que pude haberlo hecho mucho mejor, pero ya lo había escrito tres veces y no daba mi cabeza para volver a escribirlo. Espero no lo odien como yo jajsjajdjsd

Dejando eso de lado, miren el nuevo banner gif que hizo swiftpoetryy estoy súper enamorada del resultado. Millones de gracias bella <3

75 votos para el siguiente capítulo! No olviden dejar algún comentario.

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