Capitulo 2.
Narrador omnisciente.
En la sala de su casa, una madre ve la televisión para enterarse de todo lo que sucede, pero no estaba preparada para oír aquella voz que provenía del televisor. "Mujer encontrada culpable de estafa y robo. El gobierno la ha acusado de múltiples delitos por valor de 50 millones de dólares. El nombre de la mujer es Maira Holmes, de 30 años".
La sorpresa que se llevó no era más grande que su decepción, ¿pero es que su hija estaba loca? Tomó su teléfono y llamó a su hija mayor, hermana de Maira , y juntas se encargaron de dejar a Maira aún peor de lo que ya estaba. Por otro lado, la pareja de Maira vio la noticia en las redes sociales y solo le transmitía vergüenza haber pasado años con una ladrona. Mientras las personas que Maira más quería en toda su vida sentían vergüenza y decepción hacia ella, Maira estaba desesperada en la cárcel del estado.
Maira.
Después de hacer todo el procedimiento, exijo una llamada, pero todos hacen caso omiso a mi petición. Así que me dirijo a una guardia que va entrando.
-Hey tú, exijo hablar con el director o directora de la cárcel. -Hablo con voz ronca de tanto llorar.
La guardia me mira y me dice:
-Sígueme por aquí.
Sorprendentemente, ella me llevó a la oficina de la directora, que resultó ser una mujer.
Ella toca y se escucha un "pase", así que eso hacemos. No entiendo, es absurdo que me culpen a mí. Yo no es que viva mal, pero tampoco tengo una gran vida monetaria.
-¿Querías hablar conmigo?
La mujer es blanca, ojos marrones, cabello negro y corto que le llega hasta los hombros. Tiene una mirada fría e indiferente, al igual que su voz.
-Sí, yo quiero hacer unas llamadas.
Ella asiente y me acerco hasta su escritorio, donde me permito hacer las llamadas. Marco el número de mi madre y al segundo pitido contesta.
-¿Sí? ¿Dígame?
Su voz dulce entra a mis oídos.
-Mamá, soy yo Maira... Necesito ayuda...
No termino mi oración porque ella me interrumpe.
-¿Qué haces llamándome? No quiero saber nada de ti, ladrona. No vuelvas a llamar.
Me colgó y de mis ojos se escurren un par de lágrimas. Pero no tenía tiempo para echarme a llorar. Marco el número de mi hermana, quien contesta al tercer pitido.
-Hey Lucía, soy yo Maira. Necesito ayuda, creen que yo robé 50 millones de dólares.
Hablo con voz rota y mis lágrimas no paran de caer.
-La verdad, tú sola te metiste en eso. Tú solita te las arreglas. Conmigo no cuentas.
Y así, sin más, me colgó. No podía creer que ellos creyeran todas las mierdas que dicen de mí. Así que llamé a mi pareja, quien contestó al instante.
-Amor, necesito ayuda. Todos creen lo que dicen, pero soy inocente, te lo juro.
-¿Qué haces llamándome? No lo vuelvas a hacer. No quiero verme involucrado en tu asunto.
Y esta vez fui yo quien colgó. Esto duele, duele que me den la espalda sin escucharme. Sin más opciones, me echo a llorar desconsolada. La directora me mira y con una sonrisa me dice:
-Y pensar en todos los años que te darán de condena.
La miro con odio y ella solo se ríe de mí. Me tiende una camisa con el número 108. La tomo y dice:
-Guardia, lleva a 108 a su celda. Ese es tu nombre a partir de ahora, hasta que salgas en unos 15 o 18 años.
Quiero golpearla por mi vida que si, que en estos momentos es lo que más deseo. Sin más nada que hacer , la guardia me lleva a una celda con siete mujeres, y ahora conmigo éramos ocho. Me pongo la camisa con mi nuevo nombre y la guardia me dice:
-Mañana te llevaré con el doctor para que te hagan los exámenes de rutina, 108.
Solo asiento y empiezo a llorar otra vez. Ya es de noche y ni tiempo de pensar en mis dos hijos me dio. ¿Cómo se sentirán con todo esto? ¿Creerán en lo que dicen o en mi inocencia? Y así, nada más, la voz de la directora llega a mi cabeza repitiendo:
-"Y pensar en todos los años que te darán de condena".
Con esa voz en mi cabeza escucho claramente cuando dicen "fuera luces", y una de las presas me señala y dice:
-Ven, chica, tú tocas conmigo.
Me levanto del suelo donde estaba y me acuesto en la cama. Sigo llorando cuando cierro mis ojos y quedo profundamente dormida.
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