Campaña en la nieve - Parte 4
Campaña en la nieve - Parte 4 (por Viuver)
Llevamos días de viaje desde que arribamos a Bang, o al menos así se siente. Hace demasiado tiempo que no visitaba un lugar con nieve, y la verdad el paisaje no está para nada mal en este sitio. Tranti ya está a la vista, seguramente llegaremos cuando aún sea de día. Dos jazars con sus lobos nos han acompañado todo el trayecto, y se los ve contentos, han estado hablando casi sin parar con Houko.
Quien en definitiva no está a gusto con esta expedición, o al menos con el rumbo que ha tomado, es el joven Bourd. Toda la emoción que había demostrado mientras estábamos aún en la thumayen ha desaparecido por completo de su rostro. Supongo que Houko nunca le comentó que veníamos en una misión diplomática, y no es que yo supiera demasiado al respecto. Tal vez lo que más le molesta a nuestro compañero es el hecho de que los jazars están utilizando su propio lenguaje para hablar con Houko. Por esa razón él no puede unirse a la conversación, o al menos entender algo.
Las defensas que rodean a Tranti son bastantes rudimentarias, y se nota con claridad que han sido preparadas con cierto apuro. La verdad es que debido a su ubicación es muy poco probable que la gietchet de Liemin llegue hasta aquí. Justo antes de acercarnos al centro de la ciudad nos cruzamos con un tukon, una criatura que nos superaba en estatura, del mismo tipo que la que había en la costa.
Al igual que en aquella ocasión se acercó y con sus manos peludas acarició casi con ternura los claros cabellos de Houko. Era innegable el gran aprecio que transmitían hacia ella con tan simple gesto. Inmediatamente sentí su mirada sobre mí, en señal de respeto, y luego se marchó ignorando por completo a Bourd.
En el centro de Tranti se encontraba una construcción bastante importante, hecha de madera casi en su totalidad. Hablando de manera estricta no se trataba de un palacio, pero era lo suficientemente grande como para albergar a una comitiva numerosa. Allí nos recibió Anhca, el líder de la ciudad. Saludó a Houko con un abrazo, y ella en nuestra propia lengua nos presentó, a la vez que pidió a los jazars hablar de igual manera, para que de esa forma nuestro compañero pudiese entenderlos.
-"Es imposible retirarse hacia el norte."- expresó en voz alta Anhca luego de conversar un rato con Houko.
-"¡Los barcos de Liemin están en camino!"- respondió alterada ella. Bourd se asombró al verla así, supongo que era la primera vez que la veía en ese estado. -"Con suerte, llegarán cuatro mil hombres a Bang, todos dispuestos a darles caza."-
-"Los números no nos asustan. Tenemos órdenes de presentar batalla, incluso si Liemin trajera diez mil hombres a nuestras tierras."- el joven proveniente de Giote claramente se impresionó al escuchar aquella cifra. Una gietchet con tantos participantes jamás había ocurrido. Sin embargo lo que en realidad llamó la atención a Houko y a mí, fue un mero detalle en aquella afirmación.
-"¿Tienen órdenes? ¿Quién las dio?"- cuestionó de inmediato ella. Muy pocas personas tenían la autoridad suficiente como para dar directivas a los jazars. No se trataba de una cuestión de fuerza y poder, sino más bien de respeto mutuo. Sin embargo Anhca ignoró la pregunta, y dirigiendo su mirada hacia Bourd le dijo:
-"Nuestro objetivo es detener a tus compatriotas en Dipikano y Pamatang. Sabemos que el grueso de la gietchet llegará por tierra desde Padai y Phukvu, y que grupos dispersos desembarcarán en la costa. ¿Qué opinas muchacho?"-
-"Subestiman la fuerza de Liemin."- respondió rápidamente y sin dudar nuestro compañero. -"Houko está equivocada, no serán sólo cuatro mil. Se estimaba que cerca de seis o siete mil personas vendrán. Deberían haber huido como ella les dijo."-
-"Bueno, si a quien estamos ayudando ha subestimado la fuerza de tu país, supongo que seremos nosotros quienes terminaremos pagando el precio. Será cuestión de esperar a que la gietchet llegue, y veamos con nuestros propios ojos la cruda realidad."- de esa manera Anhca dio por concluida la discusión.
Una vez más nos dio la bienvenida a su ciudad, y le pidió a Bourd que por esta primera noche permaneciera en el recinto, hasta que se esparciera la voz de que había un invitado de Liemin en Tranti, para de esa manera evitar inconvenientes. Aquello sin duda era algo totalmente entendible.
Casi con seguridad la atención del joven radicaba en la relación que mantenía Houko con los jazars e incluso con el propio Anhca. Cualquiera hubiese creído que aquel enfrentamiento con palabras apenas arribamos permanecería vigente durante el transcurso de los días, pero la verdad era que sólo se trataba de dos amigos que tenían opiniones diferentes sobre un mismo asunto, nada más que eso.
Fue al cuarto día que estuvimos en Tranti que el jefe nos condujo a Bourd y a mí hacia las afueras de la ciudad para enseñarnos algo. En realidad su intención era mostrárselo sólo al joven de Liemin, pero para no alimentar su desconfianza fue que me llamaron para que estuviera junto a ellos. Al llegar al lugar comprendí al instante lo que el jazars intentaba lograr, pero sentí cierta pena porque sabía con qué facilidad su mensaje podría ser malinterpretado.
Si bien aquella no era una escena que se puede presenciar todos los días, no resultó nueva para mí. Por su parte, no cabían dudas de que Bourd nunca había visto algo como eso, y pude imaginarme cómo por un instante un escalofrío recorrió todo su cuerpo, haciéndole recordar la sensación que tuvo al encontrarse por primera vez con un tukon.
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