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Raptada







Camino entre ruinas enardecidas por el sol. Ni en mis pensamientos más profundos podía saborear tantos matices. La cordialidad excesiva de las personas me asfixia y al mismo tiempo me abrazan.¿ Cómo es posible? La belleza y la felicidad están en su estado más puro y primario en el que celebran la vida en un lugar donde carece cualquier intento de lujo material pero eso no parece importarles.

El son cubano se inserta en mi cuerpo sutilmente con su melodía tropical y hace que escape por un momento de lo que me trae a Cuba. Pero no puedo escapar, y ese sentimiento de turista se opaca al internarme más allá de ese pequeño paraíso. Camino entre calles más estrechas y antiguas casas deterioradas y gastadas con miles de historias atadas a sus paredes. De algún modo ya no me siento tan extraño, es algo más real. Como yo.

Mi adrenalina se enciende, me envuelve y excita; son las diez de la mañana y el destino escribe mi presente y mi futuro. Empiezo a sentir un calor sofocante pero no es solo el calor es lo que he aceptado y de lo que ya no me puedo arrepentir. Sigo las instrucciones y llego a una esquina en donde vende desde camisetas hasta comida.

-¿Desea una botella de agua? -aparece un hombre de contextura gruesa y un amable rostro frente a mí.

-Si- le respondo a ese personaje que no parece estar exhausto con el calor como yo y me siento en una silla de plástico mientras me pierdo en la tranquilidad de ese hombre que no parece estar molesto, ni cansado ni parecía que tuviera reproches con la vida y de repente ya no estoy tan seguro de querer hacerle daño a ella.

Saco de mi bolsillo su foto y la observo. Había tratado de no verla por mucho tiempo para no sentir la culpa que en estos momentos me pueda hacer desistir y justo cuando mi cordura está pendiente de un hilo aparece ella.

Saco un billete y lo dejo en la mesa. Siento que mi cuerpo se quema al ver como sin ninguna pretensión opaca al sol con su presencia. Sus ojos negros se sumergen en cada detalle que observa mientras su pelo juega inocentemente con la brisa que mueve ese vestido de tela ligera que deja al descubierto su cuerpo de curvas pronunciadas y su piel dorada.

Una motivación retorcida me obliga ir hacia ella como un imán en busca de su pieza. Me escabullo entre la multitud y mantengo mis ojos fijados en cada movimiento suyo, y sin perderla de vista la sigo mientras ella dobla la esquina y se interna en una calle solitaria donde el ruido se va por completo.

Saco dentro de mi pantalón el revolver y lo sujeto con fuerza, dejo de sentir mi cuerpo y sigo un instinto donde cualquier pensamiento o criterio que en aquel momento me agobiaba... desaparece. Estamos solos, acelero mis pasos sigilosa y hábilmente pego su cuerpo al mio y cubro su boca con mi mano derecha mientras le susurro al oído.

-No intentes nada -digo mientras dejo de sentir la brisa, el sol y solo puedo sentir su inmóvil cuerpo junto al mio lleno de adrenalina -Quiero que hagas lo que yo diga si no quieres salir lastimada -digo como un experto . Pero es la primera vez. -voy a soltar mi mano pero no intentes gritar.

Camelia mi primera víctima solo asiente sin pronunciar ninguna palabra. Lentamente la guío de nuevo a la playa. Esta vez los detalles no se hacen presentes, solo siento como su cuerpo tiembla por el rose del arma que toca sus caderas marcadas mientras sus manos delgadas se empuñaban con gran fuerza.

Nadie sospechaba de nosotros, hacemos parte del paisaje que cubre la playa. prostitutas con extranjeros complacientes en toda su extensión. Musas del mar pervertidas por las necesidades físicas y monedas que sutilmente pasan a los niños que imagino que son sus hijos quienes corren felices.

Es el lugar perfecto para convertirme en uno más y camuflarme entre tanta agresión a todo lo que se pueda llamar sentimientos. Todo se convierte en una función bien lograda donde las mujeres disfrutan o aparentan de la compañía de extranjeros y en esa farsa entra Camelia y yo haciendo juego sin llamar la atención de nadie.

Caminamos hasta el yate de lujo que nos espera, un blanco inmaculado que hace juego con el azul del cielo impecable distinguiéndose de los otros que habían en el muelle, sin embargo lo apocaba el hombre que lo manejaba.

- Ya está todo listo patrón.

Su rostro es tan desagradable como su voz y su cuerpo lleno de tatuajes de Marilyn Monroe que aparecen por todo su cuerpo cubierto por un jeans roto ajustado que deja colgar su enorme estómago. Pero es justo el que necesito para poder evadir cualquier persona que tenga que ver con la ley, no le teme a nadie y cuenta con un buen número de ayudantes y guardias.

- Suba a la joven y vámonos le ordeno.

Yo estoy pagando un expreso. Lo que hacen muchos cubanos que quieren libertad y un futuro mejor. Pero ese no es mi objetivo. Lo único que me motiva es el dinero y hasta este momento la vida de Camelia no es mi asunto. Rápido como se hace llamar se encarga de ella porque yo evito observarla y por lo visto ella a mi también.

son las doce y con todo resuelto zarpamos sin dar marcha atrás, a medida que nos alejamos de la isla, más me exalta poder llevar a cabo mi objetivo, un adiós a cuba y un hasta nunca son mis más profundos deseos, aunque no sé si los de ella también, pero es algo que me tiene sin cuidado.

En un momento mis ojos no ven ni un solo rastro de tierra, el mar muestra su furia y las olas se adueñan de aquel momento, perfectas y profundas que hacen que nosotros seamos insignificantes granos de arena luchando en medio de una tormenta. Sin embargo El Rápido parece excitado con cada ola que enfrenta y su seguridad me calma.

- Muéstrame todo lo que tienes pues todavía no he conocido tu furia ni tu fuerza¡¡¡¡

Lo único que me importa en ese momento es pasar desapercibido por la guardia marina. Pero dejo de pensar en eso y decido bajar para saber cómo estaba Camelia quien ha guardado silencio hasta ahora, además en algún momento debo enfrentarla y mostrarle a quien debe obedecer. Me siento frente a ella por primera vez y la observo descaradamente mientras ella parece encontrar la forma de ignorarme por completo.

Llevarla al yate había parecido tan fácil que solo se me puede ocurrir que ella sabe lo que esta pasando y más cuando ninguna súplica y ninguna lágrima sale de su rostro aparentemente frágil.

- Camelia -pronuncio secamente.

Al decir su nombre alza la mirada con firmeza, sin miedo, sumergiéndome como lo hacía con lo que observaba por la calle cuando la vi por primera vez, sin embargo yo solo tengo un propósito y nada de lo que ella intente puede hacerme cambiar de opinión, al fin y al cabo solo estoy con ella por un solo propósito y no es bueno.

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