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Campaña en la nieve - Parte 9

Campaña en la nieve - Parte 9 (por Houko)

Bourd se ha ido ya, y sinceramente confío en que pueda llevar a cabo la tarea que le encomendé. De otra manera el resultado para Liemin podría ser catastrófico. Estoy a punto de hacer mi próximo movimiento, es por ese motivo que junto con Viuver y los jazars que nos acompañan nos hemos internado en el gran bosque del este de Bang, que custodia el acceso a la región de Dikenal.

Para nuestra suerte no nos hemos encontrado con problemas. Los hombres de Liemin no ingresan casi en esta zona. Aún estando en grupos numerosos la evaden. Obviamente se debe a malas experiencias en las que expediciones enteras desaparecieron en las profundidades del bosque. Por el contrario, para los jazars, esta es un área de caza.

Viuver da el aviso para que nos detengamos, algo ha visto o sentido entre los árboles. Nos colocamos cerca junto con nuestros compañeros para tener una posición fuerte, cuando podemos ver que una niebla se esparce alrededor nuestro. La arboleda empieza a desaparecer frente a nuestros ojos y los jazars sienten miedo. Sí, hay cosas que incluso ellos temen.

Una parte de mí se alegra, el ver niebla aquí en lo profundo del bosque significa que no precisaremos internarnos en la región de Dikenal. Viuver instintivamente prepara su arco al ver que una criatura se coloca delante de nosotros. Es el único del grupo que puede verla, aunque de seguro sólo ve su inmensa figura, sin detalles.

Por encima de mí una mano gigante irrumpe entre la niebla dirigiéndose hacia donde estoy para aplastarme. Mi compañero de clan comprueba sus sospechas, esa cosa es enorme. Yo, sin vacilar, manteniéndome firme le hablo al ser que definitivamente se encuentra en frente mío:

-"Me pregunto que dirá tu padre cuando se entere que me has matado."- la garra se detiene justo frente a mí. -"Me llamo Houko."- luego de eso la mano se pierde nuevamente entre la niebla. Él está ahí, su silencio es una invitación para que prosiga hablando. -"He venido a pedirles un pequeño favor."-

Mi pedido fue sencillo, debían marchar sobre Padai, pero no destruirla. El plan era bastante rudimentario, nada comparado a lo que Emperador podría hacer pero sería más que suficiente. Si la gente de Liemin les salía al encuentro, estas criaturas debían derrotarlos en el llano, y luego regresar a su hogar. Si nadie los enfrentaba, tan sólo debían atacar la ciudad, causar un poco de daño en su estructura y retirarse.

Como era de esperarse, su líder debía tomar la decisión de ayudarme o no. Así que pidieron que los jazars permanecieran allí, en el bosque. Viuver y yo seríamos libres de irnos y continuar con nuestra misión. Las bestias de occidente me miraron temerosos de quedarse allí o de ser llevados hacia Dikenal, así que traté de tranquilizarlos.

-"¿Confían en mí?"- sin dudar ellos respondieron afirmativamente. -"Bueno, yo confío en la persona que gobierna Dikenal."- y les sonreí dándoles confianza.

-"¿Persona?"- se escuchó que decía quien se ocultaba tras la niebla, rompiendo por primera vez su silencio.

-"Si alguien como yo puede ser llamada persona, ¿por qué ustedes no habrían de serlo también?"- respondí volteándome y mirándolo con total sinceridad en mis ojos. Sé que pudo entender mis palabras. Yo podría ser considerada un monstruo como ellos, y Viuver también.

A veces es algo interesante de ver como con pocas y simples palabras se puede llegar a un total entendimiento. No hubo necesidad de más aclaraciones en el bosque, los jazars y aquel ser permanecieron allí. Mientras que Viuver y yo continuamos nuestro camino hacia Aneh Poek, esta vez a pie.

La situación de la gietchet en el este de Bang era desconocida por nosotros. Para evitar encuentros inesperados avanzamos hacia el sur por el interior del bosque, cerca de su borde occidental, así de esa forma mi compañero tenía la posibilidad de observar los movimientos en el llano.

Fue gracias a esa táctica que utilizábamos que pudo ver como un numeroso grupo perteneciente a Liemin volvía sobre sus pasos a toda prisa, yendo a Padai. Nos alegramos al ver aquello, ya que suponíamos que Bourd había dado la alarma sobre el inminente ataque a la ciudad.

No obstante, al día siguiente Viuver me avisó de lo que sería nuestro último obstáculo en esta empresa. Una comitiva de diez personas continuaba marchando, al parecer habían rehusado a regresar a la ciudad. El por qué era bastante obvio cuando uno lo pensaba. Para ellos, la orden de retornar a la seguridad de los muros significaba un golpe de suerte, ya que tendrían menos competencia durante su caza en Aneh Poek.

La codicia hizo que continuaran avanzando, total, sus compatriotas se encargarían de proteger Padai. Además, un grupo de diez era más que suficiente para realizar una cacería exitosa y segura a donde se dirigían. En cualquier otro momento, se podría decir que se encontraban ante una situación privilegiada... pero las circunstancias de la presente gietchet habían dejado de ser normales.

Nuestro trabajo era bastante fácil, debíamos adelantarnos, llegar primero a las puertas de Aneh Poek y luego detenerlos para impedir que ingresaran al templo. Esto último era lo más complicado de todo, ya que nuestra intención no era matarlos sino que simplemente teníamos que vencerlos en batalla. Todo dependería de las habilidades que ellos tuvieran a la hora de la lucha.

Fue así que tras unos días de una carrera de la que ellos no se enteraron, estábamos afuera del templo, dándole la espalda a sus puertas. Viuver había abandonado su arco y había optado por utilizar una lanza, mientras que yo tenía un escudo y una espada. Él estuvo a punto de decir algo cuando vimos que los hombres de Liemin se acercaban.

-"¿Puedo comerlos?"- preguntó con total seriedad mi compañero, mirándome fijo.

-"¡No! En la medida de lo posible debemos dejarlos con vida."- respondí un poco sorprendida, pensaba que el hecho de no matarlos era algo de sentido común para él también. Al notar su arma, no pude evitar cuestionarlo: -"¿Desde cuando usas lanza?"-

-"¿Por qué tú usas una espada?"-

-"Porque soy débil."- respondí sonriendo, a la vez que añadí: -"Después de aquí quiero poder volver a Nhagot sin problemas."-

Qué habrán pensado los recién llegados al vernos, era difícil de saber debido a que no se trataba de algo muy frecuente las luchas entre la gente de Liemin, al menos en esta área y más incluso en una gietchet. Definitivamente se sorprendieron cuando les dijimos que no podrían avanzar ni mucho menos ingresar al templo.

Lo que sucedió a continuación fue sólo el resultado esperado, confiados en su superioridad numérica se abalanzaron sobre nosotros para intentar reducirnos. Desde el primer momento fue muy evidente que todos teníamos un objetivo similar, derrotar al adversario pero dejarlo con vida.

Nos enfrentábamos a seis, cada uno de nosotros contenía a tres. Apartados de la lucha habían quedado cuatro, por lo que deduje que no eran especialistas en combate cuerpo a cuerpo. Como han de suponer por el comentario de mi compañero, el uso de la espada no es mi punto fuerte, aunque al menos de esta manera tendría alguna que otra oportunidad.

Del otro lado, los hombres de Liemin tenían a su manera cierta habilidad, al menos la suficiente para que la situación no fuera fácil de definir. Incluso Viuver tenía que ingeniárselas para mantener a raya a sus adversarios. El haber elegido una lanza le estaba pesando, a pesar de que se las apañaba bastante bien gracias a sus reflejos.

La situación estaba a punto de írsenos de las manos, cuando por mera intuición empujé a los tres sujetos apartándolos de mí, y cubriéndome detrás de mi escudo sentí un impacto sobre él. Tomando un poco de distancia, observé que Viuver había retrocedido unos pasos también. En frente de él había unas flechas en el suelo. En el fondo habían decidido pasar a la acción un arquero y un artesano.

Sentimos un leve ruido detrás de nosotros. Hubiésemos volteado pero no podíamos quitar la vista de quienes teníamos enfrente, sin embargo yo ya me encontraba mucho más tranquila. Al fin y al cabo, Emperador estaba saliendo de Aneh Poek.

Creo que la gente de Liemin no alcanzó a oír las puertas del templo porque enseguida se nos vinieron encima una vez más. Sin titubear Viuver se mandó directamente hacia el fondo, eludiendo a los tres que tenía enfrente. Con gran destreza redujo al arquero quitándole el arma, y allí hizo gala de su soberbia habilidad.

Me gustaría decir que yo también tuve mi momento de gloria, pero no fue así, para nada. Fui tumbada un buen par de veces, aunque también conseguí derribarlos a ellos otras tantas, sin embargo era un duelo prácticamente parejo entre nosotros.

-"Ya pueden entrar a ese lugar si desean. Aunque en verdad no se los aconsejo."- dijo alguien detrás mío. Con apenas abrir su boca el combate se detuvo al instante, sin embargo los participantes de la gietchet lo desconocían, y exigieron respuestas. Ignorándolos completamente continuó hablando: -"Sé que no les interesa lo que les diga, que tan sólo quieren ir, hacerse ricos y ganar fama"-

Emperador estaba ahí, pasando por mi lado derecho y colocándose frente a mi, dándome la espalda miró a los guerreros y agregó a la vez que desenvainaba su espada: -"La gente de Liemin sólo entiende los conceptos de fuerza y habilidad. No me gusta perder el tiempo cuando las palabras son en vano."-

No había necesidad de ganar tiempo, y tampoco había nada que contuviera a este sujeto. Prácticamente sin esforzarse, desarmó a sus rivales y provocó heridas en los brazos de dos de ellos, dejándolos imposibilitados de sostener un arma. Por último avanzó hacia uno de los hombres que no había participado en el combate y atravesó su pierna con la espada.

Allí quedó él, de pie, rodeado por los diez cazadores de Liemin quienes yacían en el suelo. La diferencia que había entre ellos era abismal y los hombres lo comprendieron al instante. Aunque también se dieron cuenta que su intención solamente era impedir que ingresaran en Aneh Poek.

-"Ahora no están en condiciones de entrar allí. Hacerlo con siete sería un suicidio, lo mismo que ir los diez en su estado actual."- comentó sin mirarlos. Luego comenzó a caminar en dirección sur. Viuver y yo lo seguimos para reunirnos los tres, dejando atrás a los demás.

Teníamos bastante de que hablar, al menos yo tenía muchas preguntas y me imaginaba que Emperador no contestaría todas. Sin embargo allá fuimos a las colinas de Pervukan, al sur del templo, para estar tranquilos y aguardar el momento ideal para regresar al reino de los hombres.

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