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Espejo roto

Simplemente...me quise sacar el gusto XD

Espero que les guste~

Nota: Releyendo esto, me di cuenta de mis errores y me decidí a corregirlos xD

Nota-2: Aun no puedo creer que publique esto en junio del 2017 O_O

Era un día tranquilo en El Páramo, los habitantes reían y hacían sus trabajos. No había problemas, no había peleas o algo que reparar...y eso aburría totalmente al rey del lugar. Oswald el conejo de la buena suerte suspiro ligeramente, sus orejas bajas y sus ojos fijos en sus niños, quienes reían a carcajadas mientras jugaban entre ellos. Sonrío, la alegría de sus niños era contagiosa.

-¡Papi!- dos de sus niños se le acercaron rápidamente, saltando de alegría.

-¿Que pasa?- los miro fijamente, haciéndose el desinteresado pero a sabia perfectamente lo que querían.

-¡Queremos hablar con el tío Mickey!- los niños saltaron, entusiasmados por poder hablar con el ratón. Él siempre intentaba tomarse un momento para hablar con ellos, los adoraba.

-Pues...- se cruzo de brazos y los miro con una leve sonrisa. -...tendrán que esperarlo a él-

-¡El espejo brilla!- ellos sonrieron enormemente, corriendo hacia el objeto. Oswald se sorprendió, sonrío ligeramente al ver que era cierto pero frunciendo el ceño al ver que el espejo empezaba a agrietarse.

-¡Niños, paren!- les grito. -¡Vuelvan ahora!- los pequeños no tardaron en obedecer, corriendo para esconderse tras su padre. De las grietas del espejo salía una luz, que poco a poco se empezó a expandir. Oswald cerro los ojos por un momento, escuchando los cristales romperse y caer al suelo, seguido rápidamente de un golpe seco. Abrió lentamente los ojos, tensándose al ver dos montículos negros en el piso...parecía...tinta.

-¿Que es eso, papi?- pregunto con curiosidad uno de los conejitos.

-No sé- uno de los montículos se movió, empezando a toser con fuerza.

-¡Que asco!- el montículo se sentó de golpe, empezando a limpiarse como podía la cara sin dejar de toser. -¡Esta en mi boca!...¡Y en mis ojos!- gruño con molestia. Los ojos de Oswald se agrandaron cuando el rostro ajeno estaba más limpio.

-Un toon...- saco un pañuelo de su bolsillo y se le acerco, esquivando los vidrios rotos tirados en el piso. -Déjame ayudarte- poso una de sus manos en la nuca ajena, limpiándole lo que quedaba de tinta en su cara. -¿Mejor?- la soltó, observándola parpadear repetidas veces.

-Sip, gracias- se levanto y se volteo hacia él, sobresaltándose ligeramente. Ella era una coneja igual que él pero con un vestido de color violeta, con botas y guantes sin dedos del mismo color. -¿O...Oswald?- sus ojos estaban totalmente abiertos, incluso temblaba ligeramente.

-Si, Soy Oswald el conejo de la buena suerte- le sonrío, intentando tranquilizarla. -¿Y quien eres tu?- ella abrió la boca pero un grito le interrumpió.

-¡PAPI!- se voltearon rápidamente, viendo a los pequeños acurrucados alrededor de un inconsciente ratón y con dos figuras negras acercándose.

-¡La tinta!- chillo la desconocida con los ojos bien abiertos.

-¡Mis hijos!- Oswald frunció el ceño, apretando los puños. -¡Aléjense de ellos!-

-¡Oigan tontos, aquí estoy!- la coneja a su lado agito los brazos, sonriendo cuando las criaturas empezaron a acercarse. -Vamos...vamos...-murmuro mirando su mano que brillaba ligeramente. Alzo la vista, sorprendiendo al ver a aquellas criaturas a punto de tocarla. Dio paso hacia atrás y el brillo en su mano aumento, hasta que un martillo algo grande apareció. Ella ni no pensó, sostuvo el martillo con amabas manos sobre su cabeza y lo bajo, aplastando con toda su fuerza a ambas criaturas.

-¡Papá!- algunos de los pequeños corrieron hacia su padre, quien los recibió con una gran sonrisa. La coneja se quedo mirando el martillo, frunciendo el ceño cuando este desapareció. Se miro las manos, las cuales brillaron por un momento pero su arma no volvió.

-Aparece cuando quieras, porquería...- gruño ligeramente, cruzándose de brazos. Se volteo al sentir una mano en el hombro, se olvido que no estaba sola.

-Gracias- Oswald le sonrío y ella no pudo evitar devolverle el gesto.

-Fue un placer- entonces, algo se le vino a la mente. -¡Mickey!- corrió hacia el inconsciente ratón, agachándose a su lado y levantándolo ligeramente. -Por lo menos ya no esta bañado en tinta...- murmuro.

-Vamos- con un poco de ayuda, Mickey se encontraba en la espalda de su hermano. -Lo dejaremos descansar y tu me explicaras que acaba de pasar- ella se tenso, haciendo una mueca.

-Si señor- lo observo caminar. Miro por ultima vez donde solía estar el espejo y apretó los puños. -¿Por qué presiento que esto no es del todo un sueño...?- suspiro y se dispuso a alcanzar al conejo mayor, sin siquiera notar a la figura que se movía en la oscuridad.

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