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🦎 Capítulo 42

Los latidos del corazón de la joven camaleónica eran agitados. Edward, con la delicadeza característica, tomó sus manos y las acercó a sus labios, besándolas suavemente. Su objetivo era distraerla un momento de su nerviosismo. Después de unos cinco minutos, sus mejillas comenzaron a adquirir un tono rosado suave y una pequeña sonrisa de agradecimiento se dibujó en su rostro.

«Tranquila, puedes confiar en mí,» pensó Edward con firmeza hacia su compañera de ojos verdes. Desde que Eco había aceptado el lazo de compañeros, su don se había vuelto más estable, permitiéndole usar la comunicación telepática de forma íntima solo con ella.

«¿Cómo debo empezar? ¿Por dónde es mejor? ¿Y si esto no sale bien?» pensó Eco, con temor y preocupación.

«Cuéntame tus pesadillas, solo piensa en ellas. Agarra mi mano con fuerza si te dan miedo. No te soltaré en ningún momento,»respondió Edward con un tono suave y armónico en su mente.

«Está bien,» suspiró Eco con inseguridad, mientras cerraba los ojos y se sumergía en la oscuridad de sus pensamientos. «Cada vez que el sueño llega y nubla mi vista de la realidad, ella aparece para atormentar mis días, se burla de mí,» comentó, mostrando fragmentos de su pesadilla donde la mujer se reía con una actitud omnipotente, como si Eco fuera una simple servidumbre.

«Ella me hace daño... Ella y Rose...» pensó con un pánico creciente, apretando las manos de Edward hasta hacerlas crujir, pero sin romperlas, lo cual alarmó a los familiares presentes en la sala.

Jasper explicó lo que sentía la joven para calmar el ambiente, aunque no podían ver ni oír lo que ocurría en la mente de ambos.

Edward notó que la pesadilla se centraba en Rosalie, aliada con la mujer malvada. Ambas se reían, la maltrataban, y parecía que su hermana caería bajo el control de la bruja. Esto incomodaba y preocupaba al vampiro, quien cerró los ojos con dolor.

«Sé que Rosalie jamás se aliaría con alguien para dañarte. Eres parte de la familia, y ella nunca te lastimará de esa manera, princesa,» intentó reconfortar Edward, al ver las lágrimas amargas deslizarse por las mejillas de Eco.

«De alguna manera, siento que la mujer mala quiere que muera. Y Rosalie sería feliz simplemente sin mi existencia. Entre sueños y realidad, no hay diferencia, en ambas son la misma...» pensó, con una autoestima tan baja que afectaba a todos a su alrededor.

«Esa punzada de dolor... ¿Qué está pasando, Edward?» pensó, entre siseos de preocupación de los demás miembros.

Edward no pudo pronunciar palabra; solo trató de limpiar las lágrimas para calmar el rechazo que Rosalie había infligido en su compañera.

«Querida, sé que duele bastante, lo percibo. Pero debes entender que a veces el lazo de compañeros no nace como debería. Tal vez sea algún defecto del compañero. Puede que Rosalie no entienda que el vacío que percibe de su anterior vida no es por falta de su vida completa, sino por no tenerte para sentirse completa. Ella está cegada en su mundo ideal, pero eres tú quien realmente necesita...»intentó explicar Edward con una observación reconfortante, tratando de justificar el rechazo de su hermana.

«¿Pero y si no es eso? ¿Y si me confundí y no soy lo que creo sentir aquí?» preguntó Eco, abriendo los ojos irritados y enrojecidos por las lágrimas, mientras se abrazaba el corazón con incertidumbre.

«Nunca dudes de lo que se te da de manera natural. Si lo sientes con determinación, no estás equivocada. Solo cuando dudas hay espacio para el error,»contestó Edward, mientras limpiaba lentamente las lágrimas que se secaban.

«También... suelo soñar con esto... y me perturba mucho...» su voz mental sonó desgastada, como si careciera de vida.

Esto desconcertó y estremeció profundamente a Edward al sentir la angustia de los gritos de su compañera: «¡Para! ¡Detente! ¡No me toques! ¡Mamá! ¡Por favor despierta! ¿Qué le hiciste a mamá? ¿Por qué la golpeaste así?» La visión mostraba a una mujer ensangrentada, desnuda, con sangre proveniente de su parte íntima, y Eco parecía tener unos quince años.

Todo parecía indicar una violación, pero lo que sorprendió a Edward fue ver a Demetri, uno de los Vulturi, tomar del cuello a la moribunda e intentar hacer lo mismo con su compañera.

La escena afectó profundamente a Edward, provocándole un malestar estomacal y arcadas repentinas. Esto hizo que Jasper, incapaz de soportarlo, vomitara la sangre digerida, asustando a Alice, Esme y Emmett. Carlisle envió inmediatamente a Alice a verificar a Eco, justo cuando Edward y Eco se separaron, interrumpiendo el vínculo de visión.

Edward salió del cuarto y se dirigió al baño, donde se escuchaban las arcadas y el golpeteo del fluido cayendo al inodoro.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué has recordado, pequeña?— preguntó Carlisle preocupado al ver a Eco sudando frío y abrazándose a sí misma.

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