Capítulo 3: Bienvenida a Flowerton.
¡Lo odio!
Cada minuto de este viaje es una tortura para mí. Este viaje es incluso peor que tener que memorizar todos los nombres científicos de los músculos, huesos y órganos del cuerpo humano.
Aquí estoy, sentada en un viejo e incómodo asiento de autobús. Rodeada de personas que para nada tienen que ver conmigo, osea, parezco haber salido de una revista de modas mientras que ellos… bueno, ellos parecen haber salido de un comercial de una granja ligado con uno de motoristas. Entre el mal estado de la carretera, ligado con el calor infernal que hay, siento que voy a enloquecer. Y para colmo, estoy sentada junto a un tipo que huele a carnada para pesca, ¡demonios! ¡todo aquí huele raro!
—¿Qué hace una señorita tan elegante como tú en un lugar como este? —preguntó el señor de la nada, así como si me conociera de toda la vida.
Voltee a verlo, para darme cuenta que se trataba de un anciano, quizás en sus setentas. Su cabello alborotado y lleno de canas lo tenía más largo de lo adecuado, el cual estaba escondido bajo una gorra con el logo de un pez, y su barba, era tan extensa y despreocupada que incluso me hizo replantearme cuándo fue la última vez que recibió un corte y una buena lavada con shampo.
—Viaje de trabajo. —me limité a decir, y volví a mirar por la ventanilla.
En realidad no sabía qué era peor: si conversar con aquel desconocido, o mirar cómo el autobús pasaba por tierras y tierras con cultivos de maíz y trigo.
—Los aromas del campo son lo mejor —volvió a decir, como si no notase lo molesto que me causaba entablar una conversación con un desconocido como él —Yo por ejemplo, prefiero el aroma a trucha recién sacada del agua.
¡Por el creador! ¿Así es como estaré de ahora en adelante, con personas como él, como todos los del autobús? ¡Siento que me dará un infarto, y lo peor de todo: papá no está aquí para asistirme!
—Claro... —sonreí forzadamente —a algunos les hace sentir más cerca de la naturaleza… pero lo que percibimos aquí es un recordatorio de a lo que NO debe oler un ser humano.
Realmente olía a carnada para pesca aunque, espera... ¿ese balde entre sus pies tiene lombrices?
Voltee a ver por la ventana, para ver si así el señor dejaba de hablarme. En ese instante, vi una pequeña gasolinera que más bien parecía un punto de reunión de motoristas y cowboys ¿es en serio? De repente pasamos junto a dos autos oxidados que estaban en el medio del campo y uno de ellos tenía escrito en su parabrisas:
“Da la vuelta”
¡Literal, era eso lo que tenía escrito!
¡¡Ahh, esto cada vez se pone peor!!
—En la ciudad no ves este toque tan auténtico. —volví a escuchar su voz.
—Sí, autenticidad es la palabra que buscaba… —dije, aún mirando a través del cristal sucio.
—¿Sábes? Para tener una buena pesca, hay que tocar la guitarra... un buen pez llega hasta tu anzuelo cuando tocas una buena nota.
—Déjame adivinar —dije, con ironía —Llegan bailando hasta tu anzuelo.
El hombre comenzó a reír a carcajadas. ¿En serio no notaba mi sarcasmo?
—Eres muy divertida, por cierto, me llamo Wade.
En ese instante voltee a verlo, sorprendida, molesta, no sabría cómo llamar a lo incómodo que me resultaba tener a un extraño parlanchín a mi lado. El hombre me miraba detenidamente, pero lo curioso era que no era una mirada acosadora, ni intimidante, simplemente veía amabilidad en sus ojos marrones escondidos detrás de esas arrugas en su rostro.
—¿Todos aquí son así? —pregunté finalmente.
—¿Así cómo... conversadores?
Sonreí.
—En Goldensilver, si un extraño se sienta a tu lado y comienza a hablarte de la nada, siempre termina pidiéndote tu número de teléfono, o en el peor de los casos, acaba persiguiéndote a casa para raptarte... a eso le llamamos: acosadores.
El señor, abrió sus ojos, sorprendido.
—No verá muchos de esos por aquí, señorita, solo verá personas que intentan ser amables con usted.
No pude evitar sonreír, en verdad no había malicia en este señor.
—Me llamo Isabella —le extendí mi mano para saludarlo, misma que él aceptó con una sonrisa en sus labios escondidos detrás de esa enorme barba —Pero puedes llamarme Isi.
El autobús se detuvo en una parada que quedaba en medio de un campo repleto de flores de lavanda.
—Bueno Isi, esta es mi parada —hizo un saludo con sus gorra y se levantó del asiento —espero que tenga una bonita estancia.
El señor se bajó del autobús, y las restantes dos horas de viaje fueron viendo a través de la ventanilla campos de flores de distintos tipos: lavanda, tulipanes, girasoles y rosas fueron las encargadas de adornar el paisaje de ahí en adelante.
Por eso se llama Flowerton…
En verdad era algo hermoso de admirar. Pero no lo suficiente como para borrar de mi mente la idea de salir corriendo de aquí, y más cuando noté que la única pasajera que quedaba en el autobús, era yo…
—«Flowerton, última parada» —escuché al conductor hablar a través de un megáfono.
Esta es mi parada…
Me bajé del autobús contando hasta diez para no perder la paciencia. No podía creer que estaba a punto de hacer esto. Era oficial, ya estaba aquí.
En cuanto el autobús se alejó, quedé completamente sola en medio de la nada. Con una maleta gigantesca y un par de tacones puestos de doce centímetros. Me encontré abandonada en medio de la carretera de tierra, bajo el intenso sol de la tarde.
Sabía qué hacer, desde el principio conocía que el autobús dejaba a un kilómetro del pueblo porque el maldito lugar tiene la carretera destruida y era imposible su paso. Ahora, solo me quedaba esperar y suplicar a que pasara un taxi por aquí… si es que existen.
🩺🩺
Al ver que ni un alma en pena pasaba por ahí, decidí caminar. Caminé por unos minutos que parecían horas. Los pies me dolían, el sudor me corría por todos lados y mi maleta venía tambaleándose por lo irregular que era la carretera, y si pensabas que no podía ir peor, vi a lo lejos a un auto acercarse. En Goldensilver sería normal, pero aquí, en medio de una carretera desolada y rodeada de campo... he visto muchas películas de terror y sé que esto nunca acaba bien para la chica rubia.
La tensión aumentó aún más, cuando el auto en vez de seguir de largo disminuyó la velocidad y fue avanzando despacito a mi lado, mientras la ventanilla del copiloto comenzó a descender con lentitud. Enseguida, mi corazón se aceleró y mis manos comenzaron a temblar de miedo.
—¿Necesitas un aventón? —escuché que dijo, era la voz de un hombre.
—Gracias, pero no quiero que me cortes en pedazos y me escondas en tu nevera —hablé sin pensar, y escuché como él sonrió.
En serio, ¡qué estúpida eres Isi!
—Bueno, pero si te sirve de algo soy abogado, no un psicópata que te va a secuestrar y asesinar.
Fue en ese momento cuando decidí girar la cabeza para mirarlo. Dentro de ese "BMW" de color negro, se encontraba un joven extraordinariamente atractivo. Su cabello, de un tono dorado intenso, caía de manera despreocupada sobre su frente, dándole un aire desenfadado pero también sofisticado, ya que se notaba lo engominado que lo tenía a los lados. Aparentemente no era mucho más mayor que yo.
Sus ojos, de un verde claro casi hipnótico, contrastaban con la profundidad de su mandíbula bien definida, un rasgo que no pasaba desapercibido y que añadía a su encanto. Vestía una camisa blanca, perfectamente ajustada; ni demasiado holgada ni excesivamente ceñida, con los botones superiores desabrochados que dejaban entrever el atractivo de su pecho tonificado. Las mangas estaban cuidadosamente remangadas, lo que no solo realzaba su figura esculpida, sino que también permitía que se viera el elegante reloj de lujo que adornaba su muñeca derecha. Era imposible no reconocerlo: un Rolex. Papá y yo tenemos unos cuantos de esos como colección.
El joven me sonreía con una calidez genuina, y en ese instante, sus ojos brillaron de una manera casi hipnótica, proyectando una mezcla de confianza y cordialidad que hacía que cualquier conversación con él pareciera prometedora.
—¿Qué dices? —volvió a intentar —Tengo una reunión importante, pero no puedo permitir que una señorita camine bajo este sol.
Y como si nuestras mentes estuvieran conectadas, él detuvo el auto en el mismo momento en que yo dejé de caminar.
Disimuladamente miré hacia dentro con un poco de desconfianza, no vi nada raro: percibí un olor a perfume caro, vi llaves, un portafolio, un vaso de café y una música bastante relajada.
Ok vale, no es un asesino…
Asentí ligeramente con la cabeza, él sonrió victorioso, bajó del auto y me ayudó con la maleta. Y minutos después ya estábamos dentro del lujoso auto, disfrutando del aire acondicionado.
—Así que, ¿de Goldensilver? —lo miré con curiosidad.
—¿Cómo supiste? No tengo un cartel en mi frente que lo diga —él sonrió.
—Bueno, la ropa, lo perdida que estás y esos deliciosos cheesecakes ¿son de Don Anecio? —miré la caja de cheesecake que había comprado antes de emprender el viaje, misma que había traído todo este tiempo en mi mano para que no se estropearan. Solo me quedaban dos, le brindé uno, él enseguida aceptó y yo tomé el otro.
—Yo estudié en Goldensilver, viví cuatro años ahí. —dijo, sin apartar la vista del camino.
«Lo miré sorprendida»
—Y, ¿qué haces viviendo aquí? Hay tantas ofertas de trabajo en Goldensilver y las estás desaprovechando aquí —disparé cada palabra mientras que él me sonrió de forma nostálgica.
—Pues, este pueblo es mágico… la familia, las personas, la tranquilidad… nací aquí, este es mi hogar. Mi padre era un abogado muy importante, él me dejó un despacho aquí, en Flowerton...
—¿Tú padre está…?
—¡Oh no! sólo se jubiló. Él y mi madre se fueron de viaje por el mundo, ese siempre ha sido su sueño.
—Eso es hermoso —sonreímos.
—Ya llegamos —señaló con su dedo al frente.
Y minutos después ya estábamos entrando en Flowerton. Fue un viaje corto, de no más de quince minutos. Si hubiera tenido que andar, probablemente hubiera tardado una hora; por mis tacones, el calor y mi maleta gigantesca…
Un enorme cartel de bienvenida con flores de colores dibujadas en él nos avisaba la llegada. El chico me dejó amablemente frente al motel del pueblo y cuando voltee a ver a mi alrededor no podía creer lo que mis ojos veían:
Este lugar parecía una escena sacada de un musical encantador o de una propaganda. A su alrededor, brotaban flores de colores a raudales, llenando el aire con un aroma dulce y fresco. Los niños correteaban y reían, llenando el ambiente de alegría y energía contagiosa. En el parque, unas ancianas lucían vestidos holgados, sentadas cómodamente en los bancos, sumidas en animadas charlas, probablemente compartiendo los últimos chismes del vecindario.
Sin embargo, lo que más capturó mi atención fue un grupo de chicas, ataviadas con vestidos pomposos en delicados tonos pastel. Parecían auténticas princesas, con sus risas y movimientos gráciles, añadiendo un toque de fantasía a la escena, como si en cualquier momento pudieran comenzar a bailar al son de un musical.
—Son las Ladies —me explicó el rubio, pues mi asombro era obvio.
—¿Las qué?
—Las Ladies... verás, aquí hay muchas tradiciones, desfiles, fiesta de los fundadores y esas cosas. Pero lo más arraigado a este pueblo son las Ladies, un grupo de chicas que se encargan de mantener viva la cultura de Flowerton. Ellas son las encargadas de organizar todas las festividades.
—Osea, un grupo de chicas que no tienen nada que hacer y se entretienen perdiendo el tiempo.
—Que ellas no te escuchen —reímos juntos.
—Por cierto, soy Isaac —me extendió su mano —Isaac Lombardi.
—Mucho gusto Isaac —le devolví el saludo —Soy la doctora Isabella Rollins, pero mis amigos me llaman Isi.
—Bueno, doctora Isi, espero que nos veamos pronto.
Y diciendo esto subió a su auto y se fue.
Finalmente, me decidí por no vivir en casa de unos extraños, por lo que rentarme en el motel fue la mejor opción que encontré. Estaba a unos pasos de su entrada. Lo único que pasaba por mi mente en ese momento era el baño relajante que estaba a punto de darme. Solo tenía que reservar una habitación, pues el sitio online no funcionaba, la verdad, no me sorprendía viniendo de este lugar… Así que subí las escaleras de la entrada; una entrada bastante cutre y abandonada por cierto, y cuando llegué hasta la enorme puerta de madera no podía creer lo que estaba leyendo:
¿Por qué me pasan estás cosas a mí?
Un enorme cartel estaba pegado en sus puertas, un cartel con letras rojas que decía bien claro: “Cerrado por fuga de gas”.
¿Es en serio?
¿Y ahora dónde se supone que voy a vivir?
¡Ahh, esto no puede ir peor!
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Hola, hola.
¿Les gustó el capítulo?
¿Qué les pareció Flowerton?
¿Isaac?
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