xvii. next to me
Si algo que Artemisa odiaba perdidamente, era que los caballeros no quieren obedecerla. Entendía completamente que los hombres de esta época estarían más renegados a que una mujer los lidere y controle, pero ella ni siquiera deseaba ser su líder.
— Travers — llama la atención del pelinegro — No estás haciendo un exorcismo, es como si fuera un baile — corrige la postura del hombre colocándose atrás de él y moviendo el cuerpo del hombre y su mano para que realice el hechizo.
Después de verlo hacer el conjuro bien, siguió andando para observar el resto del séquito. Cuando vio que la mayoría lo hizo bien, dio por terminar la sesión y retiró a todos.
— Nos vemos el jueves caballeros — y así, van desapareciendo de la sala.
La castaña suspira y se queda observando su reflejo en los espejos que enseña. Por el tipo de sala que se imaginaba, salía una repleta de espejos, algo parecido a donde iba a tomar sus clases de ballet cuando era niña. Por ello, siempre le repetía que pelear con las varitas es como hacer un baile. Sin mucho que hacer, se encoge de hombres ante su reflejo y se dirige a salirse de la sala de menesteres, lista para poder finalizar el día.
Iba ya caminando por el largo pasillo, cuando es jalada hacia atrás y le tapan la cara con una bolsa de tela negra, no logrando ver nada y siente como es retirada de su varita.
Comienza a patalear y retorcerse, sin logro alguno, ya que luego es tirada y sometida a un conjuro de dolor leve. Y solo fue el principio.
Tom estaba en la sala común de Slytherin, ya había visto alguno de sus caballeros, pero estaba a la espera de Artemisa, más está ya se estaba tardando.
— Riddle — le llama Narcisse, que iba bajando saliendo del pasillo de sus cuartos — ¿No has visto a Artemisa? Le preste mis apuntes de Pociones y no me las ha regresado —
— No, se suponía que ya debía de estar aquí — contesta frunciendo el ceño.
Si algo que caracterizaba a Vincetamor era su puntualidad. Y que no llegase antes del toque de queda es algo que no cabía en su mente para el azabache.
— No tengo buena espina de esto — espeta Ragnor.
— Si tú no la tienes, menos yo — y sin pensarlo, sale del área común seguido de Narcisse.
Ambos ya habían llegado al séptimo frente a la pared donde se abre la sala que va y viene, y no había rastro alguno. Su corazón parecía desbocarse en cualquier momento si no encontraban a la chica. Pero un grito ensordecedor parecía que les dio la pista que necesitaban.
Provenía del aula de aritmancia, y los dos hombres corrieron al salón, pero la puerta no se abría.
— Aberto — apunta a la puerta y la cerrada se abre.
Narcisse entra primero y encontrarse esa escena hace que su sangre hierva.
Artemisa estaba a mitad del suelo del salón, con la cabeza cubierta de una bolsa de tela negra, y a su alrededor, Aron Rosier, Walburga Black y Michael Stone.
La sangre de Tom parecía que herviría en cualquier momento al ver a la chica tirada, con sus rodillas lastimadas, su suéter destrozado y ni que decir de los moretones que la ropa cubriría. Sus ojos comenzaron a ponerse rojos sin darse cuenta.
— ¿Qué intentan logra con esto? — sisea el azabache alzando su varita.
Las tres personas tratan duramente al ver que sus planes no se realizaron de la manera que esperaban. Riddle hace un gesto con su cabeza, señalando a Artemisa, que Narcisse capta y se acerca a sus cuerpo, tomándola en sus brazos y saliendo de ahí para llevarla a la enfermería y avisar a los maestros.
— Lo que han provocado — exclama Tom cuando se retira el primogénito Ragnor — Es no tener mi perdón ni mi piedad, porque no sólo actuaré yo sino el director y si alguno de ustedes llega a decir lo que he estado haciendo. La expulsión de Hogwarts no es lo único que lamentaran —
E hizo el suficiente tiempo en esa aula para que el director Dippet, y los profesores de cada casa llegaran y enfrentarán a los tres chicos. Slughorn mira a Walburga, decepcionado de ver que ella fue quien planeó el ataque hacia Vincetamor. El trío es llevado a dirección, donde, después de que la encargada de enfermería le diera los resultados de la alemana, y verificar los hechizos usados en ella.
— Definitivamente — empieza el señor Dippet — Wañburga Black, Aron Rosier y Michael Stone, quedan expulsados de Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Tienen el día de hoy para retirar sus pertinencias y en este momento se le ha notificado a sus tutores de la situación para que se vayan del colegio. —
Al otro lado del colegio, lejos de la oficina del director, Riddle estaba a lado de la castaña; yacía en la cama tan plácidamente y con su respiración controlada. Su rostro tenía algunos moretones, provocados por las patadas que la chica Black le había hecho en contra. Según la enferma, parecía que usaron uno de los hechizos imperdonables, crucio sobre todo, y uno que otro que aprendieron en defensas contra las artes oscuras.
Nunca imagino entre sus planes que harían algo en contra de Artemisa.
Nunca.
Cerró los ojos, recargando su cabeza en el respaldo de la silla, tratando de tranquilizarse y procesar lo ocurrido con su séquito.
Hasta que siente unos movimientos de la camilla de la castaña. Él se mueve inmediatamente, acercándose más. Viendo que ella abre los labios y susurra cosas, como en sueños.
— Tom — escucha que dice claramente y eso altera su corazón de una manera que nunca antes sintió.
Sujeta su mano derecha y la toma entre la suyas, recargando su frente sobre ellas. Porque definitivamente ya no podía ver sus planes sin que ella estuviera, y solo esto significa que debe cambiar lo que desea e ir por más y protegerla de igual manera.
Y desde lejos, en la entrada de la enfermería, estaba Narcisse acompañado de Ara, ambos preocupados por su compañera, pero, no desearon interrumpir ese momento, sabiendo que no habían visto al líder de la casa actuar de esa manera por uno de los suyos.
Por qué de ahora en adelante, Tom Riddle estará a lado de Artemisa Vincetamor.
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