Capítulo cuatro

Ya había pasado una semana y media desde que Jason me llevó de paseo al bosque. No sabía exactamente qué había pasado en ese momento en el que quedamos frente a frente, no tocamos el tema así que decidí solo no hacerme ilusiones.

Hoy era la fiesta, y díganme, ¡¿a quién se le ocurre hacerla entre semana?! Hace unos días se habían acabado las clases y en dos días era sábado, osea, el día de mi graduación, y en una semana tengo que irme a Los Ángeles para instalarme lo más pronto posible.

Lo que significaba que tendría que hacer todas mis maletas, hacer una lista de las cosas importantes que en serio no debo olvidar y lo más difícil, despedirme de toda mi familia y de Jason porque probablemente no los vería en un buen tiempo, por lo menos en uno o dos años.

No tengo una fecha de regreso, por el momento solo tengo un viaje de ida y si quiero mantener la beca tengo que esforzarme aún más, no puedo darme el lujo de perderla, en ese caso no podría seguir en esa universidad, no tengo el dinero suficiente como para pagarla o para quedarme en los Estados Unidos, no tengo a nadie allá que me ayude así que estaré por mi cuenta.

Di un suspiro y seguí sacando algunas cosas que tenía guardadas desde hace mucho, me daba un poco de nostalgia ver todas esas cosas que guardaban esas cajas, fotografías, ropa vieja y algunos regalos que fui acumulando con el paso de los años.

De repente el tono de llamada de mi teléfono empezó a sonar, era Alison, bueno quién más podría ser, ella era la única que me llamaba cada cinco minutos, incluso para preguntarme si había dejado sus llaves aquí. Tomé el celular y le contesté.

—Hola

—¿Dónde estás, niña? Deberías estar aquí para empezar a alistarte, tu ropa ya está, solo le estoy poniendo los últimos detalles a mi vestido, ayer dijimos que vendrías a las cinco.

—Aún son las cuatro y media —dije volteando a ver el reloj.

—En lo que llegas aquí son las cinco y todavía tengo que peinarte.

—Ok, está bien, llego en unos minutos, me iré en patineta así no tendré que esperar en el tráfico.

—Está bien, solo apresúrate.

—Ok, bye. —Colgué y busqué una sudadera en una pila de ropa que aún tenía que doblar, me la puse mientras empujaba y metía las cosas que había sacado por un lado para que no se viera tan desordenado, tomé mi celular y mi cargador, los metí en una pequeña cartera, tomé la patineta que estaba junto a la puerta y salí cerrando la puerta detrás de mí.

—¿A dónde vas? —La voz de mi hermano detrás de mí hizo que me detuviera y diera la vuelta.

—A casa de Alison, ella tiene la ropa que voy a usar para la fiesta.

—¿Quieres que vaya a dejarte? —preguntó cerrando la puerta de su habitación.

—No, gracias, debe haber demasiado tráfico a esta hora.

—Está bien, pero me avisas cuando llegues.

—Ok, bye. —Me di la vuelta, bajé las escaleras y tomé mis llaves.

—Ah, y Gab, más te vale que llegues temprano —dijo Kevin bajando las escaleras detrás de mí.

—Sí, papá —dije en tono burlón.

—¿Sabés qué? Mejor me llamas para que vaya a traerte.

—No hace falta, Jason me traerá.

—Mmm, igual me llamas.

—Sí, sí, como sea, adiós. —Salí de la casa antes de que dijera otra cosa.

...

—A ver, ¿qué te parece? —dije mientras buscaba una brocha de maquillaje.

—No sé cómo logras hacer tan bien el delineado, a mí me queda todo chueco —dijo viéndose en el espejo de su tocador.

—Con otras personas es más fácil para mí. —Alcé los hombros.

Personalmente, no me maquillo para cubrir imperfecciones o para aparentar ser algo que no soy, porque bien puedo andar por la vida sin una gota de maquillaje sintiéndome de lo más cómoda, pero cuando me maquillo lo hago porque lo veo como un arte y una forma de expresarme.

—Si tú lo dices.

—Ahora ve a ponerte el vestido, yo me cambiaré en el baño.

—Está bien.

Luego de unos minutos ella salió con un hermoso vestido y unos tacones negros que la hacían ver aún más alta, su cabello estaba atado con una cola alta y un maquillaje no tan cargado.

Yo, por otra parte, llevaba un enterizo color negro con un peinado recogido y con unos tacones del mismo color. 

Cuando ya eran las seis y media de la tarde salimos de la habitación listas para irnos.

—Se ven preciosas, niñas. —La mamá de Alison tenía una cámara en las manos esperándonos abajo de las escaleras—. A ver, sonrían. —Hicimos una pose de divas mientras reíamos.

—Vayan con cuidado, las quiero. —Puso un beso en nuestras mejillas y nos despidió en la puerta.

El taxi llegó, le dimos la dirección y nos dirigimos a la fiesta.

...

La mayoría de las chicas llegaron acompañadas de los chicos del equipo de fútbol y otras desesperadas aceptaron la invitación de cualquiera solo para no quedar como a las que no tienen citas.

La fiesta había empezado ya hace media hora, pero a pesar de eso ya habían demasiados chicos, algunos que ni siquiera eran del instituto. Alison y yo nos dirigimos al interior de la casa.

Por cierto, la casa era de una de las amigas de Cáterin, Melisa, una chica mimada desde siempre, que cree que puede tenerlo todo con un poco de dinero y aunque en parte todos sabemos que ahora puedes obtener la mayoría de cosas solo por pagar una buena cantidad de dinero, realmente no creo que sea correcto tener esa actitud de niña berrinchuda, pero volviendo al tema, todo eso la convierte en la chica perfecta para estar en el séquito de Cáterin. Sus padres estaban de viaje, así que no había problema con eso y además como son una familia adinerada si rompían algo o le hacían un daño a la propiedad no habría problema.

Apenas entramos, vimos esa gran mansión decorada con piezas clásicas y algunas modernas y contemporáneas que contrastaban a la perfección. Nos dirigimos a una de las mesas, luego me paré para ir a buscar un bocadillo, al regresar me encontré a un chico el cual parecía haber bebido demasiado.

—Hey, qué te parece si vienes a bailar conmigo un rato —dijo tomándome de la mano.

—No, gracias. —Traté de ser lo más amable posible para que se alejase y me dejase en paz, pero no sirvió de nada.

—Vamos, chica, no tengas miedo, no muerdo. —Se acercó más a mí, tomándome de la cintura. No pude contenerme más, odiaba que un chico se sobrepasara con una mujer y menos si ella no estaba de acuerdo, y en este caso yo no estaba de acuerdo, por lo que no me quedó otro remedio que empujarlo y al hacerlo derrame un poco de mi bebida sobre su camisa por error.

—Eres ruda, me gusta. —Ni siquiera le importó lo que había pasado con su camisa, simplemente volvió a tomar mi brazo para intentar llevarme a uno de los pasillos.

—Te he dicho que me sueltes. —Intentaba zafarme de su agarre, pero para este punto ya estábamos a la mitad del pasillo, ya casi no había nadie y los que se encontraban allí al parecer no les importaba lo que sea que me estuviera pasando.

Él no hacía caso alguno a lo que yo decía y seguía jalándome quién sabe a dónde.

—¡Ya basta, suéltame! —Logré finalmente separarme de él, pero éste me acorraló rápidamente contra la pared, trataba de empujarlo pero me era imposible, él era más alto y más fuerte, por más que le duela a mi ego aceptarlo, yo sola no podría salir de allí.

—Tranquila, preciosa. —Colocó su mano sobre una de mis mejillas y se acercó a mí poco a poco.

—¡Déjame, suéltame!

—¡Eres un idiota! ¿Qué no has escuchado? Te dijo que la sueltes —De pronto un chico apareció empujándolo fuertemente hacia un lado, le dio un fuerte golpe en el ojo que seguramente le quedará morado.

Al principio, a pesar de estar en esa situación, mi imaginación me decía que el que había llegado a mi rescate era Jason, pero una vez más estaba equivocada. Él chico era nada más y nada menos que Diego, el mejor amigo de Jason. Él seguía golpeándolo mientras yo intentaba detenerlo, no porque el otro chico no se mereciese los golpes sino porque él lo podría llegar a dejar en el hospital, ya lo había hecho una vez cuando un chico se intentó sobrepasar con su novia.

—Déjalo, no vale la pena, ya tuvo suficiente por ahora. —Lo tomé del hombro para calmarlo.

—Más te vale que no la vuelvas a tocar o te las verás no solo conmigo, esta vez tuviste suerte de que solo yo te haya visto, porque si Jason te hubiera visto no vivirías para contarlo. —Lo soltó bruscamente y se volteó hacia mí, mientras, el otro solo se limpiaba el labio con su antebrazo—˘ ¿Estás bien? ¿No te hizo daño? —dijo acercándose a revisar que no tuviera nada.

—No, tranquilo, llegaste a tiempo. —Sonreí para que se terminara de tranquilizar.

—Solo a ti se te ocurre andar sola en una fiesta llena de adolescentes.

—No estoy sola, vine con Alison, solo fui por un bocadillo y algo de beber cuando ese idiota se me atravesó en el camino.

—Peor aún, dejaste a Alison sola —dijo llevando su mano hacia su frente.

—Ella sabe defenderse sola. —Me dio una mirada de: Ajá, claro.

—Vamos, te acompaño.

Me acompañó hasta la mesa en donde me esperaba Alison, que por suerte estaba bien y no como yo hace unos momentos. Diego se sentó junto a nosotras y empezamos a hablar, le pedí que no le contará a Jason lo que había pasado, si él se enteraba sería mucho peor y pasaría de mal humor toda la noche.

—¡Hey! Hola, ¿cómo están? —dijo Jason, acercándose a nosotros—. Wow, están divinas. —Nos saludó con un beso en la mejilla.

—¿Y tú en dónde carajos estabas? Te busqué desde que llegué, te estas perdiendo de todo lo divertido de la fiesta —dijo Diego para luego tomar un trago de su bebida.

-—Digamos que estaba asegurándome de que todo salga bien hoy. —Tomó asiento,

—Claro, se me olvidaba que ahora estás en el comité de organizadores con tal de estar con Cáterin. —Ambos chicos rieron.

—¿Saben qué? Vamos a bailar un rato, ¿quieren? —Alison habló, levantándose.

—No es correcto dejar a una dama esperando ¿o si? —Diego volteó a ver a Jason, se levantó y llevó a Alison a la pista.

—¿Y usted señorita, no quiere ir a bailar? —Jason extendió su mano hacia mí.

—Mmm, no lo sé. —Tomé un sorbo de mi Coca Cola.

—Ay, ven. —Tomó mi mano y me llevó con él a la pista.

Hola loquillxs como están?

Perdón por no haber subido capitulo el viernes ni el fin de semana, les aviso que solo entre semana estaré subiendo y si no subo les avisaré . 

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