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La Luna de miel

(Foto de arriba hecha por MissJees y HanoiChan)

(LEER HASTA EL FINAL, GRACIAS)

Juicier: Bonjour, mes pervers amis~. Si andáis leyendo esto es porque queréis leer un buen limón, ¿no? Yo sólo os aviso de que es lo que vais a encontrar aquí, sólo quiero que toméis precaución, la autora y yo no nos hacemos responsables de derrames nasales, desmayos y cualquier consecuencia de leer yaoi. Sin más que decir, jouir de la lecture~.

El viaje había sido largo, pero la espera había merecido mucho la pena. Por fin nuestros conejitos se encontraban en la habitación del hotel donde celebrarían su esperada Luna de miel. El pelimorado no pudo evitar tirarse en la cama doble de su habitación, hundiéndose en ella por el blando colchón que le tentaba a probar.

- ¡Waah! Esta cama es un lujazo- Bonnie se restregaba por toda la cama haciendo la croqueta-. Sin duda como me duerma aquí no habrá fuerza humana que me levante.

- ¿Ah, no?- su marido no pudo evitar sonreír ante aquel inocente comentario- Bueno, pues entonces tendré que ocuparme de que lo hagas. No voy a permitir que estés todo el día haciendo el vago mientras yo me recorro toda esta ciudad solito. Además, podría encontrar nueva compañía si te quedas aquí...- se cruzó de brazos el más alto, dándole la espalda al otro.

- ¡¿Qué?!- el mayor en edad hizo un puchero- No, maestro, no seas malo- se levantó rápidamente de la cama y lo abrazó por la espalda, entrelazando sus dedos encima del pecho de su amado-. No lo decía en serio... Yo quiero pasar tiempo contigo, no te enojes, por fi...

- No lo sé...- rió bajo el peliazul, mirando de reojo a su esposo-... ¿Cómo podrías compensarlo?

- Mmm... Podemos ir a dar una vuelta los dos... ver la cuidad juntos... tomarnos algo...- se aferró más a su espalda-... y tal vez... podamos pasar una agradable velada solos... tú y yo...

- No parece mal plan, conejito- se giró el peliazul para ver a los ojos a su amor y darle un besito en la frente-, pero no tienes por qué ponerte nervioso... sabes que no te dejaría por nada del mundo. Además sólo estaba bromeando...

- Jeje, eres tan tierno, maestro...- le robó un pequeño beso en los labios.

Sí, ambos conejitos iban a pasarlo realmente bien en su luna de miel. Al terminar de arreglar la habitación, salieron tal y como había dicho el pelimorado hacia el centro de la ciudad de París, pues decidieron que sería un buen lugar para estar juntos. Visitaron la Torre Eiffel, el museo del Louvre, la catedral de Notredam y mucho mas. Sin duda un viaje que nunca olvidarían. Además, lo que más disfrutó Bonnie de su viaje fueron todas las veces que Bon lo había llevado a tomar la comida típica de aquel lugar. Los dulces, los aperitivos, todo de allí le fascinaba, y su querido maestro no le negaba nunca nada, pues quería lo mejor para su conejito. Lo que de verdad disfrutaron de hacer... fue colocar aquel candado en el puente del río Sena, donde asegurarían para siempre que su amor sería eterno. El peliazul cerró el candado enganchado al puente, Bonnie tomó la llave y la tiró al río, asegurándose de que nadie lo abriera jamás y que su amor durara por toda la eternidad.

Y al fin, la noche llegó.

- ¡Buf! Vaya día tan agotador...- el peliazul nada más entrar en la habitación del hotel se echó encima de la cama, boca abajo-. Lo único que me apetece ahora es dormir un poco...

- Oh...- su esposo lo miraba un tanto curioso por su repentino cansancio, pero luego una sonrisa traviesa asomó por su rostro pálido-. Vale... entonces te dejo descansar, amor mío- fue hacía la puerta de la habitación y colocó el aparato que su amiga científica les había regalado por su boda, pues así tendrían intimidad y tomó con sutileza el regalo que su amigo pelirrojo le había regalado... sabía que utilidad le iba a dar-. Voy un momento al baño, no tardo- recibió un "ajá" con tono cansado de parte del peliazul, que seguía con el rostro pegado a la almohada. Bonnie rió por lo bajo.

Pasados unos 5 minutos, el pelimorado ya salió del baño y empezó a llamar a su marido de una forma un tanto... sensual.

Juicier: Oh, , , se aproxima un escena con bastante ácido limonero, os recomiendo preacaución, jeje...

- Bon~ ya estoy~- el mencionado se levantó pesadamente de la cama, girándose por completo hasta quedar boca arriba y giró la cabeza en dirección a la puerta del baño y abrió lentamente los ojos para poder ver a su conejito, esperando verlo en pijama, pero los colores se le subieron a la cara al ver lo que llevaba puesto.

Bonnie llevaba puesto un traje de conejito morado, aparentemente, de lencería masculina, pero eso no le quitaba lo sexy. Llevaba unos vaqueros cortos, tipo "short" a conjunto con una camisa blanca a modo de corsé, afirmando más las buenas curvas del chico, atado por la espalda con cordones negros y, como no, unas suaves y esponjosas orejitas de conejito moradas en su cabeza y una pequeña y peluda colita un poco más clara que las orejas pegada a un cinturón que llevaba alrededor de los "shorts". Estaba apoyado en el marco de la puerta, con una mano en la cadera y la otra en el marco, con un ojo cerrado y un poco de su lengua hacía fuera. Cabe mencionar que su pelo estaba mal recogido con una coleta alta, con algunos mechones suelto cayendo por su cara.

- B-B-Bonnie... ¿Q-Q-Qué llevas p-puesto?- Bon casi no podía hablar por el nerviosismo que lo consumía... además de un inusual calor que rápidamente se apoderaba de su cuerpo.

- Jeje, pues... pensé que esta noche te gustaría... jugar con un conejito...- decía riendo suavemente, contoneando levemente sus caderas, aún con una mano sobre estas, caminando a gatas por la cama, terminando por quedar justo encima de su amado, mientras le acariciaba el pecho y pasaba sus manos hasta su nuca- Y... ¿te gusta lo que ves... maestro~?- le dijo muy coqueto, pretendiendo así excitar más al menor en edad, el cual comenzaba a comerlo con la mirada.

Bon no podía articular ninguna palabra o sonido. Su cara había adquirido un tono tan rojo que parecía imposible de conseguir. Sus verdosas pupilas empezaron a recorrer todo el cuerpo de su esposo, el cual seguía con su sonrisa en parte inocente y traviesa a la vez. Sus manos temblorosas empezaban a elevarse de la cama en dirección a las caderas del pelimorado, pues le tentaban demasiado a acariciarlas, pero unas manos pálidas las pararon antes de siquiera llegar a tocar la tela de la ropa que las cubría.

- No, no. Tú no vas a hacer nada, maestro, de hecho dijiste que estabas cansado, ¿no?- le dijo pícaro el más bajo, poniendo un dedo encima de sus labios, guiñándole un ojo y acercándose a su rostro-. Tú sólo disfruta... y déjate llevar~- acarició despacio sus morenos labios, sobre todo el inferior para así luego besarle con dulzura... para luego intensificarlo, tomándolo de los cabellos con suavidad y, entonces, metió su lengua dentro de la boca de su amado, disfrutando de aquella electrizante y placentera sensación.

Bon no pensaba que su esposo tomara tan de repente la iniciativa, y se negaba a ser el pasivo en su Luna de miel, pero de eso se encargaría más tarde, ahora sólo se concentraba en las caricias y mimos que le otorgaba su preciado y sexy conejito morado, respondiendo a su beso de forma similar, jugando con su lengua. El de pálida piel fue acariciando cada parte del robusto cuerpo de su amado, sintiendo la suave y cálida piel morena color canela que le tentaba. Dejó los labios del otro por el momento, para luego mirar a los ojos a su maestro. ¿Siempre habían sido tan... tan brillantes y apasionados? No sabía, pero eso de alguna forma solo hacía que siguiera con aquellas caricias. Se acercó hasta su cuello, el cual comenzó a lamer y besar, de forma lenta y tortuosa, queriendo que el contrario le pidiera más, lo cual obtuvo resultado, pues entre jadeos y ligeros gemidos la atención ya empezaba a ser rogada, de forma que el más bajo comenzara a morder y marcar levemente el cuello de su esposo.

Empezó a deshacer la corbata del otro, quitándosela lentamente, sin dejar de besar y mordisquear el cuello del peliazul, para luego empezar a desabrochar su camisa negra, dejando al descubierto aquel pecho moreno bien marcado por el gimnasio. Se mordió el labio inferior, y comenzó a pasar sus suaves manos por aquellos pectorales que le tentaban a marcarlos como era debido, pues no iba a dejar que nadie más los pudiera tocar o siquiera mirar sin su consentimiento.

- Mgh~- un ligero gemido salió de la garganta del peliazul, justo al notar cómo la tibia lengua del pelimorado se paseaba libremente por todo su pecho desnudo hasta llegar a sus pezones-. A-Ah~...

El pelimorado lamía y succionaba un poco de la morena piel del peliazul, llegando a lamer uno de sus bronceados pezones, hasta atraparlo con su boca la completo y juguetear con él con su lengua. Siguió desabotonando la camisa del menor en edad, hasta quitársela por completo, para luego olerla un poco cuando ya la tenía en sus manos y tirarla lejos. Sonrió pícaro y vio fijamente al otro a los ojos, como un felino a punto de devorar a su presa. Se acercó peligrosamente a su rostro, para luego reírse ligeramente y regalarle un beso algo apasionado, agarrando su nuca con.. sus manos entrelazadas. Bon no podía más. Quería acariciar aunque fuera sólo un poco a su querido conejito. Su cuerpo lo llamaba a gritos, era demasiado tentador y, de alguna manera, sentía que lo hacía para seducirlo a propósito. Sus manos traviesas empezaron a subir por las suaves piernas descubiertas de su amado, acariciando muy lentamente sus muslos, para luego llegar hasta sus caderas y acariciarlas suavemente, además de que una de sus manos se dirigiera a donde estaba el rabito de conejo que traía el traje de lencería del mayor en edad, apretándolo ligeramente, mientras notaba como su pelimorado se estremecía en sus brazos y movía ligeramente su cadera contra la suya, sin dejar de besarle. Siguió con la cintura fina del otro, para terminar levantándose de la cama, quedando sentado sobre esta, aún con Bonnie encima de él, besándolo, y acarició despacio su espalda, intentando desatar con cuidado aquel molesto corsé. El pelimorado era consciente de que su maestro estaba llegando a su límite, sobre todo al notar sus cálidas manos sobre su cuerpo, pero no reprochó, tan solo rodeó el cuello del peliazul son sus brazos, enrolló sus piernas en su torso y apegó más sus cuerpos, sintiendo cómo el calor llegaba a estos a una velocidad increíble, intensificando in poco más su húmedo beso, jugando con la lengua del contrario. Se separaron un poco por la falta de aire, pero aún así sus bocas estaban unidas por un hilo de saliva, sus respiraciones eran un poco agitadas, y sus sonrisas bobas aparecían en sus enrojecidos rostros.

- Jeje... se ve que estás desesperado... ¿no, maestro?- dijo burlón el de pálida piel, acariciando los desordenados cabellos de su amado.

- Es imposible contenerse... con un conejito tan travieso y seductor como tú...- le sonrió de igual manera el peliazul, consiguiendo tirar un poco de la cuerda de aquella molesta prenda.

- Pues este conejito travieso y seductor... aún quiere jugar un poco más con su maestro...- lo volvió a acostar en la cama, dejándolo sin poder desatar del todo el corsé que envolvía su torso.

El pelimorado mantuvo las inquietas manos de su amado sobre la cabeza de este. Su otra mano viajaba por su pecho y abdomen tonificado, mientras su mirada analizaba cada rincón de su cuerpo, pasando por sus notados pectorales y sus ya erectos pezones, deteniéndose en su "tableta de chocolate".

- Mmm... qué buena pinta tiene~- dijo muy coqueto el menor en altura, relamiéndose los labios con total lujuria-. Sin duda con este tono de piel parece que de verdad tenga sabor a caramelo~.

- Jeje, ¿quieres probarlo?- le guiñó un ojo el peliazul- Lo he trabajado bastante para ti... sería una pena desperdiciarlo~.

Bonnie no pudo resistirse mas. Aquel hombre hacía que perdiera total control de su mente y cuerpo. Se acercó hacia su abdomen y empezó a recorrerlo con su lengua, cerrando los ojos, notando las marcas de sus abdominales. Quería hasta el último rincón del cuerpo de su esposo para él solito. Gemidos roncos emanaban de la gruesa garganta del moreno de piel, haciendo que el de piel pálida sonriera satisfecho y empezara a mordisquear y marcar el cuerpo bien formado de su amado. Se sentía tan bien el escuchar que su maestro lo disfrutaba. Como el pelimorado había soltado sus manos para acariciar sus pectorales suavemente, aprovechó la oportunidad para poder acariciar sus largos y suaves cabellos morados de su coleta, jugando con esta con sus dedos. El de ojos rojos dejó salir un agudo gemido por la falta de aire en sus pulmones que llego directo a los oídos de Bon, haciendo que cierta parte de su cuerpo comenzara a despertar.

- Aah~... ¿Intentas seducirme así, conejito~?- le dijo muy excitado el peliazul, levantando su cabeza para mirarlo a los ojos, sentándolo entre sus piernas, abrazándolo de la cintura y empezando a rozar sus partes con el otro- Sabes que lo que haces tiene sus consecuencias~...

- Mgh~, s-sí...- gimió el menor en altura abrazando el cuello de su amado, sonriendo coqueto con algo de baba en sus comisuras bucales, moviendo suavemente sus caderas para notar mejor el roce-... ¿N-No te gustaría... saber cuáles son esas consecuencias~?- se llevó las manos a su espalda y desató del todo su corsé quitándolo de su cuerpo, dejando ver su fino torso con buenas curvas notorias, sin dejar de mover las caderas, llevando las manos del moreno hacia su blanco pecho, dándole el permiso de poder acariciarlo.

- Mmm... sin duda estás para comerte enterito, mi amor...- empezó a besar lentamente su cuello, arrancando más gemidos y jadeos de su esposo, pasando sus manos por su tórax hasta su espalda, atrayendo este a su cuerpo-... Te amo muchísimo... ¿lo sabías?- pasó su lengua caliente por su hombro, seguido de su pecho, mordisqueando cada zona de su piel.

- A-Ah~-gimió más fuerte al notar cómo Bon empezaba a lamer, succionar y morder uno de sus pezones y el otro lo pellizcaba, eso sólo lo excitaba mucho más, y aprisionó la cabeza del otro a su tórax-. Y-Yo también te amo... Te amo con todo mi ser...

- Ngh~... Me encanta cuando gimes de esa forma tan... sexy y provocativa...- mordió un poco más fuerte su pezón, arrancando un profundo gemido del otro-... Suenas muy lindo... Podría escucharte toda la vida sin cansarme...

Bonnie ya se cansaba de aquella posición, por lo que, aún con las manos en la cabeza de su maestro, se empezó echar sobre la cama, dejando al menor en edad encima de él. Bon se separó lentamente de su pecho y se acercó a su rostro, plantando un dulce beso en los labios de Bonnie, el cual al poco rato intensificó al tomarlo de la nuca y meter su lengua en su cavidad bucal, relamiendo con cuidado sus blancos y lisos dientes para luego encontrarse con la lengua del otro, creando una danza entre ellas. Enrolló sus piernas en la cadera del otro, para tener sus intimidades completamente despiertas más cerca, intentando tener algo de fricción, y el moreno, al saber qué quería su conejito, se apoyó sobre sus codos en la cama y empezó a mover su pelvis con lentitud, frotando por encima de las telas sus dos miembros excitados. Gemidos ahogados salían con libertad de la boca del pelimorado entre su jugoso beso. Se separaron por la falta de aire, unidos por, ahora, un grueso hilo de saliva en la punta de sus lenguas. Bonnie sentía sus labios palpitar, y no era de extrañarse, pues Bon no había soportado la tentación de morderlos ligeramente, pero al menos no los había herido mucho, tan solo estaban algo enrojecidos.

- Maestro...- llamó el de intensa mirada rubí tocándose con cuidado sus rojos labios con las yemas de sus dedos-... Te pasaste... me dolió- hizo un lindo puchero, como un niño pequeño que no consigue lo que quiere-. Eres muy malo... Boh malo...- dijo ahora con una voz propia de un bebé, enterneciendo más a su peliazul.

- Jajaja, no seas así, mi amor- le besó con más delicadeza, sin detener sus mecánicos movimientos de cadera-. Parece que estás muy duro aquí abajo~

- A-Ah... E-Eso es por tu culpa...- puso morritos el más bajo-... Eres demasiado sensual y sexy... - lo volvió a tomar de los cabellos y lo besó con desesperación, notando una de las calientes manos de Bon acariciar su espalda y la otra bajar el cierre de sus shorts-... Mmm...

- Mgh~ Ah~...- gimió el moreno de piel-... Pues tú... no te quedas atrás con esa coleta tuya...- se separó un poco, solo para jugar con sus dedos un poco más con aquel rebelde recogido que llevaba su conejito morado, para luego acostarlo del todo en la cama y observándole bien apoyado sobre sus rodillas-... Pero recuerda... que el seme aquí... soy yo.

El pelimorado sólo jadeaba en busca de aire después de aquel beso intenso, colocando sus manos a los costados de su cabeza. La mirada esmeralda de Bon recorría cada milímetro que componía su cuerpo, desde su enrojecido rostro hasta sus largas y finas piernas que parecían interminables, haciendo que se sintiera algo intimidado y... muy vulnerable. Bon se acercó hasta su cuello, para besarlo dulcemente y después hacerle una pequeña marca, succionando y mordiendo este, pues la que le hizo la primera vez ya había desaparecido, seguida de muchas más a lo largo de todo su cuello, hombros y torso al completo. Bonnie empezaba a ponerse nervioso, sabía que su maestro había perdido toda la inseguridad que tenía al principio... bueno, fue bonito para él el tiempo que creyó que podría ser el activo esa vez... pero aún así, él prefería ser el pasivo, pues no tenía mucha idea de saber controlar la situación... digamos que... sólo le gustaba ser el activo para empezar la acción, luego ya dejaba que su pareja continuara la cosa, así se quitaba presiones de encima. Suspiró al sentir una agradable sensación de placer recorrer su cuerpo debida por una cadena de besos que repartió su querido peliazul por todo su cuerpo con tanta delicadeza, no evitó reír un poco, pues le producían cosquillitas. Se le erizó la piel al notar el último beso justo encima de su miembro erecto. Bon iba a bajarle los shorts a su pareja para empezar a darle verdadero placer, pero una temblorosa manita pálida lo detuvo, además de que las piernas del mayor en edad se cerraron.

- E-Espera, m-maestro...- el pelimorado estaba nervioso y muy sonrojado.

- ¿Qué ocurre? ¿Voy muy rápido?- lo último que quería el mayor en altura era incomodar a su marido.

- N-No... s-solo... prométeme que serás delicado...- lo miró suplicante a los ojos-... como la primera vez... por favor...

El peliazul no pudo reprimir una enternecida sonrisa. Aquel hombre podía llegar a ser demasiado adorable, tanto que perdería la cabeza de un momento a otro y se dejaría llevar por su instinto animal. Se acercó a su rostro y lo besó con todo el amor que albergaba, siendo correspondido al segundo. Se separaron lentamente, le acarició la mejilla y el otro acarició su mano morena.

- Sabes que jamás me permitiría hacerte daño...- le besó la mano-... seré muy cuidadoso...

Bonnie sonrió más confiado y volvió a abrir sus piernas lentamente, dándole vía libre al peliazul. Este sonrió a su pareja y bajó hasta la parte íntima del otro, dando dulces y delicados besos por su tronco pálido. Desabrochó los shorts del pelimorado, quitándolos de su camino, para tener una clara vista de los boxers del menor en altura mojados por el líquido preseminal. Acarició despacio el miembro de su amado, arrancando gemidos agudos de él, y empezó a lamer su miembro despierto por encima de la tela. Ahogados y tiernos gemidos salían de la garganta del pelimorado, enloqueciendo más al moreno. Prosiguió a retirarle también la única prenda que le impedía ver su miembro con los dientes y la lanzó cerca de los shorts del otro, en el suelo. Observó el miembro de su esposo, y lo empezó a masajear con una mano, para más tarde comenzar a masturbarlo con lentitud.

- A-Ah~ ma-maestro~...- gemía entrecortadamente el pelimorado, pues para él era demasiado lento- m-más... q-quiero más~ por favor, ah~...

- Vaya... no sé qué te habrás tomado... pero hoy estás muy travieso, conejito- rió el más alto para luego empezar a lamer su miembro, excitando más a su pareja.

Estuvo un rato lamiéndolo, hasta que lo metió por completo en su boca, para empezar a succionarlo y mover su mano por este con cuidado, pero con algo de velocidad.

- ¡Aah~! B-Boh~... ¡B-Boh~! Aah~...- suspiraba de forma muy erótica, agarrando con algo de fuerza los cabellos turquesas de su marido, enrollando las piernas en su espalda morena, notando cómo este jugaba ligeramente con sus testículos, haciendo que soltara más sonoros gemidos, música para los oídos del peliazul, pues aquella sensación tan placentera hacía que perdiera el control de su cuerpo- ¡M-Me v-ve... Aaah~!

- Mgh~...- gimió roncamente el mayor en altura, para luego después de moverse un par de veces más sentir aquel líquido pegajoso y salado invadir toda su boca por completo, tragando todo aquel flujo blanquecino-... cada vez sabes más delicioso, mi amor~.

Bonnie estaba totalmente rojo de vergüenza. Jadeaba con fuerza para conseguir algo del oxígeno que había expulsado con tantos gemidos de puro placer. Se levantó con algo de dificultad de su sitio, para quedarse sentado, bajo la mirada extrañada de su pareja, y luego se lanzó a sus brazos, besándole con la mayor pasión y todo el amor que le quería darle a su maestro, tirándolo a la cama de vuelta, estando él encima, con los brazos rodeando su cuello, las manos morenas del peliazul acariciando suavemente su pálida espalda. El pelimorado se sintió derretir en los protectores brazos de Bon, al momento de separarse y verse a los ojos, con estos un poco entrecerrados.

- Te amo, maestro- susurró con sinceridad el de piel pálida, escondiendo su rostro inocente en el pecho del mayor-. Y por eso...- disimuladamente desabotonó el pantalón del menor en edad y lo bajó hasta sus rodillas-... me toca a mí ser quien te oiga rogar por más atención~.

Sin duda el pelimorado sabía cambiar rápidamente de actitud, pudiendo ser como un niño pequeño inocente... a una auténtica bestia oculta. No le hizo falta levantar la mirada para saber que la cara del moreno estaba totalmente roja como un tomate. Bajó su mirada de su pecho hasta el gran miembro ya erecto del peliazul, despojándolo de su prenda interior. Pasó su dedo índice por la punta de este, luego lo frotó entero con su mano y sin darse cuenta ya lo estaba empezando a masturbar a gran velocidad, tanta que ya le estaba haciendo demasiado roce.

- E-Espera, conejito... ¡Ah!- eso no había sido un gemido, más bien un quejido, pues ya le empezaba a quemar.

- A-Ah, l-lo siento mucho, maestro- se llevó las manos a la boca para taparla, retrocediendo un poco-. N-No sé qué me pasó... y-yo no...

- N-No, tranquilo, amor, no es nada- se levantó despacio, quedando sentado en su sitio-. P-Pero... no seas tan brusco... Ven- le tomó de la mano, notando su aún suave piel, y la llevó con cuidado a su miembro de nuevo, para que este lo tomara con seguridad-. No te pongas nervioso... tan solo... mueve tu mano despacio...- empezó a mover la mano de Bonnie sobre su miembro, envolviendo su mano con la suya morena- N-No hace falta que vayas tan deprisa, ¿okey?

- V-Vale- tragó saliva, la verdad es que, siendo sinceros, era tan solo la segunda vez que hacían esto, al menos llegando hasta ese punto, pues casi siempre se hacían cariñitos, algunos subidos de tono, pero llegando hasta esos extremos... aún eran principiantes, sobretodo el menor en altura.

Aún con un poco de temor, siguió moviendo su mano con lentitud, intentando no hacerle daño a su pareja. Poco a poco ya iba consiguiendo más seguridad, y no le hizo falta la mano de Bon para seguir, el cual solo de dedicaba a gemir con placer. El pelimorado subió un poco la velocidad de su mano, y pegó un mini brinco al ver cómo el mayor en altura eyaculaba en su mano, pero un poco del semen salió disparado, apuntando directamente a su ojito derecho.

- ¡Ay!- se quejó cerrando rápidamente su ojo, para luego llevarse su mano manchada con la semilla del otro a este, empeorando la situación.

- L-Lo siento, amor, yo te ayudo- dijo Bon sacando un pequeño pañuelo de uno de los cajones de la mesilla de noche a su lado, cuando se dio cuenta de que tenía ahí guardados el lubricante y los preservativos que habían comprado para su viaje, no debía olvidarse de ellos, así que los sacó de ahí y los puso a sus espaldas, mientras debía ocuparse de su conejito-. Lo siento, debí avisarte antes...

- No importa, maestro- fue limpiado por el otro con total delicadeza y luego notó un besito en su ojo-. Pero te viniste muy rápido, ¿no?- rió bajito, ahora viendo cómo se enrojecía el moreno por la cara y desviaba la mirada avergonzado.

- ¡N-No digas eso!- reprochó hecho un tomate- E-Eso fue porque... l-lo hiciste demasiado bien...- susurró muy bajito.

- Jeje, lo sé, me llaman Bonnie manos mágicas- alardeó el pelimorado agitando sus dedos como si mostrara un nuevo color de uñas.

- Pero yo sé que te gusta que yo también te toque y te haga mimos, ¿no es así, conejito travieso?- le susurró al oído ahora con voz muy seductora y grave, haciendo derretir el corazón del más bajo, acercándose a su cuello y besándolo con dulzura, sintiendo el temblor del pelimorado.

- E-Eh... y-yo no he dicho eso...- se cruzó de brazos haciendo un puchero sonrojado.

- Puede que tu boca no... pero tu cuerpo no parece estar de acuerdo...- le dijo el moreno tocando la punta del miembro de nuevo excitado del otro.

- Agh, eres tan...

No aguantó más. Se volvió a lanzar sobre su maestro, besándolo. Ambos estaban completamente desnudos, de no ser por las orejitas que traía Bonnie en su cabeza, pero de cuello para abajo estaban totalmente expuestos. Bonnie rozó su miembro aún despierto contra el otro, tratando de que este se endureciera de nuevo, pues aún no estaba del todo satisfecho. El moreno no se esperó aquella reacción, mas no se quejó. Notó que el otro se separaba y atacaba a su cuello, marcándolo con suavidad pero notoriamente, al igual que con su hombro izquierdo. Al momento en el que se miraron a los ojos, el pelimorado sonrió, escondió su rostro en el hueco del cuello y el hombro de su amado y jadeó en busca de aire, siendo abrazado por el otro por la espalda.

- Jeje, parece que estás listo para la última fase- le dijo sacando un poco su lengua de forma provocativa a su conejito, el cual bajó la mirada algo avergonzado.

- Perdona por eso, maestro... me siento como un desesperado... -desvió la mirada muy rojo, sintiendo una mano cálida en su mejilla, parando una pequeña lágrima que caía por esta.

- Eh, eh, calma... -le besó la mejilla con dulzura-... no eres un desesperado... tú pides lo que quieres... y yo te lo voy a dar... cuando actúas así sólo te ves más tierno y hermoso...- le besó en los labios.

Lo correspondió con gusto el pelimorado. Bon le dio la vuelta con cuidado, haciendo que Bonnie quedara debajo de él. Tomó uno de los preservativos de la mesilla de noche de la cama, se lo colocó con cuidado en su miembro ya erecto y se volvió a acercar al rostro del menor en altura, el cual ya tenía la botellita de lubricante en sus manos. El peliazul sonrió y recibió la botella por su parte, pues esta vez iba a hacer las cosas bien, mientras le daba un tierno beso en su frente. Levantó con cuidado las piernas de su amado y colocó una alrededor de su cintura y la otra en su hombro. Bonnie aprovechó esa posición para agarrar una almohada cercana y abrazarla con fuerza. El peliazul echó un poco del frío lubricante en uno de sus dedos, para luego acercarlo a la entrada del pelimorado, haciendo que soltara un pequeño gemido ahogado, pues le había sorprendido.

- ¡Kya! E-Está muy frío, aah...- se quejó el menor en altura, abrazando más fuerte la almohada y apretando sin darse cuenta un poco más la cintura del moreno con su pierna.

- Tranquilo, esto es para que no duela tanto luego- le besó la mejilla para calmarlo, mientras empezaba a introducir su dedo en su estrecha entrada.

A Bonnie le seguía incomodando un poco, se quejaba al principio, lo que hacía que Bon parara, pues seguía con miedo de hacerle daño a su amado, pero pronto notaba el vaivén de las caderas del pelimorado, indicando que no se detuviera, por lo que prosiguió a meter el segundo dedo, moviéndolos en círculos y abriéndolos en forma de tijeras, para dilatar más su entrada.

- A-Aah~ mgh~ ah~...- el de piel pálida no dejaba de gemir, algunas lágrimas caían de sus brillantes ojos rojos, pues notaba un poco de dolor, pero no quería que parara-... Ngh~ ah~...

Bon ya había metido tres de sus dedos, simulando embestidas lentas dentro del cuerpo de su conejito, para que se acostumbrara. Bonnie sólo daba gemidos de placer que llenaban toda la habitación, gimiendo igualmente el nombre de su marido de forma entrecortada, y sensual por parte del moreno, pues ya quería que su amado peliazul lo tomara de una vez. Su miembro le dolía de lo excitado que estaba, pero sus manos sólo estaban adheridas con fuerza a su almohada. El peliazul retiró sus dedos de su entrada, tomó su miembro para alinearlo con la entrada del pelimorado, pero antes tomó la pequeña mano de su amado, para luego besarla y apretarla con fuerza, dándole a entender que ya entraría. Entonces, el pelimorado en ese momento recordó lo que le dijo su amiga sobre las relaciones sexuales sin ser precavidos. Se le empalideció todavía mas la piel, su cuerpo empezó a temblar y, por reflejo, apretó más la mano ajena. Bonnie simplemente asintió ante la información del moreno y cerró con mucha fuerza sus ojos, esperando que lo penetrara ya, pero no notó nada.

- Conejito, ¿qué te ocurre?- le preguntó preocupado el moreno al notar como su cuerpo comenzaba a temblar y se esforzaba, al parecer, para no llorar.

- N-Nada...- le contestó con voz quebrada-... ¿p-por qué has parado?

- ¿Estás asustado?- le preguntó acariciando despacio su muy roja mejilla, notando al final ese cristalino líquido empapar sus dedos.

No era mentira. Bonnie sentía miedo. Era cierto que no era la primera vez que hacían esto, pero al saber que podrían haber pillado una muy grave enfermedad le asustaba mucho. Sintió un delicado y cálido beso en su frente, además de pequeñas caricias en su mejilla.

- Shh, tranquilo, no llores- Bon lo agarró de la cintura lo sentó en sus piernas y lo abrazó protectoramente, sin entrar en él, tan sólo rozando sutilmente sus intimidades, notando que era correspondido por el menor en altura-. No hay nada que temer. No va a pasar nada malo, tenemos protección y te juro que voy a ser súper delicado contigo... no quiero hacerte daño... Te amo tanto que no sería capaz de lastimarte... - le besó los cabellos que ahora tenía sueltos, pues su coletero se había soltado.

- G-Gracias, maestro...- cerró sus manos en puños, apretando la espalda del otro, dejando de temblar-... No quería que esto pasara a estas alturas, jeje- se limpió sus pequeñas lágrimas.

- Tranquilo, entiendo que puede asustar... pero te prometo que al final los dos lo disfrutaremos- le besó con timidez, pero luego Bonnie lo intensificó, entrelazando los dedos de sus manos en la nuca del contrario, tirando hacia él para volver a caer de espaldas a la cama, sólo que ahora se levantó un poco de su sitio, se dio la vuelta, tomó el cinturón donde tenía pegada la colita de conejito, se lo puso y elevó un poco su trasero, mostrando su colita esponjosa. Se sentía un poco mal por dejar a su marido con las ganas en la mejor parte, así que, ¿por qué no motivarle de nuevo?

- M-Maestro~...-movió un poco sus caderas de lado a lado, moviendo su colita-... tómame, por favor, q-quiero ser tuyo, aah~... quiero s-sentirte ya...- lo miraba con ojos suplicantes, apretando las sábanas con sus puños y mostraba un poco su lengua con la boca abierta. Juro que me estoy desangrando ahora, no me hago responsable de próximos derrames nasales.

- ¿B-Bonnie?- el peliazul no entendía aquel rápido cambio de parecer de su conejito, hace nada no quería hacerlo por el miedo que le había metido su amiga y ahora... ¿lo estaba provocando?

Sin duda había veces que no lo entendía, pero al verlo en aquella posición tan... tentadora, sus manos empezaron a acariciar su fina espalda, por el centro y por los lados, notando su fina y notada cintura hasta sus, increíblemente, anchas caderas para ser un hombre. Llevó sus manos hasta su colita, acariciándola sutilmente, y luego sus glúteos, apretando ligeramente estos, haciendo que el pelimorado sacara de su garganta un agudo gemido duradero. No podía esperar más, pero debía ser delicado.

- Muy bien, conejito impaciente y travieso~, ¿quieres ser mío?- el pelimorado asintió sonriendo al ver las intenciones de su esposo-. Entonces serás mío... sólo y únicamente mío~...

Posó su barbilla en el hombro del de pálida piel, con una mano agarró una de sus pequeñas manos, con la otra tomó su miembro y lo alineó a la entrada lubricada de su amado y con voz seductora y grave se acercó al rojo oído del más bajo indicando que ya iba a entrar. No había marcha atrás.

- ¡Mgh~!- gimió Bonnie ahogadamente al sentir ya la punta del miembro de Bon en su interior, notando cómo, lentamente, entraba el resto del miembro- A-ah... ngh... d-duele... ah...- se quejó un poco, apretando más las sábanas, hundiendo su cara en una almohada próxima, con lágrimas en sus ojos queriendo ser derramadas, a lo que el peliazul se paró.

- Tranquilo~- le susurró-. Cálmate, no me voy a mover...

Cinco minutos después, el pelimorado movió un poco más sus caderas para hacer que el resto del miembro del mayor en altura entrara por completo en su interior, soltando así un gemido profundo de puro placer, sin rastros de dolor. El moreno se sorprendió por aquella acción, pero sólo se limitó a dar un ronco gemido al notar las estrechas paredes de la entrada de su amado apretar su miembro excitado. No hubo más que silencio y ligeros jadeos de parte de ambos. Ninguno se movía... hasta que Bon decidió empezar a moverse lentamente.

-Ngh~... - gimió con cautela Bonnie, moviendo sutilmente sus caderas para sentir mejor el miembro de su querido moreno dentro de él-... Mmm... ma-maestro~... Aah~... M-Más r-rápido... Aah...

- Aah~... Dios... Bonnie~ ah~... e-estás... muy estrecho... y caliente~ aah...- el peliazul sonrió ante lo que sus oídos escuchaban de parte de su amado.

Bon tomó las caderas de Bonnie entre sus manos, empezó a embestir con un poco más de velocidad a su conejito, deleitando a sus oídos con los dulces y tímidos gemidos del pelimorado. Al rato el peliazul ya embestía con una velocidad considerable a su amado, el cual estaba tan rojo que sentía su rostro derretirse, seguía gimiendo y jadeando con alto volumen y sus brazos le empezaron a temblar, tanto que quedó exhausto y pegó más su cara a la almohada, sin dejar de mover sus caderas contra las ajenas. Le seguía doliendo su miembro, pero, como por arte de magia, una de las manos del menor en edad se dirigió a su miembro, comenzando a masturbarlo.

- Aah~- se sonrojó el peliazul-, ¿t-te gusta, mi conejito~?

- ¡N-Nyaa~! ¡Aah~! ¡S-Sí~! ¡Aawh~! ¡M-Me encanta~! ¡Aah~! ¡B-Boh~, t-te amo~!- gemía como loco el pelimorado, babeando por todo el éxtasis que lo consumía, notando el vaivén de las caderas de su marido, soltando ya todas las lágrimas acumuladas- ¡Ohhw~! ¡Aah~! ¡Boh~! ¡Maahhw~! ¡M-Maestro~! ¡Q-Quiero... s-sentirte... m-más~! ¡Aaah~!

Ambos hombres estaban llegando al clímax de tanta excitación. Bonnie se sentía en el mismísimo edén, cada embestida que le proporcionaba el mayor en altura era como una fuerte descarga eléctrica que lo mantenía aún con vida, pero a la vez le quitaba una parte de su cordura, mientras soltaba ahora gritos agudos de placer, apretando las sábanas con todas sus fuerzas, babeando toda su almohada con la lengua fuera y arqueando su espalda, haciendo que sus paredes internas se contrajeran. Amaba que el peliazul le tratara con tanto cariño... a su manera, porque notaba las ansias del mayor en altura por controlarse y no lastimarle más de la cuenta. Tal vez debería confiar más en él, después de todo. Bon gemía y jadeaba al igual, sólo que sin tanto volumen. Cada cuando apretaba un poco más la cintura de su amado, sobre todo cuando sentía la entrada de este apretar su miembro, como si no quisiera dejarlo salir. Eso sólo lo excitaba hasta sus límites, pero seguía conteniendo el deseo de aumentar el ritmo de sus embestidas, evitando así dañar el hermoso cuerpo de su amado. Su otra mano masturbaba y acariciaba con cuidado el miembro excitado ajeno, asegurándose de que su conejito amara cada segundo de aquel maravilloso momento, mientras la otra acariciaba su cadera y luego una de sus piernas, sobretodo la parte del muslo. Tenía un cuerpo perfecto, mejor en todos los sentidos que cualquier cuerpo de cualquier mujer. Tenía una piel tan suave que le tentaba a acariciar para siempre, además de que poseía un olor que lo volvía totalmente loco de amor. Besó cada rincón de su pálida espalda, depositando en porciones todo el amor que le quería dar el resto de su vida, aunque nunca sería suficiente, su amor cada vez aumentaba más con tan sólo al oír su dulce y melodiosa risa mientras le abrazaba por los hombros y le regalaba tiernos y sabrosos besos en toda su cara que cada vez se tornaba más roja al recibirlos. Abrió sus ojos unos instantes para acercarse sutilmente al cuello del contrario, quitando el poco cabello que estaba pegado a este por el sudor, lo besó con suma delicadeza y se acercó lentamente a su oído, susurrándole un delicioso y hermoso "te amo", notando cómo se estremecía soltando más lindos y tímidos gemidos y suspiros, exclusivos para el mayor en altura. En ese momento justo llegó a tocar el punto dulce de su interior, haciendo que soltara un gemido más sonoro.

- ¡¡Aah~!! ¡Mgh~! ¡S-Sí ~! ¡A-Ahí~ justo ahí~!- aquellos gemidos enloquecían completamente al peliazul- ¡M-Más fuerte~! ¡Ah~! ¡B-Boh~!

Sabía que su esposo le pedía cada vez más, pero no quería lastimarle, por lo que se quedó en aquella velocidad, ni muy lenta como para torturarle, ni muy rápida como para dejarle sin trasero, pero se aseguró de ir golpeando aquel punto que le encantaba y excitaba a su esposo. En eso se le ocurrió una idea. Sin dejar de mover sus caderas tomó la botellita de lubricante de su lado y derramó un poco del frío gel sobre la espalda del otro, haciendo que pegara un respingo, ya que su cuerpo estaba realmente caliente, y para él era como si le echaran agua helada.

- ¡K-Kyaa~! E-Es... ¡m-muy frío! Aah~...- dijo el pelimorado al sentir el helado líquido sobre su espalda, para luego notar cómo su esposo lo extendía por su espalda y entonces pasaba su caliente lengua por toda esta- ¡A-Aah! ¡B-Boh~! Ngh~...

- Mmm~...- otro gemido ronco y grave salió de la boca del moreno, probando toda la espalda untada en lubricante de su amado-... Eres... tan delicioso y delicado... te comería todo el día, conejito- mordió un poco su hombro, haciendo gemir al otro y que arqueara la espalda, apretando más su miembro, causándole mucho placer- Aah~... Me vuelves... totalmente loco... Ngh~... Te amo~... Mi lindo y travieso conejito~...- le besó el hombro mordido, aumentando un poquito más la velocidad, pues ya sentía que eyacularía de un momento a otro.

Bonnie ya no podía más, su respiración era muy agitada, su cara era un total tomate maduro. La mano de su marido se movía a gran velocidad y agilidad sobre su miembro, y las embestidas en su entrada eran tan placenteras que ya no se sentía en sí mismo. Se sentía demasiado bien el miembro excitado y palpitante de su amado peliazul en su ya no tan estrecha entrada. Gemía y gemía a gran volumen, llegando a ser profundos gritos de placer, sin importarle de que alguien les escuchara, sobretodo gracias al invento que tenían, pues tan eróticos gemidos agudos eran exclusivos para el moreno que le brindaba tanto amor, placer, cariño y bienestar al estar haciéndole el amor. Siguieron así hasta que por fin, ambos llegaron al clímax.

- ¡¡A-Aaah~!!- gimió por última vez el pelimorado al venirse definitivamente en la mano del moreno y sobre las sábanas, arqueando tanto su espalda que llegó a echar su cabeza hacia atrás, apretando su interior lo más que pudo, atrapando por completo el miembro ajeno, haciendo que, sin casi notarlo, también se viniera el peliazul, dentro del preservativo, claro, soltando igual un profundo gemido ronco de placer, cayendo sobre la espalda del pelimorado totalmente exhausto.

Por segundos, el silencio reinó por toda la habitación. Jadeos desesperados salían de ambas gargantas, buscando lo más pronto posible algo de oxígeno. Tras unos instantes sin moverse, el peliazul salió lentamente del interior de su amado, escuchando un pequeño gemido de su parte, y se echó bruscamente a su lado en la cama, aún jadeando por un poco de aire para vivir. Giró su cabeza a su lado para poder ver a su pelimorado, mas su cabello y sus orejas de conejo del traje le tapaban la cara. Puso unos de sus mechones tras su oreja y corrió una de esas orejas esponjosas, sólo para ver su cara teñida de un rojo fuerte, con babas por su boca, lengua y barbilla, aún con sus uñas clavadas en las sábanas, los ojos fuertemente cerrados y su trasero levemente levantado junto con la cola de conejito. Sin duda, de no ser porque ya llegó su límite para su sonrojo, ahora estaría igual o peor que Bonnie.

- C-Conejito...- le llamó en voz baja, extendiéndole una mano-... ¿e-estás bien?

El mayor en edad lo miró por unos instantes, abriendo uno de sus ojos, dejando ver las lágrimas que aún le quedaban en sus hermosos ojos carmesí. Una pequeña sonrisa asomó por su sonrojado rostro y, lentamente, asintió con la cabeza y tomó con fuerza su mano. Con mucho cuidado se tumbó de lado junto a su maestro, siendo rodeado por sus brazos y acurrucado en su pecho, notando relajantes y adormecedoras caricias en su cabecita además de sentir los fuertes latidos del corazón de su marido, sin soltar la cálida y confortante mano morena que envolvía su temblorosa mano pálida, además de recibir innumerables besos tiernos y delicados por todo su rojizo rostro.

- Boh...- lo llamó el pelimorado, llamando la atención de este-... Jeje, al final... sí que he disfrutado de este momento contigo, creo que más que nuestra primera vez... siento haberme puesto tan sensible antes... pero gracias por aguantarme...- le besó su mejilla y le sonrió muy tiernamente-... Te amo muchísimo, Boh, y estoy muy feliz de haberme casado contigo...

- Conejito- sonrió al borde de la felicidad extrema el moreno, besándole con delicadeza su mano que acababa de tomar-, no te disculpes por ello, era normal que estuvieras asustado con lo que nos dijo Irene... pero que sepas que yo me siento el hombre más afortunado por tenerte a mi lado y que vaya a estar a tu lado, al parecer, el resto de mi vida- rió un poco para luego besarle la frente y retirarle sus orejitas de conejo-. Y yo también he disfrutado mucho de esta noche contigo, mi amor... Sin duda cada vez que te miro... te escucho... o con tan sólo en pensar en ti y todo lo que te hace ser tú mismo... me enamora cada parte de mi ser cada vez con más intensidad... te amo con todo mi corazón... y me aseguraré de que siga este amor para siempre...

Bonnie sonrió y se acomodó sobre el regazo de su amado, sin importarle que estuvieran desnudos, sudados, y él con un fuerte dolor en las caderas, nada de eso le importaba, tan sólo el estar acurrucado en el pecho de su alma gemela, recibiendo besos, mimos y cariñitos de su parte por todo su cuerpecito. Aquel hombre siempre quería lo mejor para él. Hacía todo lo posible que que una sonrisa estuviera siempre en su jovial y albino rostro sonrosado. Siempre era tierno, dulce, atento, paciente, romántico, encantador, protector... pero sobretodo, comprensivo. Eso fue lo que más enamoró al pelimorado, que supiera entenderle y comprenderle siempre... fuera cual fuera la virtud o el error del otro.

Bon le tomó de la barbilla, limpió un poco de la saliva que estaba por esta con su dedo pulgar y le plantó un dulce beso en sus aún suaves y rojizos labios, siendo correspondido al instante, notando una cálida manita en su pecho. Ambos amaban besarse, sentirse el uno al otro, demostrar su amor de una forma en la que ambos se entendieran a la perfección. Estuvieron así muchos segundos, sin apenas moverse, ambos con los ojos cerrados, disfrutando plenamente del momento.

- Bonnie, creo que deberíamos ducharnos un poco para dormir mejor- dijo el moreno al separarse del suave beso y le movió un poco para que reaccionara, pero el otro no quería.

- Mmm... solo cinco minutos más, por fi~- suplicó el mayor en edad, abrazando lo más que pudo el torso del contrario, buscando un punto cálido donde dormirse y escuchar con tranquilidad aquellos relajantes latidos del corazón del peliazul.

- Ay... No tienes remedio, conejito- rió bajito para luego besarle delicadamente la nariz y dejarlo solo unos minutos para que descansara, acariciando su pelo con tranquilidad-. Te amo...

Minutos... que se convirtieron en horas.

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Palabras: 7.685

Bueno... me sentí un poco mal por dejaros con las ganas del lemmon, ya que esa era la idea al llegar a los 2K seguidores... así que aquí está, espero que os guste, me costó... a decir verdad casi dos semanas... pero era por la falta de tiempo... y he tenido que leerme muuuuchos lemmons más para intentar hacer que fuera uno muy completo... o así quería hacerlo. Ahora que me doy cuenta, se parece un poco al One-Shot de MissJees de su historia "Boda imposible" pero que conste que esta idea la puse en marcha mucho antes de siquiera conocerla, y fue hace poco que leí su lemmon (Si no lo habéis leído ya podéis ir corriendo a leerlo, es una joya bañada en oro), así que no aceptaré comentarios de que me he copiado o que he robado su idea, porque yo también me sorprendí de lo parecidos que eran, pero no me he copiado. Oh, además, el diseño del traje de conejito de Bonnie fue idea de HanoiChan, me gustaron mucho sus dibujos de Bonnie vestido así que decidí ponerlo, con sus créditos, claro, jeje. Si queréis verlos, id a su Twitter: @hanoi_chan y también al de Jessi: @jessiyaoi11.

Bien, una vez dicho esto, siguiente meta, y esta es en serio, ejem.

3K seguidores = BxB's child

:3

¡Disfruten!

- Irene

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