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11

Cuando lo quieres,

se va demasiado rápido,

cuando lo odias,

siempre parece durar hasta el último momento.

Pero sólamente recuerda,

cuando creas ser libre,

que la grieta que hay dentro de tu jodido corazón... Soy yo.

Yoon Gi estaba realmente preocupado por Ji Min. Después de saber qué había ocurrido con él en la universidad, no dejó de darle vueltas en su cabeza a lo que podría sucederle más adelante. Era la primera vez que Ji Min caía inconsciente, según le dijeron los padres. Nunca había tenido ningún problema de niño, era hasta el día de hoy un chico totalmente sano. Pero para Yoon Gi no tenía mucho que ver con la salud, sino con otras cosas de las cuales empezaba a sentirse culpable. Creía que debido a él Ji Min se sentía estresado.

Ese día entre semana, tan temprano en la mañana, despertó al lado del rubio. Decidió quedarse con él cuando lo llevaron desde la universidad hasta su casa, donde su madre lo estuvo esperando. Debía tener al menos tres días de reposo según le dijo un médico que lo visitó. A la diagnosticada falta de vitaminas, consecuencia de su escasa alimentación, se le sumó también el estrés. Ji Min tenía la cabeza llena de los temas de la universidad, de aquellas cosas que había estado leyendo sobre demonios y la situación que Yoon Gi afrontaba. Intentaba lidiar con todo en conjunto, pero era imposible.

Yoon Gi lo observó apenado creyendo que no debía de estar ahí. En realidad la madre del rubio le pidió por favor que se quedara con él en la noche, porque sabía que necesitaba de su compañía. En cuanto Ji Min despertó de su descanso, miró a su amado novio y le sonrió débil, sin poder mostrarle los dientes.

-Me alegra verte aquí -.le dijo con una suave voz.

-¿Cómo estás? -Yoon Gi preguntó bastante serio, tamando la mano del otro y apretándola.

-Mejor, sólo un poco mareado-volvió a sonreírle apesar de ver toda esa seriedad en su rostro-.Debo agradecerle a mi compañero el haberme salvado. Los profesores no fueron capaces de moverse por el miedo, ¿cómo es posible eso?

No había respuesta en Yoon Gi para eso, pero algo en esas palabras lo hacía sentir horrible. Él debía de haberlo salvado, se suponía que tenía que protegerlo, al igual que lo hacía Seok Jin. ¿Por qué ese chico ocupó un lugar tan importante en la situación? Ni siquiera lo conocía y, a veces, Ji Min hablaba de él cuando conversaban sobre la universidad. A Yoon Gi empezaba a molestarle escuchar su nombre constantemente, aun que entendía que a Ji Min le costaba ganarse más amistades y que ese chico era el único con quien se llevaba bien. Él no le hablaba de sus compañeros de trabajo todo el rato. Empezaba a sentirse celoso de alguien a quien no conocía en persona y esa sensación era realmente amarga.

-Lo importante es que ahora estás bien. Estoy aquí para lo que sea, Ji Min.

-Lo sé. No te preocupes, debes ir al trabajo.

Eso no era nada importante para el pelinegro, de hecho era lo de menos. Lo único que quería era estar con Ji Min y pedirle perdón por todo lo que estaba pasando. Quizás no estaba siendo lo suficientemente fuerte como para vencer aquella marca que dejó en él Amón. El sentir su profunda y tétrica voz resonando una y otra vez en su cabeza era algo que debía manejar y no lo estaba logrando. Otra vez volvían a él las pesadillas, las ilusiones que se presentaban como un espejismo ante sus ojos, confundiendo la realidad con la fantasía.

-Tengo que estar contigo, Ji Min, es mi deber.

El menor sonrió ampliamente, las palabras de Yoon Gi le generaron una sensación agradable en su estómago, un pequeño cosquilleo. Lo amaba tanto como hacía años atrás, era imposible no caer en su encanto. Yoon Gi era protector, comprendía sus sentimientos a la perfección; si acaso surgían discusiones se arreglaban sin problemas, porque los dos sabían escucharse, buscaban una solución en conjunto y todo conflicto terminaba rápidamente.

-Eso sonó muy heróico -rió Ji Min, cerrando sus ojos.

-¿Tú crees? No estoy bromeando. Lo digo en serio.

Los dos se miraron fijamente sincronizando sus labios para sonreír. A Ji Min no le importaba si se quedaban todo el día allí, pero suponía que Yoon Gi también debía de tener cosas que hacer.

Unos pocos segundos después, el timbre de la casa sonó. Ji Min no esperaba ninguna visita, por lo que se vio sorprendido. Su madre fue quien recibió a aquella persona, lo invitó a pasar y lo acompañó hasta el cuatro del menor.

Ji Min se dio cuenta de que su madre había dejado pasar a ese chico, a su único amigo de la universidad. Lo saludó animado, agitando su mano y le indicó que pasara sin vergüenza alguna y se sentara. Pero antes de esto, Yoon Gi se puso de pie para saludarlo de forma educada; los dos hicieron una leve reverencia y estrecharon sus manos.

-Encantado, soy Tae Min-se presentó amable y luego miró al rubio-Ji Min, ¿cómo te encuentras? -preguntó sereno, sentándose al borde de la cama.

-Estoy bien. Gracias por haberme ayudado.

-No es nada, alguien debía de actuar-le comentó sin dejar de sonreirle-.Todos parecían estar petrificados, fue bastante extraña esa situación. Pero me alegra que esté mejor.

Los dos chicos empezaron a charlar, dejando, sin darse cuenta, a Yoon Gi al margen. Éste se fijó en aquel chico; era alto, delgado, su rostro era muy hermoso y delicado, sus cabellos estaban algo alborotados y llevaba en una de sus orejas un aro muy discreto. Yoon Gi empezaba a sentirse raro en medio de la situación. No quería sentirse tan estúpido y estar sin decir una palabra. Algo de lo que estaba viendo le molestaba. Por esto, decidió levantarse, despedirse tranquilamente y dejarlos hablar.

La madre de Ji Min, quien se encontraba en la cocina, vio a Yoon Gi pasar en dirección a la salida. Llamó su atención elevando su tono de voz y el joven se giró para verla.

-¿Ya te vas?

-Sí, debo irme-mintió -.Pero volveré un poco más tarde, si no es molestia.

-¡Claro que puedes venir más tarde, Yoon Gi! -la mujer le contestó como si eso la hubiese ofendido. Se acercó al pelinegro y lo tomó de las manos -Siempre eres bienvenido en esta casa.

-Gracias.

Dicho aquello, Yoon Gi salió por la puerta con una sensación muy poco agradable en su cuerpo. No le gustaba mentirle a la señora Park, menos tratándose de su estado emocional, no quería que creyera que algo iba mal con Ji Min. Pero esos días no estaban siendo los mejores para Yoon Gi. Seguía teniendo en su cabeza, constantemente, esa sensación irritante; unas ganas de volver a empezar desde cero recorrían su mente una y otr vez, a veces deseaba poder retrocer en el tiempo hasta ese día que dio su alma y cuerpo a Amón, pero si se ponía a pensar seriamente en ello y todo lo que sucedió después, podría no haber encontrado a Ji Min y éste seguramente habría cometido su suicidio.

Recordó entonces ese momento en que lo vio a punto de saltar de la azotea de la escuela, fue terrible. No pudo hacer nada sin que Amón hablase por él; pudo ver en los ojos del menor todo el dolor, la tristeza, el cansancio de haber sido maltratado tanto física como psicológicamente. Deseó borrar esos recuerdo que aun seguían en él.

El corazón le dolía y eso lo confundía hasta el punto de no saber si era por cómo todo estaba tomando rumbo o si sólo fue por ver a ese chico simpatizar tanto con Ji Min. Podría haber dado media vuelta, entrar otra vez al cuarto y sentarse para charlar con ambos, pero no. Yoon Gi estaba celoso y decepcionado de sí mismo.

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