🍒Prólogo🍒
7 de febrero, 2016.
Sabía que desde ese momento, su vida cambiaría de la manera más dramática posible. Pero no se imaginaba fuera en demasía.
Apenas le avisaron el hospital en donde se encontraba su bella pelirroja combatiendo entre la vida y la muerte; no dudó en subirse a su auto y conducir sin respetar alguna señal de tránsito. ¡Le daba igual!
Su vida, el amor de su vida podía dejarlo esa misma noche. Por ello no se perdonaría gastar segundo alguno.
Un enorme nudo en la garganta se formaba conforme llegaba a esa dirección. Lo estacionó, y apenas puso un pie fuera del auto, el corazón estaba por salirse de su pecho.
Entre las paredes blancas, logró diatinguirla. Su rostro estaba lleno de heridas ocasionadas por los vidrios incrustados aún. En sus brazos llevaba hematomas que se coloreaban entre morado, verde y negro.
—¡Shoko! —rompió en llanto, por la impotencia de no haber podido hacer algo para evitar tal accidente. La vio acostada en una camilla rodeada de doctores y enfermeros que le trataban de salvar la vida.
La fémina aún con ese terrible dolor, le dedicó la última sonrisa que vería el escorpión en su rostro que poco a poco perdía la característica vida y energías que llevaba cuando la conoció.
El chico se acercó nervioso pero con prisa a ella, las lágrimas aún corrían por la mejilla del joven que estaba destrozado por ver a su amada en tal situación. Rozaron sus dedos, demostrándose en esa pequeña caricia todo el amor que se profesaban.
Una enfermera le impidió que siguiera al lado de Shoko, cuando se la estaban llevando a emergencias.
"—Milo...quiero irme a casa—"
Odió asimilar que esas fueron las últimas palabras que emitieron sus finos labios que alguna vez besó.
El terror en aquella sala de espera, era colectivo. Unas diez personas expresaban preocupación y angustia, cinco tenían tics por los nervios de saber el estado actual de sus seres queridos. Y uno, estaba igual o peor que él.
Ese chico tenía los cabellos aguamarina alborotados por sus propias manos, mientras que de su garganta soltó un grito completamente desgarrador. Estaba hincado en el suelo, sus ojos cerrados fuertemente, las venas de su cuello se notaban levemente por la fuerza empleada al gritar.
Para cualquier persona que lo viera, era alguien más sufriendo por la perdida de un ser querido. Pero él estaba seguro que no era así.
Cuando él abrió sus ojos, pudo entenderlo todo. Tal como el rojo de una de esas heridas que tenía en la mejilla, era el color de tan bellos y tristes ojos que portaba.
Estaba viendo a un ángel llorar.
No contó con que el chico que tenía al frente se le lanzara abrazarlo, sin motivo alguno. Se fundió en un abrazo confortable para el de ojitos escarlata, pero confuso para el heleno.
Comenzó a sentir su hombro húmedo por las lágrimas del contrario. Su frágil cuerpecillo se apegó más al suyo, por lo que tuvo que corresponder a ese contacto que ahora compartían.
Gimoteos, maldiciones en un idioma que no era griego, supuso él era extranjero al no entender lo que decía. Todo lo que se relacionaba con su voz cerca de su oído, era algo inefable.
Sentía cómo eran envueltos en una manta invisible.
Desconoció el tiempo que pasaron en esa posición, teniéndolo acurrucado como a un pequeño niño. Cuando el mismo chico decidió separarse presuroso, ¿asustado quizá también?.
Abandonó sus brazos, dejando que estos toquen los finos últimos mechones que caían hasta por debajo de su espalda, moviéndose al correr.
Se llevaba aún ese sentimiento que no pudo desahogar en un completo desconocido.
Se fue, aún llorando. Y no volvió a saber de él.
|❤️|
Y aquí acaba el pequeñísimo prólogo de esta historia, muy pronto estaré subiendo los primeros caps osiosi.
¡Cuídense!
✓Mar
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