02
Un año después, todo en la vida de Ji Min había dado un giro inesperado. Al ingresar en la universidad, tuvo la mala suerte de, una vez más, ser el juguete de algunos mayores. No era mucho peor que lo que sufrió en la escuela, pero de todos modos eso le impidió hacer amistades. Esto, por suerte, apenas duró unos meses; aquellos matones se terminaron cansando de Ji Min y lo dejaron en paz, aliviando así sus días.
Por otro lado, sus padres seguían bien, lo trataban como nunca lo hicieron en sus vidas. Al menos, eso era una alegría para él tras llegar de las clases. Estudiar la carrera que eligió no fue fácil. Ji Min no tuvo claro qué camino seguir; así que le pidió consejo a su padre y madre y, claro, a Yoon Gi también.
Finalmente eligió el lado de las artes. Aquello no era lo que su madre esperó, pero sabía que era con lo que su hijo más cómodo se sentía. Yoon Gi, por otra parte, mientras el menor seguía sus estudios, consiguió un trabajo temporal que le daba lo suficiente como para tener sus pequeños gastos. Aun vivía con Nam Joon y Seok Jin, aunque ante esto, se presentó un pequeño inconveniente, y eso fue la sorpresa de aquella mujer, de Amy. Ambos, ella y el profesor convivían juntos y, en cuanto lo vio a Yoon Gi viviendo en aquella casa, le pidió explicaciones a Nam Joon. La cosa terminó en un acuerdo, aunque ella no se veía del todo contenta teniendo a un joven desconocido viviendo con ellos. Seok Jin se veía molesto siempre que ella aparecía, cuando Nam Joon a veces debía salir, él se quedaba con Yoon Gi y deseaba poder hablarle para contarle cómo se sentía.
Ese día, era una tarde tranquila, cubierta por las nubes; Ji Min, ahora con su pelo rubio, estaba cambiándose con algo un poco más formal ya que había decidido invitar a cenar a Yoon Gi a casa con sus padres. Éstos sabían que su hijo estaba en una relación con otro joven del que él les habló mucho, pero en pocas ocasiones lo pudo llevar. Así que ese día sería como la presentación formal después de tanto tiempo. Lo sorprendente de todo era que su padre no se opusiera a dicha relación, lo tomó bien y de manera seria. Ji Min a vece se preguntaba si habían cambiado a sus padres con otras personas.
Su madre preparó una cena especial, colocó sus mejores platos y cubiertos para aquel muchacho que iba a pasar la noche allí. Ji Min por alguna razón se sentía un poco nervioso, no sabía si confiar tanto en la buena actitud de sus padres, era algo que nunca se esperó de ellos.
Cuando el menor miró el reloj en su teléfono, se dio cuenta de que el otro llegaba un poco tarde. Observó ansioso por la ventana de su cuarto y a los pocos minutos lo vio caminar apresurado, bajo un paraguas negro. El día no ayudaba mucho, la lluvia apenas caía, era tan fina que ni siquiera podía verla. Entonces, apresurado, bajó para abrir la puerta. Yoon Gi lo observó con una sonrisa y cerró su paraguas; la vestimenta que llevaba era casual, mucho más que la de Ji Min. Entró al interior de la casa, dejando el objeto en una esquina y sosteniendo una bolsa en la que había un pequeño moño bordó.
—¿Qué traes ahí? —la curiosidad del rubio lo llevó a fisgar en la bolsita negra.
—Es vino, un regalo para tus padres—Yoon Gi agitó un poco la bolsa—.Cosecha del '72.
Ji Min sonrió levemente; él no tomaba vino, pero suponía que era de los buenos. A su padre seguramente le encantaría, era alguien fácil de convencer y mucho más si se trataba de vinos.
Antes de ingresar al comedor, Ji Min observó a Yoon Gi y le dio un leve beso en los labios. Seguido, lo llevó hasta donde su padre y madre se encontraban. Ambos, sonrieron al ver al chico; la madre de Ji Min se acercó hacia él y le dio un abrazo como si fuese su propio hijo, en cambio, el señor Park simplemente le dio un fuerte apretón de manos.
—Me alegra que por fin podamos tener una cena familiar—dijo el hombre, sentándose en la punta.
—Espero que te guste el tteokbokki, Yoon Gi.
Claro que Yoon Gi no tenía ningún problema en comer aquello, el olor le parecía delicioso, pero al ver los demás platos que la mujer había preparado sintió que era una gran exageración. Ji Min mientras tanto, tan entusiasmado por verlo junto a sus padres en la misma mesa, le sirvió un poco del vino que había llevado.
La atmósfera en la casa de los Park se convirtió en la más agradable y tranquila que nunca habían tenido antes. La charla entre Yoon Gi y el señor Park fue tan fluida que el menor no podía creerlo; hablando de temas variados, Yoon Gi contaba cosas del pasado, sin darse cuenta en realidad de que ahora vivía en el año 2017. Aunque a todas estas interesantes cosas que contaba, ninguno de los señores Park lo interrumpió, es más, asentían con una sonrisa a todo lo que el chico decía.
—¿Eres historiador?—preguntó la madre del menor, alzando sus cejas.
—No—Yoon Gi rio—.Sólo leí muchos libros.
—Yoon Gi es muy inteligente, ¿verdad?—Ji Min estaba orgulloso, feliz y contento por todo lo que pasaba. Le encantaba ver a sus padres sonreírle y llevarse bien con el otro—Podría estar toda la noche contándoles cosas geniales, pero es la hora del postre.
La madre del rubio asintió; se habían quedado hablando durante tanto tiempo que había olvidado servir el postre, el cual Ji Min le ayudó a preparar. Fue en dirección a la cocina y sacó aquel postre de chocolate de la nevera, lo cortó en partes iguales, siendo muy meticulosa, y lo sirvió en platos más pequeños de porcelana.
—Esto se ve delicioso—dijo Yoon Gi mirando la perfecta porción.
—Yo la hice— Ji Min confesó tímido, tomando su cuchara y cortando un pequeño pedazo para degustarlo—.No prometo nada, pero hice lo que pude.
Todos decidieron probar aquella maravilla bañada en chocolate preparada por el menor de la casa. Ji Min observaba disimuladamente las expresiones faciales de sus padres al probarlo, y claro que la de Yoon Gi también. Fue más que aprobado, su postre resultó un éxito rotundo.
El momento que siguió después de probar un bocado, se convirtió en una charla llena de risas, bromas y anécdotas de los señores Park de cuando Ji Min era pequeño. A Yoon Gi le resultaba adorable la forma en la que hablaban de él; ciertamente, hubiese querido tener unos padres así en ese momento.
Las risotadas del señor Park , extrañamente, comenzaron a molestar a Yoon Gi; tuvo que poner su mejor cara de disimulo para no verse desagradable, pero le era difícil. Era como un martillo golpeando su cabeza; y luego de eso, varias risas que no formaban parte del ambiente se colaron por su oído. Irritado, Yoon Gi apretó su mano sosteniendo el tenedor y pinchó con fuerza el bizcocho.
Ji Min notó que algo no estaba bien con él, a diferencia de sus padres que seguían parloteando. Puso una mano sobre la espalda del pelinegro y se acercó un poco.
—Yoon Gi, ¿estás bien?
Cuando le preguntó, no recibió respuesta. La mirada de Yoon Gi se veía perdida en el plato, pero ahora su mano temblaba. Esos sonidos que había en su cabeza se intensificaron, ya no reían; le decían cosas, incluso podía escuchar la voz de Amón entremezclada con las otras. Aquello fue algo con lo que tuvo problemas, después de que todo acabase, esa horrible sensación de tenerlo a su lado no lo dejaba dormir. A veces lo escuchaba y otras lo veía como si fuera una sombra.
Un leve golpe del cubierto sobre la mesa dejó callado a los señores Park, y hasta a Ji Min. El pelinegro se paró de la mesa, no soportándolo más y tuvo que salir de allí, seguido por el menor. Una vez en el exterior, se apoyó contra la pared y comenzó a respirar pesado, Ji Min lo sujetó por los hombros, asustado. Sabia que aun seguía escuchando la voz de Amón ya que él se lo contó, pero nunca había hecho algo así.
—Yoon Gi, estoy aquí.
El menor buscó la mirada del otro, tratando de calmarlo. Yoon Gi se mantuvo respirando con rapidez durante un rato hasta que logró tranquilizarse. Los ruidos molestos se fueron, su cabeza ya no dolió.
—Lo siento, será mejor que me vaya.
—No, espera—Ji Min lo detuvo de su intento de escape—.No puedo dejar que te vayas así, ¿otra vez lo escuchaste?
Yoon Gi asintió, bastante molesto. Ya se había acostumbrado a oírlo, pero aquellas risas y esas otras voces aparecieron de la mismísima nada.
—Sí, pero fue diferente... —tocó un poco su sien, frustrado—Tus padres deben creer que me volví loco.
—No te preocupes por eso ahora—las manos de Ji Min tomaron el rostro del mayor; le sonrió levemente, dándole la confianza de siempre —.Te acompañaré a casa de Nam Joon.
Tras aceptar su acompañamiento a pesar de la hora, Ji Min tuvo que volver después de haber caminado diez minutos. Ni siquiera llegaron a mitad de camino, Yoon Gi no quería que caminara mucho más ya que luego tendría que volver solo. Por eso, después de ir junto de la mano de su novio, Ji Min se quedó parado bajo una farola observando cómo Yoon Gi se alejaba.
Al volver a casa le explicó a sus padres que Yoon Gi simplemente no se sentía bien, les dijo que un dolor fuerte de cabeza lo atacó y, que por ello, volvió a su casa. Ambos lo entendieron, pero les resultó una lástima ya que la velada que estaban teniendo había sido de lo más entretenida y agradable.
Esa noche Ji Min no pudo pegar ojo. Su cabeza sólo pensaba en el estado de Yoon Gi. Imaginaba que seguir escuchando la voz de ese desagradable demonio debía ser una tortura. Lo que menos quería ahora era que volviera a tener problemas.
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