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#2

Espero que les guste~

Nota: ¡Muchas gracias a quienes le están dando una oportunidad de esto! Realmente, espero que estén disfrutando de leer esto tanto como disfrute escribir

Nota-2: Y gracias a quienes se toman el trabajo de comentar. Adoro leerlos ^_^

-¡Oswald!- Gus lo esperaba en la entrada de Ostown, luciendo aliviado y pronto preocupado al darse cuenta del apuro de rey para alejarse del basurero, rápido en acercarse. -¿Qué sucedió?- sus manos flotan mientras el conejo se detiene por un rato para recuperar el aliento, luciendo tenso y molesto.

-Hay algo allí- fue directo, el Gremlin soltando un jadeo y luciendo algo asustado. -Alguien tiene que quedarse aquí, no dejar que nadie entre y vigilar que nada salga de momento- ya podía sentir el comienzo de un dolor de cabeza causado por el estrés. No hace mucho se habían liberado de La Mancha, apenas habían pasado unas pocas semanas desde que se dispusieron a acomodarse una vez más, y era frustrante el solo pensar que había un peligro nuevo asechando. Necesitaba algo de tiempo para pensar que hacer a continuación.

-Por supuesto- asintió en señal de comprender, dispuesto a avisar a otros para que se turnaran todos para vigilar. El Gremlin se sentía un poco ansioso ante la sola idea de que algo estaba asechando, quien saber con que tipo de intenciones. -¿Y ella?- noto entonces al rosto nuevo entre ellos, ella enderezándose, sonriendo con cierto nerviosismo y levantando su mano para hacer un ligero gesto de saludo.

-Yo...es complicado- la coneja permitió que sus orejas cayeran sobre sus hombros, acariciándolas, sintiéndose un poco incomoda al ser el centro de las miradas de esos dos. -Esa cosa me tenía prisionera- supuso que esa era la mejor manera de decirlo, desviando apenas la mirada y sin notar que ellos la miraban con preocupación, un poco más entretenida en analizar su nuevo entorno. Reconocía el lugar y eso solo hacia que su situación se volviera aun más extraña. Se desconecta un poco de la conversación del par, acariciando aun sus orejas con aire ausente, frunciendo apenas el ceño porque todo se sentía demasiado...real para ser sincera.

-Oye- se endereza ante la mano en su hombro y parpadea, centrando su atención en Oswald, quien le muestra una sonrisa amable. -¿Quieres venir conmigo? Iré a ver a mi esposa y mi hijos- hizo un gesto, señalando en dirección a su hogar. -Puedes descansar y comer algo, si no te molesta el ruido-

-Eso sería bueno- sonrío con alivio de no tener que quedarse sola y así, empiezan a caminar. Oswald no pregunta nada de momento, porque puede ver lo nerviosa que esta y teme que que pueda hacerla sentir incomoda, y solo habla de su reino, señalando algunas cosas en su camino, con ella escuchando con atención y asombro. Parece realmente encantada con todo lo que alcanza a ver, incluso cuando él le explica que esta en un lugar para toons olvidados y rechazados, ella solo logra lucir como una niña que esta siendo guiada por un parque de diversiones realmente genial.

Para cuando llegan a su hogar, el miedo parece haber desaparecido de momento, reemplazado con fascinación pura.

-Vaya~- la coneja silbo con asombro y encanto cuando se pararon frente al Castillo Belleza Oscura, admirando la construcción que se elevaba por encima de ellos, con un aire encantador y sombrío al mismo tiempo. -¡Este lugar es enorme!- sus ojos brillaron, sin poder imaginar siquiera como podía ser el interior, sus orejas levantándose de la emoción.

-Bienvenida a mi casa- él sonrío, contenta de verla más animada y menos temerosa. -Solo ten en cuenta que tengo muchos hijos, así que...- abrió la puerta principal, sus palabras siendo interrumpidas por la ola de pequeños seres de tonos azules que no dudaron ni un segundo en abalanzarse encima suyo, con gritos de "¡Papá!" llenos de cariño y felicidad que opacaron el grito del pobre rey que ahora estaba en el suelo y era aplastado por sus hijos. Ella, que apenas logro quitarse del camino, observo la escena con los ojos bien abiertos y sintiendo una gran sonrisa dibujarse en su rostro, apenas resistiendo la tentación de reír a carcajadas. -...ayuda...- su mano de pelaje negro apenas sobresalía entre el montón de pequeños que solo parecían tener la intención de ahogarlo en besos y abrazos.

-Oh, cielos...- Hortensia salió, riendo sin problema, divertida ante lo que parecía ser un gesto muy familiar entre ellos. -Soporta el amor de tus hijos como buen padre, amor mío- no parece dispuesta a meterse allí y la mano que suplicaba por ayuda de una manera muy dramática termina por caer en rendición al parecer. La gata alza la vista, sus ojos encontrándose con los heterocromáticos, parpadeando con sorpresa ligera. Apenas parecía notarla. -Ellos aman a su papá- ella sonrío, amable y dulce.

-Eso se nota- sonrío, divertida, retorciendo apenas sus dedos. 

-¿Estás bien, dulzura?- la felina no podía negar que estaba algo confundida ante el rostro nuevo que su esposo había traído hasta su hogar pero eso queda de lado a favor de que la preocupación tome lugar, pudiendo notar que la pobre coneja parece algo sacudida, sus manos tiemblan a pesar de su esfuerzo por ocultarlo. -Pareces nerviosa-

-Yo...- aprieta los labios con cierta tensión, sintiendo que sus ojos arden con lagrimas sin derramar. Lo que le sucedió es desconocido para cualquiera, menos para ella. Solo había estado en su cama, mirando tonterías en internet, cuando una mano negra y cubierta de tinta que goteaba atravesó atravesó la maldita pantalla de su computador de alguna manera. Recuerda gritar, llena de pánico, luchando por alejarse pero esa cosa termino por agarrarla y arrastrarla a través de la pantalla. Apenas había tenido unos pocos segundos para darse cuenta de que estaba muy lejos de su hogar antes de que fuera tirada al suelo, con una criatura bañada en tinta que había llegado a gotean en ella encima suyo, y esa misma mano que la había llevado sujetando su cuello, otra intentando meterse a su pecho antes de que pudiera golpearlo y correr. Fue aterrador, realmente aterrador, aun no puede quitarse esa sensación de temor. -Ha sido...una mala mañana- y eso se sentía como algo muy suave para describirlo.

-Oh, cariño...- Hortensia tarareo, acercándose con pasos tranquilos, tomando las manos ajenas entre las suyas para darle un reconfortante apretón y sonriendo, mientras la coneja la miro con los ojos bien abiertos, como si estuviera sorprendida. -¿Por qué no entras y te relajas un poco, mientras yo ayudo a mi marido?- hizo un gesto ligero hacia la puerta abierta.

-G-Gracias- estaba genuinamente agradecida de tener unos minutos más para intentar organizar el desastre que era su mente en ese instante. Así que dejo a la pareja, adentrándose al lugar con pasos lentos y cuidadosos, mirando a su alrededor, relajándose apenas ante el entorno. Era muy diferente a donde había estado, más limpio y ordenado, luciendo como e interior del castillo que era pero con aire hogareño gracias a los muebles simples y los juguetes en el suelo junto a las fotos que decoraban las paredes, era un buen cambio al decir verdad. 

Se detuvo en seco cuando se encontró con un espejo de cuerpo completo, tiesa. Bajo la vista, mirando sus manos cubiertas de pelaje negro, y termino por avanzar con decisión, decidida a enfrentar esa enorme duda que la invadía de un solo saque y aunque se esperaba de cierta manera lo que vería, aun la tomo por sorpresa. Los ojos heterocromáticos, el derecho de un tono violeta y el izquierdo verde, ambos brillantes, sobresaliendo en su rostro ahora blanquecino. Se miró al espejo con expresión perpleja, como si no pudiera entender o siquiera creer el reflejo que le devolvía, anonadada, moviendo las orejas de manera tentativa. Para ella, todo parecía un sueño muy vivido al decir verdad pero, mientras se pasaba las manos por su pelaje para alborotarlo un poco más, se dio cuenta de que todo se sentía muy real para ser un sueño.

-Esto es...tan raro- aliso lo mejor que pudo su pelaje, ansiosa, dudando unos segundos antes de agarrar una de sus orejas y dar un firme tirón, haciendo una mueca ligera. Podía sentirlo y no sabía si eso era bueno o no. -Muy, muy raro- se tapo un ojo, mirando, y luego el otro, como si estuviera comprobando que su vista era perfecta a pesar de que algo le faltaba. Dudo un poco, moviéndose un poco, lo suficiente como para poder ver la pequeña y esponjosa cola que sobresalía de la parte trasera de sus shorts. -Hasta tengo una cola- se miro de frente una vez más, parpadeando ante su reflejo y a pesar de su exterior de aspecto tranquilo, estaba teniendo una gran crisis existencial en su propia mente. -Necesito que alguien me pellizque-

-¡Yo lo hago!- se sobresalto ante la voz infantil, bajando la vista, notando entonces al pequeño conejo de tonos celestes que ahora estaba a su lado y la miraba con emoción infantil. -¿Quieres que lo haga?- ladeo la cabeza, esta vez curioso.

-Oh- parpadeo. -E-Esta bien, claro- se inclino con las manos extendidas, permitiendo que el niño se subiera a estas y lo acerco a su rostro, permitiendo que la pellizcara. Sus manos eran pequeñas y suaves por el pelaje pero tenía más fuerza de lo que aparentaba y ella no pudo evitar quejarse ante el dolor, algo que solo confirmaba lo que tanto había temido desde que fue arrastrada allí. Nada de esto era un sueño. -Genial, gracias- dejo al pequeño en el suelo.

-De nada~- satisfecho de haber podido ayudar, se alejo entre salto para ir con alguno de sus hermanos.

-¿Cómo sucedió esto?- y esa se sentía como la pregunta de la vida a estar alturas. -De alguna manera, una cosa rara me saco de mi mundo y me trajo aquí, al Páramo, el reino de los toons olvidados pero por alguna razón, mi aspecto cambio ¡Soy un toon ahora!- murmuro para si misma, quizás luciendo como una loca para cualquiera que la mirara en ese instante pero al diablo, estaba teniendo una crisis enorme, cree que tenía derecho a estar un poco frenética.

-Oye- se enderezo ante la voz y se esforzó por relajar su expresión antes de voltearse, notando que la pareja la estaban mirando, curiosos y algo preocupados. -¿Todo bien?- Oswald enarco una ceja, indeciso, como si no supiera si esa era la pregunta adecuada para hacer o algo así.

-Necesito...un minuto- levanto un dedo, aceptando el almohadones que uno de los pequeños le estaba extendiendo por alguna razón, respirando profundo antes de hundir su rostro en la mullida superficie. Dejo escapar un grito, amortiguado por suerte, lleno de pánico y algo más. Duro solo unos segundos pero se quedo en esa postura por un rato, antes de encontrar las fuerzas para alejar aquello de su rostro y volver a mirarlos.

-¿Te sientes mejor?- Hortensia solo sonrío, muy tranquila, de seguro acostumbrada a cierto caos debido a tener tantos hijos.

-¡Estoy muy bien~!- chasqueo los dedos, sonriendo, pero la pareja podía notar la mentira desde lejos, en especial por la expresión tensa de la coneja. -Estoy atrapada en otro mundo, en uno de caricaturas, y esto sería genial si no hubiera una cosa extraña aquí- pensó, sollozando internamente, aun sintiéndose entre eufórica por estar en un mundo toon y aterrada porque estaba más que segura de que lo que sea que la hubiera arrastrado allí era algo malo.

-Si tu lo dices- el rey estaba poco dispuesto a presionarla. -Por cierto, pareces conocer mi nombre pero aun así, soy Oswald- se señalo a si mismo, recordando que en realidad ella lo había reconocido por alguna razón. Fue extraño, aunque de una buena manera al decir verdad. -Y ella es mi esposa, Hortensia- la felina hizo un gesto con la mano, moviendo suavemente la cola.

-Es un placer conocerlos- sonrió sin poder evitarlo. Ellos no lo sabían pero era ella era una fan y a pesar del miedo que había pasado, todo aun se sentía como una especie de sueño. -Yo...- dudo, rascándose la nuca. No creía que usar su nombre real fuera lo adecuado, no cuando parecía una persona diferente o bueno, ahora que era una especie de toon. Supuso que podía usar otra cosa. -Mi nombre es Ink- y de alguna manera, eso se sintió correcto.

-Bienvenida al Páramo, Ink- la gata tarareo.

-Gracias~- su cerebro tardo unos vergonzoso segundos en darse cuenta de un detalle muy importante. Lo que sea que la había arrastrado hasta allí, era malo en su opinión, y estaba libre, haciendo quien sabe que cosas o con un loco plan entre sus manos cubiertas de tinta. -¡Era un monstruo!- era la mejor forma de describirlo.

-¿Lo que se esconde en la Montaña Mickeybasura?- el conejo no puede negar estar algo aliviado de que ella estuviera dispuesta a hablar de eso pero ahora, esta preocupado. Un monstruo, apenas se habían librado de uno.

-Si, si, si- esta luchando un poco por recordar. Todo había sido muy rápido y el miedo, que se mezclo con dolor cuando aquella cosa intento forzar su mano dentro de su pecho, hacia que todo fuera algo confuso. -No era una cosa muy grande pero estaba cubierto de tinta y era muy fuerte, estaba...muy enojado e intentaba quitarme algo- hizo un gesto hacia su pecho, logrando que los ojos de la pareja se abrieran con sorpresa ligera.

-¿Tienes un corazón?- Hortensia pregunto con curiosidad ligera e Ink se quedo callada por unos segundos, pensativa, con ambas manos sobre su pecho antes de asentir. Podía sentirlo, con un latido más lento en comparación al de un humano y en especial ahora que estaba más calmada, presente y cálido.

-¿El monstruo quería tu corazón?- Oswald frunció el ceño, confundido, intentando darle sentido a la repentina situación que tenía entre manos.

-Eso creo- al menos, eso suponía. -Esa cosa me saco de mi hogar, me arrastro por una especie de pantalla muy grande- y había escuchado como algo caía pero no había tenido mucho tiempo de pensar mucho en ello al decir verdad.

-Debe ser uno de los proyectores desaparecidos- suspiro con cansancio, bajando las orejas y pasando una de sus manos por su cabeza, despeinando apenas su corto pelaje. -Que desastre- su esposa lo miro con preocupación, tomando la mano del coneja para darle un suave apretón en espera de que sea un gesto reconfortante. -Tendré que volver e intentar averiguar un poco más de esa cosa-

-¿Estás seguro de eso, amor?- Hortensia estaba preocupada, no solo por el Páramo y su gente, sino también por su esposo. Apenas había empezado a relajarse y estaba intentando volver a ser el rey que alguna vez fue pero no parecían tener suerte con el tema de la paz.

-No tengo de otra- y Oswald estaba poco dispuesto a mandar a alguien más, queriendo averiguar las cosas por su cuenta. Tenía un mal presentimiento, algo que se sentía muy familiar y muy mal al mismo tiempo. -Tengo que averiguar que es este monstruo y como detenerlo antes de que le haga daño a alguien más- se inclino, depositando un suave y amoroso beso en la mejilla ajena. -Además, quiero saber que paso con los demás proyectores-

-¿Vas a ir ahora? ¿Después de escuchar lo enojado que estaba esa cosa?- Ink lo miro con los ojos bien abiertos, haciendo una mueca al notar que el otro estaba decidido y ya había tomado una decisión. No sabía si llamarlo un rey valiente o un toon loco, supuso que podía ser un poco de ambos. -Ah, esto es malo- se rasco la nuca con ansiedad ligera. Aun estaba aterrada, sus manos no habían dejado de temblar del todo, pero no podía sentarse allí y mirar hacia otro lado. -¿Puedo ayudar?- pregunto con cierta timidez, bajando las orejas cuando ambos se voltearon a verla, luciendo sorprendidos por alguna razón.

-¿Estás segura?- el conejo enarco una ceja en su dirección. -No tienes que hacerlo-

-Quizás no pero no me gusta quedarme de brazos cruzados- se llevo las manos a la cintura, golpeando apenas el suelo con uno de sus pies, creando un ruido ligero debido a sus zapatos. -Ayudare en lo que pueda, dos pares de ojos son mejores que uno para un lugar tan grande- y estaba un poco preocupada por un detalle en particular. Si uno de esos proyectores fue capaz de llegar a su mundo y había más desaparecidos, eso no podía ser bueno.

-Bien- asintió, sonriendo con diversión ligera. Para haber estado tan aterrada hace no mucho tiempo, parecía muy dispuesta a enfrentar a esa cosa, incluso si era para ayudar.

-¿No sería mejor ir en la mañana, bien temprano?- Hortensia pregunto, agitando la cola con cierta ansiedad, la suficiente como para erizar un poco su pelaje. -Si se hace de noche mientras están allí, se les hará muy difícil salir- porque esa montaña llena de basura no tenía mucha iluminación al decir verdad, no desde que Oswald ya no vivía allí.

-Supongo que tienes razón- acepto de mala gana. -Lo haremos en la mañana, solo espero que esa cosa se mantenga allí encerrado- ese era el deseo de los tres.

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