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02

Pequeñas acciones

—No quería molestarte, So, pero Nam está ocupado en sus clases, así que no tenía más opción. Y como recordé que tienes tiempo a esta hora, no dudé en marcarte —revolvió la malteada frente a ella suavemente—. Ese hombre tiene tan poco tiempo libre. Después de clases debe ir a su turno en el trabajo, aunque quisiera, no podría molestarlo... Se esfuerza demasiado como para que yo venga y le interrumpa.

Sohyun asintió, entendiendo lo que le decía su amiga y la situación por la que estaba pasando.

Sung Iseul, ese era su nombre, una persona sencilla y amable. Llevaban cerca dos años de amistad, pero se podía decir que era como si se conocieran de toda la vida, pues su conexión había sido casi instantánea. Desde el primer momento en el que habían hablado, lograron formar una gran amistad, y ni los dos años de diferencia entre ambas lograron crear una brecha.

Para Sohyun, Iseul era una persona de gran confianza, ella junto a su novio Namjoon integraban principalmente su círculo social. Ambos eran personas agradables de tratar, y estaba segura de nunca haber discutido con ellos en todo el tiempo que llevaban siendo amigos. Además, realmente los admiraba un montón, juntos habían superado obstáculos desde pequeños y llevaban una sólida relación de unos ocho años. Eran jóvenes sanos, y cada día la inspiraban para seguir adelante sin importar qué. Eran sus modelos a seguir.

—Me alegro de que por lo menos ya estés mejor y no tengas ese molesto dolor de cabeza —tomó con delicadeza una de las manos de su amiga, quien sonrió gracias a su acción—. Sé que Nam siempre ha sido tu soporte, pero no temas en recurrir a mí si él no puede. Entiendo que tampoco lo quieras preocupar a veces porque ya tiene mucho en lo que pensar. Pero sabes que él, tarde o temprano, sabrá que te sucede algo. No es un chico desinteresado y le preocupas lo suficiente como para dejar todo por ti.

—Lo sé, es un amor de persona —cada vez que hablaba de Namjoon, sus ojos se iluminaban—. ¿Me vas a creer que hace unos días compró otro par de zapatitos de bebé? Le quise decir que no gastara el dinero en eso, pero al final es el dinero que gana con tanto esfuerzo y no quiero decidir por él. Además, se ve tan feliz cuando los ve. No tengo corazón para decirle que no compre cosas de ese tipo cuando le hace tanta ilusión.

—Cielos, mi amigo es todo un caso —llevó sus manos esta vez hacia su rostro, dejándolas ahí mientras apoyaba sus codos en la mesa para sostener su cabeza—. Él junto a toda su colección de cosas pequeñas lo hacen ver todavía más tierno de lo que es —ver a Iseul tan enamorada le daba ganas de también tener una pareja—. A veces quisiera tener a alguien como Nam o tú en mi vida amorosa. Debe ser tan lindo amar a alguien por tanto tiempo y que esa persona sienta lo mismo que tú.

—Bueno, no te puedo negar que se siente muy lindo, pero cada cosa a su tiempo. No vaya a ser que te enamoras de un patán y la terminas pasando del asco.

—Lo sé, es solo que verlos juntos a ratos me da envidia. No tengo una interacción romántica hace tanto, que creo que comienzo a extrañar sentir esas mariposas en la panza. Lo único que siento es hambre y dolor menstrual de vez en cuando, y no hay gracia en ello.

—¿Y qué tal intentar algo con Yoongi? Hasta hace unas semanas pensé que podía haber algo entre ustedes.

—No lo creo, solo nos vemos como amigos —le dio un bocado a su emparedado y tomó un sorbo de su jugo para continuar—. Agradezco que Nam nos haya presentado, pero no hay ese tipo de química. Solo me acompaña a casa de vez en cuando, pero es porque es tarde y supongo que sus principios no le permiten dejar que una chica vaya sola por allí. Si hubiese la más mínima atracción, por lo menos pasaría algo cuando vamos solos en su auto, en cambio, solo tarareamos canciones y él me deja frente al edificio para irse apenas ve que entro.

—Si lo dices así, tampoco suena tan mal... Puede nacer una relación si se trabaja en ello; hasta los detalles más pequeños pueden afectar la percepción que tenemos sobre alguien.

—Concuerdo en todo lo que dices, Is, pero hay otro factor: tiene novia, al menos eso creo. Suele mencionar a una tal Myeong seguido y, antes de que lo digas, no es su hermana u otra amiga. Habría que ser tonto para no darse cuenta de que tiene ese mismo brillo en los ojos que tú tienes cuando hablas de Nam.

—Si ese es el caso, no hay nada que se pueda hacer. Aunque Nam no me lo había comentado... Pero bueno, antes de cerrar el tema, responde lo que te voy a preguntar para no preocuparme de más, ¿Yoongi te gusta?

Lo pensó un poco, aunque en verdad no había mucho que pensar. ¿Por qué siquiera se lo había pensado en primera instancia?

—Siendo sincera, me flechó cuando lo vi por primera vez, pero con el tiempo se me fue pasando. Incluso creo poder decir que lo veo de forma muy parecida a como te veo a ti o a Nam. Los aprecio mucho y los quiero, pero nada de forma romántica. Es un cariño de amigos.

—Es un alivio saberlo. Aún no saco mi título como psicóloga, así que hubiese sido difícil tener una sesión sin tener el comprobante de que soy apta. Solo faltan meses pero, legalmente hablando, no sería correcto.

Sohyun rio mientras Iseul le sonrió cómplice. Momentos así de espontáneos eran los que realmente apreciaban.

Si a Iseul le hubiesen preguntado hace ocho años atrás si se imaginaba con una amiga tan buena, hubiese respondido con un rotundo no, pero estando ahí junto a Sohyun, le hacía estar agradecida de que las cosas hubieran cambiado para bien, y que por lo mismo podía tener junto a ella a personas tan preciadas como eran las que la rodeaban.

—Ahora ya dando por cerrado el tema de Yoongi, me gustaría contarte algo que me pasó. Resulta que al salir de la facultad, me encontré con un chico que conocí cuando pequeña —recordar su rostro no le fue tan difícil como esperaba. De alguna forma había quedado bien grabado en su cabeza—. En mis recuerdos está como un niño normal y muy juguetón, pero ahora me pareció un tanto... peculiar. No me malentiendas, pero en todo el tiempo que charlamos nunca quitó una expresión que no sé identificar del todo. Era como si estuviera aburrido de todos y todo, o si en verdad pensara que la vida es un asco. Fue raro.

—Si se conocieron de niños, es muy probable que pudiera haber cambiado. Yo me preocuparía más si es que siguiera actuando de la misma forma que cuando tenía cinco. Podría hablarte sobre un montón de autores que tocan estos temas, pero no te aburriré con eso tan temprano.

Sohyun no dudaba de la capacidad de su amiga para ayudarle a encontrar la lógica a las cosas. No es que ella no tuviera aquella capacidad, pero le gustaba la forma en que Iseul explicaba. Además, lograba hacer que entendiera la realidad desde un punto más reflexivo. Ella no era superficial, pero si se comparaba con su amiga, sentía que le faltaba mucho por aprender como persona.

—Lo sé... Es solo que era tan diferente que parecía otra persona. No es que sea malo cambiar, pero se veía tan distante de todo —su expresión facial fue cambiando hasta llegar a una un tanto afligida—. ¿Habré hecho mal al pedirle su número? Tal vez solo logré incomodarlo y terminó cediendo ante la presión. Ahora que lo pienso bien, puede ser que fui muy intensa...

—¿Le pediste su número? —preguntó sorprendida.

—Sí. Me vino a dejar en auto cerca de aquí y antes de bajarme, se lo pedí. No quería incomodarlo, pero pensé que sería una buena idea dar el primer paso y ser quien se atreviera a romper el hielo. Tú siempre me dices que es bueno intentar tener más amigos de vez en cuando y pensé que podía ser una oportunidad. Ya sabes, hasta una señal.

El rostro de orgullo de Iseul no se hizo esperar. No conocía a Sohyun de pequeña, pero su amiga le había contado que solía ser muy introvertida y tímida, incluso hasta el punto de quedarse callada cuando veía que algo andaba mal. Al momento de conocerse ya no tenía esas características tan marcadas, pero de igual forma aquello no significaba que no sentía orgullo de ver como la chica frente a ella se esforzaba por ser mejor cada día. Era una persona muy esforzada por buscar lo mejor y hacer de ello algo con lo que se podía impulsar para seguir.

—En mi opinión casi profesional, no pienso que lo hayas incomodado. Compartir el transporte no es la actividad más íntima, pero por lo menos debe haber cierto grado de aceptación para llevar a alguien a tu espacio. Si él te trajo, significa que le tuviste que producir aunque sea algún grado de confianza.

—Ya veo... —Sohyun susurró casi con su merienda terminada.

—Por otro lado, en mi opinión como amiga, pienso que, a pesar de que me haces sentir muy orgullosa, no deberías ser tan confiada. Puede que se hayan conocido hace mucho y te transmita algo de confianza, pero en todo ese tiempo transcurrido también... ¿Cómo lo digo para que sea fácil? —la pequeña interrupción solo logró que la curiosidad de Sohyun aumentara— Digamos que tú no lo conoces del todo. De niño pudo ser una dulzura, pero a medida que una persona crece, va adquiriendo otros comportamientos dependiendo de las situaciones que viva. No me voy a predisponer y decir que puede ser un mal sujeto, pero tampoco me atrevería a decir que es bueno totalmente, ¿entiendes?

—Sí, lo comprendo. Aunque también puede que la muerte de su padre le haya afectado, ¿no? El apego emocional es algo fuerte. Por mi parte, no dudaría en pensar que la pérdida de alguien importante puede lograr cambiarte por completo. Aun así, quiero ser su amiga... Puede que ponga un montón de muros entre él y el resto, pero estoy segura de que debe haber una forma para traspasarlos. No sé, se me hizo interesante ver que actúa así cuando lo conocí siendo más sonrisa que persona..

—No dudaría en decir que eres la indicada para ello. Pero todo debe ser a su tiempo y con cuidado —le advirtió amablemente—. Es casi natural en ti lograr que las personas a tu alrededor se sientan cómodas, sin embargo, tampoco lo puedes forzar a ello. Si él no está dispuesto a abrirse, no hay forma de que las cosas sucedan. Está bien tantear terreno, pero por favor, no te lances de una sola vez. Vuelve a conocerlo con cuidado y ve cómo se dan las cosas.

***

Taehyung rascó su oreja por segunda vez. Si no fuese por sus alergias de la estación, estaría seguro de que en ese instante alguien estaba hablando de él. Para mal o para bien, le daba lo mismo. Simplemente quería que ese picor desapareciera de una vez, que conducir en ese estado no era para nada agradable. Ya había bastado con la situación incómoda de hace unos minutos, era mucho para su monótona vida, en donde lo más interesante era el lugar al cual se dirigía.

Ser ayudante de un instructor de equitación no era lo más genial del mundo, pero de algo tenía que vivir. Además, tenía otros trabajos para tener un dinero extra, pero ser ayudante le pagaba mejor y lo tenía más asegurado, ya que quien le había ofrecido el puesto había sido un buen conocido de su padre. Al principio se había negado, no quería aceptar aquel trabajo por el mal recuerdo que le traía todo ese ambiente... Pero amaba a los caballos y, por muy doloroso que fuera, tenía que admitir que cada vez que estaba cerca de uno, sentía que su padre lo miraría orgulloso desde el cielo. No quería vivir a través de esa aceptación sin respuesta por siempre, pero por el momento se sentía más tranquilo pensando que así era; creyendo que su papá no estaba decepcionado de la persona en la que se había convertido.

Su celular sonó, avisando que estaba recibiendo una llamada. Deseó que fuese de su mejor amigo, alguno de sus abuelos o incluso de Sohyun, a pesar de que ya no quería saber de ella después de lo incómodo que había estado, pero al ver de reojo el nombre del contacto, quiso voltear los ojos.

Era su madre.

No es que su relación fuera mala... Es más, ¿siquiera había una relación? No la odiaba, no, pero tampoco sentía el apego que un hijo siente por la figura materna. Él prácticamente había sido criado por su abuela, de su mamá poco sabía. Su color favorito, su abrigo preferido, el sabor de la comida que preparaba... Con el paso del tiempo había olvidado todos esos detalles. Estaba seguro de que no era una mala persona, pero él no quería tener una relación con la mujer que le había dejado apenas los problemas habían surgido.

Siempre intentaba ser comprensivo, siempre lo había intentado. Quedar viuda de un día para otro y con tres hijos que cuidar no era para menos. El mayor soporte económico de la familia siempre había sido su padre, así que perderlo a él, además de un gran dolor emocional, también había causado una inestabilidad económica de la que era difícil salir. Su madre no había tenido opción, se repetía, ¿pero por qué solo él había sido alejado de su madre..? Más bien, ¿por qué su madre solo lo había alejado a él? Teniendo dos hermanos pequeños, se había criado solo con la compañía de sus abuelos. Nada de juegos con sus hermanitos, nada de un abrazo que solo una madre da. Amaba a su abuela, de eso no había duda, pero teniendo una madre le hacía preguntarse cómo las cosas habían terminado así.

Estacionó el automóvil a un lado del camino, ya cansado de que no dejara de insistir. No quería hablar con ella, no era el momento. Necesitaba tener una expresión decente para las personas a las que iba a atender. De por sí ya era difícil, ¿por qué su madre le fastidiaba tanto? Descolgó la llamada sin mucha amabilidad ni tacto.

—¿Qué pasa? Estoy ocupado.

—Lo lamento, Tae, pensé que estabas libre. Tu abuela me dijo que tu turno empezaba más tarde, por lo que imaginé que tendrías un rato para poder hablar.

—Pues no es así —el tono más indiferente sin duda se lo llevaba ella—. Estaba conduciendo para llegar a trabajar, pero alguien no dejó de llamar y llamar, solo logrando que me tuviera que estacionar antes de tener un accidente.

—No seas así, hijo... No te veo hace tanto, lo único que quiero es poder escuchar aunque sea tu voz —su tono era dulce y eso solo logró molestar más a Taehyung.

No quería su dulzura cuando ya no la necesitaba. Le dolía y lo que menos quería era sentir dolor. Estaba aburrido de sentir que una nube gris lo seguía a todas partes.

—Estoy ocupado, ¿sí? No tengo tiempo para una llamada ahora. El dinero que gano no es solo para mí, no puedo andar gastando tiempo valioso en otras cosas.

—¿Puedo llamar más tarde, entonces?

—No sé. Seguramente estaré ocupado. Adiós.

—Cuídate. Te quiero mu... —y colgó sin vacilar. No quería esas palabras de su parte, no cuando estaba seguro de que solo eran mentiras.

Estar de mal humor no estaba en sus planes, en verdad no lo quería. Había tenido un reencuentro medianamente grato y logró ser amable con alguien que no era parte de su mínimo círculo social, por muy peculiar que hubiera terminado. El día ni siquiera había empezado mal para merecer un desarrollo así. Apoyó sus manos en su rostro, refregando como queriendo sacar la frustración de su interior. Cada vez que hablaba con su madre terminaba mal, no había vez que recordara con cariño. Podía ser muy indiferente, pero no era su culpa, era algo automático. Por mucho que se preparaba, escuchar la voz de aquella mujer era duro.

En serio no la odiaba. A veces se lo tenía que repetir a sí mismo temiendo que no fuese así. No la odiaba ni la odiaría, solo que era algo difícil de explicar. Sus sentimientos eran todo un revoltijo, no quería vivir hundido así por siempre, sin embargo, entenderse a sí mismo era una tarea compleja. Todos aquellos traumas y miedos generados en su niñez habían quedado en el rincón más recóndito de su mente, sacarlos de ahí era algo que no deseaba para nada. Estaba aterrado, cada día lo estaba, pero las cosas iban mejor cuando guardaba todo en su interior y se ponía aquella máscara de indiferencia. El gran problema era que en cualquier momento toda la presión que guardaba podría explotar y cuando ese momento llegara, tal vez ya no sería tan fuerte como creía para poder resistir el dolor.

—Ya pasó, Taehyung, ya pasó —se repitió comenzando a echar a andar de nuevo el vehículo—. Relájate, hombre —se animó—. Hoy no hay razón alguna para estar mal. Todo irá bien y el día terminará igual que siempre.

Ya no hallaba la hora de llegar a su trabajo y adentrarse en el ambiente lleno de tranquilidad. Los niños con sus terapias, los caballos pastando relajados sin presión alguna, el ruido de los pajaritos en las copas de los árboles... No conocía un lugar tan sereno, excepto la granja en donde vivían sus abuelos. Estar ahí era como estar en paz. Era estar en una conexión pura con la naturaleza, en donde no importaba ser hombre o mujer, grande o pequeño, maduro o infantil, feliz o triste. Nada, simplemente nada importaba, ni siquiera los miedos más grandes eran un obstáculo para sentirse tranquilo.

Le había costado aceptarlo. Los primeros días habían sido difíciles, pero cuando su mente se desconectaba, ya no pensaba en toda la presión que sentía en la ciudad, en todos los temores que no le dejaban dormir por la noche o, incluso, en aquel accidente que quedó grabado en su retina.

Ya no existía el dolor, solo había paz, una que se sentía infinita a pesar de que al momento de irse se acababa. Pero era lo suficiente como para poder sobrevivir hasta la próxima vez que fuese su turno.

Por suerte el trayecto hasta su trabajo no duró tanto, en parte gracias al fuerte volumen de la música que no dejaría pensar a nadie. Estacionó el vehículo donde correspondía y seguido a ello se bajó, dejando todo en su lugar. Luego comenzó a caminar por los caminos establecidos, hasta llegar al sector en donde los pequeños hacían sus terapias. No había nadie, ni siquiera los caballos pastando. Respiró profundo, llenando sus pulmones del aire medianamente campestre.

—¡Taehyung! ¡Buenos días, chiquillo! —su jefe apareció a lo lejos, trayendo consigo una carretilla que contenía heno. El señor era un hombre ya un poco mayor, de mejillas coloradas y con su cabello medio canoso. Tae no dudó en acercarse rápidamente hasta él.

—Buenos días, señor Yoo. Deje que lo ayude con esto —con serenidad esperó a que el hombre dejara la carretilla para poder llevarla—. ¿Hacia los establos?

—Sí. Recién llegas y ya estás siendo de ayuda, muchacho. Tenerte aquí es fantástico. Los otros chicos también trabajan bien, pero tú eres el más aplicado —le dio unas suaves palmadas en el hombro, antes habiéndose sacado su guante sucio.

—Solo es mi deber. Además, para eso se me paga —emprendió su marcha dando grandes pasos.

El señor Yoo rio suavemente viendo cómo se alejaba hacia los establos. La ropa que llevaba no era para nada una combinación perfecta con el trabajo que realizaba, no era muy extravagante, pero sí destacaba por sobre las cercas y el camino de tierra.

—¡No olvides cambiarte a tu uniforme! —y tras decir aquello, se dio la vuelta acomodando su sombrero para seguir con las labores del día.

Por su parte, Taehyung se fue hasta los establos para después ir de una carrera a cambiarse la ropa. No era alguien vanidoso, pero la vestimenta se podía manchar yendo de un lado para otro. Ya cambiado, le entregó la comida a cada animal, revisó el agua y limpió los desechos. Sí, sin duda no era el trabajo más divertido, pero de cierta forma le gustaba. Y mientras ese gusto permaneciera en su interior, se dedicaría a hacer todas esas tareas que muchos podían considerar como sucias o no aptas para "jóvenes decentes". Porque para él no era necesario el ser parte, con sentir que encajaba un poco estaba bien y le bastaba.

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Publicación: 11/09/20

Aún estoy pensando en si publicar dos veces a la semana. He escrito hasta el momento lo suficiente como para un par de semanas más, pero con tanto por hacer, los ojos últimamente no me ayudan ni me hacen la tarea fácil. Así que puede que los siguientes capítulos sólo sean un por semana, o por lo menos mientras mi vista descanse un poquito más para poder seguir escribiendo.

¡Muchas gracias por leer! Nos leemos en el siguiente capítulo

Un Nam por su primera aparición indirecta y para celebrar su cumple 🐞🍃

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Fecha de publicación tras edición: 07/07/21

Hasta el momento no han habido grandes cambios en la historia, pero mientras más avance más se podrán ir viendo las cositas que cambiaron.

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