(Por: Marissa)

Mi mejor amiga está apretando mi mano como si quisiera romperme todos los huesos y empiezo a desear haberle dado la izquierda en lugar de la mano que uso para resolver mis tareas. Sin embargo, a pesar de eso, no puedo evitar estar agradecida con ella por sacarme del momento más lamentable de mi corta existencia.

—Quédate quieta —ordeno cuando ella intenta alejarse nuevamente de la aguja que empuña la doctora.

—Odio las cicatrices —se queja Darla—. ¡Y no podré usar blusas cortas en verano!

Le explico por décima vez que, a pesar de lo que ella cree, los puntos en realidad son lo que hace que las cicatrices NO aparezcan luego de un corte. A mi lado, la doctora me sonríe apreciativamente por ahorrarle tener que lidiar con una paciente difícil. No es que Darla sea una mala persona, pero al lado de Chris, que apenas dijo "auch" cuando le colocaban tres puntos más que a ella, parece una niña llorona.

—Ya terminamos, chicos —anuncia la doctora mientras les extiende a ambos su receta de medicamentos para el dolor.

La tomo antes de que Darla tenga oportunidad de perderla. La mamá de Giselle firma un documento para que nos dejen salir y la seguimos de vuelta a su auto. Ella nos da una charla acerca de la responsabilidad y sobre cómo no siempre hay padres con amigos médicos dispuestos a atender una consulta personal ahorrando papeleo innecesario.

—Además, cuando sus padres los vean, van a querer matar a alguien...probablemente a mí.

Luce agotada más que molesta, y me doy cuenta que incluso en eso hemos tenido suerte. Podríamos estar lidiando con la policía ahora mismo, pero afortunadamente los airbags no se activaron con el choque y la mamá de Giselle guardó el auto en su estacionamiento asegurando que llamaría a alguien para repararlo y reponer los vidrios rotos.

Christopher insistió con tanto ahínco en que él se encargaría de eso que finalmente la mamá de Giselle tuvo que ceder.

—Mis padres no se van a preocupar si se los explico bien —asegura Chris—, además son médicos y podrán ver perfectamente que fue algo superficial.

—¿No querrán explicarlo a mis padres? —Murmura Darla en voz baja.

Sabía que su madre probablemente la castigaría hasta fin de año por esto, no es que falte mucho.

Son las cuatro de la mañana y la fiesta parece estar terminando. La mamá de Giselle nos lleva por la parte de atrás para evitar las miradas curiosas de aquellos que escucharon el estruendo del auto.

Terminamos en la misma sala donde empezamos a planear la fiesta y Giselle aparece para examinarnos.

—Dios mío, he estado tan preocupada, pensé que alguno de ustedes...

Da vistazos asustados a las heridas de Darla y Christopher y termina concluyendo que todos necesitamos helado para animarnos.

—Te ayudo —ofrece Regina con una risita. Creo que las dos están un poco borrachas, pero las dejo ir, porque helado suena bastante bien en este momento.

La mamá de Giselle nos pide que descansemos hasta que llegue el mayordomo y nos pueda llevar a todos a casa.

—El mayordomo —murmura Adrian cuando ella se va—, eso sí que no me lo esperaba.

—El que no va a esperar es tu papá, Adrian —dice Chris lanzándole su celular—, solo tenías permiso hasta las cuatro, y casi apostaría que ya está en camino.

Adrian marca rápidamente y se aleja un poco para tener privacidad. Ya que es bastante fácil escuchar sus "lo siento, papá" y "de verdad lo siento muchísimo", intento distraerme con Darla.

—¿Cómo harás con tu mamá?

Ella se encoge de hombros.

—Voy a tener que llevar chompas y casacas hasta que cierre la herida. Lo que no sabe, no le hará daño.

—Ella no te dio permiso para hoy, ¿verdad?

—Bueeeeeno....

—Su mamá salió a perseguirnos entre gritos...

—¡Darla! —Exclamo al mismo tiempo que ella le pega en un brazo a Chris y lo llama soplón.

—Está bien, fue así, pero él nunca ha conocido a mi mamá así que no lo entiende.

—¿Cómo puedo interpretar de forma incorrecta una madre gritando que no te vayas o llamará a la policía?

Darla se salva de responder cuando Adrian regresa.

—Todo en orden, prefiere esperar a que me lleve el mayordomo de Giselle. Incluso se echó a reír cuando se lo dije.

Christopher se ve sorprendido pero no dice nada. Adrian se derrumba sobre el sillón más cercano y me siento junto a él para poder observar a nuestros amigos muriendo juntos.

—El plan de rescate funcionó, ¿cierto? —Dice Darla con una pequeña sonrisa.

Incluso Adrian tiene que reírse de eso.

—La próxima vez no tienen que arriesgar su vida por nosotros —les reprocha—. Sobreviviremos.

—Es que quizás no se les ocurrió uno mejor —razono en broma—. Deberíamos enseñarles cómo rescatar gente sin morir en el intento. Es obvio que somos los más inteligentes.

Eso inicia una pelea de almohadones que terminamos ganando gracias a que ellos cuentan con dos brazos menos.

****

—Mi mamá no se dio cuenta —alardea Darla—. Le dije que quería conservar más tiempo la ropa de Regina, para adaptarme mejor al proyecto. Se lo creyó por completo, soy una genio.

—Una genio malvada, debo señalar.

—Bueno, rezo todos los días para compensarlo y estoy segura de que Jesús lo tendrá en cuenta. Aunque hablando de ser una chica mala...¿pasó algo con Adrian?

Me da un vergonzoso movimiento de cejas y volteo para asegurarme que nadie en el bus nos haya escuchado. Pero estamos al fondo de todo y la mayoría de adolescentes cerca de nosotros tiene audífonos.

—Claro que no, estás loca.

—Nah, te gusta y le gustas, puedo verlo. Voy a ganar mi apuesta en contra de los diplomas. Tú vas a tener un beso decente antes de que acabe este maldito último año.

—Sabes que no me puedo distraer, se vienen los exámenes para la universidad.

Darla rueda los ojos de esa forma desinteresada que la caracteriza.

—Falta como dos meses para eso, loca. Tú no tienes nada de qué preocuparte, soy yo la que tiene bajas oportunidades de aprobar. Y aun así creo que vamos a estar en este mismo bus en un año, camino a la universidad hablando de chicos.

—Me encanta cómo haces que todo parezca tan simple.

—Lo es. A pesar de que fantaseo de vez en cuando con que nos mudaremos juntas para ir a la universidad, es probable que ambas sigamos viviendo en la casa de nuestros padres.

—¿Como las perdedoras que somos?

—Como todo el mundo —replica Darla—. Tenemos una increíble universidad, ¿por qué te irías a cualquier otro lado?

—Por la oportunidad de estudiar en Harvard.

Darla se echa a reír mientras bajamos del bus y caminamos a la escuela.

—Eso no sucedería ni aunque te fusionaras con Chloe Jensen. No conozco una sola persona que haya pisado Harvard.

Muy a mi pesar, tengo que admitir que tiene razón. Cuando llegamos, odio tener que separarnos por el proyecto, aunque Adrian esperando junto a mi casillero, lo compensa.

Capto el movimiento coqueto de cejas que Darla me lanza tras la espalda de Adrian y termino sonrojada.

—¿Estás bien?

—Más o menos, mi mejor amiga me vuelve loca.

—¿No es ese el trabajo de los mejores amigos? —Razona él.

—Total y malditamente cierto.

Como para demostrarlo, Christopher nos encuentra y grita a través del pasillo:

—Apuesto por gris con toques de verde para el almuerzo de hoy, ¿cuáles son sus predicciones?

Adrian toma mi mano y de repente, deja de importarme el almuerzo.

Oh, oh.

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Hola a todos!

Estamos de vuelta, con varios capítulos listos y todas las ganas de seguir.

Les dejé algunos avances en el Facebook y postear durante la semana algunos más.

Para no hacer más largo este regreso, les pido que se pasen por un proyecto que mi mejor amigo me convenció de hacer (no sé cuántas copas tenía encima). No tengo madera de booktuber, pero quiero conseguir que lea algunas comedias románticas y que reseñemos libros de wattpad, así que los animo a buscar #Yoloteratura y verme diciendo tonterías.

Les dejo el link del primer video: &t=

¡Gracias por la paciencia para seguir aquí!

Valeria E. Garbo