🦎 Capítulo 59
En el almuerzo del lunes, todo transcurre con normalidad para Jasper y Eco, al igual que para Emmett y Rosalie. Las clases son comunes y normales: algunos conceptos son nuevos para la joven de ojos verdes, mientras que para los vampiros son simplemente aburridas.
—Me encanta aprender un nuevo idioma, especialmente con la clase de español. ¿Será que alguna vez iremos a visitar España? —dice Eco, entusiasta, mientras entra por la puerta lateral de la cafetería de la institución.
—Podemos preguntarle a papá cuando volvamos a casa —comenta Emmett, atento a su entusiasmo.
—Incluso creo recordar que mamá tiene amistades en España. Podríamos preguntarle a ella primero —recomienda Jasper, al pasar firme por las puertas detrás de su compañera, agarrando una bandeja para su "hermanita" que sigue distraída eligiendo comida en los expositores.
—Es una buena idea. Podríamos aprovechar las vacaciones de este año, ¿no? —pregunta Eco, entusiasmada.
Mientras Rosalie y Emmett piden cosas simples como una soda dietética con una fruta y una hamburguesa con coca cola, se dirigen rápidamente a la mesa que suelen compartir.
—Podríamos intentarlo —contesta Jasper, pensativo. Sin embargo, en cuanto desvían la mirada un instante, ya encuentran a su compañera eligiendo una ensalada de frutas, un pie de manzana, dos sándwiches de J&Q y un pan integral con lechuga y tomate.
—Te falta probar esto y esto —dice, colocando las latas de gaseosas Sprite y coca cola en la bandeja de Jasper—. Prueba este sándwich de milanesa de pollo, ¡está delicioso! Muchas gracias, señora Kelly.
La señora Kelly, la chef de la cafetería, se ríe tiernamente al ver la cantidad de comida que disfrutan los Cullen. Tienen todos los gastos cubiertos, ya que el padre de la familia paga por adelantado cada menú mensual, evitando las largas colas estudiantiles.
—Que lo disfruten, chicos —dice la señora Kelly con dulzura.
Jasper se siente incómodo cada vez que comen en el receso. La cantidad de comida que Eco ingiere siempre resulta excesiva. Carlisle ha explicado que esto se debe al gen metamorfo de la joven camaleónica, que solo se manifiesta cuando ella está en su forma humana, y que deben cuidar su dieta para evitar problemas de salud.
Jasper suspira agobiado, sabiendo que debe lidiar con esto. Comer no está en sus planes, pero debe controlar el exceso de comida de su compañera y sabe que al final del día tendrá que vomitarlo todo para no sentirse mal.
—Has elegido demasiado. Recuerda que Carlisle cuida tu salud —advierte sutilmente a su compañera, que está ansiosa por empezar a comer.
—No puedo evitarlo. Si no como lo que exige mi cuerpo, luego me siento cansada y me duermo en clase. Es mi energía esencial para rendir durante el día —explica Eco con un pequeño puchero.
—Podrías haber elegido más ensalada de frutas —comenta Jasper, sintiéndose débil ante la necesidad de quitar ese puchero con un beso.
«Detesto esto de ser hermanos públicamente» piensa, mordiendo las ganas que su lazo exige.
Aunque puede desahogar la necesidad con Alice, sabe que no será lo mismo. Instintivamente busca a su esposa, perdiéndose un poco en la atención hacia su compañera camaleónica.
—Si la buscas, no está. Desde hace rato me he dado cuenta, Jazy —dice Eco, resoplando dramáticamente.
—¿Qué? ¿Cómo que "no está"? —pregunta Jasper confundido.
—Ni Edward ni Alice, a eso me refiero, Jazy —aclara Eco.
«¿Habrá sucedido algo?» piensa Jasper, mirando de reojo a la humana castaña que los observa nerviosa.
—Puede que haya habido un cambio de planes inesperado —murmura Jasper, tratando de calmar su inquietud.
—Supongo, pero ni siquiera se comunicaron con Rosalie, ¿verdad? —pregunta Eco al llegar a la mesa.
Rosalie bebe de su bebida dietética, mirando con seriedad a Jasper y Eco, más aún cuando ve a la castaña observándolos.
—Ninguno parece recordar que tenemos teléfonos —añade Rosalie con una expresión tensa.
Jasper siente un escalofrío al notar el cambio en la comunicación. La ausencia de Edward y Alice es la cereza del pastel para que se puedan cosechar cosas inusuales.
—Ignoremos su ausencia. Ecomuellita debe comer bien, sin tensión —dice Emmett, animando a su compañera menor, mientras destapa el vaso de ensalada de frutas y toma la cuchara para acercársela a la boca de Eco—. Abre la boquita, preciosa, hermanita.
Eco, con las cejas fruncidas, pasa de estar molesta a sonrojarse por las palabras de Emmett. Cuando está a punto de protestar, Emmett introduce la cuchara en su boca.
—Recuerda lo que dijo Carlisle, guardar las apariencias —refuta Rosalie con una expresión tensa, mientras mira de reojo a la curiosa humana que sigue observándolos—. No te quita la vista, es una molestia.
—¿Por qué sería una molestia? —pregunta Eco, mientras muerde los trozos de fruta—. Todos los demás siempre nos miran así y no me quejo. Ya era hora de que me miraran como la belleza exótica que soy, ¿no?
El tono jocoso y lleno de diversión de Eco hace que los tres Cullen a su lado se sientan incómodos, aunque también comprendan un poco.
—Uff, no lleva ni un día que Rose ha charlado contigo, y ya se te ha pegado lo diva. ¡Diablos, señorita! —exclama Emmett, riendo para restarle atención a la molestia de ver a la humana robando atención.
—Osito, ¿cómo dices? —sisea Rosalie entre dientes, indignada pero también mostrando felicidad y orgullo—. Ella siempre ha sido exótica, no dijo nada que no fuera cierto.
Eco acepta otra cucharada de Emmett, disfrutando de ser mimada públicamente. Sin embargo, su corazón da un vuelco al notar cómo Bella Swan la mira con una sonrisa inocente y suave.
«Tan inocente y tímida...» piensa, suspirando por la nariz mientras suelta la cuchara y sonríe tímidamente. «Algo en ella me llama, un canto de viento que me envuelve... Su aroma huele a café y desierto.»
Las emociones que siente al observarla son de interés, curiosidad, encanto, ternura y dulzura. Esto hace que Jasper deje caer el sándwich de J&Q, mostrando un disgusto evidente y llamando la atención de todos, interrumpiendo la conexión de miradas entre Isabella y Eco.
—¿Le diste un mordisco y te supo a rancio, Jazy? —pregunta Eco, ligeramente sorprendida pero sin perder su sonrisa.
—No.
—¿Recordaste algo o lo sentiste? —pregunta curiosa Rosalie, sin apartar la mirada de la humana.
Por suerte, la amenaza corporal y visual surtió efecto, ya que la castaña retrocede, entendiendo el mensaje. Rosalie se siente orgullosa de haber ganado una batalla sin demora.
—Recordé el sabor a tierra que tiene. Arg, pequeña, deja de hacer ojitos a desconocidos y sálvame de este sándwich —se queja Jasper, disgustado, aún saboreando el desagradable gusto del sándwich.
Eco acepta el desafío de robarle el sándwich a Jasper, después de haberse bebido el jugo restante de su ensalada de frutas. Ama los sándwiches de J&Q tanto como los de lechuga con tomate.
—¡Aquí te salvo de tu tortura! Ñom~
Así, terminan disfrutando el receso con risas y armonía. Aunque los vampiros saben que esto solo es una distracción antes de la tormenta que probablemente se está gestando en el hogar.
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