Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4: Todo tiene solución

En Flowerton hay un motel muy acogedor —dijo —Tu madre y yo pasamos muchos veranos ahí. La comida es espectacular, las habitaciones son acogedoras y siempre está arreglado y con buena presencia. —esas fueron las palabras de papá el día antes de emprender este viaje innecesario.

No sé cuantos años hacen desde la última vez que papá pisó este lugar, pero estoy convencida de que un vistazo a su estado actual le provocaría un infarto.

Las paredes, que una vez estuvieron pintadas de un verde menta, ahora lucen desgastadas y descascaradas. La entrada, en la cima de unas viejas escaleras de madera que crujen cuando caminas sobre ellas, ahora está adornada por dos maceteros con los restos secos de lo que una vez fueron plantas.

Por un instante permanecí congelada, mientras miraba el dichoso letrero que se encontraba en esa puerta deteriorada y cubierta por una delgada capa de polvo. Lo primero que me pasó por la mente fue salir corriendo de este lugar, pero luego recapacité. Pensé en ir a casa del famoso Rick, papá me había entregado su dirección para en caso de emergencias.

Eso es lo que haré...

Me senté en las escaleras y coloqué mi maleta a un lado, para así buscar en mi bolsa la dirección de Rick. Debía apresurarme, pues el sol comenzaba a ponerse.

—Hola niña, ¿te puedo ayudar en algo? —escuché una voz suave y cariñosa.

Se trataba de una señora de la tercera edad. Su cabello blanco estaba recogido en un elgante moño alto. Se veía tan encantadora con su vestido de flores que parecía sacado de una película antigua. En sus manos sostenía la correa atada a un tierno perrito pomerania de color blanco. Y su sonrisa era cálida y desbordante de amabilidad, lo que rápidamente me dio confianza para hablar:

—Hola, soy la nueva doctora. Veo que están cerrados aquí —señalé hacia el establecimiento —¿Sábes de otro lugar donde pueda rentarme?

Me pareció gracioso cómo el perrito tiraba de ella para continuar su paseo, en cambio, la señora se veía interesada en ayudarme.

—Mmm, el alcalde está rentando una de sus casas de huéspedes. Puedes pasarte por ahí si quieres.

—¿El alcalde? —la miré dudosa —¿Es seguro?

Nunca había escuchado que el alcalde de un lugar, necesitara de rentar una cabaña para sostenerse económicamente.

—Si, puedes estar tranquila. —sonrió con dulzura mientras tecleaba algo en su teléfono —El alcalde es un amor de persona. —tomó mi mano con delicadeza —Vamos, te voy a llevar con él.

Diciendo esto, me ayudó a bajar mi maleta por las enormes escaleras de la entrada, y comenzamos a caminar rumbo a mi nueva renta.

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, vistiendo todo a nuestro alrededor de un cálido tono dorado, iluminando las casas de madera y los jardines llenos de flores silvestres. Yo caminaba junto a la señora; ella tiraba de su perrito y yo de mi enorme y pesada maleta.

—¿Así que la nueva doctora ah? —comentó, y yo asentí ligeramente —qué bueno que ese cascarrabias de Rick aceptó ayuda. Linda se pondrá muy feliz de verte.

—De hecho… fue mi padre quien me envió. Rick no sabe que vine, la verdad es que no nos conocemos.

La señora volteó a verme sorprendida.

—¡Buena suerte jovencita, ese hombre es un hueso duro de roer! —me preocupé al escucharla ¿qué me espera aquí? —Pero tranquila, cuando lo conoces te adaptas a él, y si te ganas su confianza, sabrás por qué es que se comporta así —sonrió con tristeza.

—Parece que el duro Rick esconde un pasado triste —nos miramos, yo de forma interrogativa y ella en afirmación —Todos cargamos con un pasado, y si es triste, creamos una coraza que nos protege de esos recuerdos. No todas las corazas son iguales, pero al final cumplen su objetivo: hacernos sobre llevar nuestra carga. —hablé, y no pude evitar recordar mi pasado. Ese recuerdo reflejó en mi rostro lo que significa para mí recordar: dolor.

—Parece que tú también tienes un pasado triste doctora, pero recuerda que siempre hay una luz al final del túnel. Siempre hay un día después del otro y sobre todo, siempre hay seres queridos esperando ver tu sonrisa, nunca lo olvides —sonrió a boca cerrada.

Ojalá mamá hubiera podido entender esas palabras. Ojalá hubiera pensado en mí cuando acabó con su vida.

—Gracias... —una fina sonrisa nostálgica se mostró en mis labios.

La señora asintió, mostrándome una hermosa sonrisa cariñosa.

—Por cierto, me llamo Rose. Nos vamos a ver muy seguido, pues tengo un puesto de flores cerca de la clínica —me extendió su mano para saludar.

—Soy Isabella, pero puedes llamarme Isi —sonreí y le devolví el saludo.

Llevábamos unos pocos minutos caminando. El aroma a tierra fresca y el canto de los pájaros llenaban el aire mientras ambas nos adentrábamos en las calles angostas y empedradas.

—Este pueblo es tranquilo, pero a veces hay un poco de alboroto, especialmente los fines de semana —comentó Rose, señalando un parque a lo lejos donde se escuchaba una música estruendosa y risas desbordadas.

A medida que nos acercábamos, pude ver a un grupo de jóvenes reunidos en el parque. La música sonaba fuerte; se trataba de un ritmo contry que tenía a todos los ahí presentes bailando.

—¡Oh, mira! —exclamó Rose—. Esos chicos siempre se reúnen aquí —sonrió mientras veía a los chicos bailando —¡Me recuerdan tanto a mi juventud!

No pude evitar desviar mi mirada hacia el centro del grupo, hacia la fuente de aquella melodiosa guitarra eléctrica. Allí, en medio de la bulliciosa multitud, se encontraba él: un joven vaquero, con pantalones ceñidos, rasgados en las rodillas. Sus botas, robustas y de estilo militar, resonaban con cada paso mientras se movía con seguridad alrededor de todos los espectadores. Un sombrero de vaquero, ligeramente inclinado, ocultaba parte de su rostro.

Su camisa roja de cuadros, abierta de manera despreocupada, dejaba al descubierto un torso musculoso, bronceado y perfectamente definido que capturaba la luz del atardecer. Los músculos de sus brazos se marcaban cuando tocaba las cuerdas de la guitarra. Y su sonrisa… esa sonrisa traviesa, era un imán irresistible que atraía las miradas. Literalmente, su presencia era un torbellino de energía y magnetismo.

—¿Esa guitarra suena increíble, no es cierto?—dijo Rose sobre la música. Realmente no había notado que yo también fui víctima de su sonrisa, o tal vez era porque en Goldensilver no se acostumbra a ver este tipo de cosas.

—Ese es mi pequeño tornando, —lo miré extrañada —Yo fui su profesora en la primaria, y ¡vaya que sí era un tornado! —rió —Siempre tiene un montón de chicas alrededor. Pero no te dejes engañar, es un buen chico. —me dio una sonrisa ladina, la cual yo correspondí para no ser mal educada.

Antes de seguir nuestro camino, dirigí mi mirada una última vez hacia aquel grupo: Los otros chicos, igualmente vestidos con jeans ajustados y sombreros de vaquero, estaban bebiendo cerveza y bromeando entre ellos. Las chicas, también vestidas al estilo vaquera, con faldas cortas y botas que resaltaban sus curvas, reían y bailaban al ritmo de la música. Una de ellas, que tenía el cabello negro y rasgos asiáticos, gritó algo que hizo que el grupo estallara en risas.

—Así que ya ves, querida, este pueblo puede parecer muy tranquilo, pero cuando se arma una fiesta, ¡es todo un evento!

—Sí, claro...

🩺🩺

Unos minutos después, entramos en una zona donde habían menos casas. Pero las que estaban, eran enormes y llenas de terrenos; sin dudas era una zona de adinerados.

—Hemos llegado —dijo Rose. —puedes estar tranquila, el alcalde sabe que vienes.

—Muchas gracias, —sonreí —por todo.

—A todos por aquí nos gusta ayudar. Nos vemos pronto, doctora Isi.

La señora se retiró con su pequeño perrito, y yo me quedé sola, frente a unas enormes y elegantes rejas de metal con una iniciales de "RY" en ella.

Primero dudé, ¿y si había perros? ¡Espero no tener tan mala suerte! Pero no estaba dispuesta a dormir aquí en la calle, así que me decidí a entrar, después de todo: de los cobardes nunca se ha escrito nada.

Abrí las elegantes rejas de metal, que pronto comenzaron a rechinar con un sonido característico que resonó en el aire. Avancé por el largo camino empedrado, adornado con pequeñas florecitas blancas a cada lado, teniendo cuidado de no dejar atorados mis tacones en ningún hoyo.

Espero que me pueda rentar aunque sea una habitación...

La luz de la tarde se desvanecía rápidamente, y en la penumbra, unas lámparas a lo largo del camino se encendieron automáticamente, iluminando mi ruta hacia lo desconocido. Finalmente, llegué ante la imponente puerta de madera oscura. Con un ligero temblor de nervios, levanté la mano y toqué el timbre, y una figura conocida salió.

—¡No me jodas! —exclamé al verlo, mientras que él sonrió orgulloso —¿¡Rodrigo Yale!? ¡Mejor jugador de la NBA! ¡Mejor defensor! ¡Ganador del premio Rookie del año tres años consecutivos! ¡Eres una leyenda! ¡Eres mi ídolo!

¡Qué puedo decir! ¡Me gusta el deporte! ¡No puedo creer que me encontrase a mi ídolo aquí!

—Tú debes ser la doctora Isi —sonrió —Rose me avisó que vendrías. Oficialmente eres mi admiradora número uno chica.

—Siempre lo he sido —bromee.

Nos saludamos con un beso en la mejilla. Rodrigo tomó mi maleta y pasamos a dentro de la enorme mansión.

¿Qué les puedo decir de este lugar?

Si el exterior estaba rodeado de exuberantes paisajes y vistas panorámicas. Con una fachada moderna y elegante con grandes ventanales.

El interior era sorprendente. Me recibió un vestíbulo espacioso con techos altos, suelos de mármol pulido y obras de arte contemporáneo adornando las paredes.

El salón principal contaba con un diseño abierto, con muebles de alta gama y una decoración sofisticada que me recordó a la decoración de la mansión de papá. Un sistema de sonido de última generación llenaba el espacio de una música clásica, mientras que una gran pantalla era el punto focal, ideal para ver partidos o películas.

—Oficialmente eres la razón por la que no voy a salir corriendo de aquí Rodrigo.

—Puedes llamarme Rod. Así me llaman mis amigos, y ahora tú eres una de ellos —sonreímos.

Rodrigo irradia una presencia imponente y carismática. Su altura de 1.90 metros no solo lo hace destacar en la cancha, sino que también le otorga una apariencia atlética y elegante. Traía puesto unos pantalones anchos de color beich que le daban un aire relajado, mientras que el suéter a juego, tenía las mangas remangadas, resaltando no solo su robustez, sino que también dejaba entrever un tatuaje que le cubría su antebrazo derecho.

Su piel es morena, de ese moreno brillante que evidencia el cuidado que pone en su entrenamiento y estilo de vida saludable. A pesar de no mostrar ni un solo espacio de piel mas que sus antebrazos, su anchura dejaba a la imaginación su cuerpo escultural, evidenciando las horas de esfuerzo en el gimnasio. Esa combinación de fuerza y gracia se reflejaba en su porte al caminar.

Además, su sonrisa; cálida y deslumbrante, me confirmaba que detrás de esa apariencia robusta había una personalidad amable. Sin duda, Rodrigo es el tipo de persona que deja una impresión duradera.

Aún recuerdo sus inicios en el deporte. Mi hermano y yo veíamos cada partido de él. Lo vimos ganar muchas veces. Cuando mi hermano murió, yo seguí viendo sus partidos, pero ya no era lo mismo. Más bien lo hacía para sentirme acompañada, era como un escape para recordar aquellos momentos felices que vivimos… hasta que, Rodrigo dejó de jugar.

—Cuéntame ¿qué pasó? ¿qué haces aquí y no jugando?

—Pues… ¿sábes que me lesioné? —me miró, y yo asentí.

—Sí, pero soy doctora, y sé que ibas a poder jugar.

—Sí, me recuperé rápido pero… —su rostro se entristeció —Luego mi padre murió y no estuve aquí para él.

—Lo siento mucho Rod, no tenía ni idea...

Sabía por las noticias que su madre había muerto cuando él era solo un niño, pero no tenía ni idea de la muerte de su padre. Tal vez me desvinculé de las noticias…

—Mi padre fue quien me impulsó a jugar…Desde que mamá murió él se dedicó de lleno a mí... y yo no estuve aquí cuando él…

—Sí lo estuviste, Rod —sonreí de forma triste —¡Triunfaste! ¡Eres el mejor! Y eso gracias a tu padre. Cumpliste tu sueño y lo llenaste de felicidad porque eso era lo que él quería… verte ganar —sonreímos.

—Gracias… —me abrazó fuerte.

—Asi que, de jugador de NBA a alcalde de Flowerton. ¿Cómo llegaste a ser alcalde? —era mucha mi curiosidad, y también quería cambiar a un tema más alegre.

—Pues, gané mucho dinero con el deporte. Me compré esta mansión, y las personas aquí me adoran. Traje muchos trofeos y turistas a Flowerton, así que un día desperté y vi que alguien me había postulado para alcalde. En un abrir y cerrar de ojos el voto fue unánime.

—Eres toda una leyenda ¿sabías? —sonreímos.

—Vamos, te llevaré a tu cabaña. Debes de estar cansada.

Rod, aún llevaba mi maleta por toda la mansión.

Llegamos hasta su cocina, la cual era un sueño para cualquier amante de la gastronomía, claro, ese no era mi caso porque yo odio cocinar. Estaba equipada con electrodomésticos de última generación, una enorme isla central y una despensa amplia. Justo al lado, un comedor elegante ofrecía un lugar perfecto y acogedor para cenar.

Rod caminó hacia la isla y tomó uno te los termopacks que ahí habían preparados con un delicioso manjar, y me lo entregó junto con una caja de jugo de naranja. Luego, salimos por la puerta trasera y ya estábamos en el jardín trasero:

El cual era igualmente impresionante, con una piscina de diseño que se extendía hacia un jardín paisajístico. Había una zona de barbacoa y un confortable salón al aire libre, ideal para disfrutar de veladas con amigos. Pude ver a lo lejos una cancha de baloncesto.

Rod caminó a lo largo de un estrecho camino de baldosas que se serpenteaba suavemente entre un jardín exuberante. A cada lado del sendero, pequeñas luces cálidas brillaban con un suave resplandor, mientras que pequeñas flores coloridas se entrelazaban en un paisaje encantador.

A medida que avanzaba, su mirada se elevó hacia lo lejos y allí, a la distancia, vi dos cabañas. Entre ellas, un pequeño lago artificial reflejaba el cielo.

Conectando las cabañas había un rústico puente de madera, cuyas barandillas estaban adornadas con enredaderas de hojas verdes y pequeñas luces estilo hada.

—Bueno esta es la tuya. —llegamos junto a lo que ahora sería mi nuevo hogar —Los pagos son mensuales, no te preocupes, no pido una millonada, sólo quiero compañía. Puedes desayunar, almorzar y cenar en mi casa, también puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

—Tranquilo, solo será por un año.

—Vale —sonrió mientras me entregaba las llaves.

—Ah, casi lo olvido —se giró hacia la otra cabaña para señalarla con el dedo —Ahí vive Jason. Es mi amigo y quien me cuida todo el terreno, él es… difícil, pero no es malo.

—¿Difícil?

—Tranquila, no es un asesino en serie. —bromeó.

Miré por un instante hacia la cabaña de mi vecino, intentando ver un indicio de alguien adentro... pero no había nada, ni siquiera una luz encendida.

—Y otra cosa. Si ves a Tomás, no te asustes —dio media vuelta y comenzó a alejarse.

—¿A quién? —alcé la voz, pero él me ignoró —¡¿Quién es Tomás?!

—¡Diviértete Isi! —fue lo último que dijo antes de perderse en la oscuridad.

 🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺🩺

Hola, hola.

¿Les gustó el capítulo? No olviden votar y comentar, me harían muy feliz, y además, es gratis.

Menos mal que nuestra Isi encontró dónde dormir :)

¡¿Quién es Jason?! ¡¿Quién es Tomás?!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro