Me encontraba bastante cansada y mareada, recuerdo. Había pasado una noche muy rara y por alguna razón no lograba despertarme.

Quería abrir mis ojos, lo intentaba con todas mis fuerzas pero todo intento era en vano. Y de estar todo oscuro, pasó a iluminarse de a poco con un asqueroso pitido de acompañante.

Después de que una mezcla extraña de colores que formaban uno completamente nuevo y desconocido para mi, desapareciera de mi campo de visión, logré ver de a poco que ya no me encontraba en el hospital. Y no era algo que podía dudar, cualquiera habría reconocido esa notoria falta de paredes blancas. ¿Se suponía que el color tenía la utilidad de tranquilizar a los pacientes, no? Pues, definitivamente, o eso no iba conmigo, o estaban muy equivocados.

Una vez recuperé toda mi vista empecé a creer que ya estaba delirando otra vez. Era imposible que aquel banco desgastado con una vieja chapa de oro puro en el medio de su respaldo en símbolo de memoria a una persona muy querida por todos allí, no perteneciera al instituto al que iba. Como también era imposible que me encontrara ahí.

Aunque quizá, la verdad verdadera, era que todo el accidente, el hospital, la muerte de mi hermano... Todo, fuera un sueño. Cabía la posibilidad, ¿no? 

Entonces recapacité, después de sumergirme durante un buen rato en los recuerdos que mi mente guardaba de hace tan solo un par de horas atrás, y comprendí que quizá esta situación se debía a esos viajes de los que Toby me había hablado.

Y claro, eso me pareció más lógico.

-¡Abril!- Reconocí de inmediato esa voz chillona, de niña mimada, pero tan calurosa y familiar a la vez.

Me di la vuelta lentamente, aún abducida por los efectos del evidente viaje espacio-temporal, y la vi.

-¿Lucía?- Musité con un tono entre melancólico y sorprendido. Parecía estar molesta, me corrijo; MUY molesta

-¡Eres una estúpida!- Grito casi tan de repente como yo aparecí en este sitio de la nada

-Espera...- Me detuve a pensar y me tomé mi tiempo, navegando nuevamente entre las tortuosas olas de recuerdos pasados que mi memoria albergaba. Algo allí me era demasiado familiar. 

Y no. No se trataba del escenario y la irritante persona que tenía delante

-Lo has arruinado todo

-Esto me suena...

-Ya no quiero ser tu amiga, y tú te lo has buscado... SO-LI-TA 

-¿En qué fecha estamos?- Escupí, restándole importancia a lo que Lucía alegaba 

-¿¡Me estás escuchando!?- Chilló nerviosa y casi a punto de llorar, casi sumiéndose en uno de sus habituales berrinches de niña de tres años

-Oye tú- Llamé la atención de un adolescente que andaba por allí, decidí preguntarle la fecha en la que nos encontrábamos, porque, vuelvo a decirlo, todo me era demasiado familiar

-¿Si?

-¿Podrías decirme la fecha de hoy?

-Claro, estamos a 2 de septiembre de 2018

-¡Muchas gracias!

Esa, estaba claro, no era en absoluto mi fecha actual. Y entonces recordé que mis déjà vues me hicieron vivir la situación que estaba a punto de ocurrir en otras ocasiones, con lo que descarté la total idea de que fuera culpa del bucle.

Aunque, a diferencia de otras veces, este sueño perduraba. Solía llegar a su final cada vez que Lucía me escupía ese "estúpida" a la cara, sin escarmientos. Quizá era que esta vez el efecto de las pastillas me mantenía más tiempo dormida, o quizá realmente se trataba del cambio temporal del que me había hablado Toby, y esos déjà vues estaban, desde un principio, conectados y me permitían ver de antemano qué era lo que iba a vivir en muy poco tiempo...

¿Demasiado precipitado? ¿Demasiadas hipótesis en tan poco tiempo? Demasiado misterio, demasiadas preguntas sin respuestas.

La cuestión es que Toby no me había hablado sobre lo que debía hacer. O más bien, no lo recordaba, mi fuerte no era la memoria. Así que decidí no cambiar nada, y seguir todo al pie de la letra; tal y como había ocurrido ese día. Dejando las cosas en su sitio, librándome de problemas.

Días más tarde

Habían pasado al menos 6 noches seguidas en las que el mismo suceso ocurría una y otra vez, pero yo creía recordar que Toby me había comentado algo así como que pasaría por tres momentos distintos, no que repetiría el mismo incesante momento una y otra vez hasta colmarme la paciencia. "¿Qué es lo que hago mal? He hecho todo tal cual la primera vez..." 

Pero no reaccionaba, no me daba cuenta de el error que estaba cometiendo. Y aunque en ese momento no hacía más que echarle la culpa a la medicina, ahora me doy cuenta que la inútil era yo. Siempre fui yo.

Eso de ir y venir siempre al mismo momento se estaba volviendo demasiado molesto. La cabeza no dejaba de dolerme, esos pinchazos en la sien no cesaban y estaba en duda de si era por tantas alucinaciones o si realmente había entrado en el dichoso bucle temporal. "Si es así, algo tendré que hacer"

"Analicemos, Toby me ha hablado de tres grandes errores ¿Será este uno de ellos? ¿Pero cuál es el error concretamente? ¿Tendré que cambiar algo de aquella vez? ¿Y qué pasará después?

Níqueñ... él me había pedido que reaccionara y me diera cuenta de que Lucía me utilizaba... ¿Será que tendré que convencerla de que no vaya a la fiesta de Samantha? Esta noche lo intentaré."

Noches más tarde

Y vuelta a lo mismo, seguía con la misma pesadez de siempre, el mismo absurdo sueño de todas las noches anteriores. Deduje, después de tanto, que el error no era ese. Pero, ¿entonces cuál?  "Piensa Abril, piensa... que puede ser..."

Quizá haya mencionado antes que soy muy despistada, que mi atención se pierde por completo con cosas insignificantes. O quizá no lo haya hecho, por la misma razón. La cuestión es que mis oídos me alertaron de que un culebrón se estaba emitiendo en el pequeño plasma de la habitación del hospital, que colgaba de la pared, con cientos de cables de todos los colores enredados, adentrándose en el techo del cuarto.

No era seguidora de la novela emitida, pero quería despejarme de todo ese embrollo de los saltos espacio-temporales, y ese tal Toby, y toda esa vaina. Así que decidí simplemente captar mi atención en ella. 

En la escena se encontraban dos mujeres, el espacio estaba decorado a la vieja usanza con un estilo mexicano. El cuarto donde las mujeres estaban discutiendo sobre algún tema en particular tenía un color marrón anaranjado. Habían flores, muebles de madera, unas escaleras a la derecha de la habitación, y dos tipas gritándose como marranas.

Una de ellas parecía mayor que la otra, llevaba peinado sofisticadamente su melena azabache, al igual que su vestimenta; consistía en una blusa blanca, una falda tubo negra, y unos tacones del mismo color.

La otra, que era la más joven, llevaba un estilo más ranchero. Sus pantalones de jean azul acampanados combinaban de muerte con su top a cuadros en distintos tonos naranja, que llevaba amarrado a la altura del final de sus pechos. Y ni hablar de sus botas vaqueras marrones, me encantaron. Había quedado alucinada. Su cabellera morena y lacia le llegaba hasta las caderas, y estaba muy bien cuidada.

-¿Tú eras la amante de Armando?- Suelta, bastante sorprendida, la mayor de las dos. Se notaba un grave enfado en sus facciones.

No tenía ni idea de quién era ese tal "Armando", pero no se traía nada bueno- ¡Eres una zorra!

-Mamá puedo explicártelo...- Mi boca no pudo abrirse más grande, porque sino se salía de su sitio. 

Si mal no entendía, eran madre e hija. Y la susodicha se había tirado al novio de la madre. Como dije antes; era un culebrón.

En cuanto analizo lo que acababa de pasar en la novela, recuerdo una secuencia parecida en mi vida "¿zorra?... ¿De qué me suena?"  

¡Cómo no me había dado cuenta! "Creo que ya sé que debo hacer para pasar al siguiente sueño de una vez por todas..."; aquella vez que Lucía me había llamado zorra, Nick me recordó que no debería seguir siendo su amiga. Quizá ahí estaba la solución a mis problemas. Quizá solo debía dejarle las cosas en claro y apartarla de una vez de mi vida. Tenía que intentarlo, a fin de cuentas, no perdía nada por hacerlo.

Durante la noche

-¡Eres una zopenca!- Decidí hacerme la sorprendida, con un notorio sarcasmo en mi voz

-¿Qué?

-Lo has arruinado todo- "Esto ya me aburre"

-Ajam...

-Yo... ¡Lo siento!- "¿Y ahora llora? El papel de actriz no le vendría mal..."- No debería haberlo hecho, perdóname... te lo su...

-No.- "Fue más fácil de lo que esperaba, ahora que recuerdo. No sé cómo no lo hice antes. E incluso sentí que me quitaba un peso de encima"

-¿Cómo?

-Que no. No pienso perdonarte. Para qué, si esto va a ser siempre así, mentiras, peleas... has montado una película muy interesante Lucía, pero me cansé de seguir tu guión. Así que, para que me entiendas, hablaré en tu idioma; piérdete looser -Decir eso fue realmente desagradable, pero tuve la necesidad de ponerme a su bajo nivel para que me entendiera. 

Me sentía liberada, hacía tiempo que deseaba que las cosas se acabaran. Pero el grato momento de gloria llegó a su fin en unos instantes. No sabía qué me ocurría, pero me encontraba mareada, todo daba vueltas y un pitido se estaba dedicando a dejarme sin tímpano poco a poco.

Mi vista volvía a nublarse, y el estómago se me revolvía. Cerré con fuerza mis ojos para abrirlos acto seguido, parpadeé reiteradas veces y cuando conseguí enfocar un poco mi visión, noté una silueta frente a mi.

Era Toby, ese niño me estaba dejando KO con todo esto de los viajecitos. 

La situación empezó a empeorar cuando la cabeza me palpitaba y dolía incesablemente. Mi entorno comenzaba a tornarse de un color blanquecino, que luego pasó a ser azul o violeta,  vaya a saber qué color era ese. No sentía mis piernas, y todo a mi alrededor se oía con un eco retumbante y estresante, y sentía cómo si estuviera entre miles de burbujas de agua, como si me hubiese hundido en el mar y me estuviesen llevando a lo más profundo a paso lento.

"¿Qué me pasa?"

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EDITADO

Ay... estoy que me muero :"(

Sólo nos faltan cinco capítulos para acabar este libro...