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#1

Espero que les guste~

Nota: Quiero que se entienda que esto realmente no es una continuación de todo lo demás, es más bien un reinicio de todo, algo mejor escrito y más dramático, con capítulos más largos incluso ^_^

Nota-2: Empecé a escribir esto en algún momento de principios de Diciembre del 2024 pero decidí terminarlo antes de siquiera publicarlo :3

El Páramo, aquel lugar hecho específicamente para todos aquellos toons olvidados que ya no tenían lugar en la actualidad y los rechazados que ni siquiera tuvieron la oportunidad, estaba luchando por recuperarse. La Mancha había causado estragos y muchos daños en los años en los que estuvo presente, zonas manchadas de tanta tinta que eran irreconocibles, cosas despintadas que aun estaban presentes pero no se podían realmente usar, y lugares cubiertos de disolvente que nadie tenía muy en claro como vaciar pero ahora, ya no estaba. La Mancha había sido derrotada por el mismo que la había creado, Mickey Mouse, la estrella principal y aquel que ocupaba el lugar que el rey del Páramo siempre creyó que le perteneció hasta algún punto.

Oswald estaba aliviado cuando aquella criatura horrible cayo, derrotado, y desapareciendo, poniéndose eufórico cuando la tinta volvió a cada ciudadano que había sufrido la perdida de su color hasta convertirse en estatuas con con expresión de miedo, casi llorando cuando pudo abrazar una vez más a su esposa. Tuvo sentimientos contradictorios respecto a Mickey cuando lo vio a través del espejo, felicidad porque este hubiera triunfado y una cierta satisfacción de tenerlo fuera de lo que consideraba su hogar, algo de envidia que era fácil olvidar en ese punto al darse cuenta de que el ratón volvía a tener el corazón que tanto había querido por años pero también, había una punzada de tristeza que se mezclaba con añoranza, porque a pesar de todo el odio que había declarado tener contra contra el rostro de Disney, seguía siendo su hermano. Fueron creados no solo por el mismo hombre, sino también por la misma tinta y pluma en todo caso, basados en el mismo diseño, hechos para ser hermanos a pesar de la distancia. Incluso entonces, su relación era complicada, uno lleno de culpa por lo que sus acciones causaron e incapaz de solucionar todo aquello por cuenta propia al ser expulsado de allí por el mismo mago que creo el lugar, el otro aun teniendo una cierta envidia y odio que aun se sentía incapaz de soltar del todo pero que estaba llegando a un acuerdo con ello hasta cierto punto y podía permitirse sentir felicidad ante la idea de tener un familiar.

Pero ahora, cada quien estaba de vuelta en su lugar para seguir con sus vidas y tanto Oswald como el propio Mickey, deseaban haber tenido la oportunidad de conocerse un poco mejor.

En todo caso, muchas cosas habían vuelto a la cierta normalidad. Los toons que habían sido convertidos en piedra a falta de su color, ahora volvían a estar vivos y brillantes, todos y cada uno de ellos poniendo un poco de si para que que aquel lugar que ellos llamaban hogar volviera a su antigua gloria pero era difícil, en especial con el alcance total del daño. Aun así, nadie estaba dispuesto a rendirse. Los Pedro de cada zona estaban haciendo inventario, los animatronicos luchaban por encontrar las piezas faltantes para reparar cualquier cosa que se hubiera roto o descompuesto y los toons se encargaban de limpiar la espesa tinta lo mejor que podían, mientras tanto los Gremlins buscaban formas de pintar aquellas cosas que quedaron descoloridas.

Oswald se sintió orgulloso, de si mismo y de todos a su alrededor, observando a su gente. Ostown se veía mucho mejor ahora, más colorido y ahora habitado una vez más por toons que se estaban acomodando en sus hogares otra vez, con el pasto verde en ciertos lugares y pequeños arboles en modo de decoración, incluso su estatua en el centro de todo se veía reluciente y como nueva, con agua en la fuente en vez del liquido verde que alguna vez mancho todo a su alrededor.

-Esto es bueno- sonrío con cariño puro, escuchando las voces de aquellos que hablaban, sintiendo regocijo. Se había obligado a soportar el silencio en sus años de auto-exilio, decidido a vigilar a la criatura que tanto daño había causado en ese entonces, y eso solo lo sumergió en su resentimiento en ese entonces, creciendo su tristeza ante lo sucedido con su esposa y su gente, pero ahora, todo estaba bien y se sentía realmente contento de estar rodeado de ruido una vez más. -¿Eh?- se voltea cuando algo llama su atención, viendo a un Gremlin de ropa rojiza que parece ir de un lado a otro con ansiedad y expresión preocupada, murmurando para si mismo mientras se retuerce los dedos. -¿Gus?- se acerco con preocupación ligera, ladeando la cabeza.

-Oh, Oswald- parece sobresaltarse un poco, como si no hubiera esperado ver al conejo o estuviera demasiado distraído para notarlo caminar hacia él, lo que era preocupante para el rey que solo hizo un pequeño gesto. -¿N-Necesitas ayuda con algo?- floto un poco más cerca, sonriendo con cierto nerviosismo pero aun se veía en conflicto, queriendo ayudar pero aun preocupado por algo que rondaba por su mente.

-Tu pareces necesitar ayuda, amigo- enarco una ceja, agitando apenas una de sus orejas. -¿Todo bien?- el Gremlin dudo, mirando a su alrededor con cierta ansiedad, luciendo como si estuviera decidiendo si hablar o no, y termino por decidirse, acercándose, el conejo inclinándose un poco y con las orejas en alto, atento.

-Hay rumores que algo asecha la Montaña Mickeybasura- hablo, tenso, preocupado de seguro por ese simple rumor y en voz baja, como si fuera una especie de secreto. -Alguien dijo que vio algo de tinta moverse allí, algo negro y oscuro, pero eso no debería ser posible- los ojos del toon se abren con sorpresa y realización, pudiendo entender de repente la ansiedad ajena. Las criaturas de tinta que habían asechado habían sido obra de La Mancha, destructivas y malas que fueron convertidas en amigables y buenas gracias al pincel mágico, ahora rondando por ahí con intenciones de ayudar pero siendo de color azul brillantes. -Revise lo mejor que pude pero ese lugar es inmenso y hay tantas cosas allí, tantos escondites, que yo solo...-

-...no encontraste nada- asintió en comprensión, frunciendo apenas el ceño, analizando lo que le habían dicho. -¿Algo más sucedió?- solo quería tener toda la información posible.

-Bueno, me acaban de informar que algunos proyectores han desaparecido. Parece haber estado sucediendo durante unos días- agrego después de unos segundos de duda. -No tengo muy en claro si ambas cosas están conectadas pero los demás Gremlins y yo estamos revisando todos los lugares posibles-

-¿No encontraron nada tampoco?- hizo una mueca ligera cuando el otro negó con tristeza, golpeando el suelo con una de sus patas. Miro de reojo la Montaña Mickeybasura que era visible desde allí porque se elevaba debido a la cantidad de cosas que se acumularon con los años, sintiendo aprensión, porque había estado allí mucho tiempo y no tenía muchos ánimos de volver a pisar ese lugar pero era el rey, era responsable de su gente, y tenía que hacer su trabajo. -Iré a echarle un vistazo- aviso con decisión, empezando a caminar con una sola intención, y Gus parpadeo con sorpresa, agitando un poco las extremidades.

-¡Espera, Oswald!- fue rápido en llegar al lado del conejo, mirándolo con alarma y preocupación. -¡Ese lugar es enorme!-

-Lo sé pero viví allí durante años, así que conozco los posibles escondites que podría haber- hizo un gesto con la mano. -Solo voy a mirar un poco- quería ver si encontraba algo sospechoso que encendiera las alarmas de su cabeza o algo así, solo para estar seguro antes de decidir su siguiente acción. -De cualquier manera, deberíamos revisar más a fondo con más gente en algún momento-

-Oh, esta bien- asintió, un poco más tranquilo pero aun lleno de nerviosismo. -Le avisare a Hortensia que estarás ocupado por un rato- se quedo atrás, el conejo levantando el pulgar antes de trotar para llegar a su destino más rápido.

La Montaña Mickeybasura era, literalmente, una montaña de basura acumulada por los años y en todos los tamaños posibles. eran mercancía en su mayoría de Mickey Mouse y todo su elenco, desde muñecos y accesorios hasta ropa y otras cosas más, algunas en buen estado pero sucias y otras rotas hasta el punto de no ser reconocibles. Todo había sido tirado allí, en especial en la época en la que Oswald lo odiaba casi a muerte, y era un lugar muy desastroso, un basurero en toda palabra pero al menos, ya no había disolvente puro a su alrededor, eso había desaparecido en algún punto, así que fue fácil para el conejo llegar hasta allí.

-Que horror- se sentía algo incomodo de estar allí, porque ese había sido donde se dispuso a quedarse de por vida en un triste intento de proteger lo que quedaba de Páramo, pero hizo eso a un lado a favor de armarse de valor y adentrarse allí, rebuscando en su bolsillo para poder sacar su control, mirando a su alrededor con ojos atentos. No parecía haber nada fuera de lo común, al menos al principio, pero en cuanto más avanzaba, podía notar pequeñas salpicaduras negras en las superficies que en algún punto de su caminata, se volvían manchones y luego en charcos grandes. También había un aroma a tinta flotando en el aire, fuerte y abrumador, lo suficiente para hacerlo arrugar la nariz. Gus de seguro no había notado nada de eso, así que debía ser algo reciente. -¿Qué rayos es esto?- se inclino, frunciendo el ceño, dudando un poco antes de tocar aquello y frotarlo entre sus dedos. Se veía como tinta, aunque mucho más liquida en su opinión, y fresca en señal de que algo había estado allí recientemente. -Esto es muy raro- levanto la vista cuando logro escuchar un ruido sospechoso, sin poder identificar el origen a simple vista, pero se levanto, con el dedo preparado para apretar el botón de su control, quedándose muy quieto por unos segundos.

Un grito resonó por aquel lugar, llegando hasta el rey, cuyas largas orejas se enderezaron con alarma y no dudo en correr, tropezando un poco por la basura que estaba pisando pero sintiéndose un poco asustado, temeroso de que hubiera algo allí y estuviera lastimando a alguien.

-¡Ah!- su carrera se vio interrumpida ante un choque repentino y brusco, un grito saliendo de su boca al ser tirado al piso por la fuerza, soltando un bufido cuando ese algo le cayo encima. -¿Qué...?- se detuvo en seco, tieso y congelado, dándose cuenta con un sobresalto que no había chocado con algo, sino con un alguien. -¿Estás bien?- dejo su control de lado para ayudar a ese toon a enderezarse, encontrándose con ojos brillantes y heterocromáticos cuando ese alguien levanto la vista. Era una coneja como él, de pelaje tan oscuro como la tinta que lucia algo alborotado, un mechón apenas rizado cayendo por su frente por ser más largo que el resto por alguna razón, un ojo verde y el otro violeta, con largas orejas que en ese momento estaban caídas. Se ve asustada y perdida, temblando.

-¿O-Oswald?- ella parece sorprendida de verlo, incrédula también, levantando las manos denudas para cubrirse la boca justo a tiempo para ahogar un jadeo.

-Ese soy yo- él decido no comentar el detalle de que no la conoce, hace mucho que no tenían un rostro nuevo por allí al decir verdad, pero no puede evitar notar que tiene cinco dedos en cada mano, algo raro entre los toons. -¿Estás bien?- vuelve a preguntar, paciente, levantándose y tomando las manos ajenas para ayudarla a hacer lo mismo.

-Eso creo- le muestra una sonrisa temblorosa pero no suelta sus manos, le da un apretón. -T-Tenemos que irnos antes de que...- él la mira con preocupación, pudiendo ver su miedo puro, pero un gruñido profundo resuena, callándola. Ella levanta las orejas y él observa el único camino despejado que tienen enfrente, ambos pueden escuchar como si algo se arrastrara en el suelo entre gruñidos molestos. -Ahí viene-

-Vamos- se aprovecho de sus manos agarradas para arrastrarla consigo. Era un basurero, con objetos de todos los tamaños acumulados, así que encontrar un pequeño recoveco en donde ambos cupieran no fue demasiado difícil. Él se sobresalta apenas al sentirla acurrucarse contra su costado, frunciendo el ceño al notar como ella temblaba y moviéndose lo suficiente como para rodearla con uno de sus brazos, manteniendo su control en su mano libre, sus ojos fijos hacia el exterior y atento a los sonidos que podía escuchar. Ella intenta hacerse más pequeña, agarrando sus propias orejas con ansiedad y usándolas para cubrirse la boca, temerosa de hacer algún ruido.

Lo que sea que estuviera allí, quejándose y arrastrándose con un sonido húmedo, parece acercarse pero no lo suficiente como para siquiera verlo. Hay un silencio momentáneo, lleno de tensión, y de repente, solo un bufido.

-¡Maldita mocosa!- escupio lleno de enojo y desdén, ella ahogando un chillido tras sus orejas y él tensándose un poco más en su lugar, frunciendo el ceño. Esa voz le resultaba muy familiar, de una manera horrible que retuerce su pecho, pero de momento, no puede ubicarlo con exactitud. -Le arrancare el corazón la próxima vez que la vea- gruño, amenazante, y es entonces cuando el sonido de arrastra húmedo parece alejarse, como si el dueño de aquella voz se hubiera rendido, aunque con demasiada facilidad para el par de conejos escondidos. Ambos se quedan allí por unos segundos, como si se estuvieran asegurando de que esa cosa no volviera o algo así, y solo cuando Oswald no pudo escuchar nada sospechoso, es que se dispuso a moverse.

-Vamos, tenemos que irnos de aquí- ella asintió con cierto apuro antes sus palabras y se arrastraron fuera de su escondite, él siendo rápido en tomar su mano apenas pudo ponerse de pie y empezar a correr, ninguno de ellos queriendo quedarse mucho tiempo allí al decir verdad.

Había algo realmente peligroso rondando por la Montaña Mickeybasura y Oswald temía que eso no se quedara allí. El Páramo estaba en peligro una vez más.

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