12
En mi última defensa intentaste advertirme
No te conocía, eras un demonio para mí
Tu presencia, era un miedo que vivía dentro de mí.
Creció a mi alrededor, entonces apareció.
En lo profundo de la tierra podría haberte encontrado
Muy por encima de la torre no pude ver
En lo profundo de la tierra podría haberte encontrado
Muy por encima de la torre no pude ver
Bajo las sábanas, Yoon Gi trataba de cerrar los ojos. Más que una noche cálida, los vientos repentinos trajeron un cambio de clima muy invernal que lo obligaba a cubrirse completamente con la manta. El insomnio era debido a lo mismo, su constante preocupación. Y esta vez había decidido hacer uso de algún fármaco que lo ayudara a conciliar el sueño porque ya era demasiado para su salud estar durmiendo tan pocas horas. Además tenía que seguir trabajando y su rendimiento se vería afectado si no solucionaba su problema.
Cuando había pasado por una farmacia se le ocurrió esa idea. Dado que no tenía ningún tipo de prescripción médica simplemente le pidió al farmacéutico algo de venta libre. Le ofreció varias cosas que le resultaron muy light, incluso en un momento le habló sobre una bebida, un tipo de té que lo ayudaría. Pero Yoon Gi no quería nada de esas cosas, necesitaba algo bastante fuerte. Se le pasó por la cabeza pedir algo para la migraña que suponía que sería más potente, pero aquel señor le insistía que no podía venderle un medicamento así como si nada si lo que quería era eso, algo que lo dejara más o menos en coma.
Se conformó entonces con unas pastillas para dormir, de esas muchas que salían en los anuncios. Cuando leyó el prospecto no hizo caso de nada de lo que ponía, se tomó dos para asegurarse el sueño más profundo, y esperaba no soñar con nada extraño.
Por veinte minutos sus ojos se mantuvieron abiertos como los de un búho, mirando hacia el techo y tratando de dejar la mente en blanco. Se sintió decepcionado con su compra, no había efectos en su cuerpo después del tiempo que esperó. Tranquilamente podía tomarse dos más y ver qué ocurría, pero cuando sacó su mano de debajo de la manta para lograr alcanzar la caja que estaba sobre la mesilla de noche, esta salió volando hasta los pies del escritorio. En ese momento podía pensar solamente una cosa.
—Jin... Necesito dormir.
Dicho eso, hubo silencio total. Yoon Gi se acomodó un poco en la cama, sin dejar de cubrirse con la manta y encendió la lámpara. Observó con calma que todo estaba en su lugar; la ventana estaba completamente cerrada, al igual que la puerta y no lograba escuchar ningún sonido. Quizás se había equivocado al pensar que el ángel estaba en el cuarto vigilándolo o quizás ya se había vuelto loco. A duras penas se dispuso a levantarse, colocó sus pies desnudos sobre la alfombra y volvió a revisar una vez más la habitación. Ya no sentía temor, todo lo que fuera a pasar ya no le sorprendería para nada.
Se colocó la manta sobre los hombros y fue en busca de la caja. Se agachó para levantarla del suelo y luego comprobó que las pastillas restante estaban aun ahí, esperando a ser consumidas. Seguido sacó dos más y volvió hasta la mesilla donde tenía el vaso de agua pero se dio cuenta de que apenas tenía liquido para ayudarlo a tragar. Por esto, fastidioso, tomó el vaso para llenarlo; bajó hasta la cocina donde todo estaba en la completa oscuridad. Aquello le recordó a cuando se encontró a Ji Min la cocina de su casa y Amon procedió a jugar con él. Esto le provocó tal repulsión que tuvo que golpear su cabeza para alejar esos horribles recuerdos.
Buscó el interruptor de la luz que tenía más cerca para iluminar la cocina. Caminó hasta la nevera para buscar agua fresca y llenó el vaso hasta un poco más de la mitad. Metió una pastilla en su boca y con ayuda del agua tragó rápidamente, después hizo lo mismo con la otra.
Después de eso se quedó ahí, apoyándose sobre la encimera esperando que bajara de una vez el sueño. Tuvo que esperar poco para que sus ojos empezaran a cerrarse por completo, el cuerpo de pronto sintió también el efecto, fue camino al salón ya que estaba más cerca y se dejó caer en el sillón.
Sus ojos aún veían la luz de la cocina iluminar parte de la sala, pero cada vez que parpadeaba todo se volvía nuevamente oscuro. Pestañeó varias veces y cada vez que lo hizo pudo ver una figura a lo lejos observándolo y acercándose cada vez más. Creía que lo que veía era solo el efecto de las pastillas, por lo que no le dio importancia y se dejó llevar por el sueño.
﹏†﹏
La alarma de Nam Joon sonó más ruidosa de lo normal. Se despertó sobresaltado y la apagó de inmediato. Se frotó la cara con fuerza y observó que a su lado estaba Jin acurrucado durmiendo y supuso que Amy se había marchado mucho más temprano. No evitó el dibujar una leve sonrisa en sus labios al ver a Jin durmiendo como un bebé a pesar de que sabía que estaba irritante últimamente.
Se levantó con calma e hizo lo de todas las mañanas, darse una ducha caliente para relajar sus músculos y vestirse con su ropa para ir a dar clases. Cuando se estaba colocando los zapatos se percató de que Jin se había despertado pero ni siquiera lo saludó.
—¿Buenos días?—Nam Joon lo miró esperando un respuesta, pero Jin ocultó su cara contra la almohada—Ya veo, todavía sigues con esa actitud.
—Déjame—dijo contra la almohada—.No te quiero más.
—Auch... Eso me duele—.se tocó el pecho como si le hubieran pegado un flechazo repentinamente.
—Me alegro.
Nam Joon negó con la cabeza y se acercó al castaño para darle un beso en la cabeza. Por más caprichoso que se pusiera a veces no podía enojarse con él. Entendía, aunque no se lo demostrara, por qué se ponía así, pero no podía contarle lo que quería. Era muy difícil explicarle a Jin que tenía que estar con esa mujer por una cuestión totalmente personal. Sabía que si le decía la verdad no lo entendería y lo odiaría por toda la eternidad.
Una vez listo agarró sus cosas y bajó con prisa las escaleras hasta la cocina para tomar un desayuno. Se fijó que sobre la encimera había una taza lista para su café, azúcar y demás cosas; supueso que Amy se lo había dejado todo listo antes de marcharse.
Al terminar su desayuno siguió su camino hasta el salón, allí se detuvo en seco al ver que Yoon Gi estaba acostado en el sillón y envuelto en una manta. Le pareció extraño que no se levantara antes que él ya que entraba temprano al trabajo; se le acercó con cuidado y lo despertó de una manera no muy sutil.
—Yoon Gi, te dormiste.
El otro abrió de inmediato los ojos, se incorporó y miró con rapidez el reloj que colgaba de la pared. Eran las nueve y media pasadas, la hora de entrada al trabajo era a las ocho, y siempre salía un poco antes porque debía caminar. Pero a pesar de eso Yoon Gi no iba a levantarse y salir corriendo, estaba aliviado por haber dormido tan bien y su cuerpo no quería deshacerse de esa caliente manta que lo cubría.
—Nunca dormí tan bien—comentó, dejándose caer de costado para volver a dormir.
—¿Jin se quedó un rato contigo?—Nam Joon se sentó en el sillón mientras sostenía la mitad de una tostada que estaba a punto de terminarse.
—No lo sé—se encogió de hombros—.Me tomé unas pastillas, pero creo que fueron demasiadas porque hasta aluciné que había alguien observándome.
—¿Y si no era una ilusión? —se cuestión el platinado, terminando su tostada—Sabes que en esta casa pueden aparecer algunos seres. Hace unos días me encontré un pequeño demonio que nos observaba mientras dormíamos, se ocultaba dentro del armario. Amy se asustó mucho cuando se lo conté.
—Para ti es normal que ocurra eso. Yo a veces no se ni qué pensar, Nam.
El profesor asintió, entendía que Yoon Gi últimamente no se encontraba muy bien y esperaba que con un poco más de tiempo todo eso desapareciera de su cabeza. Se preocupaba por él, pero también sabía que debía superarlo por su cuenta. Ni él ni Jin podían entrometerse, el único que podía deshacer la imagen del demonio de su cabeza era Yoon Gi. Era ridículo pensar en su regreso, Jin lo envió de vuelta a donde pertenecía, derrotado.
—Todo pasará, no te preocupes-le regaló una sonrisa y se puso de pie ya listo para marcharse—.Bien, tengo clase a las diez. Nos vemos más tarde, Yoon Gi.
El pelinegro lo despidió agitando muy levemente su mano derecha y seguidamente tomó una bocanada de aire para soltarla exageradamente. A pesar de que su horario de trabajo ya había comenzado, no tenía ninguna gana de ir y pedir disculpas por la gran tardanza, de hecho se planteó dejarlo y buscar otras cosa. Tenía dinero ahorrado, asique eso no era ningún problema.
Se levantó entonces del sillón, en dirección a su cuarto para buscar ropa y cambiarse. En cuanto llegó a la puerta y la empujó un poco para poder entrar observó que en su cama había alguien sentado. Pensó en lo que Nam Joon le había dicho sobre los seres paranormales que podían aparecer en la casa, pero Yoon Gi sabía que aquello que veía no era nada de eso. Lo escaneó con la mirada, cada detalle de ese rostro lo tenía grabado desde el día de ayer. Sus bonitas facciones, su pelo de un color casi rubio y esa sonrisa que se veía tan inocente.
—Hola—.Le dijo el chico de forma simpática, ladeando un poco su cabeza.
—Estoy alucinando, no eres real.
Se dijo así mismo unas cuantas veces que lo que veía debía ser por el exceso de pastillas que tomó en la madrugada. Era imposible que ese chico estuviera en su cuarto, no había otra explicación lógica.
No recibió ninguna respuesta, y por eso se adelantó con prisa extendiendo su mano para tocarlo y comprobar que él no estaba ahí. La punta de sus dedos casi rozaron el rostro del joven y antes de que llegara a tocarlo por completo éste desapareció como si nada. Yoon Gi no se asustó por aquello, pero se dio cuenta de que se estaba volviendo loco y que no era bueno. Además no comprendía por qué vio a aquel chico, ese que conoció ayer y que le provocó un brote de celos.
—Joder—.Maldijo entre dientes, molesto.
Salió del cuarto para ir hacia el baño; abrió con fuerza el grifo y lavó su cara con agua caliente. Se miró luego al espejo y tras su espalda volvió a aparecer la figura del joven, pero esta vez lo sintió. Yoon Gi notó como la mano delgada se posaba sobre su hombro haciendo presión hacia abajo. Se detuvo a mirar sus labios, los cuales apenas abrirse se acercaron a su oído para susurrarle.
—Déjamelo a mí.
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